#FIL2021
Dentro del programa FIL Ciencia se habló de salud mental y todos aquellos mitos o realidades que giran en torno a un problema de salud pública que se agudizó en el marco de la pandemia de COVID-19 y que no siempre queremos reconocer su existencia; esta charla estuvo a cargo de la psicóloga y psicoterapeuta, Fabiola Anaya.
Por Christian Noe Cantero // @ChristianCHMalv
“En el siglo XVI nos quemaban a las mujeres, bueno, ahora tambien nos queman en vida, nos matan, pero antes nos llamaban brujas, ahora nos llaman de otras maneras, como feminazis y muchas formas más. Nos matan todos los días, tenemos 11 feminicidios al día, y antes nos aventaban a una hoguera a todas aquellas mujeres que se atrevieran a hablar de lo que el resto no se atrevía, o a todas las personas que reportaban sentir algo que el resto de los demás no”.
Con este panorama Fabiola Anaya Aragón -psicóloga clínica, psicoterapeuta y perita- inició su charla sobre los mitos y realidades alrededor de la salud mental, esto en el marco del panel “Hablemos sobre salud mental” dentro de FIL Ciencia, pues para ella “el sentir” está vinculado a lo que otros determinan como normal en razón de la salud de nuestra mente.
La especialista aprovechó el espacio para exponer cómo a través de las diferentes épocas la salud mental y las diferencias de grupos marginados y poblaciones vulnerables, han sido motivo de actos crueles y violentos para estos sectores en desventaja; un ejemplo, claro es el trato que han recibido las mujeres, las personas de la comunidad LGBT+, así como personas que padecen algún discapacidad física o mental.
Igualmente hizo énfasis sobre las prácticas no éticas que se siguen realizando en la actualidad como las terapias de conversión que son practicadas en personas que no tienen una orientación o identidad de género aceptadas en la sociedad, tales como las personas homosexuales, bisexuales o transexuales (y otras personas de la comunidad LGBT+): “lo más grave es que hay muchos profesionales de la salud con cédula profesional, incluso, con maestría, doctorados y demás, que las siguen practicando, y son terapias atroces”.
En su charla expositiva habló sobre la importancia de las palabras, el lenguaje (y los tecnicismos) sobre cómo entender lo que padecemos para saber cómo expresarlo:
“A mí me hablaban con una terminología clínica y pensaba que si a mí me costaba trabajo entender, siendo que estaba estudiando una licenciatura: ¿Como lo entenderían el resto de las personas que no tienen la aproximación y formación clínica? Realmente creo que la salud debería tener un idioma que sea digerible para todos (…) si no hablamos un idioma que nos entendamos, es muy difícil pedir ayuda”..
A ello, agregó:
“Los seres humanos somos seres en evolución y cambiamos todos los días, no hay un estado de paz mental puro, como nos han hecho creer, ya que tenemos que entender nuestra enfermedad para saber entender nuestra salud; dicho de otra manera, cómo saber que somos personas que funcionan, pues lo que me funciona a mí puede que no te funcione a ti ¿Entonces dónde está el parámetro para decir que yo soy saludable y tú no?”.
También la especialista aprovechó el espacio para resaltar la importancia de normalizar el hablar de todo lo que tiene que ver con nuestras emociones: “Callar lo que nos hace sufrir no nos lleva a nada bueno”; con ello, argumentó que las enfermedades de la salud mental siguen siendo tabú en algunos aspectos sociales por miedo al rechazo y por falta de empatía social.
“Es algo que nos pasa a todo mundo (…) tenemos que normalizar hablar de las emociones porque el silencio es algo bastante letal (…) cuando yo estaba la comparación de las cifras del suicidio y la pandemia dije: ´¡wow no estamos tan lejos!´ y nadie está hablando de la gente que se suicida todos los días”.
“Cuando alguien se suicida muchos de los familiares o las personas que están cercanas dicen que se cayó de las escaleras, que sufrió un infarto o cualquier otra cosa, porque claro, hablar del suicidio implica que yo estaba cerca y no me di cuenta o a lo mejor no hice lo que tenía que hacer”, expresó Fabiola Anaya, haciendo hincapié en la importancia de llamar a los problemas de salud mental por su nombre: “llamar las cosas como son y no callar los sentimientos y emociones, pues: Si no se nombra, no existen”.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el significado o las pautas para la salud mental es lo siguiente: “un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Según Fabiola Anaya esta definición no es del todo posible, pues depende de las diferencia en los aspectos sociales y culturales de cada individuo: “suena como un cuento de Disney (…) la salud mental es un privilegio”, cuando no lo es.
Por ejemplo, de acuerdo a cifras de la OMS, en el mundo hay 450 millones de personas afectadas por alguna enfermedad mental (1 de cada 4): “Yo soy muy mala en matemáticas, pero si nos contamos (en la salón de la FIL) por lo menos aquí habríamos unos 20, pero nadie quisiera levantar la mano para decir ´yo soy este 1 de cada 4´, y eso es grave”.
Otro tema importante durante su charla fue el suicidio, ya que según datos de la OMS hay más de un millón de suicidios al año:
“Donde están todas esas personas, donde estaban todas esas oportunidades a las que no tuvieron acceso, de poder levantar la mano y normalizar pedir ayuda, más allá de culpar a los amigos, a la pareja o a la familia, yo creo que si hay que culpar a alguien es al sistema de salud publica que, por supuesto, no es para nada eficiente”, para ejemplificar eso agregó que dadas las cifras de la OMS en el mundo sucede un suicidio cada 40 segundos y cada día mueren 2 mil 160 personas por suicidio.
Contrarrestando los mitos en torno a la salud mental
Para Fabiola Anaya existen mitos que nos impiden ayudar a las personas que sufren o padecen de alguna enfermedad o problema de salud mental, y que visibilizarlos ayudaría a que las personas puedan hacer algo frente a alguien que nos pide ayuda.
Algunos de los principales mitos que la especialista compartió fueron:
Nacemos con la capacidad de gestionar nuestras propias emociones
-Todos tenemos capacidades y recursos emocionales distintos. no siempre lo elegimos
Los niños no presentan enfermedades mentales
– 1 de cada 7 niños y adolescentes padecen un trastorno mental
No está enfermo, solo quiere llamar la atención
– La falta de empatía no permite normalizar las enfermedades mentales, como las físicas.
Al respecto, Fabiola Anaya explica que no atender o reconocer los problemas de salud mental derivan en consecuencias graves, como: “no buscar ayuda, estar en crisis (colapso) para comenzar algún tratamiento, dejando parámetros altos para creer que necesitas ayuda”, así como dejar que los síntomas se vuelvan crónicos y/o deriven en otros trastornos.
Según datos de la OMS, la depresión es la segunda causa de discapacidad a nivel mundial; por ello, Fabiola Anaya lanzó una pregunta: “¿Acceder a un servicio de salud mental es una posibilidad real?”. Su respuesta fue no.
“Pues no es posible esto en un mundo donde existen menos de un psiquiatra por cada 10 mil habitantes, así mismo existen menos de un psicólogo por 100 mil habitantes, entonces, es un privilegio, y no me estoy refiriendo a acudir a un médico en lo particular, me estoy refiriendo a lo que deberíamos tener accesos todos, lo que la salud pública debería proveer”.
Explicó, además, que es un privilegio por distintos factores (que ella identifica) que rodean a los individuos, como: los riesgos de violencia, desigualdad económica, valores culturales, desesperanza y experiencias de vida.
“¿Tú cómo le vas a pedir a una persona que todos los días sortea su vida para ver si no la matan en el transporte público por la inseguridad que le baje a su ansiedad?, o ¿como le puedes pedir a las mujeres que estemos tranquilas cuando todos los días estamos escuchando que en méxico 11 mujeres al día son asesinadas?, Si tú me estás diciendo que según las estadísticas hoy puede que no regrese viva a mi casa ¿Cómo me vas a querer calmar la ansiedad?. Lo mismo pasa con el dinero ¿Cómo le vas a decir a una persona que no tiene dinero para pagar su renta que se relaje, y peor aún si tiene familia que mantener”.
Expuso que estas condiciones no son una cuestión voluntaria, pues se le está otorgando la responsabilidad a las personas de “un sistema que no funciona”.
“Tenemos que aventarnos a nosotros el problema que alguien más tiene que solucionar, y por supuesto que nosotros podemos hacer cosas, pero si las posibilidades y las condiciones a nuestro alrededor no funcionan, es muy difícil”, argumentó.
Finalmente, Fabiola Anaya pide que no se hable de la salud mental desde la postura del privilegio: “que el privilegio no nos nuble la empatía, nunca sabes lo que otra persona arrastra en su vida, yo no puedo hablar desde mis zapatos para generalizar”.