Maroma
Por Karina Casillas / Integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Se piensa y habla mucho, sobre la crianza respetuosa y los procesos de la niñez durante sus diferentes etapas, pero, ¿qué pasa cuando la crianza es atravesada por la clase, los tiempos y las condiciones laborales?
Tan sólo en 2015, la información de la Intercensal muestra que el 29 % de los hogares en México son llevados por mujeres, esto quiere decir que 9 millones 262 mil 211 mujeres son jefas de familia. Sin embargo, en este país los horarios y las condiciones no son las más favorables para ellas ni sus hijas e hijos.
Michelle tiene 26 años y es mamá de dos niños, una de dos y otro de nueve. Su rutina implica levantarse a las 5:40 de la mañana todos los días, pues llegar a su trabajo en La Estancia, en Zapopan, de su casa en la colonia Morelos en Guadalajara, le toma una hora o una hora u media. Mismo caso que Rubí de 33 años, madre de cinco hijos de entre los 4 y 17 años. Ella vive en la colonia Buenos Aires en Tlaquepaque y tiene que desplazarse a diferentes puntos de la cuidad para laborar como trabajadora doméstica, dejando las tareas de cuidado a cargo de sus hijas mayores que también estudian.
Ambas madres se enfrentan, desde sus desventajas laborales, a dificultades que han hecho de su crianza algo complicado y bajo situaciones que no son del todo favorables.
Las condiciones del transporte público se suman a las dificultades, pues los largos tiempos de traslado y la poca seguridad para ellas y otras miles de madres que viajan por este medio en compañía de sus hijos e hijas, hacen su vida más complicada, pues ésta es su única forma de trasporte, ya que los sueldos mensuales que tienen están entre los cinco y ocho mil pesos con horarios de cinco y diez horas diarias sin contar los traslados.
Sueldos que utilizan el 80% para las necesidades de los niños y niñas, incluyendo servicios de guardería o pago a familiares por cuidar de ellos, pues de parte de sus parejas -como miles de madres más- viven el abandono total por parte de la figura paterna, en la mayoría de los casos, no sólo de forma física, sino también de forma económica.
Para la clase trabajadora y en especial para las jefas de familia, la pandemia y la situación de “quédate en casa” sin opciones viables y responsables para el cuidado de la niñez, representan una preocupación y problema. Sin olvidar que muchas de ellas hacen trabajos de cuidados y limpieza para personas de otros niveles socioeconómicos, para las que es más fácil solucionar estos problemas.
Estas mujeres y sus hijos, recobran el poder desde otras posibilidades de organización, desde la tribu, el cuidado y el compartir, y aunque las situaciones de estas mujeres “jefas de familia” son resultado de ser aplastadas por la opresión y, por tanto, intentan sobrevivir con menos de 200 pesos diarios; no obstante, están día a día, desde otras formas, agrietando el sistema.