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Bajo el programa de acogimiento temporal, más de 70 familias en Chihuahua han abierto sus hogares a más de 100 niñas, niños y adolescentes en situación de abandono, que se encontraban en los albergues bajo la tutela del estado
Texto: Verónica Martínez / La Verdad
Fotos: Rey R. Jáuregui
CIUDAD JUÁREZ.- Ramón dejó sobre su cama una caja de zapatos llena de lápices de colores y un cuaderno abierto con las páginas por fuera. Con rectángulos y triángulos, el niño de 7 años ilustró una casa con una gran puerta azul y una figura sonriente asomándose por una de las ventanas.
“Soy yo”, dice Ramón señalando la figura e indicando dónde se encuentra cada cuarto de la casa en su dibujo de dos dimensiones.
Junto a la caja de colores se encuentra un peluche de un zorro elaborado con retazos de cobijas que Ramón hizo con su “tía” Eunice, como llama a la madre de la familia que lo acogió desde hace casi dos meses. En ese tiempo el niño se ha podido adaptar a su hogar temporal.
Ramón estaba en un centro de asistencia social bajo la tutela del Estado, hasta que Eunice y Julio abrieron sus puertas para que viviera con ellos y los tres hijos biológicos del matrimonio.
Bajo el programa Familias de Acogimiento, más de cien niños, niñas y adolescentes en Chihuahua no se encuentran en los albergues de la Procuraduría de Protección para menores de edad. El programa los ha canalizado con familias certificadas para darles los cuidados necesarios a los infantes.
Apenas en febrero de este año, Ciudad Juárez se sumó al programa que lleva casi cuatro años en la ciudad de Chihuahua. Son 11 las familias que están actualmente certificadas en esta ciudad fronteriza para recibir en sus hogares a niños, niñas y adolescentes (NNAs), como Ramón.
Para la protección de Ramón –cuyo caso de abandono sigue en investigación– y su familia de acogimiento, se ha usado un pseudónimo para referirse al niño y se omite el apellido de quienes ahora cuida de él.
Recibir a la infancia en abandono
El programa de Familias de Acogimiento esta coordinado por la organización Familia LightShine, que trabaja en conjunto con la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes de Chihuahua, la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (RELAF) y el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés).
Mientras Familias LightShine ofrece el entrenamiento y acompañamiento a las familias de acogimiento, las entidades estatales del DIF se encargan de la logística de certificación.
El programa es un acogimiento temporal para darles a los infantes el derecho de vivir en un entorno familiar y busca reducir la cantidad de niñas, niños y adolescentes en albergues que ya rebasan su capacidad y con pocos cuidadores, explica la coordinadora de la UNESCO en Ciudad Juárez, Isabel Velasco.
De acuerdo con datos brindados por el DIF Estatal de Chihuahua, hay 243 infantes en la tutela del estado. El 47 por ciento de ellos están en situación de migración. Mientras 99 de esos niños y niñas son extranjeros, 17 son mexicanos en movilidad.
“Sabemos que (los centros de asistencia social) no son el mejor entorno para niños y niñas”, dice Velasco. “La pandemia también vino a reducir el número de espacios disponibles y queda claro que no pueden abrir sus puertas a un mayor número de NNAs y por eso estamos trabajando en estas alternativas de alojamiento”.
Rocío Barrón, trabajadora social explica que la pérdida del entorno familiar es un aspecto que afecta el desarrollo de las infancias y los adolescentes. Con el programa Familias de Acogimiento, se busca que los niños y niñas vuelvan a vincular con un adulto.
El programa de acogimiento familiar es muy similar al de un compromiso de adopción, dice Barrón, pero resalta que es un contexto temporal.
“El convertirse en familia de acogimiento no significa que te vayas a convertir en el cuidador de un niño”, comenta.
“Te vas a convertir en su familia y la función principal es proveer ese sentido de protección y pertenencia al niño o la niña que se perdió al ser removido de su familia biológica por cualquier razón”.
Desde el 28 de junio, Ramón está bajo el cuidado de Eunice y Julio que durante su entrenamiento con Familia LightShine aprendieron que su rol en la vida de Ramón sería como el de un tío y una tía.
Julio recuerda uno de los primeros días que Ramón se sumó a la dinámica familiar. Él, su hijo menor y Ramón iban en camino al supermercado cuando el niño de siete años le hizo una pregunta.
“¿Te puedo decir ‘papi’?” narra Julio recordando ese momento. No era una sorpresa para el que Ramón lo quisiera poner en ese papel, ya que había sido un tema que se trató en su entrenamiento con Familia LightShine, pero no esperaba que la pregunta viniera tan pronto.
“Recuerdo que le dije que no. Le expliqué que en cierta forma iba a ser como su papá un rato, pero que en realidad era su tío”, expone el padre de familia.
Julio menciona que todos en casa entienden que su rol es el de una familia temporal con la función de ayudar a Ramón para transitar a una familia de adopción u otra solución permanente.
El caso de Ramón es complicado porque llegó a estar bajo la protección del DIF Estatal Chihuahua a raíz de una denuncia de abandono que presentó una persona ajena a su familia biológica. Además, no cuenta con documentación oficial de identidad y no se ha encontrado individuos que coincidan con el nombre y apellido que el niño dice tener ni los de su madre y padre.
Familias temporales
El estado es el primero en México en concretar el modelo del programa con su inicio en la ciudad de Chihuahua y ha demostrado ser exitoso, asegura Isabel Velasco de la UNICEF en Ciudad Juárez.
Velasco agrega que el programa tiene la meta de certificar a por lo menos 40 familias adicionales que potencialmente podrían recibir hasta 60 niñas, niños y adolescentes que se encuentran en albergues.
Los resultados del programa en Chihuahua abrieron paso a expandir el programa a otros municipios del estado con un total de 72 familias certificadas y con más de 100 NNAs canalizados.
Se busca también extender el programa a los estados de Baja California, Veracruz, Chiapas, CDMX, Guerrero, Tamaulipas y Sonora. En el caso del programa en Ciudad Juárez, ya se dio el caso del acogimiento de un niño migrante.
“Vemos que los chiquitos que tenemos en acogida aquí en la frontera van progresando bastante”, dice Marisol Vázquez, abogada en LightShine. “Algunos de ellos han llegado con desnutrición y ahorita están bien, teníamos bebés que no manifestaban emoción alguna y ahorita los vemos sonriendo, llorando”.
Necesidad de ayuda… y de hogar
La idea de adoptar o acoger a un niño o niña ya estaba en la mente de Julio y Eunice desde hace tiempo, pero no era algo que hablaran abiertamente fuera de la familia. Muchas veces la madre bromeaba con sus tres hijos biológicos sobre la posibilidad de agregar una niña a la familia, pero la idea siempre se tomaba como una broma.
En marzo de este año, una amiga le comentó a Eunice sobre el programa. Ese mismo día, dice, solicitó información y para abril ya les habían notificado de los cursos de capacitación.
La familia tuvo que pasar por un proceso, que según Barrón puede durar más de un mes, con entrevistas iniciales para asegurarse que cumplieran con el perfil, entrega de varios documentos oficiales y estudios de perfil psicológico y socioeconómicos.
Las familias de acogimiento pueden tener distintos perfiles, explica Barrón, y pueden ser no solo familias casadas con hijos, sino también personas solteras o divorciadas.
“Realmente las familias de acogimiento pueden ser personas de distintas edades, de distintos contextos económicos, educacionales, distintas creencias”, dice Barrón. “El común denominador es que son personas bastante estables que pueden proveer a estos niños es sentir de protección y pertenencia”.
Julio y Eunice pensaron que tomaría más tiempo para que los canalizaran con algún niño o niña, pero no fue así.
El padre de la familia de acogida piensa que “no hay que pensar dos veces cuando hay la necesidad de ayudar”.
Durante las primeras semanas de acogimiento, Ramón amanecía acostado en el suelo de la sala, de la cocina o inclusive en el piso justo a lado de su cama. Apenas en julio, a un mes de haber salido del centro de asistencia social, Ramón le contó a Eunice que él nunca había tenido una cama.
“Él no se caía de la cama. Él se bajaba”, comentó Eunice. “Son conductas aprendidas porque esa era su forma de vida”.
Ramón llegó a casa de Eunice y Julio con una deficiencia del lenguaje y una escolaridad baja para su edad. El niño se mostraba alerta y estresado en el hogar, era el primero en levantarse por la mañana y rondaba la cocina en espera del desayuno.
Un mes y medio después, Ramón ha mostrado un avance ya aprendiendo a escribir su nombre y a contar hasta el número ocho a raíz de tareas que ha hecho con Eunice. El niño también demuestra ser bueno en varios deportes como el basquetbol y presume por la casa un par de patines que usa con agilidad.
Desde finales de julio, Ramón ya amanece en su cama y se suma a las tareas escolares de ‘sus primos’ mayores con su cuaderno donde no solo dibuja sino también practica ejercicios de escritura.
“Le gusta ver a sus primos estudiar, veo que es un niño que le gusta aprender”, dice Eunice. “Muchas veces me pregunta que a él qué tarea le tocará hacer”.
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Más información del programa está disponible en la página de Facebook de Familia LightShine o llamando directamente a la trabajadora social del programa, Rocío Barrón al (656) 242 2336.
Este trabajo fue realizado por LA VERDAD, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar el original.