Dentro de la agenda de cambios que se han suscitado gracias a la intervención y transformación social feminista, se encuentra la preocupación por ponderar a la infancia; un sector históricamente vulnerado y oprimido en el sistema patriarcal.
Es por ello, que el pasado 31 de agosto, la colectiva Tallercitas Feministas intervino de manera virtual con un conversatorio para hacer visible en la agenda mediática la importancia de la perspectiva feminista en la educación durante la infancia y la juventud.
Mag Mantilla socióloga feminista e integrante de las Tallercitas Feministas fue la encargada de moderar este conversatorio, mientras que, Lilian Ruiz Enciso pedagoga feminista junto con Aitana y Diego de 10 años acompañados por sus madres, compartieron las experiencias y saberes que han adquirido en este camino por una educación con perspectiva feminista.
Por Sofía Ávila/@SofiaCaravi
Quienes participaron coincidieron en que dentro de las aulas se llevan a cabo actividades represivas que no permiten que los niños y niñas se desenvuelvan en su totalidad, por lo que, la perspectiva feminista en la educación es necesaria para sensibilizar y concientizar sobre la jerarquía de género que existe y se fomenta desde la infancia:
“Hay una jerarquía de género que existe y sí se da en las aulas, muchas veces quienes llevamos la práctica docente fomentamos esa jerarquía, pero nos cuesta mucho trabajo darnos cuenta de eso” comentó Lilian.
Sin embargo, señalaron que, mediante el juego y la enseñanza, los y las docentes pueden ser partícipes activos para fomentar un cambio:
“Hacer una intervención pedagógica al realizar actividades para ambos sexos, que sean juegos que al final involucren a niños y niñas y que se fomente el respeto”,
Y es que, advirtieron que dentro de las escuelas se fomentan como parte de la misma estructura los roles y estereotipos de género. De esta manera, desde la infancia y las aulas se refuerza la idea de que: “las canchas de juego son exclusivas para los niños que practican futbol”, “el azul es un color para los varones”, que las prendas como pantalón y falda tienen género y que “los niños no deben mostrar sus sentimientos porque esa no es una conducta de hombres”.
En el caso de las niñas, se les exige que deben ser femeninas, calladas, bonitas y, en su caso, si bien se les permite mostrar sus sentimientos, no reciben el mismo apoyo al opinar en temas importantes porque esa es responsabilidad de los varones.
Asimismo, explicaron que, desde la infancia y dentro de la estructura de las escuelas se aprende que el espacio público (las canchas y el patio) les pertenecen a los niños; mientras que, a las niñas se les relega a un espacio privado, fomentando así la adopción de conductas y roles que son parte de esta construcción social patriarcal.
Aunado a ello, señalaron que los estereotipos de género comienzan a hacerse presentes durante esta primera etapa, como refiere Aitana de 10 años, quien participó en el conversatorio virtual compartiendo su experiencia como estudiante de primaria:
“A mí en la escuela me han enseñado que el azul es para los niños y el rosa y el morado es para las niñas y si a un niño le gusta el rosa se va a convertir en gay, la verdad a mí se me hace muy tonto porque para mí los colores son mixtos y nada tiene que ver con el género y más que nada los maestros están para enseñarte cosas correctas y pues te están enseñando ahí desde la escuela machismo”.
Mientras tanto, Diego de 10 años expresó su compromiso y apoyo hacia el feminismo. Él, aunque es muy joven comprende que ésta no es su lucha y como su mamá se lo enseñó, no se puede autodenominar feminista; sin embargo, sabe que su papel como hombre consiste en apoyar desde su trinchera y deconstruir todas aquellas nociones patriarcales que siguen reproduciéndose a su alrededor.
Si bien, en las escuelas es necesario un cambio advirtieron las expertas, también el acompañamiento de los padres y madres de familia es primordial para lograr una trasformación social feminista.
Por su parte, las madres de Diego y Aitana expresaron que para ellas significó un trabajo de deconstrucción que las llevó a alejarse de múltiples personas, diferir en opiniones e, incluso, con la propia familia y personas cercanas a ellas. Sin embargo, se sienten seguras y orgullosas con la educación que le están dando a sus hijos e hijas, los cambios que ven en ellas y en ellos, así como la madurez con la que pelean por un cambio social.
Las exigencias del contexto actual demandan una forma de enseñanza diferente, pues ahora, estas nuevas generaciones empiezan a despertar sus inquietudes y como Aitana y Diego, hay quienes exigen una enseñanza horizontal y feminista, libre de estereotipos de género.