#AlianzaDeMedios
Científicos, expertos y pescadores están trabajando en diferentes lugares de América Latina para lograr una pesca sustentable a través de técnicas menos dañinas y nuevos canales de comunicación que les permitan compartir conocimientos y crear nuevos mercados responsables
Por Mongabay*
Imagen principal: Percy Bayona
Los océanos generan al menos el 50% del oxígeno que respiramos, albergan la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y son «la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo”, asegura la ONU. Además, tienen un rol clave para la seguridad alimentaria mundial, considerando que con el ascenso del número de habitantes en el planeta, como lo indican las tendencias actuales, los expertos estiman que el mundo necesitará duplicar la producción de alimentos para el 2050. Y son los océanos, en este escenario, uno de los principales aliados para atender esta necesidad.
Sin embargo, en los últimos años, la sobreexplotación de estos ecosistemas y de las especies marinas es crítica. Según la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), el 66 % de los océanos se encuentra deteriorado. El 31 % de las poblaciones de peces está sobreexplotada y en 40 años ha desaparecido el 49 % de las especies marinas. Esta degradación, además, va en ascenso a raíz de la contaminación, del aumento de la temperatura del agua causada por el cambio climático y de la acidificación del océano debido a que está absorbiendo —de la atmósfera— dióxido de carbono en exceso.
Conservar y utilizar de manera sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos es urgente para asegurar nuestra propia supervivencia, y es por eso que es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que deben ser alcanzados de aquí al 2030.
Para lograrlo “debemos crear un nuevo equilibrio, arraigado en la verdadera comprensión del océano y cómo la humanidad se relaciona con él. Debemos construir una conexión con él que sea inclusiva, innovadora y basada en lecciones del pasado”, señala la ONU. Por eso, el tema del día mundial de este año es «El océano: vida y medio de subsistencia«.
Mongabay Latam rescata en esta publicación algunas estrategias para ayudar a los pescadores a extraer recursos de una manera más sostenible y a los investigadores para trabajar de manera más eficiente en la protección de la vida marina.
Creando formas de pesca más eficientes
A pesar de todos los desafíos ambientales que aún siguen pendientes y de que el tiempo se agota para poder alcanzar las metas, algunos expertos señalan que es posible tener la esperanza de que los objetivos podrán cumplirse a tiempo, pues “estamos pasando de una época de relativamente pocos defensores de los océanos a una época de conciencia global de que nuestra supervivencia está vinculada a océanos saludables”, le dijo Eric Schwaab, vicepresidente senior de ecosistemas y océanos de la Environmental Defense Fund (EDF) a Mongabay EUUU en una entrevista.
Parte de esa conciencia es que existen diversos esfuerzos para lograr tener una pesca sostenible. Las iniciativas son variadas y van desde modificar las artes de pesca para evitar la sobreexplotación de especies, fomentar la organización de los pescadores incentivando el cumplimiento de las normas, hasta crear tecnologías para aumentar la vigilancia y la fiscalización, pero también para promover el intercambio de conocimiento y así crear métodos de conservación más eficaces.
Pescadores artesanales pescando merluza. Foto: Michelle Carrere.
Por ejemplo, en ciertas localidades del norte peruano como Máncora, Los Órganos, Ñuro y Cabo Blanco, algunos pescadores están probando un nuevo método de pesca que permite capturar exclusivamente la especie objetivo y reducir al máximo la pesca incidental. Es decir, que si lo que se busca es pescar atún, la técnica permitirá que únicamente sean capturados los atunes y no otras especies. Esto es importante porque cuando los barcos salen a pescar en sus redes caen todo tipo de peces, además de delfines, aves marinas, tortugas y hasta ballenas. Esta pesca, llamada incidental, es uno de los principales problemas que afecta a los océanos. De hecho, estudios científicos estiman que representa el 40 % de las capturas marinas globales y en América Latina es la principal razón por la que mueren todo tipo de tiburones.
El sistema que se busca implementar consiste en utilizar una caña de pescar al mismo tiempo que se instala en la embarcación una bomba que inyecta agua hacia el mar en forma de lluvia. Adicionalmente se van arrojando al agua pequeños peces vivos y “cuando los cardúmenes de peces ubican esto comienzan a comer y el pescador empieza a trabajar golpeando el mar con la punta de la caña”, explica Baltazar Chapilliquen, quien es ingeniero pesquero además de pescador.
El movimiento de la caña es rápido. Con un golpe se captura el pez, se levanta del agua y se lanza sobre la cubierta. Además, el anzuelo que se usa es especial y permite que el pescado se suelte rápidamente de él. Por lo que cuando el pescado llega a la cubierta inmediatamente la caña vuelve al mar. “Es una pesca tan rápida que cuando hay un buen cardumen se pesca muchísimo más rápido que con otras herramientas”, asegura el ingeniero que actualmente se encuentra realizando la consultoría para lograr implementar este proyecto del Ministerio de la Producción que ya “está funcionando con buenos resultados en Ecuador y es países asiáticos”, asegura.
El valor de esta técnica es que se trata de una pesca dirigida, asegura Chapilliquen, es decir, “no hay pesca incidental como con otros métodos”, señala.
En Colombia, Brasil, Surinam, Trinidad y Tobago, Costa Rica y México también se han introducido cambios en la tecnología de las redes de arrastre que capturan camarón gracias a un proyecto impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Dichos cambios consisten principalmente en hacer más grandes los agujeros del tejido de la red, mejor dicho, el enmalle, para que la fauna que no es objetivo pueda salir de ella. Con estas modificaciones se logró reducir hasta en un 20 % la pesca incidental y también el descarte, la acción de devolver al mar la pesca desechada por los pescadores, lo que también constituye un serio problema ya que muchas veces esa pesca llega al mar ya muerta.
Pescadores artesanales. Foto: INVEMAR
Actualmente en México instituciones de enseñanza e investigación, el Centro de Estudios Tecnológicos del Mar de Campeche y la FAO están desarrollando también alternativas para aprovechar las especies que son capturadas incidentalmente en la pesquería de arrastre del camarón y que hoy son descartadas. En concreto, han desarrollado una nueva fórmula de embutido -a partir de la pesca de descarte- que sirve como carnada para extraer pulpo. Considerando que esta pesquería, la del pulpo, “es la más importante en la península de Yucatán, esta acción aportará grandes beneficios al disminuir el esfuerzo de pesca sobre las especies utilizadas actualmente como carnada”, señala la FAO en su sitio web. Es decir, se aprovecha la pesca incidental y así se reduce la presión sobre otras especies que solían ser explotadas para ser usadas como carnada.
Lee más | México: la historia de los albatros que adoptaron polluelos de otra especie para salvarlos
Pescadores organizados
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la pesca artesanal en Latinoamérica es la trazabilidad. Es decir, la implementación de sistemas que permitan rastrear eficazmente a todos los intermediarios que participan en la cadena de suministro desde el momento en el que el pescado es capturado hasta que es consumido. Un buen sistema de trazabilidad permite saber qué se pescó, cómo, cuándo y dónde se hizo, así como también quién lo capturó, procesó y vendió. De esa manera es posible saber exactamente cuánto recurso se está extrayendo del mar y de qué especies y con esa información se puede, por ejemplo, administrar correctamente las pesquerías para evitar su sobreexplotación.
Al contrario, la falta de trazabilidad fomenta malas prácticas como los subreportes, es decir, que los pescadores declaren menos capturas que las reales o que caigan en la pesca ilegal. Esta actividad pesquera que se desarrolla “en la oscuridad” finalmente repercute en una sobreexplotación de los recursos.
Pescadores artesanales pescando merluza. Foto: Michelle Carrere.
La organización Future of fish identificó que a través del mercado era posible fomentar la pesca sostenible creando incentivos para los pescadores que se ajusten a las normas y abandonen las malas prácticas. Diego Undurraga, director del programa en Chile, explica que lo que la organización está haciendo en ese país es “tratar de generar un mercado diferenciado que ponga en valor la pesca responsable”.
En concreto, lo que han hecho los miembros de Future of Fish, junto con el Centro de Pesca Responsable y pescadores artesanales de Duao y de San Antonio, fue crear una comercializadora de pesca responsable llamada Fundación Mi Caleta. La comercializadora tiene una tienda física en Viña del Mar y están haciendo algunos despachos en la zona de Viña del Mar, Valparaíso y ConCón, además de algunos pilotos de distribución en Santiago, la capital, donde se encuentra el grueso de la demanda. «Ahí lo que hacemos es comercializar exclusivamente productos sacados, procesados y vendidos directamente por comunidades de pescadores en Chile que nosotros sabemos que tienen buenas prácticas y que cumplen los estándares de trazabilidad”, explica Undurraga.
“El objetivo es habilitar los espacios para que los pescadores puedan tener acceso a estos mercados, a mejores precios y a través de ese incentivo se empiece a generar un círculo virtuoso de que todo lo que es pesca legal, bien acreditada y con buenas prácticas, se pague mejor”, explica el director de Future of Fish.
Pescadores artesanales pescando merluza. Foto: Michelle Carrere
Pero para que esto funcione, una buena parte del trabajo tienen que hacerlo los consumidores. Muchas veces son ellos los que pueden promover un cambio de comportamiento en la cadena de suministro, asegura Undurraga. El problema, agrega, es que “hoy los consumidores en Chile saben muy poco de la situación precaria en la que están muchas pesquerías y también de los muy bajos sueldos que reciben los pescadores artesanales”.
Por lo mismo, el trabajo de la organización consiste en visibilizar la problemática para educar a la población y también entregar la solución. “Decirle a la gente, este es el problema y acá nosotros estamos tratando de generar mercados que habiliten una garantía para que tú estes seguro de que lo que estás consumiendo efectivamente es legal, se le pagó un buen precio a los pescadores en la playa, el valor agregado quedó dentro de las mismas comunidades”, precisa Undurraga.
La tecnología como aliada
Aunque existen varias iniciativas que se están desarrollando para apoyar una pesca artesanal sostenible, los expertos de EDF observaron que no existía ningún espacio que reuniera todo ese conocimiento, sino que se encontraba disperso. Por lo mismo, la organización decidió crear una plataforma llamada SSF Hub donde se puedan encontrar las herramientas y los recursos que se están generando para apoyar la pesca sostenible. Además, la plataforma busca ser un puente entre pescadores artesanales de todo el mundo, un espacio donde puedan hacer preguntas, crear grupos de conversación y así aprender de las experiencias de sus pares.
Lo que busca la plataforma es utilizar herramientas digitales para trasladar a este espacio virtual una experiencia que EDF lleva un buen tiempo desarrollando en campo como, por ejemplo, los intercambios pesqueros, que consisten en llevar a un grupo de pescadores de una comunidad a otra para que compartan experiencias y aprendan los unos de los otros sobre sus aciertos y retos. “Muchas veces aunque son pesquerías bastante distintas, hay más cosas en común que diferencias y (los pescadores) pueden aprender muchísimo sobre cómo hacer una gestión más sostenible, cómo pueden tener mejor acceso al mercado o cómo pueden participar más activamente en la política pública”, cuenta Pamela Ruiter, gerente de SSF Hub .
La pesca tradicional con veleros artesanales en Cabo Blanco y El Ñuro, Perú, es considerada desde el 2018 como Patrimonio Cultural de la Nación. Foto: Vanessa Romo.
“En lo personal me permitió poder dar a conocer la herramienta de la balsilla (una embarcación a vela con la que ancestralmente han pescado los pescadores artesanales de Cabo Blanco al norte de Perú) y que las personas me puedan hacer consultas, preguntarme cómo se usa”, cuenta Percy Bayona, pescador peruano de la Islilla y estudiante de ingeniería pesquera.
Aunque la plataforma está dirigida a pescadores, “sabemos que muchas veces hay barreras tecnológicas para que cualquier pescador pueda acceder”, dice Ruiter. Por ello, señalan que lo más probable es que sean «los líderes de esas comunidades, de las cooperativas o las personas de ONG y gobiernos, que está trabajando en el campo con los pescadores, los que van a ser los usuarios primarios”, explica Ruiter.
La pandemia, sin embargo, ha obligado a muchos pescadores a aprender a usar herramientas digitales para organizarse y seguir levantando proyectos a pesar de las restricciones, lo que ha favorecido a SSF Hub. “En un principio, como toda cosa cuando es nueva, está el temor para poder adaptarse. Pero con el transcurrir del tiempo, uno que otro pescador ha ido teniendo poco más de práctica con la tecnología y esto se va extendiendo para los demás pescadores”, cuenta Percy Bayona padre, quien ha tenido que aprender a utilizar plataformas como Zoom o Jitsi. “Al principio era un poco tedioso porque no se le entendía. Nosotros estábamos acostumbrados a trabajar de una manera tal que se nos hacía fácil y no había mucho conocimiento de la nueva tecnología que podía estar al servicio de la pesca”, explica.
Desde enero SSF Hub se está dando a conocer en varias comunidades en diferentes partes del mundo y ya está empezando a ver los primeros frutos. Por ejemplo, “una pesquería que trabaja con el pulpo en Portugal está empezando a conectar con otras pesquerías del pulpo en otras partes del mundo para aprender sobre cómo la están gestionando o cómo han podido tener mejor acceso al mercado”, cuenta Ruiter. Pero por ahora la conversación más activa es sobre la tecnología. De hecho, hay un grupo que está trabajando en el desarrollo de aplicaciones digitales que puedan ayudar a la venta más directa, cuenta la experta.
Hasta ahora la plataforma tiene más de 500 usuarios y casi 10 000 personas están visitando el portal, lo que ha sido “una respuesta bastante buena hasta ahora”, asegura Ruiter.
***
Este trabajo fue rrealizado por Mongabay y lo eproducimos con s autorización.