Por Israel Tonatiuh Lay Arellano
Este 2 de abril se celebra el día internacional sobre la concientización (o concienciación) sobre el autismo. Así mismo, por segundo año consecutivo las actividades se restringieron a causa de la pandemia por Covid-19, y aunque se supone que en esta fecha la mayoría de entidades federativas del país ya están en semáforo amarillo y verde, las actividades se llevan a cabo en su mayoría Online: paneles de discusión, conferencias, webinarios, caminatas virtuales, talleres, exposiciones y presentación de libros, entre otras. También se llevan a cabo algunas actividades como la iluminación de azul de algunos edificios, y caravanas automovilísticas (una hoy aquí en Guadalajara a partir de las 11:00 am, de Vallarta y Chapultepec hacia la Minerva).
Sin embargo, no todo es celebración ni armonía. En las redes sociales virtuales se está importando y replicando una discusión sobre el uso de la pieza de rompecabezas como símbolo del autismo, así como del color azul. Una de las posturas es que dicha pieza no representa a una persona con esta condición, pero sin reflexionar que este es un símbolo, así como el moño rosa o el pañuelo morado, y que no se considera la simple y reduccionista razón de equiparación con la pieza que forma parte de un todo. Otras posturas proponen el símbolo del infinito multicolor.
En cuanto al color azul, hay críticas, también importadas, sobre los manejos y hasta la ideología de la institución que propuso originalmente el color azul. Sin discutir aquí la pertinencia o no de tales críticas, no hay aportes a la deliberación desde quienes han apoyado tal postura, sino el simple like y reenvío, tan criticado en el pseudo-activismo digital.
La cantidad de paneles, conferencias y talleres ha ido en aumento año con año y eso por sí mismo es de celebrarse, pues brindan una ventana para la extensión del conocimiento en diversos temas sobre el autismo, sin embargo, también se hace notar la diferencia entre los distintos grupos organizadores, el protagonismo y, en algunos casos, las posturas irreconciliables, sumado a la continua preferencia de invitar a ponentes de otros estados o países, cuya expertiz en el tema no está en duda, pero que también pone en evidencia el desconocimiento de los expertos locales o las enemistades.
En cuanto a las políticas públicas en materia de autismo, todavía hay mucho por hacer. En materia legislativa, aunque la Ley General para la Atención y Protección a las Personas con la Condición del Espectro Autista entró en vigor el 1 de mayo de 2015, y que fue ratificada como válida y constitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (a excepción de los certificados de habilitación laboral que incluía) en febrero de 2016, el plazo de un año para que el resto de los estados armonizaran su legislación está incumplida.
A la fecha, 23 de las entidades federativas cuentan con una ley local en materia de autismo, lo que significa que en 9 de los estados las iniciativas presentadas se han extendido en su discusión, han sido congeladas, o incluso caducaron y es necesario volver a presentar otra iniciativa. Así mismo, el peor enemigo de la legislación en esta materia han sido, increíble pero cierto, otras organizaciones de personas con discapacidad, debido a una interpretación errónea de la Convención Internacional de los Derechos para las Personas con Discapacidad, y que no han entendido que las personas con autismo, como grupo vulnerable, tienen derecho a acciones afirmativas para reivindicar sus derechos, que es lo que ha significado estas leyes (y cuya situación ya hemos comentado en otros textos).
El argumento de estas organizaciones, a través de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha sido la falta de consulta a la comunidad, como así lo dispone la propia Convención. De esta forma, la penúltima ley en la materia en ser aprobada, la de la Ciudad de México (la última fue la de Nayarit en el pasado mes de marzo), ha sido demandada con una acción de inconstitucionalidad ante la SCJN por la CNDH. Lo mismo ocurrió con la de Nuevo León en 2019, aunque meses después se volvió a presentar la iniciativa y se le dio mayor difusión a los foros de consulta, que también habían sido llevados acabo la primera vez.
Con la ley local de la CDMX el argumento es el mismo, el no haber realizado consultas con la comunidad cuando sí se llevaron a cabo, incluso en una de las mesas participó Ricardo Adair Coronel, un joven con autismo cuyo caso resaltó por haber demandado a sus padres por la interdicción a su persona. Este caso llegó hasta la SCJN la cual le dio la razón y resolvió reponer el proceso para que demostrara que podía tomar decisiones por sí mismo.
Por todo lo anterior, si bien es de celebrar que cada vez hay una mayor difusión sobre el autismo y diversos temas que extienden el conocimiento desde varias perspectivas, también cabe alertar sobre la intolerancia de otros grupos hacia las acciones que se emprenden en pro, así como de algunas personas, de alguna manera relacionadas al autismo, que han expresado intolerancia ante la diversidad de ideas, lo cual no contribuye de ninguna manera a la armonización que desde hace años algunos otros hemos emprendido para la inclusión verdadera de las personas con condición del espectro autista.
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Profesor-investigador del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. Director de investigaciones de Iluminemos de Azul A.C.