Columna AMEDI Jalisco
Por Israel Tonatiuh Lay Arellano /@TonatiuhLay
AMEDI Jalisco / @AmediJalisco
Hace varias semanas publicamos en este mismo sitio una reflexión sobre las primeras respuestas educativas a la pandemia de Covid-19, argumentando las ventajas de la educación virtual, siempre y cuando se llevaran a cabo determinadas acciones conjuntas, en el sentido en que no sólo se “digitalizaran” las tareas, sino que existiera un verdadero diseño instruccional con claras competencias ciberculturales. A cuatro meses del inicio de estas medidas, observamos que no sólo la educación, sino otras labores y actividades cotidianas también optaron por la virtualización, con resultados en diversos niveles, los cuales describiremos a continuación.
En el ámbito educativo, lo primero que ha quedado claro es que en un ambiente virtual de aprendizaje, el estudiante debe tener una mayor autogestión hacia el conocimiento, en donde el profesor funge como un asesor o acompañante en tal proceso, para que así las plataformas electrónicas y los programas se convierten en un medio del cual se apropian, utilizándolos más allá de una simple herramienta. Este mismo enfoque debe ser aplicado a las muchas actividades laborales que se movieron al hogar, en el llamado Home Office, pero cuidando los derechos laborales, lo cual también es parte no sólo de la apropiación tecnológica, sino de la propia cibercultura.
Ante la virtualización de estas dos grandes líneas, algunas voces detractoras no tardaron en señalar que habrían niñas, niños, jóvenes y empleados sin acceso a la tecnología o al Internet; sin embargo, no ha sido la digitalización la culpable, de hecho, esas personas han sido excluidas de la escuela y de los ámbitos laborales desde hace tiempo y, paradógicamente, la virtualización podría incluirlos, a través de la apropiación tecnológica.
Una muestra de ello es lo que han logrado comunidades de Chiapas, Oaxaca y Quintana Roo en materia de telecomunicaciones comuntarias, que al estar excluidos de los servicios básicos de Internet, se organizaron para crear sus propios sistemas, con el claro objetivo del desarrollo de su comunidad en los aspectos de comercio y de educación, pues era más caro salir al cibercafé del pueblo más cercano para consultar los pedidos de las cooperativas locales o las tareas de los estudiantes.
Aunado al teletrabajo, el comercio electrónico pareció verse favorecido y aumentaron las transacciones más por necesidad que por convencimiento; sin embargo, estamos seguros que más de algún ciudadano comprobó que las compras a través de internet si ofrecen ventajas sobre las compras en las tiendas físicas, y más en el contexto de la cuarentena. La opción de supervivencia de muchas pequeñas empresas, sobre todo de las dedicadas a los alimentos, fue la habilitación de la entrega a domicilio de sus productos.
En cuanto al uso de las plataformas para vídeo conferencias o trabajo colaborativo como lo son Zoom, Skype, Teams o BlueJeans, entre otras, fueron apropiadas para realizar actividades fuera del ámbito educativo y laboral, desde un divorcio llevado a cabo por Zoom en Chile, hasta festejos de cumpleaños y celebraciones.
En cuanto a otro tipo de actividades de ocio, hasta el torneo nacional de fútbol se volcó a la virtualización con la creación de la llamada eLIGA MX, jugada a través del videojuego FIFA 20, y transmitida y narrada en las propias televisoras, y de cuyo torneo salió campeón el Club León, tras “derrotar” al América por 1-0 en la final jugada el domingo 14 de junio.
Así mismo, la contingencia contribuyó a despejar algunas dudas sobre el llamado ciberactivismo, criticado por muchos actores que lo habían definido como un activismo banal de cliqueo, diluyendo el verdadero sentido de una protesta social, aunque podemos afirmar a favor del ciberactivismo que muchas de las peticiones iniciadas en plataformas como Change.org o Avaaz, cumplieron su objetivo, sea por la presión mediática o porque estas peticiones lograron convencer.
De cualquier manera, lo que se logró disipar es que los ciudadanos distinguen entre este activismo de cliqueo y la necesidad de salir a las calles a una protesta de mayor relevancia. Este es el caso del llamado que hizo el cineasta Guillermo del Toro, tras conocerse la reprobable acción de la Policía Municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos (Jalisco), cuyo arresto a una persona que no portaba cubrebocas terminó en su asesinato. Esta situación había ocurrido a principios del mes de mayo; sin embargo, en el lapso de un mes, no había habido avances en la investigación y los involucrados gozaban de impunidad.
Pero con el crecimiento del uso de la tecnología, y sobre todo de la comunicación a través de las plataformas de redes sociales virtuales, también se han multiplicado las llamadas Fake News, estas noticias falsas sobre diversos hechos, que van desde los comentarios falsos sobre situaciones de los famosos de la farándula, hasta otros que han causado desinformación, como el señalamiento de que las Antenas de telefonía celular 5G contribuyen a la expansión del Covid-19, como aquellas en donde en algunas comunidades rurales se ha acusado a médicos de “contagiar” a los pobladores con ese virus, ocasionando hechos lamentables contra los especialistas de la salud.
Lo anterios muestra que para que la virtualización de estas acciones y labores tenga éxito, se requiere de una alfabetización mediática que, como hemos dicho, no sólo es el adiestramiento en el uso de los dispositivos, plataformas y herramientas, sino en el manejo adecuado tanto de la información como de la comunicación, tan necesario para lograr verdaderas competencias ciberculturales.
Así mismo, se deberá tener en cuenta que para la nueva “normalidad”, la virtualización de diversas partes de la cotidianidad, deberá no sólo de continuar, sino de desarrollarse y expandirse, como un beneficio más de la contemporaneidad. Si bien, tampoco será la solución virtualizar todos los aspectos de la vida, sí surgirá la necesidad de modalidades mixtan en varios de ellos, principalmente la educación.