Impronta Casa Editora, es una editorial mexicana alejada de las técnicas convencionales de impresión que se esfuerza por ser un espacio para artistas locales, las artes visuales, los libros sobre humanidades y las editoriales independientes.
Como muchas editoriales en México, han tenido que sortear las dificultades económicas que implica la independencia creativa; sin embargo, la llegada de la pandemia trajo consigo nuevos retos inesperados, aprendizajes compartidos entre el equipo de trabajo y, sobre todo, adaptación a la nueva normalidad.
Después de resistir 200 días a la pandemia, esta imprenta y editorial a la vez vuelve a abrir sus puertas.
Por Keren Santillán y Leslie Zepeda
Impronta Casa Editora está conformada por 14 personas, quienes desde sus conocimientos aportan las herramientas necesarias para los múltiples servicios que ofrecen. En este espacio han desarrollado una editorial, librería, imprenta, galería y cafetería, todo desde una idea de colectividad, puesto que, siempre hacen hincapié en la apertura de sus puertas para quien desee pasar, leer, beber, apreciar o simplemente conversar un rato con sus colaboradores. Nacieron en Guadalajara, en noviembre de 2014, a partir de ese momento han propiciado el trabajo desde la comunidad y el desarrollo del arte local.
En marzo de 2020, con el inicio de la emergencia sanitaria en México y en Jalisco, la Impronta Casa Editora se vio obligada a detener su trabajo. El editor, Carlos Armenta recuerda que al principio de la pandemia, él y su equipo sintieron temor por toda la desinformación e incertidumbre que se percibía en la sociedad; no obstante, después de la preocupación, decidieron ocuparse de la problemática para no cerrar definitivamente.
No fue sencillo, tuvieron que reducir un 30% a los sueldos de todas y todos los integrantes del equipo. Si bien, en ese momento fue duro para cada miembro, trajo beneficios económicos o, por lo menos, un poco de estabilidad ante la frenética e incierta realidad a la que se enfrentaban como editora independiente. La reducción del salario se realizó a modo de “préstamo”, explica Carlos, lo que quiere decir que después sería devuelto a todas y todos los trabajadores.
A la fecha, el editor asegura que esa deuda la han saldado por completo y así han vuelto a los salarios normales a su 100%. De a poco y mediante pequeños pasos, han logrado que la estabilidad llegue a Impronta.
Carlos Armenta afirma que la pandemia agudizó los problemas que el sector editorial ya enfrentaba, “cerraron varias librerías, hay otras en pausa y varias pararon sus actividades presenciales”.
A ello, refiere Armenta, se sumó la centralización que este sector también experimenta; de acuerdo con el Sistema de Información Cultural, SIC México, las librerías del país se concentran en: Ciudad de México, con 487 establecimientos; después, muy por debajo le sigue el Estado de México con 122; y Jalisco en un tercer lugar con 110 librerías. Esto quiere decir que de mil 643 librerías más de una cuarta parte, el 30%, se encuentran en la Ciudad de México.
Asimismo, hubo una reducción en la producción de material literario impreso, señala Carlos, “este año se contrajo fuertemente la producción de libros, se estima que la reducción de ingresos al sector se redujo en un 30 o 32% en el caso de México”.
Como segundo golpe al sector, la cancelación definitiva de todas las ferias del libro que normalmente se realizan cada año, se tradujo en una gran pérdida de ventas, porque es ahí, en las ferias, es donde mayores ganancias se obtienen, sentencia Carlos. Sin embargo, como una especie de sabor agridulce, frente al cierre de las ferias, las librerías han vuelto a estar en mapa y a la discusión directa con los editores y creadores.
Al respecto, explica Carlos, previo a este momento, los editores vendían sus libros en las ferias y no del todo en las librerías, dejándoles así relegadas:
“Este año, de forma inaudita nos hemos sentado, otra vez, nosotros que tenemos la librería, a hablar con los editores de cuál es la situación, cómo renegociar pactos gremiales y eso ha sido bastante bueno. Ese ha sido el lado amable que coyunturalmente se han reintegrado a la conversación, librerías, bibliotecas y editoriales.”
Así es como en Impronta se explican que su librería haya revivido con ventas locales y nacionales.
200 días después
Por mucho meses, desde marzo hasta octubre, la imprenta y la editorial estuvieron detenidas en su totalidad, sin producir ningún trabajo.
Aunque Impronta Casa Editora, estuvo alrededor de 200 días cerrada al público, se mantuvo de pie gracias a su librería y a los títulos disponibles en esos meses. Incluso, mayo se convirtió en el mejor mes de ventas, realizaron entre 100 y 150 envíos.
En términos generales, la pandemia ha traído un reacomodo al sector editorial en todas sus variantes; Impronta Casa Editora no se ha visto exenta de estos cambios, pues los estragos que dejó la pandemia en su proyecto, se sumó a los seis años de trabajo ininterrumpido y de altibajos. Por ejemplo, han tomado la decisión de apropiarse del espacio virtual.
Lo que inició como una necesidad de generar una página web mucho más funcional para quienes buscaban adquirir algunos de sus libros, terminó en un autoanálisis que les hizo reconocer su ausencia en la virtualidad y a la vez, como una oportunidad para cohabitar con otros proyectos como el suyo, incluso, otras instituciones.
Esta casa editorial no ha corrido con suerte, pues estos 200 días resistiendo son producto y ejemplo del gran esfuerzo que realizaron para sobrevivir a la crisis económica que viven los establecimientos dedicados a las letras en el país.
La Asociación de Librerías de México (ALMAC) estima que el 50% de las librerías independientes no podrá reabrir tras la pandemia. Es un hecho que el cierre de estos negocios está tambaleando a la industria editorial, de tal forma que, actualmente están en riesgo aproximadamente de 60 a 70 sellos de editoriales.
Una imprenta y editorial en Guadalajara
Su historia inició cuando sus integrantes reconocieron que, la mayor parte de las máquinas de impresión más antiguas, son retiradas poco a poco de la industria. Ante este panorama, pensaron en una manera creativa de darles un uso y así salvarlas de terminar en la venta de chatarra.
Ello, evidentemente, implicó repensar los procesos de trabajo, hacerlos ahora más lentos, pero también, más dedicados, olvidándose de las grandes máquinas que imprimen miles de libros cada año.
Tras tiempo de organización y comunicación entre el equipo, abrieron su propia editorial con el servicio de edición e impresión. Posteriormente, empezaron a buscar máquinas en bodegas, imprentas abandonadas, hasta se trasladaron a la Ciudad de México, un lugar que se especializaba en recuperar, restaurar y vender estas máquinas.
“El movimiento de las máquinas es costoso, además debe de realizarse con mucho cuidado ya que están calibradas y tienen sus tiempos” explica Carlos, quien habla además sobre la delicadeza con la que se deben tratar estos artefactos que llevan tantos años funcionando.
Así es como el taller de esta casa editorial, está lleno de máquinas del siglo XX como: prensas, linotipos, tórculos de grabado, heidelberg de aspas, máquinas de pedal y palanca.
Al tener un taller para realizar ese tipo de funciones, comenzaron a buscar editoriales hispanoamericanas y locales para crear una alianza entre ellas que beneficiara la distribución, difusión y promoción de las editoriales independientes en Jalisco y que finalmente les diera la oportunidad de abrir su propia librería.
Ahora, han creado un espacio a favor de la diversidad, con libros que abran la inquietud de las y los lectores, les brinde un mensaje y favorezca la producción de cultura. Por ello su librería no cuenta con temas generales, especialmente buscan rescatar temas como las humanidades y lo referente a las artes.
Casa Impronta con colaboración de Proyecto Cobra crearon la Galería de Arte, un espacio para las y los artistas que quieran y necesiten exponer su trabajo. Esta galería también es aprovechada para realizar distintas actividades culturales, como: cursos, conversatorios y talleres que impulsan la discusión crítica. El objetivo de la galería es apoyar el talento local de artistas jóvenes e impulsar su trayectoria con la exhibición de sus proyectos.
Otra de las instalaciones incorporadas en este espacio, es el Café Diamante que está en el patio central, abierto de lunes a sábado de 12:00 a 8:00 p.m.
“Visiten el espacio físico siempre y cuando se pueda, las medidas están puestas, pueden venir a echar chisme y es un ambiente abierto para todas las personas” invita Carlos.
Impronta, ha conseguido conformar una comunidad para el público, las y los lectores y amantes del arte. Desde Araceli Covarrubias encargada del mantenimiento; Nayeli Gonzáles quien se encuentra a cargo de la cafetería y la librería; Nancy Sepulveda y Zayra Moreno, en administración; Leonardo Baeza en impresión; Rafael Villegas en Linotipista; Gina Villegas en la encuadernadora; Mariana Ramirez también encuadernadora; Rodolfo Sánchez, apoyando la imprenta y siendo editor de “El Triciclo Editora”; y Gerardo Espinoza, como impresor y linotipista.
Cada una y uno, hace que la Impronta Casa Editora sea un espacio colaborativo para los libros, la cultura y el arte.
Si te interesa encontrar más información de Impronta Casa Editora puedes encontrarlos en su página web https://improntacasaeditora.com/#contacto o en sus redes sociales:
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