Una ciudad feminista es aquella que defiende la vida contra el exctractivismo y la violencia; rompe con la falsa dicotomía de lo público y lo privado que responsabiliza por completo a las mujeres del trabajo de cuidado; y, sobre todo, es aquella que cuida a las personas y les permite cuidarse entre sí. Pero, ¿cómo se construye?
Eso lo discutieron un grupo de mujeres que han estudiado la vida en la ciudad, dentro del panel virtual “Los feminismos en las ciudades” del II Congreso Internacional 50-50: Ciudad para las Mujeres. En esta nota te presentamos cuáles fueron las pistas para la construcción de ciudades feministas.
Por Ximena Torres / @ximena_tra
Ilustración Escritura feminista
¿Cómo es una ciudad feminista? Sin duda, permite una vida más digna para las mujeres, pero ¿cómo se puede trazar, imaginar y dialogar?
Zaida Muxi, argentina y profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, dice que una ciudad feminista es aquella en la que las mujeres no son “lo otro”, sino que disfrutan igualdad real de derechos y oportunidades. Son espacios en los que ellas mantienen sus diferencias de los hombres sin que ello represente desigualdad.
Jéssica Coyotécatl, estudiante de antropología e integrante de la colectiva Femibici, opina que es una ciudad que se planta en la defensa de la vida, contra el extractivismo y todas las demás violencias de género, clase y raza.
Blanca Valdivia de la colectiva urbanista Col-lectiu Punt 6 en Barcelona agrega que es una ciudad que rompe con la falsa dicotomía de lo público y lo privado, además de que prioriza la vida cotidiana porque eso visibiliza los cuidados.
Cora Ruiz de la organización regional Asuntos del Sur y Sofía Valenzuela, fundadora de Mamá Urbana coinciden que una ciudad feminista es diversa: permite ver a diferentes mujeres, niños, niñas y hombres tanto en las calles como en los espacios de toma de decisiones públicas.
Pero, sobre todo, una ciudad feminista es aquella que cuida a las personas, su entorno y les permite cuidarse a todos y todas entre sí. Así lo subrayaron todas las mujeres antes mencionadas durante el panel “Los feminismos en las ciudades” que fue parte del II Congreso Internacional 50-50: Ciudad para las Mujeres, organizado por diversas instituciones del Gobierno de Jalisco como la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Mujeres y Hombres.
El evento fue virtual y todas las participantes dialogaron para contestar preguntas como: ¿cómo incorporar el feminismo en la arquitectura, el diseño urbano, la infraestructura, los sistemas de movilidad?
Y es que, como explicaron ellas, las ciudades están construidas y funcionan bajo un sistema capitalista y patriarcal. En éstas la producción y la acumulación de capital están puestas al centro de las relaciones. La importancia que se les da sobrepasa todo lo demás, incluso los cuidados y la naturaleza que les permiten funcionar.
Muestra de ello, es la exclusión que sufren varios grupos de la población como las mujeres, los y las niñas, la comunidad LGBTTTIQ+ y las comunidades indígenas. Ellos y ellas sufren el extractivismo, la gentrificación y “turistificación” que los y las despoja de sus territorios o los vuelve “zonas de sacrificio” de donde tomar y tomar para seguir produciendo.
Además, prevalece una falsa dicotomía de lo público y lo privado que provoca la división sexual del trabajo: las mujeres tienen toda la responsabilidad de lo privado y lo invisible, las tares de cuidado, mientras que los hombres son dueños del espacio público, en donde el trabajo es “más valioso”, aunque en realidad necesite del cuidado para sostenerse.
“Las mujeres hemos salido con fuerza al empleo remunerado y los hombres no han hecho el trabajo inverso de ganas espacio en trabajos de cuidados. Eso ha provocado una crisis del cuidado. Las mujeres atendemos lo de adentro y lo de afuera al mismo tiempo, tenemos dobles y hasta triples jornadas que nos han esclavizado” dijo Sofía Valenzuela de Mamá Urbana.
Estas son algunas de las pistas que dieron las panelistas para construir ciudades feministas.
Desaparecer la falsa neutralidad de la arquitectura y el urbanismo
En sus años como académica, Zaida Muxi reconoce que la arquitectura y el urbanismo siempre han omitido al género como una categoría para planear las ciudades, no se diga al feminismo. Al contrario de ello, estas disciplinas han inculcado una falsa neutralidad y universalidad, como si todas las personas en la ciudad tuvieran las mismas necesidades.
En consecuencia, sólo quien sostiene el poder es considerado: los hombres blancos heterosexuales. Las demás personas quedan fuera, entre ellas las mujeres. Por eso, para construir ciudades feministas, Zaida insiste en que hay que mirar cómo se construyen de nuevo, está vez con perspectiva de género.
En acuerdo a ese análisis, Blanca Valdivia de Col-lectiu Punt 6, propuso las diferencias entre el urbanismo normativo y aquel que permite ciudades feministas. Mientras el normativo es disciplinador (sic), prioriza lo productivo, ajeno y estático, el feminista integra las diversidades y desigualdades, se basa en la sostenibilidad de la vida y es flexible para adaptarse a la realidad del contexto.
Apostarle a la participación diversa y cooperativa
Para hacer posible la aplicación del feminismo y la perspectiva de género en el urbanismo y arquitectura, las mujeres tienen que estar presentes en la construcción de las ciudades.
La fundadora de Mamá Urbana, Sofía Valenzuela, explica que, en la actualidad la ausencia de ellas provoca la desatención de sus necesidades y deja ver que los hombres no están haciendo trabajos de cuidado. Por eso en las ciudades hay áreas de juegos infantiles sin bancas alrededor y paradas del transporte público sin espacios de descanso, por decir un par de ejemplos.
Cora Ruíz de Asuntos del Sur agrega la participación en los espacios de toma de decisiones, pues asegura, la democracia no es posible sin diversidad de mujeres e interseccionalidad.
Cada política pública debe tener perspectiva feminista y valorar su impacto de género. Por ejemplo ¿cómo afecta de manera diferenciada a hombres y mujeres un toque de queda que suspende el transporte público por las noches?
“Hay que ser contundentes. La paridad y representación es necesaria pero no suficiente, hay que dar un paso más. La paridad no garantiza la diversidad ni la conciencia de género, porque las mujeres por el simple hecho de serlo no siempre nos hemos deconstruido. Para las ciudades se requiere una mirada feminista interseccional” dice Cora.
Para lograrlo, la toma de decisiones tiene que ser descentralizada y diversa entre lideresas y mujeres referentas. Así se pueden construir alternativas desde los conocimientos y las experiencias de cada comunidad. Sería contradictorio reproducir el modelo personalista y vertical que han desarrollado los hombres.
Gabriela Rendón, arquitecta y profesora investigadora de la Parson School of Design puso como ejemplo la comunidad latina en Sunset Park, Brooklyn, Nueva York, a la que ha acompañado como investigadora. Durante más de 20 años las mujeres de ese vecindario han usado las cooperativas para enfrentar la explotación laboral y la gentrificación que pretende desplazarlas junto con sus familias.
La primera cooperativa se fundó en 2006, lleva el nombre de “Beyond care” y en ella las más de 100 integrantes se protegen de abusos y discriminación laboral. La segunda, “Familias Unidas de Sunset Park”, llegó en 2017 como respuesta al despojo de las viviendas de la comunidad por la construcción de un complejo de oficinas de más de 16 edificios.
Reconocer el cuidado como base de la vida
Finalmente, en reconocimiento de que el trabajo de cuidado como la alimentación, la educación y la limpieza son la base que sostiene la vida, la arquitecta y paisajista Sofía Valenzuela y Jésica Coyotécatl de Femibici, proponen cuatro cambios fundamentales:
- Reorganizar los cuidados para que no recaigan solamente en las mujeres.
- Hacer un trabajo de deconstrucción para dejar de pensar que quienes cuidan son una población inactiva y con ello redignificar este tipo de trabajos.
- Cuidar a las poblaciones vulnerables como las personas migrantes, en situación de calle, refugiadas, con discapacidades y mujeres víctimas de violencia.
- Y, como cambio sistémico, apostar a que la jornada productiva abarque menos horas. De esa forma, será posible atender el trabajo de cuidados y que éste sea disfrutable, no sólo por obligación.
“No hay que olvidar que las ciudades feministas se están construyendo ya. Las alternativas están en el presente. Hay que reconocer que las cosas están pasando. Las ciudades están en transformación, hay una pugna y hay que ponernos de lado de la vida” dijo Jéssica para cerrar.
Aquí puedes ver el panel completo “Los feminismos en las ciudades”: