Con más de 1.5 millones de estudiantes en casa desde marzo del 2020, debido a la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia de coronavirus, las normas de género existentes han hecho que la demanda creciente de trabajo doméstico y cuidado infantil no remunerado recaiga en las mujeres, jóvenes y niñas.
El Colegio de México y la agrupación Unidas Colmex se reconocieron preocupadas ante esta situación y consideraron urgente visibilizar la necesidad de construir un pacto social y político en México que genere un sistema nacional de cuidados.
Las reflexiones se llevaron a cabo en el marco del conversatorio: “Mujeres y trabajo no remunerado durante la pandemia”, organizado por el Colegio de México y Unidas Colmex, una agrupación de alumnas del Colegio de México que se han organizado para visibilizar sus necesidades y defender sus derechos como mujeres dentro de esta casa de estudios.
Por Jacqueline López / @jacqueline_lope
Ilustración por Cabro
De acuerdo con Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) las mujeres destinan 74% de su tiempo a las labores domésticas y de cuidados no remunerados, en contraste con el 23.6% de los hombres.
Además, ONU Mujeres, advierte que el valor del trabajo de cuidados y del trabajo doméstico no remunerado representa entre un 10% y un 39% del Producto Interior Bruto (PIB). De tal forma que, estos trabajos -aunque no remunerados- son indispensables para el sostenimiento de la vida, de la reproducción, de la fuerza de trabajo y de la sociedad y, por ende, para la producción económica, el desarrollo y el bienestar.
Frente a esta realidad, Edith Pacheco, profesora investigadora del Colegio de México, advierte que es importante‘’no separar el trabajo remunerado con el no remunerado’’, ello debido a que las mujeres en México y el mundo no solo cumplen con uno de estos, sino que muchas de ellas realizan ambos de manera simultánea y paralela.
‘’Es muy importante ese vínculo, pues hace que muchas mujeres sean madres, trabajadoras, cuidadoras, educadoras, enfermeras y más’’ aseguró Edith Pacheco
Por otro lado, en México, las mujeres dedican 39 horas semanales en promedio al trabajo de cuidados no remunerado, lo cual evidencia la continuada y creciente desigualdad entre hombres y mujeres. En ese sentido, la llegada del COVID-19 trajo consigo afectaciones a un gran número de mujeres adultas, jóvenes y niñas, pues esta realidad se incrementó debido a las condiciones de confinamiento.
‘’El efecto de esta pandemia para las mujeres está siendo muy fuerte, pues lo que habíamos ganado en el terreno laboral, de la participación económica por ingresos y por empleo se ha perdido’’ afirmó Patricia mercado, Senadora de la República de México
Al mismo tiempo, asegura que los efectos de la pandemia obligaron a las mujeres a ‘’perder la autonomía que ya habían ganado’’, pues según el último dato del INEGI, más de 6 millones de mujeres no lograron obtener un trabajo remunerado por sus responsabilidades frente al COVID-19m explicó.
‘’El peligro es que estos millones de mujeres queden confinadas, que tengan que quedarse en casa por los próximos años cumpliendo el papel de cuidados y por supuesto de una manera no remunerada’’ comentó Patricia Mercado.
Por su parte, Patricia Cossani, Consultora independiente y ex adjunta de la Secretaría Nacional de Cuidados de Uruguay, consideró que la llegada de la pandemia consiguió ‘’visibilizar una situación que es histórica’’ y que deja en evidencia cómo las mujeres han estado recluidas en el espacio privado, mientras que, el mundo público es atribuido a los hombres, pero, además, cómo es que ese mundo publico incluye el mercado laboral remunerado.
Ante esto, para las tres panelistas del conversatorio “Mujeres y trabajo no remunerado durante la pandemia”, la crisis sanitaria aceleró el proceso y la necesidad de construir un pacto social y político en México que genere un sistema nacional de cuidados que libere a las mujeres de su responsabilidad cultural del cuidado y trabajo doméstico no remunerado.
‘’El cuidado no puede ser una responsabilidad solo de las familias, tiene que estar involucrado en ese sistema de cuidado el Estado, porque si no, no es posible lograr que haya una reducción o desaparición de las desigualdades de género, que están completamente articuladas con las desigualdades sociales’’ mencionó Edith Pacheco
Por su parte la consultora independiente, Patricia Cossani tomó como ejemplo los componentes básicos que establece el sistema de cuidados de Uruguay y consideró que estos se ‘’deben desarrollar en cualquier sistema’’.
Según explicó, el primer componente tiene que ver con el desarrollo de los servicios de cuidado; el segundo, con la formación de las y los cuidadores; el tercero, con la calidad de los servicios, en ese sentido, resaltó la importancia de la perspectiva de género; el cuarto componente, es la regulación laboral, seguido de los sistemas de información; y finalmente, el quinto componente reconoce el ideal cambio cultural. A decir de Cossani, este último resulta ser de los más importantes pues ‘’desde el cambio cultural se puede hacer una transformación’’
‘’Tenemos que cambiar la división social del trabajo, donde los hombres están en lo remunerado y las mujeres en lo no remunerado. ¡Estamos anclados en esta división sexual del trabajo y necesitamos romperlo!’’ finalizó Patricia Mercado.