¡Mis maestras me enseñaron que no soy una puta, que ninguna mujer lo es!

Columna MAROMA

Por Emma M. Oropeza De Anda, integrante de Maroma: Observatorio de niñez y Juventud..

Me llamo Ana, tengo 19 años, estudio la Licenciatura en Psicología y hace unos meses, mientras la maestra Claudia hablaba sobre violencia machista, descubrí que esas cosas que pasan en mi familia no pasan en todas las familias, de hecho, no deberían pasar en ningún lado.

Cuando tenía 15 años me enamoré por primera vez. Félix era el más guapo de la secu, incluso, había niñas que se peleaban por él. A mí también me gustaba, pero con mi ropa heredada de mis primas y mis dientes chuecos ni ilusiones de andar con él me hacía. Un día me agregó al Face, no lo podía creer, el más guapo y popular de la secu sabía de mi existencia. Ese mismo día me saludó y pasamos toda la tarde platicando, fue tan bonito, casi como en la peli de Descendientes cuando Mal y Ben se enamoran.

Nos hicimos novios un 25 de noviembre, fuimos juntos a la posada de la secu y en vacaciones de Navidad nos hacíamos videollamadas todos los días. Félix no sólo era guapo, también muy listo y jugaba muy bien al fútbol.

Yo me sentía un poco fea para él, pero cuando se lo decía se portaba súper lindo y me calmaba diciendo que no se había fijado en mí por mi ropa ni por mis dientes chuequitos sino por mi cuerpo, que le gustaba mucho y que presumía con sus amigos lo rico que se sentía tomarme de la cintura y sentir mi pecho contra el suyo cuando nos abrazábamos, que yo no era como las otras niñas de la secu, que yo ya era una mujer y por eso me quería, que yo era su mujer.

Un día estábamos platicando por Face y nos empezamos a mandar fotos haciendo caras y poses chistosas, por semanas mandarnos fotos así fue nuestro juego favorito, a veces las publicábamos y todos los de la secu le daban like, hasta que ya no sabíamos que más poses hacer y se me ocurrió mandarle una imitando a Harley Quinn, le gustó mucho, me dijo que me veía más mujer, muy sexy y que estaba orgulloso de ser mi novio. Por primera vez me dijo: “Te amo” en lugar de “Te quiero”, me emocioné mucho y ese día cambiamos las fotos graciosas por las fotos sexys, pero con la promesa de no enseñárselas a nadie.

Me gustaba mucho el cuerpo de Félix y a él le gustaba el mío, tanto que llevamos el juego a la realidad. Nos tocábamos por encima de la ropa, nos besábamos y nos mandábamos fotos cada vez más desnudos.

Todo entre nosotros era tan bonito que nos juramos seguir siendo novios en la Prepa. Todo era perfecto, hasta que un día Félix me tocó de más, yo me asusté, me quedé helada y sólo pude decirle que no, que así no, pero no me hizo caso. Me metió la mano por debajo de la ropa interior y su dedo me lastimó horrible. Me asusté, lloré mucho, le dije que ya no quería ser su novia y corrí a mi casa, a mi lugar seguro, a abrazar a mi mamá.

Me sentía tan mal que le conté cada detalle a mi mamá, pero no reaccionó como yo había imaginado, me pegó, me dijo que era una puta y cuando llegó mi papá le contó todo. Mi papá me arrastró de las greñas por toda la casa, me pateó, me sacó la sangre de la boca y me dejó el fajo marcado en las piernas, lo más feo fue cuando me gritó: “Eres una pinche puta, ya no vales nada”.

Pasé algunos días sin ir a la escuela, yo quería ir y abrazarme de Miss Lulú hasta que ya no me doliera el corazón, pero la ultima vez que llegué golpeada, porque no le quise calentar las tortillas a mi hermano, la directora amenazó a mis papás con denunciarlos, así que cuando por fin pude ir, no pude abrazarme de Miss Lulú ni contarle nada.

No sé cómo hacía, quizá, era bruja, pero ese día cuando me despedí de ella me dijo que yo era muy importante para ella y estaba siempre para mí.

Pasaron un par de meses, extrañaba mucho platicar con Félix por las tardes, pero también me sentía muy enojada con él, así que no le hablaba y aunque me rogaba no acepté platicar con él a solas. Félix cada vez estaba más enojado, hasta me amenazó con contar lo que había pasado, pero no le creí, no pensé que fuera capaz de contar nada.

Tampoco lo podía creer cuando vi mis fotos publicadas en su Face y mucho menos cuando todos mis compañeros se pusieron de su parte y me empezaron a mandar mensajes horribles diciéndome puta y aconsejándome que me suicidara.

Ahora todos lo sabían, incluso, Miss Lulú, ahora ya podía pedirle que me abrazara y llorar mucho en sus brazos, pero no volví a la escuela.

La paliza que me dio mi papá al enterarse de las fotos me duró tanto que no pude ir ni a mi graduación, igual no tenía ganas de hacerlo, “una escuela como esa no es lugar para las putas como tú”, me dijo la mamá de Félix cuando le escribí para pedirle que hiciera que su hijo borrara mis fotos.

Pase la prepa callada, no hice amigas, me daba miedo que alguien de la secu me viera con ellas y les contara. Pensaba mucho en Miss Lulú, la necesitaba tanto que empecé a buscarla en los libros de psicología que la veía leer en la secu. Me enamoré de la psicología y decidí que, como Miss Lulú, yo quería ser un refugio seguro para las niñas tristes como yo.

La maestra Claudia es feminista y no tiene miedo de decirlo, me recuerda tanto a Miss Lulú que hasta creo que ella también lo era. Cada que hay una fecha importante para las mujeres, la maestra Claudia organiza un evento y pega letreros por toda la facultad, incluso, el 25 de noviembre, el día que mi pesadilla comenzó.

Odio ese día, siento vergüenza desde que comienza y para el medio día ya me duelen la panza y la cabeza de tanto recordar lo que pasó con Félix. Increíble que tanto tiempo después me siga afectando tanto que si cierro los ojos aún recuerdo a mis papás gritándome puta.

Lo dicho, la maestra Claudia es bien parecida a Miss Lulú, me da tanta paz escucharla que me sorprende el sobresalto que me causa su voz diciendo: “Ninguna mujer es puta por disfrutar de su sexualidad”, decir ninguna nos incluye a todas, incluso a mí, pero no me atreví a preguntarle.

Pasaron muchas cosas y muchos días antes de que me atreviera a platicarle a la maestra Claudia lo que pasó con Félix, pasaron muchos años antes de que yo supiera que no soy una puta, que las mamás no deben tenerle miedo a los papás ni las hermanas ser las sirvientas de los hermanos.

Pasaron muchos años antes de saber que no fue romántico que mi abuelo se robara y embarazara a mi abuela para convencerla de casarse con él, que el divorcio de mi tía Pilar no significa un fracaso y que cuando mi tío Pedro corrió de la casa a mi prima Maru porque se embarazó no fue un acto de honor.

Tengo 19 años y siempre pensé que el beso que me dio Edgar cuando yo tenía cuatro años y él 13 había sido un juego de niños, como me dijo su mamá cuando lo acusé de apretarme contra el piso y besarme a la fuerza. Tengo 19 años y no soy ninguna puta, jamás lo fui, ni lo seré.

Esta historia no es real, pero sí está inspirada en las narraciones de niñas y jóvenes a quienes admiro y respeto, en el trabajo de profesoras feministas que significan siempre un lugar seguro para sus alumnas y sobre todo en el deseo de que llegue el día en que la violencia machista no sea normal ni cotidiana.

En el marco de la aprobación de la Ley Olimpia en Jalisco, la toma de la CNDH por madres de niñas y jóvenes víctimas de violencia machista y la sororidad que acuerpó a cientos de mexicanas en la AntiGrita, cabe declarar que en MAROMA creemos que la lucha por la dignidad de la niñez y la juventud debe ser feminista porque, en palabras de algunes de mis compañeres:

“Porque desde mi experiencia docente y de acompañamiento de infancias y adolescencias no he encontrado otro enfoque que garantice derechos para las y los jóvenes, niñas y niños, que sea respetuoso, siempre en replanteamiento y con alcance social”, Miss Lulú.

Para mí, no hay otra forma de hacerlo. Aunque el feminismo puede no ser la única forma de estar en la lucha por la niñez, sí es indispensable que se le observe desde este enfoque. Por la híper vulnerabilidad que viven las niñas, por las violencias de género que se experimentan desde temprana edad, pero también por el abrazo y cobijo que da el feminismo a las que decidimos acompañar en esta lucha”, Mayra.

“Porque el feminismo propone otras formas de acercamiento, escucha y límites desde otros fundamentos, mucho más responsables y “amorosos”, porque el cuidado viene desde unas ganas de salir adelante y la importancia y propósito de que la niñez no repita los patrones patriarcales que tanto dañan y reprimen”, Karina, mamá de Adela.

“Considero, como hombre, la lucha feminista es aspiracional, por el eje trasversal que mantiene: político, teórico y práctico. Y la lucha que mantiene a las diferentes mujeres y las resonancias que tiene en otros agentes sociales”, Sergio.

¡Vivan las mujeres!

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Maroma es un observatorio de la niñez y la juventud. Somos un grupo interdisciplinario de personas involucradas en los sectores académicos, comunitarios, públicos y privados con fines de gestión y bienestar para la niñez y juventud que busca incidir en políticas públicas y movimientos sociales con un enfoque de innovación social.

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