La Hilandera
Por Rosario Ramírez / @La_Hilandera
El lunes 25 de enero por la mañana el INEGI, además de celebrar 38 años de su creación, presentó los primeros resultados del Censo de Población y Vivienda 2020, hecho totalmente destacable pensando en las múltiples adversidades que enfrentó el levantamiento de los datos debido, entre otras cosas, a la emergencia sanitaria que sigue generando estragos en la salud de las y los mexicanos y de la población mundial. De la voz del director del INEGI, México es de los poco países que logró levantar un censo aún en estas circunstancias, y eso fue gracias al esfuerzo y trabajo colectivo de un gran equipo que hoy hace posible que podamos acceder a los datos poblacionales con unos cuantos clicks.
El Censo, en términos muy simples, es una foto panorámica que nos permite conocer la dimensión, estructura, distribución y características socioeconómicas y culturales de la población; así como su evolución, tendencias, cambios y proyecciones. Es el primer Censo 100% digital, es decir, que se utilizaron dispositivos electrónicos para el levantamiento, se realizó a partir de una cartografía digital, y también se habilitó la opción de autoregistro por internet (en casa así nos registramos y debo decir que fue toda una experiencia saber que con ello, literalmente, contamos).
Por supuesto hay muchos datos destacables en los resultados reportados, uno de ellos fue la inclusión de la población que se autoreconoce como afromexicana/o o afrodescendiente, que constituye un 2% de los más de 126 millones de personas en México; y la otra, que rápidamente llamó la atención de distintos medios, fueron los resultados sobre el tema religioso.
Como parte de una tendencia a nivel internacional, el porcentaje total de católicos bajó de 82.7% en 2010 al 77.7%, disminución que bastó para la generación de notas donde se hablara de que “México está dejando de ser católico” (pero esperen, se pone “peor”). Por otro lado, destacó el aumento de las y los autoidentificados dentro de la categoría de Protestante/Cristiano/Evangélico, que fue de 7.5 en 2010 a un 11.2% en 2020 y que aún con esos números no nos salen las cuentas con aquellas proyecciones que afirmaban que serían más del 20% para este año. Algo que llamó la atención sobre los resultados por grupo religioso fue la inclusión de dos categorías: una que refleja a la población sin religión y otra más que se nombra como creyente sin adscripción religiosa. Pero veamos con calma.
Por un lado, a pesar de lo que muchas narrativas simplistas repitan, México es un país diverso en términos religiosos. Si bien las prácticas, rituales, festividades y más de una actitud incorporada refieren a un catolicismo cultural, lo cierto es que muchas personas no se identifican como católicas (aún cuando hayan sido socializadas como tales) o no han crecido dentro de hogares y contextos católicos (y ahí están los datos censales y el historial desde varias décadas atrás). Entonces, decir que todos los mexicanos venimos de una misma cuna de creencia es, ya de entrada, un error de percepción. Y es algo que convendría ir rompiendo de nuestras propias concepciones sobre las creencias porque eso abriría la puerta al reconocimiento y la aceptación del pluralismo religioso y de la diversidad como una de nuestras marcas.
Por otro lado, pongamos un poco de atención en las categorías sin religión y creyentes sin adscripción religiosa de cara a los resultados del Censo 2020: estas dos categorías han sido utilizadas desde diversos estudios académicos y estadísticos con el fin de, precisamente, identificar a aquellos que no se adscriben a una opción religiosa, a quienes rechazan la religión, y a quienes tienen prácticas espirituales y religiosas pero que no se nombran bajo el paraguas de un grupo religioso concreto. Ante esto, resulta necesario advertir que el modelo de iglesias o de religión institucional no es la única formula de pertenencia o la única opción para llevar a cabo una práctica ritual o experimentar el contacto con lo sagrado (en la versión que sea: la diosa, el gran espíritu, la energía superior, Dios, lo divino, etc).
Entonces, en esta vista panorámica de la población mexicana, el 8.1% de la población (casi el doble con respecto a 2010) se autoidentifica como sin religión, es decir, que por muy variadas razones que ya investigaremos rechazan la pertenencia a una religión o grupo religioso; y el 2.5% de la población se nombran como creyentes sin adscripción religiosa, lo que quiere decir que no hay necesariamente un rechazo hacia la figura de Dios, hacia lo sagrado o la ausencia de prácticas espirituales sino que, simplemente, no se autoidentifican como pertenecientes a algún grupo religioso.
Es frecuente que estas dos categorías se confundan con “ateísmo o agnosticismo”, pero si revisamos lo dicho, esto sería caer de nuevo en una imprecisión; además de que el propio censo tuvo a bien considerar a quienes sí se nombran como ateos/agnósticos y corresponden sólo el .6% de la población. Por lo tanto, pensar que México se está volviendo ateo o menos creyente, tampoco es lo que los datos están reflejando, lo que sí nos están diciendo es que no creemos bajo un mismo modelo o bajo el paraguas de una sola institución.
En todo caso, el censo es una pauta, un insumo y una base para realizar muchos estudios sobre cómo es y cómo se comporta la población mexicana. Y, en términos religiosos, estos resultados son ya, desde mi perspectiva, una gran invitación para comenzar a vernos más plurales, más abiertos, incluso más autodeterminados en materia del creer. Ahora, sólo como ejercicio de imaginación ¿qué tanto habrá cambiado todo este panorama ante la pandemia y la incertidumbre? ¿Será que el contexto tan adverso que atravesamos nos ha hecho voltear de nuevo a formas institucionales de creer o, por el contrario, estaremos generando nuevas formas de acercarnos a lo sagrado a través de modos no institucionalizados? Vamos a ver. espero pronto tener algunas respuestas.
*Si te interesa revisar los resultados, acá puedes ver la presentación https://www.facebook.com/INEGIInforma/videos/412201429849948 y por supuesto explorar los datos en https://censo2020.mx
**La Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México realizó en 2016 la Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas, que es un excelente ejercicio para contrastar con los resultados del Censo 2020. Si no la conoces, entra a http://rifrem.mx/encreer/