Desde Mujeres
Por Daniela Bonilla Castañeda / @DesdeMujeres
El 8 de marzo siempre nos encuentra en condiciones variadas, algunos años con la posibilidad de salir a las calles con el propósito de exigir que se garanticen nuestros derechos, otros en plena pandemia con dinámicas distintas y un proceso electoral venidero. Lo cierto es que todos los años hay elementos en común que posicionan al día como una oportunidad más para hacer evidente que la dignidad debe ser la norma y la costumbre.
En 2021 presenciamos un 8 de marzo que dio cuenta de las aspiraciones políticas tanto de actores nacionales como locales, resulta relevante dar cuenta de cómo en mayor o menor medida persiste la triste realidad de no mostrar interés por el movimiento, al grado de bloquearlo por todos los medios posibles o – de manera más “inteligente” pero igualmente perversa – utilizarlo como medio para la legitimación del poder.
Empezando con lo Nacional, el gobierno de López Obrador en un periodo de aproximadamente tres días dio elementos de sobra para dejar en claro que los derechos de las mujeres no son sus prioridades o siquiera tema de interés. Es más que conocido el hecho de que el seis de marzo Palacio Nacional amaneció con la máxima seguridad, aportada por un muro de gran tamaño que buscaba evitar choques entre las colectivas manifestantes por el 8M y el propio inmueble. La noticia no es un hecho aislado, tomando en consideración que días antes se abaló la candidatura de Félix Salgado Macedonio a gobernador del Estado de Guerrero, de la cual el presidente fue “neutral”, acompañada de toda la violencia de la que las mujeres son víctimas todos los días, la citada valla no hizo más que hacer evidente lo que tanto pide el feminismo a las autoridades: empatía, escucha, justicia y acciones.
Mucho se ha dicho del muro de Palacio Nacional, pero no está de más mencionar que éste da cuenta de la falta de comprensión del concepto restituto in integrum que se utiliza al hablar de derechos humanos, el cual busca que al haber una violación a estos se apliquen las medidas por las cuales se regrese a la situación previa a la vulneración. Esto puede funcionar perfectamente en bienes como lo son un edificio, pero jamás ante la privación de la vida o dignidad.
También se tiene el caso de acontecimientos locales, como lo serían en Jalisco, y su estrecha relación con el proceso electoral que se tendrá este año. El panorama fue distinto en la Entidad en el contexto del 8M, es claro que los partidos políticos han apostado por utilizar al feminismo para legitimarse en el poder, no faltaron las fotografías, pañuelos morados y frases emotivas de las (y los a pesar de hablar de feminismo) integrantes de partidos políticos durante esta jornada.
Propiamente no hay nada de malo en realizar las citadas acciones con la finalidad de visibilizar un movimiento, el problema deriva cuando las estructuras partidistas aprovechan estas causas para la consecución de la simpatía y agrado de la ciudadanía, teniendo objetivos lejanos a la verdadera reivindicación de derechos de las mujeres y otros grupos vulnerables.
Hasta este punto no hay nada nuevo, lo relevante es percatarse de los extremos que se tienen en el ámbito federal y local, los cuales si bien muestran las diferencias en los discursos y formas de abordar las demandas sociales tienen en común la ausencia de las necesidades que impulsa el movimiento feminista en sus agendas. Mucho se habla de paridad y la urgencia de alcanzarla, siendo esto completamente legítimo, pero es poca o nula la discusión sobre las problemáticas que llevan a las mujeres a salir a las calles y gritar “ni una menos”.
Pareciera que ninguna esfera de gobierno recuerda que en 2008 mediante la emisión de la sentencia del caso “Campo Algodonero” se obligó a México a incorporar perspectiva de género y una debida investigación ante el homicidio de una mujer; o que en 2014 Olimpia Melo Cruz comenzó con su activismo para la protección de las mujeres en espacios digitales, posiblemente también les es ajeno que la pandemia obligó a miles de mujeres a permanecer encerradas con sus agresores y estar en constante riesgo.
El 8 de marzo pudiera parecer solo un día para la clase política, pero para el movimiento feminista es una fecha que se extiende todo el año y que no se olvida. Queda seguir exigiendo y visibilizando que para nosotras la garantía de derechos fundamentales está lejos de la realidad, pero para quienes se encuentran contendiendo y presentes en el poder queda decir “nos vemos en las urnas”.