Juan (nombre ficticio para proteger la identidad del menor de edad) es un adolescente de 15 años que vivió toda su vida en diversas casas hogares, hasta que un día un grupo delictivo le ofreció un “hogar” y “mucho dinero” si se iba con ellos.
Juan apareció meses después, dijo que había perdido un cargamento de droga y que por eso lo iban a matar. Pidió que le dejaran despedirse de su mamá, la encargada de la casa hogar. Cuando dijo esto, obviamente buscaron ponerlo a salvo, pero lo encontraron y ahora está privado de su libertad.
Los infantes implicados en actividades ilícitas suelen estar expuestos a la violencia, lo cual puede afectar gravemente su desarrollo mental y físico.
En México, el reclutamiento forzado y la desaparición de niños, niñas y adolescentes por el crimen organizado es una realidad. En 2019, se registró que 30 mil menores han sido enlistados por grupos delictivos, así lo precisó la Red por los Derechos de la Infancia en México en su Informe Anual 2019.
“Los niños y adolescentes son usados como informantes de las organizaciones criminales o grupos armados, los cuales los involucran en prácticas paramilitares, procesamiento de sustancias prohibidas, homicidios, mutilaciones, desapariciones. Estos son sometidos a abusos y explotación, sufren lesiones, y muchas veces mueren como resultado del reclutamiento forzado”.
Los grupos delictivos atraen y reclutan cada día más menores de edad debido a que, ante la La Ley General del Sistema Integral de Justicia para Adolescentes, no hace responsables legalmente a menores de 14 años, además de que prevé el internamiento para los mayores de 14 años y menores de 18 años que hayan incurrido en homicidio, extorsión, violación, narcotráfico, delincuencia organizada, trata de personas, robo con violencia, entre otros ilícitos, mientras se les dicta sentencia.
“Por eso es que las organizaciones criminales reclutan a niños de entre 7 y 9 años para iniciarlos con trabajos sencillos, con la intención de que entre los 14 y 16 ya puedan desempeñarse como sicarios”.