La calle del Turco
Por Édgar Velasco / @Turcoviejo
Dicen los especialistas en frases hechas y lugares comunes que ya entramos en la recta final de 2020, quizá el año más monotemático que hemos tenido en tiempos recientes, y no es para menos: la pandemia por COVID-19 atrajo sobre sí todos los reflectores, ya porque vimos paso a paso cómo se iba expandiendo por el mundo, ya porque todos estábamos pendientes de contagios y muertes, ya porque esperamos con ansias locas la vacuna. Y aunque ciertamente han pasado otras cosas —la muerte de escritores, músicos, actores, futbolistas, en fin, gente que antes no se moría, pues—, lo cierto es que la COVID-19 ha estado ahí todo el tiempo, como protagonista y como telón de fondo, y todo apunta a que ahí seguirá estando durante buena parte del año que está por comenzar.
Aunque mucho se ha hablado de la mentada “nueva normalidad” y luego de que por aquí y por allá se hablara de una humanidad renovada que cambiaría su estilo de vida luego de ver su fragilidad expuesta por la pandemia, lo cierto es que las cosas siguen igual que cuando comenzó a dispersarse el bicho por el país: López Obrador sigue empecinado en no ponerse cubrebocas; Enrique El Tres Rebanadas Alfaro sigue creyendo que es infalible y sus medidas geniales, aun cuando los récords de hospitalizaciones coincidan con su “estrategia” para el Buen Fin, la “prueba piloto” para los estadios y la reapertura de antros y casinos (mención aparte merecen su berrinche de adolescente defendiendo su derecho a salir porque “ya hacía falta” y su pésimo gusto para maridar pizza con whiskey); los presidentes municipales siguen en su papel de marionetas del gobernador; la iniciativa privada sigue teniendo a Ricardo Salinas Pliego como santo patrono de la negligencia e impunidad patronal; la gente sigue siendo gente: quejándose del cubrebocas, sin observar las medidas básicas, organizando reuniones tranquis porque no es sano estar encerrados y porque, al final, “de algo nos vamos a morir”.
En medio de esta comedia de equivocaciones, he venido echando en falta voces que interpreten la realidad y la cuenten de tal manera que nos recuerden que los mexicanos somos como somos y más vale enfrentarlo con risa y humor,como si estos fueran un caparazón que nos protege de que nos volvamos locos y terminemos aventándonos a las vías del tren. Por eso le dediqué este espacio hace unas semanas a Jorge Ibargüengoitia, y por eso quiero aprovechar la entrega de esta semana para recordar a otro impecable retratista de la idiosincrasia mexicana: el enorme Salvador Flores Rivera, mejor conocido como Chava Flores, que a principios de 2020 cumplió cien años de haber nacido y cuyo legado es quizá tan necesario hoy como lo fue hace años.
Hoy recuerdo a este músico, compositor y cronista capitalino porque hace unos días comenzó a circular el disco Chava Flores… y que viva el rock and roll!, un homenaje que recupera algunos de sus temas más célebres y los revisita en voz de roqueros mexicanos de la vieja guardia como Álex Lora, Javier Bátiz, Memo Ríos, El Mastuerzo y Jaime López —y ahora que escribo el nombre de López caigo en cuenta de que también es necesario hacerle un buen repaso a la obra de este genio tamaulipeco… ¿no creen?
Además de músico y compositor, Chava Flores fue costurero, cobrador, ferretero, encargado de almacén y vendedor de puerta en puerta. Todos estos oficios, vinculados al contacto directo con la gente y con las calles del entonces Distrito Federal, permearon su imaginario y su lenguaje, de modo que el músico pudo así regalarnos una prolífica obra en la que es posible sentir el pulso de la sociedad mexicana durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX.
Para darse una idea de cómo veía Chava Flores a la sociedad mexicana basta poner en los altavoces los temas “Peso sobre peso”, también conocido como “La Bartola”, y la indispensable “¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?”, en las que plasmó buena parte de la forma de pensar de una sociedad mexicana acostumbrada a vivir entre carencias y soñando con ganarse la lotería. Para medir el ingenio de Flores en el uso del lenguaje también puede uno asomarse a “Herculano”, un divertidísimo tema pleno de albures, y en el repaso no puede faltar la legendaria “Sábado Distrito Federal”, un impecable fresco de la vida en la capital a principio en los años setenta y ochenta.
Chava Flores… y que viva el rock and roll! reúne catorce temas (todos los arriba mencionados aparecen) en versiones rocanroleras y, en general, es un disco que sale bien librado. Es un material que permite revisitar una obra y un legado que son indispensables, sobre todo en estos tiempos en los que pareciera que el humor nos ha abandonado y su lugar ha sido ocupado por huestes que defienden a su político de cabecera como si fuera el mismísimo Mesías bajado del cielo. Para ellos, esta bonita línea de “¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?”, en la que Álex Lora modifica la letra original y les manda decir: “Sigue soñando que el gobierno es tu cuate y no hay que preocuparse porque él te va a ayudar. Sigue soñando que estamos progresando, que no nostán tranzando y vamos a triunfar”.