Columna Maroma
Por Jhoanna Manríquez, integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Un sábado, hace dos años cuando aún se podía recorrer la ciudad con libertad, saliendo de trabajar quise ir a Chapu a caminar entre la gente con mi chiquillo.
Antes de eso entré a la librería del Fondo de Cultura Económica, no pude evitar sentir melancolía recordando mis días en el Sótano Librería, pues aunque yo estaba trabajando en la cafetería era imposible no involucrarme con los libros.
Recordé cómo me gustan los libros pequeñitos con pastas bonitas, el olor tan peculiar… Después fui al área infantil, buscaba un libro sobre el universo para él, pero no había alguno para su edad, así que busqué otro para practicar lectura y me topé con el libro con el que empecé a trabajar lectura de comprensión con Arnulfo, el adolescente más carismático, empático y sociable, diagnosticado con asperger y con el que aprendí tanto en el tiempo que fuí su monitora; así que no dude en comprarlo…
Curioseando me topé con la Enciclopedia de Malos Alumnos y rebeldes que llegaron a genios, me encantó. Tengo tiempo trabajando con niños etiquetados, niños que “no saben hacer nada”, niños a los que se les exige ser más que niños entre otros casos curiosos... Obviamente me llevé ese libro también.
Este libro trata sobre los personajes que son reconocidos en la historia por grandes descubrimientos, por ser excelentes estrategas, por innovar en la educación, en física o en otras áreas de la biología.
Siempre nos presentan a estos personajes importantes, geniales, como estatuas solemnes, rostros llenos de sabiduría y certezas; sin embargo, en la escuela habían sido declarados mediocres, ineptos, condenados al fracaso.
Me parece que esas historias pueden inspirar a muchos y dar esperanzas a otros, puede que haya un geniecillo dentro de tu hijo o alumno y no te has dado cuenta.
No tiene nada de malo si tiene siete y aún confunde la “a” con la “e”… Si se le olvida que es un verbo o si no sabe quebrados, principalmente, ahora que hemos llevado la escuela en casa; es importante tomar en cuenta que la sala no es el salón de clases y que los padres no serán maestros, y que en muchos de los casos hay más de un niño en casa que necesita la computadora, incluso, los padres para trabajar a la distancia.
Acompañar a los niños, respetar sus tiempos, escuchar su sentir en esta cuarentena que parece no terminar, puede ayudar tanto a su desarrollo como a mejorar y reforzar la relación que se tiene con los niños.
En algún momento puede que te sorprenda siendo bailarín, físico, escritor, pintor o nada en especial, pero es tu hijo o tu alumno y la manera en cómo lo trates será clave en su vida.
Columna Maroma
Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
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