Cuestionarse ¿para quién nos “arreglamos”? implica una reflexión profunda sobre los cánones socioculturales y los estereotipos que han sido impuestos a los cuerpos de las mujeres.
Y es que ¿hay algo qué arreglar?, se preguntan las integrantes de la colectiva Brujas Sufragistas. Seguras de que no es así, de que no hay nada “estropeado” y, por lo tanto, no hay nada que cambiar, las feministas invitaron a “amarnos” y a “reconocer el brillo propio”, antes de buscar cambiar como lo manda el sistema patriarcal.
Este conversatorio fue convocado por la Asamblea Organizativa de Mujeres para Mujeres, en la coyuntura del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres en Guadalajara.
Por Aletse Torres Flores / @aletse1799
Ilustración de Ayqa Khan
¿Realmente nos arreglamos? cuestionaron las integrantes de la colectiva Brujas Sufragistas. Podríamos advertir que el “arreglo” implica modificar algo que está “estropeado” y cambiarlo para que sea mejor, para que “luzca más bonito”. Pero ¿no es ésta una imposición machista, que intenta modificar nuestros cuerpos y adornarlos para alguien más y, no para la felicidad propia?
Las Brujas Sufragistas consideran que el concepto arreglar, como es entendido ahora, necesita deconstruirse no sólo dentro de los espacios de la sociedad, sino, particularmente, en la vida de las mujeres. De tal forma, que reconocer el “arreglo” no suponga un cambio, sino un ejercicio amoroso de aceptación.
“El arreglarse no implica cambiarnos sino más bien amarnos”, reconocieron.
Ejemplo de ello, manifiestan las feministas, es la depilación femenina, práctica que consiste en la remoción del vello corporal y que se ha inculcado a las mujeres desde que son unas niñas.
Al respecto, la colectiva, advierte que esta práctica socialmente impuesta y violenta se encuentra rodeada de mitos que la refuerzan y, pareciera, justifican su existencia: 1) las mujeres que se depilan son civilizadas; 2) la depilación resalta tu belleza; y 3) es antihigiénico no depilarse.
“Se nos inculcó con la idea de que dejarse el vello no es “bonito”, de que si no te depilas no tienes higiene, pero es momento de cuestionarnos estas prácticas” comentó una bruja sufragista.
No obstante, a decir de las integrantes de la colectiva, “no tiene nada de malo realizarlo”, aunque resulta necesario cuestionarse de dónde viene y por qué se práctica “¿es por ti o por los demás?”:
“Es válido tener o no tener “pelitos”, pero es importante recordar que estos no tienen nada que ver con tu belleza y feminidad”, advierten.
De aquí la relevancia de acompañar a otras mujeres en su proceso de destrucción: “dejar los prejuicios y malos comentarios de lado, guiarlas y comprender que su ambiente no es el mismo que el nuestro”. Entender que su proceso no será lineal y está bien, porque “cuando estén listas de dejar todos los estereotipos que rodean al cuerpo de la mujer, lo agradecerán”.
Finalmente, la colectiva invita a pensar que no existe una sola forma de ser mujer y, con ello a “salir del molde perfecto” que se ha impuesto en la publicidad, en los discursos y en la sociedad de general. Es sólo así que la feminidad podrá descubrirse, definirse y encontrar su propia esencia.
“Porque no importa tu talla, tus ojeras, tu acné, tu pelo, tus “imperfecciones”, es momento de abrazarlas y no dejar que nadie “apague tu brillo”.