A principios del mes de noviembre le informamos que Lidia Salinas Hernández, mujer de 39 años y madre de dos hijos, había permanecido en prisión preventiva por 11 meses, acusada de un delito que no ameritaba dicha medida cautelar.
Un mes después, el pasado 11 de diciembre, Lidia salió libre, se le concedió lo que por ley le correspondía y que por casi un año le fue negado; sin embargo, aún queda pendiente que se le asigne una fecha para llevar a cabo el juicio que le permita demostrar su inocencia.
Como también lo habíamos informado, la persona que inculpa a Lidia es el mismo hombre que de manera sistemática le ha acosado desde el año 2016. Incluso, ahora en libertad, esta mujer refiere que ha existido de parte del sujeto acciones de amedrentamiento e intimidación para ella, sus hijos y su familia.
Por Dalia Souza / @Dalia Souza
Lidia es estilista, madre soltera y ahora una mujer libre. Por 11 meses permaneció en prisión preventiva dentro del Reclusorio Femenil de Puente Grande, Jalisco, sin acceso a una medida cautelar menos agresiva e invasiva. Durante este tiempo jueces y abogados varones, fueron incapaces de actuar de manera diligente para garantizarle los derechos que por ley le corresponden.
Vandalismo, pandillerismo y lesiones fueron los delitos de los que, también un hombre, le inculpo. Sin embargo, luego de la primera audiencia sólo el último de estos fue el que procedió.
Los hechos sucedieron el 11 de agosto del año 2018, mientras ella se encontraba barriendo la calle. El sujeto que le acusa llegó a su domicilio y de manera arbitraria y violenta le empujó. A Lidia no le quedo más que repeler la agresión con lo que tenía cerca, una escoba. Como pudo, relata esta mujer, detuvo los golpes, pero él llevaba en la cintura una engrapadora industrial forrada con cinta negra con la cual la golpeó en uno de sus brazos.
Este hombre, argumenta falsamente en su declaración que ella lo tomó por la espalda, dicho que no tiene sentido, pues todo el contacto físico que tuvo con él ese día fue frontal al intentar evitar que la golpeara. De estos hechos existe una grabación donde se evidencia la secuencia de los eventos.
Esta madre de familia ya había levantado una denuncia ante el Centro de Justicia para la Mujer en el año 2017, para denunciar el acoso constante que vivía de parte de este hombre que también es su vecino; sin embargo, recuerda que el servidor público que la recibió, le dijo que sólo levantaría un reporte. Hoy, tres años después, la carpeta de investigación con el número 102002/2017 (donde se denuncian los hechos de violencia que sufría Lidia) recién ha sido judicializada.
Lidia salió del reclusorio femenil de Puente Grande el pasado viernes 11 de diciembre, después de que un abogado de oficio gestionara nuevamente una audiencia para solicitar el cambio de medida cautelar; es decir, para que pudiera llevar el proceso judicial en libertad en lugar de continuar en prisión preventiva.
Y es que la pena del delito por el cual Lidia fue vinculada, no rebasa los seis meses de prisión y ella ya llevaba más de ese tiempo en prisión preventiva. Además, si bien, había intentado solicitar previamente este espacio de audiencia, como se informó previamente, uno de los jueces de los Juzgados de Control y Juicio Oral del Distrito I en Puente Grande, le negó el cambio meses atrás, argumentando que no podía ser acreedora a una diversa medida porque había llegado tarde a la audiencia.
Presentando dos testigos que argumentaron el porqué de su llegada tarde a esa primera audiencia, se le concedió su cambio de medida cautelar, no obstante, relata que tiene que acudir un día a la semana a firmar a los juzgados:
“El viernes pasado por fin libre. Obviamente con muchas emociones encontradas, no me la creía, tengo que firmar todos los lunes, pero eso es lo de menos” dice.
Esto tendrá que hacerlo hasta que haya una fecha para el juicio, donde, tanto Lidia como este sujeto presentarán las pruebas que permitan desahogar el caso. Por ahora, ella sólo espera que la justicia actúe y la escuche como no lo han hecho en todo este tiempo, pues manifiesta su abierto reclamo a un sistema judicial patriarcal que hecho por y para los hombres:
“Cómo creerle más a un hombre por ser hombre, a la palabra de una mujer… basta de que nos sobajen por ser mujeres y creernos el sexo débil” señala.
Además, advierte que las agresiones verbales, la intimidación y el amedrentamiento de parte de este hombre no han cesado desde que llegó a su casa:
“Siguen sus agresiones, no me puedo acercar a más de diez metros. Incluso hoy vino a tocar la puerta de mi casa, lo más alejada que pude grité que qué pasaba y él comenzó con sus ofensas. Él no para, vivo con miedo, con miedo de salir, con miedo de dejar de salir a mis hijos” denuncia.
Vive con miedo, dice, de que le haga daño a ella o a sus hijos y lo responsabiliza de cualquier cosa que pueda sucederles:
“Sí me gustaría recalcar que vivo con el temor y con el miedo de que le pase algo a mis hijos, a mi familia, porque el señor está fúrico porque yo estoy libre. Cualquier cosa lo hago responsable a él”, afirma.
Lidia no está dispuesta a abandonar su casa, a mudarse simplemente del sitio donde también ha montado el pequeño salón de belleza que le permite sostener a su familia; además, reconoce que esto no sería sencillo económicamente, no luego de los meses que estuvo privada de la libertad y sin la posibilidad de trabajar:
“Para cambiarme de casa necesitaría generar un poquito de dinero para poder rentar una casa. Esta es mi fuente de trabajo. Irme así sería arriesgarme a mí y a mis hijos”.
Poco a poco Lidia está recuperando lo que le arrebataron: la libertad y su tranquilidad.
En la espera de la fecha para el juicio, y para solventar los gastos de su familia, ha vuelto a abrir su salón de belleza. Si quieres acudir a recibir alguno de los servicios de estética y barbería que Lidia ofrece, visita su página de Facebook Salón de belleza Jazmin/Barber y haz una cita
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