Con el aumento de temperatura del planeta, las alternativas para atender la crisis climática se han diversificado. Entre ellas está la geoingeniería solar, que consiste en limitar la luz del sol que entra al planeta con el fin de enfriarlo. Sin embargo, las personas activistas y científicas participantes del panel “Geoingeniería Solar. Voces críticas de científicos, pueblos indígenas, jóvenes y activistas por el clima” explicaron que esta propuesta, que ya se intenta poner en marcha, es peligrosa, injusta y solo atiende un síntoma del problema.
Para el calentamiento global no hay un plan ni un planeta B. La única opción es detener las emisiones excesivas de carbono, la descarbonización.
Por Ximena Torres / @ximena_tra
“Si estás en un hoyo, deja de cavar”, esas fueron las palabras de Greta Thunberg, la joven activista medioambiental sueca el pasado 9 de junio. En esta ocasión la crisis ambiental es el hoyo en el que está la humanidad, y seguir cavando son las soluciones que no atienten la raíz del problema: la histórica y excesiva emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.
En el mismo espacio que Greta, un grupo de personas activistas y científicas se posicionaron en contra la geoingeniería solar –tecnología que pretende enfriar el planeta-, por considerar injusta, innecesaria y, sobre todo, peligrosa.
El punto de encuentro fue el panel virtual “Geoingeniería Solar. Voces críticas de científicos, pueblos indígenas, jóvenes y activistas por el clima” organizado por diversas organizaciones como el Centro Internacional de Derecho Ambiental (CIEL por sus siglas en inglés), la Red Ambiental Indígena, el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC) y otras.
¿Y qué es la geoingeniería? De acuerdo con la campaña ¡No manipulen la Madre Tierra! (HOME, por sus siglas en inglés) del Grupo ETC y Biofuelwatch, es la intervención tecnológica a mega escala en los océanos, suelos y la atmósfera de la Tierra, con el fin de aminorar los síntomas del cambio climático.
Específicamente la geoingeniería solar, es una técnica que limita la luz del sol que entra al planeta con el fin de enfriarlo y contrarrestar el calentamiento global. Para lograr el supuesto control, se vierten aerosoles o gotas minúsculas de químicos en la estratósfera, la capa de la atmósfera donde se encuentra la capa de ozono. Eso provoca que la luz del sol se refleje hacia el espacio en lugar de impactar directamente en la Tierra.
La idea de usar los aerosoles como sombrilla para tapar la luz del sol surgió a partir de lo que ocurrió después de las erupciones del volcán Pinatubo, Filipinas en 1991. Este fenómeno geológico provocó la inyección de 20 megatoneladas de dióxido de azufre en la estratósfera. En consecuencia, se produjo una nube de aerosol de sulfato, que a su vez provocó que la temperatura de la disminuyera 0.5° centígrados en la Tierra.
El problema es que los aerosoles como el sulfato también son contaminantes que alteran los ecosistemas y perjudican la salud de las personas. Eso significa que la geoingeniería solar utiliza un contaminante para “atender” las consecuencias de otros, principalmente el CO2.
Si bien los impulsores de esta tecnología aseguran que la “gestión de la radiación solar” solo será una alternativa en caso de que la humanidad no sea capaz de eliminar las excesivas emisiones de carbono, quienes se posicionan en contra piensan que más bien será una “coartada para que corporaciones como las de petróleo, carbón, gas y la agroindustria evadan su responsabilidad en la creación de las crisis en las que nos encontramos”.
“La geoingeniería solar no atiende la causa de raíz de la crisis climática, que es eliminar quema de combustibles fósiles. Solo atiende un síntoma, algo menor. Si se tratan solo los síntomas, las consecuencias son fatales” dijo en el panel Raymond Pierrehumbert, profesor e investigador de física del clima de la Universidad de Oxford.
El caso en Saami
La razón por la que los y las expertas consideran urgente posicionar el tema en el debate internacional, es que ya se desarrollan proyectos de geoingeniería solar que, además, intentan experimentar sin el consentimiento de quienes podrían ser los y las principales afectadas.
El primero es el “Experimento de Perturbación Controlada en la Estratósfera” (SCoPEx) de la Universidad de Harvard, financiado por el empresario informático Bill Gates. Este experimento a pequeña escala y al aire libre, pretende liberal aerosoles de carbonato de calcio y otras sustancias a 20 kilómetros sobre la superficie de la tierra.
Los primeros intentos para inyectar los gases se hicieron en Tucson, Arizona, pero las comunidades indígenas del lugar argumentaron que el proyecto era un crimen contra la Tierra. Entonces SCoPEx se movió a Suecia, en el territorio de otra comunidad originaria, los y las Saami.
En febrero de 2021, cuando el Consejo Saami supo del proyecto, se opuso y mandó una carta abierta al comité consultivo para hacerles saber que no había razones aceptables para permitir que el SCoPEx se permitiera en su territorio y cielo, o cualquier otro lugar.
“Reaccionamos de manera instintiva cuando nos entramos. El proyecto tiene la misma línea de pensamiento que la que nos metió en la crisis climática y va en contra de la cosmovisión de nuestro pueblo, de que nosotros como humanos debemos adaptarnos a la naturaleza” dijo Åsa Larsson Blind, Vicepresicenta del Consejo Saami.
A finales del marzo pasado la Corporación Sueca del Espacio anunció que, en conjunto con Harvard, decidió no hacer el experimento planeado este año, sino hasta 2022.
“Los llamados “experimentos a pequeña escala” no se pueden desvincular del avance de la tecnología a gran escala. Los que se proponen hoy en día nos dirán poco sobre los efectos de la tecnología en el clima. Sin embargo, harán más probable su aplicación a gran escala” dice la declaración del Monitor de Geoingeniería de la campaña HOME.
Una tecnología peligrosa e injusta
Para explicar las consecuencias de llevar proyectos como SCoPEx a la gran escala, en el panel virtual “Geoingeniería solar” se hizo referencia a la publicación de Alan Robock, climatólogo de la Universidad de Rutgers, titulada “20 razones por la que la geoingeniería puede ser una mala idea”.
La lista de riesgos empieza por la reducción de la precipitación o lluvia, de la humedad del suelo y de los caudales de los ríos, fenómenos que se registraron después de las erupciones del volcán Pinatubo.
Los océanos, como absorbentes de la mitad del CO2 en la atmósfera, continuarían acidificándose debido a que las emisiones de carbono no se restringirían. Y es que, si las personas perciben que hay una solución tecnológica al cambio climático, habrá menos voluntad para cambiar los patrones de consumo y energía.
“La tecnología del futuro no debe ser una excusa para no hacer lo que podemos en el presente”, dijo en el panel Michael Mann, profesor de ciencia atmosférica en la Universidad de Pensilvania.
Los aerosoles adicionales en la estratósfera destruirían aún más la capa de ozono y al descender a la tierra se convertirían en lluvia, nieve, neblina y gases ácidos, que dañan los ecosistemas y la salud pública. Además, estas gotas minúsculas de contaminantes blanquean el cielo y hacen más fuertes los colores de los atardeceres. Sin cielo azul y con puestas de sol más rojas habría efectos psicológicos fuertes para las personas.
No está claro cuál sería el efecto en las plantas, pero en el peor escenario, se prevé una crisis alimentaria por la reducción de radiación solar. La misma disminución afectaría los sistemas de energía solar renovable.
El equipo y procesos para inyectar los aerosoles en la estratósfera implican costos ambientales inciertos. Tampoco hay estudios de costos económicos definitivos y los errores humanos en sistemas mecánicos tan complejos siempre se hacen presentes.
“¿No sería más seguro y sabio para la sociedad poner el dinero en energía solar, eólica o captura de dióxido de carbono?” dice la publicación de Alan Robock.
Lo más preocupante es que al implementar la geoingeniería solar no habrá vuelta atrás. El fenómeno al que los y las científicas del panel llamaron “shock de terminación” se refiere a que, si la inyección de aerosoles se detiene, las décadas o siglos de enfriamiento climático se revertirán de inmediato, lo que devastaría las sociedades y ecosistemas.
Además, según los climatólogos ya existe una larga historia de modificación climática con propósitos militares y de guerra. Entonces llegan preguntas como ¿quién controlará los sistemas de geoingeniería? ¿Cómo se decidirá cuál es el clima óptimo? ¿Es posible fijar temperaturas diferentes para casa región del planeta Tierra?
Es por todo lo anterior que el físico Raymond Pierrehumbert asegura que no hay ni un plan, ni un planeta B, lo único que queda es descarbonizar la Tierra.
“Debo reconocer la gran imaginación que tenemos los humanos. Estamos haciendo todo lo posible para no reducir nuestras emisiones de carbono” dijo Greta Thunberg con un tono de ironía durante su intervención en el panel.
Al comentario agregó su ya reconocido reclamo por el peso y la responsabilidad que las autoridades y empresarios, que se comportan como superiores a la naturaleza, dejan a las y los jóvenes para sobrevivir a la crisis climática.
Jennie Stephens, investigadora sobre energías renovables con un enfoque sociopolítico en la Universidad Northeastern, Boston, agregó que todas las acciones para atender la crisis climática deben estar enfocadas en la justicia climática, en la que hay diversidad de voces y perspectivas.
“La geoingeniería solar no es compatible con la justicia climática. Como otras respuestas a la crisis, tiene dos elementos por la que es inefectiva: el primero es la concentración del poder y riqueza que permite que todas las decisiones las tomen los grupos de élite; y el segundo que pone los avances de la tecnología sobre las necesidades de las personas” explicó la científica.
También existe un argumento sobre apoyar al sur global para justificar el desarrollo de la geoingeniería. Jennie Stephens, así como Naomi Klein, periodista canadiense crítica del capitalismo, prefieren analizar la situación de cooperación con esta región del planeta en situaciones actuales como la distribución de vacunas contra el COVID-19.
“¿Por qué el mismo orden mundial que permite que el sur global muera ahora sería benevolente?” pregunta Klein.
La periodista resaltó que existe un conflicto de intereses, porque según las investigaciones en las que ha participado, los científicos que impulsan la geoingeniería al mismo tiempo participan en empresas de quema de combustibles fósiles. Eso los lleva a un negocio redondo en el que tienen ganancias por contaminar y luego por enfriar el planeta.
No es casualidad que las repercusiones de la crisis climática afecten en primer lugar a las comunidades indígenas y a las personas cercanas a la tierra, el agua y la naturaleza, como explica Tom Goldtooth, director de la Red Ambiental Indígena basada en Norte América.
Al final los y las panelistas concluyeron que la postura más ideal para tomar es la de “todos somos Saami”. Es decir, al igual que pueblo indígena sueco, incitan a rechazar proyectos de geoingeniería solar, aunque hasta el momento parezca que no afectan directamente todas las comunidades del planeta Tierra.
Åsa Larsson Blind, vicepresidenta del Consejo Saami, invita a firmar la petición para cancelar el experimento SCoPEx definitivamente. “Esto no es una postura Saami solamente, sino una postura indígena de todo el mundo. Demostrará que los pueblos indígenas no estamos solos” dijo ella.
Aquí puedes firmar la petición: https://www.saamicouncil.net/news-archive/support-the-indigenous-voices-call-on-harvard-to-shut-down-the-scopex-project
Si quieres ver el panel “Geoingeniería Solar. Voces críticas de científicos, pueblos indígenas, jóvenes y activistas por el clima” completo puedes hacerlo aquí: https://www.facebook.com/theetcgroup/videos/982252402315372