Columna MAROMA
Por Emma M. Oropeza De Anda, integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
A lo largo de los últimos 30 años el ejercicio de la violencia contra las mujeres y los feminicidio han presentado un constate aumento en México. Ante la omisión del Estado las voces que reclaman justicia han encontrado las más diversas formas de hacerse oír, incluyendo la paradoja del silencio ejercido en #UnDíaSinNosotras. Dichas manifestaciones atraviesan dimensiones espaciales que transitan recursivamente entre lo público y lo privado, donde Internet ha significado un espacio para la virtualización del discurso y la acción política; para la práctica de la resistencia y la re-existencia.
Desde las primeras horas del lunes 9 de marzo de 2020, la notable ausencia de tapatías acompañó el trajín de la ciudad; las calles de Guadalajara lucieron semi desiertas, el transporte público no apoyó al recorrido de cientos de mujeres que día con día transitan sobre él. En la mayoría de las escuelas públicas y privadas las niñas no jugaron en los patios ni sus maestras dictaron clases; multitud de jóvenes universitarias no ocuparon las aulas y muchas de sus madres tampoco sus espacio laborales. En oficinas corporativas y de gobierno, bancos, talleres manufactureros, supermercados, tiendas, hospitales, restaurantes y en diversidad de establecimientos, incluyendo comercios informales, se sintió la ausencia de gran cantidad de las mujeres que habitualmente ocupan esos espacios. Resultaba extraño encontrar a una de ellas presumiendo su existencia entre el vacío femenio, tan extraño que casi de inmediato se cuestionaba su presencia.
El 9 de marzo de 2020, miles de mujeres jaliscienses desaparecieron voluntariamente al sumarse a #UnDíaSinNosotras, “Paro nacional 9 de marzo”, convocado a escala nacional y apoyado internacionalmente para visibilizar la importancia de las mujeres en la vida social y económica de México, donde -en promedio- 10 mujeres por día fueron asesinadas durante 2018, alcanzando el registro más alto en los últimos 29 años. Además, se calcularon 1277 mujeres víctimas de desapariciones forzadas, de entre ellas 275 en Jalisco, tan sólo del 1 de diciembre del 2018 al 31 de diciembre del 2019.
El movimiento comenzó días atrás, cuando motivadas por la creciente violencia machista, las desapariciones forzadas de mujeres, los feminicidios y la impunidad con que se vive en México, y particularmente por el cruel asesinatos de la niña Fátima y la cruda exposición de imágenes del cuerpo desollado de la joven Ingrid Escamilla, el 18 de febrero de 2020 la colectiva Las Brujas del Mar convocó en Twitter al “Paro nacional 9 de marzo” usando los hashtags #UnDíaSinNosotras y #ParoNacional, rápidamente la convocatoria se convirtió en trending topic.
Si paramos nosotras, para el mundo, principiaba el tweet, en que Las Brujas del Mar llamaban a niñas, jóvenes y mujeres a desaparecer voluntariamente de la escena pública y económica del país por un día, y al atisbar un país sin mujeres paradójicamente visibilizar su presencia y la importancia de su participación en la vida social y económica del país.
Al amanecer, la algarabía del 8 de marzo se esfumó, las calles, el transporte público y las redes sociales se vaciaron de la presencia de las mujeres que un día antes enérgicamente las colmaron. Ninguna reclamando a gritos justicia, ninguna rompiendo, quemando, pintando, bailando, cantando ni poniendo el cuerpo para ni por las otras. El 9 de marzo miles de mujeres desaparecieron en México.
En Guadalajara se sintió la ausencia y el silencio de niñas, jóvenes y mujeres de todas las edades; las documentaciones videográficas realizadas por varones y medios de información muestran una ciudad semivacía, desconcertada y silente. Comercios cerrados, espacios públicos deshabitados, calles con poco tráfico, y entre muchas otras ausencias manifiestas, cientos de sillas vacías en las aulas universitarias.
Como profesora universitaria, me sentí afortunada de compartir con mis alumnas la semana escolar del 2 al 6 de marzo del 2020, una de las últimas semanas de actividades presenciales en el Centro Universitario de Ciencias Sociales (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, pues este enmarco diversas actividades relacionadas a la conmemoración del 8 de marzo, performans, una marcha de cacerolas recorriendo los pasillos del campus, representaciones pictóricas de los afectos de las jóvenes, carteles, tendederos de denuncias, espacios de diálogo y reflexión, proyección de documentales en los que se daba lugar a las voces de las madres de las jóvenes desaparecidas y clases enteras dedicadas a discutir las exigencias de vidas libres de violencias y la necesidad de #UnDíaSinNosotras. Es de algunas de estas clases de donde se recuperan las narraciones y reflexiones de jóvenes desaparecidas voluntariamente durante el 9 de marzo, presentadas a continuación.
Para comenzar, es relevante señalar que un punto común en los textos, es la reflexión sobre la necesidad e importancia del paro, como se expresa a continuación:
Yo no fui a la marcha sin embargo pude participar en el paro, no todas pudimos y fue muy importante para mí hacerlo, sentí que al menos con eso pude contribuir un poquito a que sepan que nos están matando, a que no se hagan de la vista gorda, que vean cómo vivimos, que ya no aguantamos más que esto tiene que cambiar de una vez. (Male)
Este paro no regresará a todas esas mujeres que han sido secuestradas, asesinadas, no les borrara el mal recuerdo de las que fueron violadas; sin embargo sí va a visibilizar la inconformidad del pueblo ante cómo se resuelve la problemática por parte de las autoridades. (Angie)
Es relevante, que contrario a una de las intenciones señalada en la convocatoria, ninguna de las consideraciones sobre la importancia del paro retomó las repercusiones económicas, de acuerdo a las reflexiones, lo que para las jóvenes resultó más significativo fue el reconocimiento del propio riesgo en que viven:
Ese día debió de ser de reflexión y hacernos pensar que la desaparición de algún familiar es muy impactante para todos. Así mismo en la actualidad todos los días están desapareciendo muchas mujeres, niñas y niños. En lo particular en la colonia en la que vivo es muy insegura y es peligroso andar sola por la madrugada o noche. Es necesario que las autoridades se den cuenta que somos parte importante para la sociedad y si no hacen nada para controlar la inseguridad del país habrá un desequilibrio grande en México. (Sandra)
Visibilizar las violencias, las ausencias, la inconformidad y la impunidad trascendió la invitación lanzada por Las Brujas del Mar, para enaltecer la importancia de las mujeres en la vida pública y económica de México. El paro fue más allá cuando al popularizarse exhibió la diversidad de violencias machistas, estructurales y simbólicas que viven las mexicanas cotidianamente, sumando a sus filas la participación de mujeres que comúnmente no simpatizan con las causas feministas, sin embargo, la complejidad y pluralidad de los sentidos subjetivos construidos en torno al paro dejó entre ver el respaldo de experiencias de vida relacionadas con la violencia machista, como se muestra en el siguiente fragmento:
No entendía bien porque parar, no soy feminista, no las apoyo y tampoco apoyo el aborto, pero cuando empece a leer porque parar me sentí de acuerdo, no soy feminista pero soy mujer y tengo miedo de desaparecer yo o que me maten a alguien, no soy feminista pero el feminismo en esto si me representa y por eso decidi unirme. (Ana)
Lo expresado por Ana, resulta relevante al registrar lo que no sólo es intuible, sino señalado en diversas notas sobre el paro, la participación de miles de mujeres que regularmente no concuerdan con los movimientos feministas ni son partícipes de sus actividades, pero sí comparten experiencias de violencia. Así, el sentido subjetivo que cada una otorgó a #UnDíaSiNosotras las guío a un punto común, en el que les fue posible empatizar unas con otras al compartir, interpretar y homologar sus experiencias y sentires para aliarse en una lucha en común.
Al exhibir la multiplicidad de violencias, a las desapariciones forzadas y feminicidios se les unió una lista inmensa de agresiones ya normalizadas, como normalizada está la posición de inferioridad de las mujeres frente a los varones. Sin embargo, dentro de esta naturalización de las diferencias, resalta el reconocimiento de la intersección de la violencia machista:
Para que un feminicidio sea tal, debe estar de manera presente y primordial la constante del género. Sin embargo, es importante resaltar que hay otros ejes de opresión que no podemos dejar de nombrar, y que impactan tremendamente en la vida, y en la muerte, en el asesinato de cientos de mujeres. Intersecciones como ser indígena, inmigrante, trans, trabajadora sexual, pobre, lesbiana o bisexual, de grupos marginados y vulnerados, de la periferia, las vuelven y nos vuelven blancos de otras violencias sistemáticas que se suman y construyen sobre nosotras, en nuestros cuerpos y nuestras existencias. (Aleydis)
En esta naturalización de las diferencias es posible incluir las distinciones cognitivas que se asocian a las edades de las mujeres, pues pareciera que las luchas feministas son luchas juvenile, sin embargo, como se demostró en la víspera del paro en la marcha del 8 de marzo, el ejercicio de las violencias victimiza a todas, sin importar ninguna de sus características sociodemográficas, por lo que #UnDíaSinNosotras no sólo generó reflexión al interior de las familias, sino también, al igual que la marcha, la participación intergeneracional, casi siempre promovida por las jóvenes, pero en complicidad con sus madres, como lo revelan los fragmentos próximos:
Ayer fui a la marcha con mi mamá y unas cuantas amigas. Ahí comenzaron las preparaciones para el paro, porque decidimos hacer paro juntas. (Karla)
Yo soy de un pueblo, casi no voy para no gastar en el camión, pero me voy a ir porque allá violan a las niñas y todos saben quien las viola y nadie hace nada y nadie dice nada. Mi mamá y yo vamos a hacer paro para que la gente sepa que se va a caer. (Violeta)
La participación materna no sólo se hizo presente como parte de la solidaridad hacia sus hijas, sino que en algunos casos logró despertar la conciencia y motivar la toma de acciones respecto la propia violencia vivida:
A mí la que me preguntó del paro fue mi mamá, yo no sabía nada, pero investigué y luego como todas las personas hablaban de eso en todos los lugares a los que uno iba pues supe más, y como en mi familia si se ha vivido mucho de golpes y violencia a una tía pues nos unimos, dijimos si hay que hacer paro, lo tenemos que hacer y lo hicimos. (Delia)
Con todo esto pude saber que cosas que pasan en mi familia no deben pasar, que no son normales y no pasan en todas las familias. Lo platique con mi mamá y las dos vamos a hacer paro y vamos a buscar ayuda para mi familia. (Vane)
Si durante las marchas se ha vuelto común el resguardo de los edificios religiosos por parte de miembros de la iglesia, durante el paro fue posible documentar la realización de rituales católicos como parte de esta forma de protesta y sobre todo de la experiencia de participaciones en familia:
Lo que hicimos en mi casa fue que en cuanto se dieron las 12:00 AM del lunes 9 de marzo fue prender una veladora por cada una de las mujeres que habitamos y conformamos mi familia. Esto con el propósito de no perder la esperanza de encontrarnos si en algún momento llegamos a desaparecer, mi familia es católica así que rezamos para que cada una de las que desaparecimos cuando regresemos, regresemos con más libertad y seguridad en todo lo que nos rodea. (María Guadalupe)
Mi mamá nos puso a que rezaramos y pedimos mucho a Dios por todas las muertas y las desaparecidas y por nunca ser nosotras las que nos pase eso y ya se acabe toda esta violencia, por México y toda su gente. (Karen)
Los lazos familiares y afectivos, revelaron las sensaciones de quienes pese a no haber participado en el paro, ya sea por razón de su sexo o por desición personal, vivieron ante la posibilidad de que algunas de estas jóvenes hubiera sido victima de una desaparición forzada:
Mi hermana me estuvo mandando mensajes y al ver que no contestaba comenzó a marcarme pero yo seguía sin contestarle, asi que tuvo que marcarle a mi papa para preguntar por mi y ya el le dijo que estaba en paro mi hermana se quedó tranquila pensó que me había pasado algo, al decirme esto mi papa, me sentí triste porque yo estaba desconectada por 24 horas pero estaba en casa a salvo yo volvía a contestar llamadas y mensajes al día siguiente pero me sentí triste por aquellas mujeres que ya no vuelven a contestar un mensaje una llamada, que no están a salvo en sus casas, muchas mujeres ya no volvieron y la desesperación por encontrarlas quedo en sus familiares, la tristeza de que ya no regresaron quedo en su familia. Mi hermana sintió ese miedo y esa desesperación de no encontrarme por teléfono pero yo si estaba bien y yo si iba a volver. (Liliana)
Vi que mi madre me mandó mensajes que no contesté desde la mañana, pero por la tarde me llamó y le contesté pensando que podría ser una urgencia, pero ella sólo quería platicar. Le dije rápidamente que yo estaba haciendo paro total de redes y por qué, y colgamos. Tuve sentimientos encontrados. Yo no quería. No quería que si mi madre me llamaba para informarme de una emergencia, no dar oportunidad de acompañarla. No quería que ella se preocupara de verdad porque yo estuviese herida, desaparecida o muerta. No dudé en contestarle la llamada porque no quiero que nadie nunca tuviera que vivir eso. Tal vez rompí el paro, pero no quería romperme a mí o a mi madre. Tuve la fortuna, y el privilegio que me permitieron que la llamada no fuera sobre nada de eso. (Aleydis).
Como lo muestra el texto de Aleydis, las emociones de terror y tristeza no sólo embargaron a quienes intentaron contactar con algunas de las jóvenes desaparecidas voluntariamente, sino también a ellas mismas, al enfrentarlas a los afectos que sus seres queridos podrían experimentar ante su desaparición y la imposibilidad de estar ahí con y para ellos. Esta especie de sociología de las ausencias, permitió hacer existentes algunas de las ausencias producidas por los manejos de la información, la normalización con que se viven y la insensibilidad que ésta genera.
La reflexión de Aleydis continuó de manera sumamente interesante, pues no sólo empatizo con el posible dolor que su ausencia causaría a su madre, sino también con todas aquellas personas que sufren la incertidumbre, dolor, rabia, impotencia, y sin duda un abanico emocional indescriptible, ante el feminicidio o la desaparición forzada de una de las mujeres a quienes aman, al punto de cuestionar su participación:
¿Entonces hoy nos íbamos a simular desaparecidas? Hoy íbamos a tener el atrevimiento de transformar el verdadero sufrimiento de otras, las muertes de otras, el sufrimiento de sus familias, sus realidades… ¿en un paripé? Volvería a participar en el paro desde una forma de lucha, de resistencia, de nombramiento de lo producido ausente e invisible, desde ahí sí. Pero no desde el simularnos desaparecidas. (Aleydis)
La participación no sólo fue cuestionada por quienes como Aleydis desde la empatía y la autocrítica pudieron hacerlo tras reflexionar su inclusión en el paro, también ocurrió previamente y respaldó la decisión de no participar:
No estoy en contra de las mujeres, pero en realidad por más que investiga el tema no me dio como una lógica para hacer este, sabemos en realidad que con el hecho de parar actividades no cambiaremos mucho o quizá nada, en realidad creo que la educación se imparte desde casa no digo que este mal salir con un vestido pequeño o ajustado pero hay que ser sinceras las primeras en criticar ese tipo de vestimenta somos las mujeres porque creen en su mayoría que eso es vulgar o amenos así lo denominan. (Bibiana)
Entre la reflexión de Aleydis y Bibiana caben un sin número de sentidos subjetivos en relación a unirse o no al paro, así como posibilidades contextuales y personales:
Días antes de que ocurriera el paro y la marcha los vecinos comentaban que tenían miedo, los más grandes (50 a 60 años) decían que habían escuchado amenazas sobre lo que pasaría si salíamos, el que decían que un grupo de hombres de la “plaza” nos levantaría y no regresaríamos por jugarle a las valientes. Las jóvenes (de 20 a 40) no teníamos miedo, algunas al ser jefas de familia tenían que salir a trabajar y salieron porque tenían que darle de comer a sus familias. (Laura)
En lo personal yo si salí porque mi mama tenía programada para ese día una cirugía, por lo tanto tuve la oportunidad de ver como lucia mi entorno durante ese día. Al principio cuando salí de mi asa no vi a casi ninguna mujer, sin embargo, cuando llegamos al hospital hubo más mujeres de las que pensé. Tuve la oportunidad de platicar con una de ellas y me hizo saber que por parte de su trabajo no le permitieron faltar debido a que todas las trabajadoras son mujeres y tampoco se les dio la oportunidad de cerrar su negocio ese día. En lo personal, me gustó mucho que este paro haya sido posible, pero me hubiera agradado más si de verdad no estuviera en las calles ni una sola mujer pero para algunas es algo prácticamente imposible, ya sea por sus trabajos sus responsabilidades o algo más en particular. (Citlalli)
Algunas de las participantes incluyeron en sus narraciones sus ponderaciones sobre el impacto del paro, esta vez, contrario a sus razones para participar, invariablemente reconocieron las consecuencias económicas que generó:
El día siguiente me percate del gran impacto que había tenido este movimiento ya que las calles estaban solas, el transporte público estaba casi vacío, incluso no hubo venta de transvales, ya que la mayoría de las taquilleras son mujeres, la economía se vio muy afectada ya que alrededor de 26 mil 300 millones de pesos fueron perdidos debido a la ausencia de mujeres en sus trabajos. (Karina)
A un año de la manifestación feminista más grande regitrada en nuestro país y la desición de hermanarnos en la desaparición voluntaria, no sólo siguen las reflexiones sino también los afectos. La pandemia no impidió que esta semana decenas de jóvenes tomaran las calles por ellas, por quienes ya no estàn y por quienes ahora mismo no podemos gozar de la libertad que gozamos esos 8 y 9 de marzo que seguimos recordando con euforia. A un año de conocer la experiencia de mis alumnas han sido ellas quienes me han llevado a producir conocimientos y quienes me han guiado en la construcción de una yo más libre.
A ellas y a Arussi, quien convocó al paro, dedico este texto con toda la gratitud y admiración a sus acciones y reflexiones; con la esperanza de volver a gritar juntas y trabajar por la construcción de un México donde no tengamos que pedir respeto a nuestras vidas.