Ya chole

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @TurcoViejo 

De nueva cuenta las mujeres han puesto incómodo al presidente Andrés Manuel López Obrador. Y lo han hecho con justa razón: la inconformidad de las mujeres, que comenzó con el anuncio de una posible candidatura de Félix Salgado Macedonio por Morena para la contienda por la gubernatura de Guerrero aun cuando cuenta con acusaciones por violación, se convirtió en una creciente molestia cuando se ratificó el nombramiento y éste fue respaldado por el presidente.

A lo largo de la semana el mandatario fue reiteradamente cuestionado sobre el caso, al punto de que ayer terminó por aventar un rotundo «Ya chole» cuando le volvieron a preguntar sobre el asunto. Es imposible escuchar el exabrupto presidencial sin recordar el lamentable «Ya me cansé» que, en la crisis por el caso Ayotzinapa, escupiera en su momento el entonces procurador Jesús Murillo Karam. (¿Verdad que no son tan distintos?).

Al presidente se lo ve incómodo, molesto. No exhibe la sonrisa socarrona —a veces franca carcajada— con la que suele despachar las preguntas de la prensa en la mañanera. (Y cuando escribo “la prensa” me refiero a los periodistas de oficio que se dan cita en palacio nacional, no la panda de impresentables paleros que suele servir de red de protección al presidente.) Por el contrario: tiene el ceño fruncido, la boca torcida. El sujeto burlón y dicharachero se quedó perdido en los pasillos de palacio nacional y en su lugar ha llegado al atril mañanero el que se desespera porque en esta ocasión hay otro actor dictando la agenda: las mujeres y sus exigencias.

No resultan extraños ni el espaldarazo ni lo aguerrido de la defensa que ha venido dando López Obrador a favor de Salgado Macedonio. Es el tipo de apoyo que espera el tabasqueño: una fidelidad a toda prueba, un respaldo incondicional. El presidente juega una de sus cartas favoritas y, por lo tanto, una de las más gastadas: la de la confianza en el pueblo. Fiel a su costumbre, se lava las manos frente a los señalamientos y descarga toda la responsabilidad en la decisión de ese ente informe englobado en el concepto pueblo.

En el colmo de la demencia, minimiza las acusaciones al calificarlas como actos propios de una contienda electoral, acción con la que no sólo desacredita a las mujeres que han alzado la voz, sino que revictimiza a las agraviadas por Salgado Macedonio, las borra y las convierte en un objeto para el golpeteo en manos de la oposición. A López Obrador se le olvida que el pueblo también tiene mujeres. La escritora Abril Posas lo sintetizó muy bien en un tuit: «Que dice el presidente que él le cree al pueblo, siempre y cuando no sean mujeres».

Mientras tanto, Félix Salgado Macedonio se pavonea con la altanería de quien se sabe impune. A pesar de las cinco acusaciones por violencia sexual que lleva tras de sí, sabe que lo cobija el manto presidencial. Por eso no es de extrañarse que suelte perlas como esa en la que declaró:

«Yo tengo más negativos que positivos. Yo sé que no estoy compitiendo para cardenal, ni tampoco soy santo. Cuando me dicen: “Oye, hay que fortalecer aquí porque andas bajo, la fama es mala, muy mala, mujeriego, parrandero, jugador, borracho”; todos los vicios de Gabino Barrera y de Simón Blanco me los juntaron. Yo así soy, soy incorregible, soy impredecible, soy incalumniable, todo lo que digan de mí es cierto».

Como López Obrador, aunque milite en Morena Salgado Macedonio es un político de la vieja escuela. Y en México eso sólo significa una cosa: se ha formado en el más puro —y rancio— estilo priísta. Sabe que, a pesar de lo fuerte del vendaval, mientras tenga el respaldo del partido, que ahora es el partido del presidente, nada puede bajarlo de su tren. Ha cultivado fidelidad y ahora está cobrando los dividendos. ¿Qué le debe el partido al impresentable? ¿Qué deuda tiene el presidente con el candidato? No lo sabemos y es muy probable que no lo sepamos jamás. Pero ahí está su recompensa.

Mientras tanto, el presidente seguirá exhibiéndose como el hombre que no tolera el disenso. Acostumbrado a la fe ciega de sus seguidores, cimentado en el maniqueo «el que no está conmigo, está contra mí», se antoja imposible que escuche el llamado de las mujeres que lo han invitado a romper el pacto patriarcal que permite solapar y premiar los abusos perpetuados por impresentables como Salgado Macedonio.

Andrés Manuel López Obrador no se ha dado cuenta de que la figura presidencial a la que tanto aspiró, esa en la que el presidente era reverenciado y la suya era la única voz cantante, no existe más. Pero no importa. Pronto se va a recuperar, seguro ya va a regresar la sonrisa burlona. Ya llegarán sus corifeos a hacerle las preguntas que le gusta responder, esas que devienen en homilías y en discursos morales. 

Pero en su exabrupto ha dado la respuesta: ya chole, presidente.

Adenda

Esta semana el Congreso de Jalisco aprobó la Ley de Declaración Especial de Ausencia, una herramienta muy valiosa que permitirá a los familiares de personas desaparecidas tener certidumbre legal sobre diferentes cuestiones, entre ellas las patrimoniales. En la elaboración de la ley trabajaron muy de cerca los colectivos y los familiares, quienes tuvieron que sortear la apatía, indiferencia y a veces franca politiquería de los legisladores jaliscienses. Todo el mérito es de ellos, de los agraviados, que además de lidiar con su dolor además tienen cabeza para buscar un trato más digno y un marco legal más justo.

Queda pendiente la aprobación de la Ley de Desaparición, en la que también trabajaron colectivos y familiares y cuya aprobación ha sido pospuesta por los legisladores. Urge que se apruebe ya. Y cuando pase, todo el mérito será de las familias, a quienes expreso mi respeto, admiración y solidaridad.

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La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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