Columna MAROMA
Por Michel Gutiérrez, integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Próxima la fecha del día de muertos, queda la grieta en carne viva de los familiares a quienes les han arrebatado a sus hijxs, ya sea porque lxs asesinaron y esperan justicia o peor, quienes con tristeza siguen esperando a sus hijxs porque lxs desaparecieron. Nuestro estado se ha convertido en un horror del que cada vez cuesta más trabajo salir librado.
Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Jalisco del 2010 al 2018 hubo 184 defunciones por homicidios, 113 para niños de 0 meses a 19 años y 71 para niñas de 0 meses a 19 años. En 2019, se registraron 181 defunciones por homicidio de 0 meses a 19 años para niñxs y adolescentes. Es decir, que la violencia ha ido creciendo en desmedida y aún falta contabilizar los asesinatos de este 2020.
Y de acuerdo a las cifras del Sistema de Información sobre Víctimas de Desaparición (SISOVID) en Jalisco de diciembre de 2018 al 30 de septiembre de 2020, 693 niños de 0 meses a jóvenes de 19 años se encuentran desaparecidos. Y 333 niñas de 0 meses a jóvenes de 19 años se encuentran desaparecidas.
¿Por qué el Estado no es capaz de brindar seguridad para ellxs? ¿Por qué no le preocupa que sean cada vez más consecutivas? ¿Qué está pasando con todas las desapariciones y asesinatos de niñxs y adolescentes? No podemos descartar que sean sustraídos por parte del crimen organizado y sean utilizados para los diversos fines que ellos deciden, pero en muchas ocasiones también son los mismos familiares, amigos o vecinos quienes cometen el delito pero ¿Por qué nunca hay culpables encarcelados?
Las investigaciones no avanzan, los familiares no ven la justicia, no observan avance alguno, ni siquiera reciben un trato digno. Vemos con claridad como la mayoría de las familias recaban pruebas, testigos, información que ayude al caso para que de inmediato se dé con los culpables o puedan encontrar con vida a su hijx, pero ello no ocurre, por el contrario los culpabilizan, cuestionan, intimidan, pierden sus expedientes, traspapelan documentos importantísimos, les dan fechas muy lejanas para seguimiento de su caso, por un momento parece que buscan cansar al familiar para que desista de continuar exigiendo que hagan su trabajo.
No tenemos que ahondar en que lo último que necesitan los familiares es un regaño de “por qué dejaron a sus hijxs solxs” o “por qué el/la menor hizo tal cosa sin un adulto”, para la creciente violencia en nuestro estado, los cuestionamientos deben estar dirigidos hacia el papel de las autoridades ante este progresivo peligro en las calles, ¿Por qué la calle es tan insegura? ¿Por qué un menor debe temerle a la policía? ¿Por qué la noche sin alumbrado público es una sentencia de alto riesgo para caminar por ahí? ¿Por qué los policías salvajes solo aparecen en las manifestaciones y no cuando los delincuentes hacen y deshacen en la ciudad a plena luz del día? En otros países no ocurre, son temores que nos afectan en nuestro país. ¿Por qué?
No tenemos más que mirar las acciones que hablan por sí solas, no hay protección, búsqueda o justicia para los niñxs y adolescentes de Jalisco. La pasividad y letargo de las instituciones gubernamentales ante lo grave de esta situación, nos orillan a pensar en una especie de apatía y que terminan por abandonar a los niñxs a su suerte. La falta de solidaridad, empatía y ética, de los servidores públicos, producen un daño mayúsculo en los familiares, quienes para ese punto, ya no pueden con tanto.
Es tiempo de comenzar a discutir cuales pueden ser las posibles causas que facilitan estos asesinatos y desapariciones al por mayor y también fijar la atención en el actual proceder de las instituciones encargadas de atender estos casos. Algo está fallando en todo sentido, el desamparo ante estas causas es por demás evidente. Y aunque todxs sabemos de la existencia de diversos colectivxs o asociaciones civiles que se encargan de apoyar o asesorar a los familiares, las grandes luchas no les competen a ellos.
¿Qué se espera de un Estado de que permite la impunidad en estas injusticias, que descuida la vida de sus niñxs, que ignora los dolores de su sociedad?
Algo bello tenemos en nuestra tradición del día de muertos, la memoria, una muy amorosa y respetuosa, la cual no debería manifestarse una vez al año, sino estar presente cada día, para hacer voz y resistencia ante el olvido institucional, porque todas esas vidas nos importan a nosotrxs.