AMEDI Jalisco
Por Erandi Sánchez F. / @AmediJalisco
Las élites de las plataformas de redes sociales digitales influyen en las decisiones en muchos movimientos políticos en el mundo y son una amenaza real a los gobiernos elegidos democráticamente. Estas toman decisiones fuera del marco legal de los países, gozan de un privilegio mayor que el denominado: extraterritorialidad de leyes, porque ni siquiera se regulan con las leyes del país de origen, hasta ahora parece que caminan con el proyecto hegemónico de recolonización.
Twitter, por ejemplo, canceló la cuenta de Donald Trump, después de que todo el poder mediático en el mundo estaba apoyando a Biden y a Kamala (es mujer y usa converse), ahora suspenden la cuenta del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien vive bajo ataques mediáticos permanentes. También suspendieron las cuentas de varios ministerios del gobierno venezolano. Auspician en esta red una propaganda cursilona que favorece a Ángela Merkel (aunque las armas usadas para la guerra en Yemen, tengan la leyenda: Made in Germany). Difunden generosamente las convocatorias de “la marea verde”, que en su teorización contienen las propuestas del feminismo occidental, racista, islamófobo y todo su paquete enmarañado.
Jean-Luc Mélenchon, dijo textualmente: “El comportamiento de Trump no puede servir como pretexto para que los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) se arroguen el poder de controlar el debate público”.
En México, el senador Ricardo Monreal presentó una iniciativa para adicionar y reformar la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Propone una regulación para llevar a cabo la suspensión de cuentas, en casos de difusión de noticias falsas, cuando se provoque algún delito, se ataque a la moral y al orden público, afectación a derechos de menores de edad, se revelen datos personales y se difundan mensajes de odio. Así como el procedimiento de impugnación en casos de suspensión.
Me parece que se tocan puntos relevantes como lo es la claridad del procedimiento para realizar la suspensión de una cuenta, sin embargo, eso de: “ataques a la moral” queda en la ambigüedad y se ha prestado hasta hoy en redes sociales para la persecución del trabajo sexual precarizado, metiéndolo en el mismo costal de la trata de personas para la explotación sexual. No por desconocimiento, sino porque el abolicionismo del trabajo sexual precarizado es parte de la agenda de la derecha en el mundo. Obviamente la trata de personas para explotación laboral, pese a que los índices son mayores, no está en la agenda, porque de ella se benefician abiertamente.
Esta iniciativa es una propuesta interesante para la apertura del debate y también bastante suave en algunos puntos. Sin embargo, recibió fuertes ataques por supuesta censura a la libertad de expresión.
Es claro que la libertad de expresión y el acceso a la información no protege el comportamiento abusivo de los usuarios, ni el de las plataformas que otorgan el servicio; por lo tanto, las interacciones digitales no pueden ser ajenas a la normatividad de los países.
Fernando Buen Abad, especialista en filosofía de la comunicación, presentó diez puntos que me parecen reveladores para trabajar el tema con profundidad y a continuación los pego textualmente:
“1.- Información y comunicación son derechos humanos, no mercancías.
2.- Expresarse libremente asumiendo la responsabilidad por lo que se expresa
3.- Soberanía tecnológica para la soberanía semántica
4.- Fiscalías especializadas en delitos comunicacionales
5.- Comités Éticos para la equidad comunicacional
6.- Priorizar en la información y la comunicación las luchas emancipadoras de los pueblos.
7.- Auditoría permanente al presupuesto en comunicación
8.- Desarrollar la comunicación comunitaria
9.- Modificar la enseñanza de la comunicación
10.- Acceso gratuito a redes sociales.”
En su aportación Buen Abad, cita al ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien dijo: se debe garantizar la libertad de expresión, a la par de garantizar la responsabilidad por lo expresado. Agregó que somos víctimas del formato televisivo, cuyo periodismo se reduce a personas que transmiten noticias desde una lógica vertical.
En esa lógica su fuente de información se reduce a la que proporcionan ciertos actores y no permite que múltiples voces construyan la comunicación. La comunidad debería ser la principal productora de información. Hoy no está y por ello no vemos en los contenidos informativos: Las luchas de los pueblos, los conocimientos de las comunidades indígenas, las batallas por el agua, la vivienda, la identidad y otros temas que nos atraviesan el cuerpo, a los habitantes de las periferias.
Señaló que para ello se necesita un marco normativo, el cual debe dar origen a estas fiscalías en delitos comunicacionales, que propone. Debe haber seriedad en las acusaciones y no en los linchamientos mediáticos que estamos mirando.
Algo importantísimo y que casi no consideramos en los análisis sobre el derecho de acceso a la información; es el vínculo con la producción en materia de tecnologías. En los países de lo que llaman hoy: América Latina, no fabricamos ni un tornillo.
Tampoco tenemos en los gobiernos planes serios de comunicación, no hay, por ejemplo, una campaña en contra de los daños que producen los consumos de bebidas alcohólicas, el daño que produce el narcotráfico y todos sus efectos, pero si lo hubiera, no tendríamos la tecnología para implementarlo.
Por supuesto que en la expropiación (o democratización, para no asustar) del espacio comunicacional las redes sociales han sido muy importantes porque se hizo una grieta en la verticalidad de los contenidos y en la creencia de que sólo una élite piensa y por ende solo esa élite publicaba. Así como la creencia de que la lectura y la escritura es el único medio de adquirir y transmitir conocimiento. Hoy sabemos que solo es un medio más. Incluso un medio todavía atravesado por las condiciones del privilegio.
“Con las herramientas del amo, no vamos a desmontar la casa del amo”, Audre Lorde
Fuentes consultadas:
https://www.rompeviento.tv/decalogo-para-debatir-sobre-redes-sociales-y-su-regulacion-perspectivas/