Las 11 investigaciones reunidas en el libro del Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) hacen énfasis en que Latinoamérica también se caracteriza por enfrentar la violencia y buscar la paz, a pesar de que este último concepto no suele asociarse a la región. La obra, titulada “¿Latinoamérica y paz? Propuestas para pensar y afrontar la crisis de la violencia” se presentó el último día de actividades de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Por Ximena Torres / @ximena_tra
La violencia es un estereotipo de Latinoamérica, por eso al hablar de paz no se piensa en esta región. Si bien, muchos de los Estados que forman parte de esta región han atravesado o atraviesan crisis de derechos humanos, también hay diversos momentos de paz que observar.
Para entender dichos momentos es importante recurrir a una perspectiva histórica que usualmente se remonta hasta la colonización del continente y más importante, se debe pensar en la paz como un proceso y no como un destino al que llegar.
Este es el postulado fundamental del libro “¿Latinoamérica y paz? Propuestas para pensar y afrontar la crisis de la violencia” del Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) que se presentó en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara el 5 de diciembre.
Los encargados de exponer la obra fueron Karla Alejandrina Planter, maestra en estudios políticos y rectora del Centro Universitario de los Altos (CUAltos) de la Universidad de Guadalajara (UDG), y Héctor Raúl Solís, sociólogo Vicerrector Ejecutivo de la misma casa de estudios.
Entre los dos explicaron que el libro está compuesto por textos de 12 autores que desarrollan investigaciones sobre procesos de violencia y paz en Venezuela, Colombia, Nicaragua y México. Para ello utilizan metodologías diversas, como la etnografía participante, observación directa y otras que la rectora del CUAltos calificó como innovadoras. Por ejemplo, la observación de intervenciones artísticas en la literatura, el cine y la música.
Los presentadores fueron más allá de la forma de la obra para abordar las interpretaciones más importantes en ella.
“Se da a entender que la paz quizá no es posible de forma perpetua, fija y sin cuestionamientos, porque persiste y tiene sentido siempre frente a la violencia, como un binomio que se alienta el uno al otro”, dijo Karla Alejandrina para explicar la relación entre los dos conceptos protagonistas de todas las investigaciones.
Lo más cercano a una definición de paz es entonces “un momento de ausencia de violencia” agregó la politóloga. Hablar de algo momentáneo es importante porque, como también coincidió Héctor Raúl Solís, la paz no es una esencia o un estado absoluto. Él la interpretó, más bien, como un oasis.
Con eso dicho el presentador aseguró que en América Latina sí hay paz, aunque desde otras latitudes el sur del continente es percibido como una de las partes más violentas del mundo. Incluso, resaltó que en la región no ha habido tantos conflictos entre Estados como en Europa, pues aquí los conflictos son internos.
En ese sentido, explicaron que la violencia se expone como una forma de exclusión: la exclusión de los recursos extraídos durante la colonización, del reconocimiento de la identidad de pueblos indígenas a través de procesos de homogenización, así como la exclusión de las mujeres del espacio público.
El Vicerrector Ejecutivo de la UdeG añadió que la violencia también se da a entender como abuso de poder. “El poder de quien tiene un arma, de quien está detrás de un escritorio o de quién dirige un ejército de hombres”.
Esta vez la reflexión se originó de las investigaciones vertidas en el segundo capítulo de “¿Latinoamérica y paz?” sobre “La crisis de Venezuela a principios del siglo XXI”. Para Héctor Solís los autores muestran que el autoritarismo chavista que se fincó en la destrucción de instituciones públicas es protagónico para explicar los conflictos en el país sudamericano.
Por lo anterior, el sociólogo comparte la reflexión de que la democracia, en su noción más amplia –con rendición de cuentas, reglas, castigos y el reconocimiento de derechos–, es el único dispositivo legítimo para luchar por la paz.
Sobre los procesos para llegar a ella no hay nada establecido. El libro presentado demuestra que las estrategias pueden ser tan diversas como los casos. A ello se debe la importancia de la perspectiva histórica en el análisis. Y, aun así, “no hay procesos que tengan garantizado su éxito” dijo el presentador, poniendo como ejemplo las diferentes valoraciones sobre las resoluciones de paz en Colombia.
Sí se resaltaron algunos procesos que se han desarrollado en Latinoamérica para lidiar con la violencia. Entre ellos los juicios de lesa humanidad, con los que se instauran procesos de justicia para hablar y establecer la verdad con reconocimiento del Estado.
Después, se habló de la restitución de restos humanos como una ceremonia que concreta una realidad negada por muchos años. Finalmente, está el ritual de plantar árboles de vida como una práctica de memoria “en la que una comunidad se reencuentra ante los efectos de la muerte silenciada”.
“Justicia, verdad y memoria son nociones que se entrelazan y que dan cabida a prácticas que nos hacen posible enfrentar a la violencia. Mientras investigaciones como las vertidas en este libro sigan siendo expuestas, podemos confiar en que la paz como proceso sí es posible” concluyó la rectora de CUAltos.
El objetivo principal del del Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) es investigar las múltiples crisis en América Latina, así como sus soluciones desde América Latina. Al finalizar la presentación de su libro se anunciaron otras publicaciones futuras que harán mayor énfasis en las estrategias de paz posibles en la región.