La calle del Turco
Por Édgar Velasco / @Turcoviejo
El próximo domingo —1 de agosto— tendrá lugar un hecho inédito: las y los mexicanos estamos convocados a participar en una consulta que, se supone, es el primer paso para comenzar un proceso que, en teoría, habría de traer un poco de justicia para los múltiples agravios que ha sufrido el país en los tiempos recientes, lo que sea que esto signifique.
Al respecto, es necesario aclarar que no, no es una consulta para enjuiciar a los expresidentes del país. Quien se aferre a esa idea es un necio o un vende humo. La pregunta se refiere a “los actores políticos”, lo que deja un margen de maniobra donde lo mismo podrían entrar Luis Echeverría Álvarez —longevo expresidente que ha salido muy bien librado de la polémica porque ni se le menciona ni se imprimió su cara en la publicidad del chistecito— o Manuel Bartlett —en su papel de protagonista del fraude electoral de 1988 y que está protegido por el divino manto purificador de san Andrés— o cualquiera de los integrantes de los múltiples gabinetes que, como yerbas malas, se niegan a morir y pasan de administración en administración porque, ya se sabe, vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
En el país donde se rifó un avión sin rifar el avión y donde la transformación no ha transformado nada, la mentada consulta se antoja como un teatro, un montaje para alimentar el ego del presidente que insiste en desmarcarse de sus predecesores. No en vano sus detractores ven el ejercicio como un primer ensayo para tantear qué va a pasar cuando López Obrador cumpla con las profecías y anuncie que buscará la reelección.
En el otro extremo se encuentran los entusiastas del ejercicio, que ya están viendo a Felipe Calderón metido en un traje a rayas talla XL para mayor escarnio. Para los más entusiastas —por no decir cándidos o ilusos o crédulos— la consulta sí va a derivar en acciones legales contra los expresidentes. Hay también algunos moderados que prefieren apostar por el peso simbólico: sabedores de que la consulta no va a llevar a ningún lado, se consuelan con el golpe de autoridad que puede representar una mayoría votando por el “Sí”.
En medio de todos, de los detractores y de los entusiastas, están, como siempre, las víctimas: quienes sufrieron la guerra sucia de Luis Echeverría; quienes perdieron todo por la devaluación derivada del sexenio de humo Carlos Salinas; los que seguimos pagando el Fobaproa de Zedillo; los que lucharon en Atenco durante la administración Fox; los “daños colaterales” de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón; los que hemos pagado con creces la corrupción criminal alimentada por Enrique Peña Nieto. Eso por no enlistar al ejército de funcionarios de cada administración que han sido reciclados sin recato alguno.
Con todo esto en el escenario, por supuesto que la decisión lógica es no participar del teatro. Porque las víctimas necesitan más que meros actos simbólicos o golpes de autoridad. Lo que necesitan es justicia. Y esa no va a llegar después de la consulta.
Sin embargo, debo reconocer que hace un par de semanas me desconcertó el comunicado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que en su último punto invita a participar en la consulta y a responder “Sí”. Remata el comunicado: “Hay que entrarle, no viendo hacia arriba, sino mirando a las víctimas. Hay que convertir la consulta en una consulta ‘extemporánea’. Esto con el fin de que así arranque, independiente de los de arriba, una movilización por una Comisión por la Verdad y la Justicia para las Víctimas, o como quiera que se llame. Porque no puede haber vida sin verdad y justicia”.
Como la vez que anunciaron que participarían en las elecciones de 2018, les zapatistas lo volvieron a hacer: atrajeron la atención y polarizaron las opiniones. Una vez más, desde el sureste llegaron las notas sincopadas para alterar la música imperante por los oficialistas y la mal llamada oposición.
Por supuesto, no han faltado las voces que han buscado denostar el llamado del movimiento zapatista. Quizá para dar respuesta a estas voces, o no, desde las montañas del sureste mexicano emitieron otro comunicado para poner los puntos sobre las íes y dejar claro que no son ingenuos. Apuntan:
“Sí, es más que probable que, tanto el oficialismo como la ‘oposición’ en México, usen la participación en la consulta y el resultado. Sea como una forma de legitimar su política gubernamental, sea como un argumento para esconder sus culpas y evadir la justicia. Tanto el número de participantes ‘contemporáneos’, como las respuestas, pueden ser secuestrados por uno y otro lado. Pero eso durará apenas un tiempo. Lo que a nosotros nos importa es que las víctimas se sientan acompañadas y animadas en su doloroso caminar. Pero su paso, su ritmo, su velocidad, su compañía y su destino, corresponde a ellas y sólo a ellas decidirlo”.
Tal y como han hecho en otras ocasiones, por ejemplo con la candidatura de Marichuy, el llamado del EZLN es a la organización comunitaria. Quien se quede en el llamado a participar en la consulta de plano no tiene comprensión lectora, pues lo dejan muy claro cuando afirman que “esta consulta también puede ser una mascarada… si no la volvemos inoportuna, impropia, inconveniente, ‘extemporánea’. Es decir, si no la convertimos en algo más. Aunque habría que, primero, sustraerse de lo que dicen y disputan allá arriba; y luego seguir con encuentros, foros, festivales, apoyos para las víctimas. Una campaña nacional por la verdad y la justicia. En suma ‘acompañamiento’, no ‘dirección’”. Dicho de otro modo: el teatro cumplirá su función en tanto no actuemos organizadamente y sigamos esperando que los gobiernos se juzguen a sí mismos, algo que no ocurrirá jamás.
Casi al final del segundo comunicado—que, dicho sea de paso, deberíamos leer todos— el EZLN sentencia:
“Participe en la llamada Consulta Popular. Si no quiere que su sentir sea usado por unos u otros, no vaya a la casilla. Grite, raye, pinte, cante, baile, haga gestos, guarde silencio, camine, corra, quédese quieto. Usted decida qué y hágaselo saber a las víctimas. Y hágalo después del 1 de agosto… todo el año y los años que siguen”.
Más claro, ni el agua.
Ojalá que estos elementos sirvan para tomar una posición de cara al ejercicio —o teatro o como le quieran llamar— del próximo domingo. Lo más importante será actuar en consecuencia. Y organizarnos. Porque sí: sí estoy de acuerdo en que se realicen las acciones necesarias para dar justicia a las víctimas de las pésimas acciones, decisiones, omisiones, corrupciones de los actores políticos del pasado, lo que sea que esto signifique.