A partir de la contingencia sanitaria por COVID-19 se agudizó la crisis de empleo y de las tareas de cuidados que impactan directamente la brecha salarial que genera la desigualdad de género.
Al mismo tiempo, ha incrementado la crisis económica, social y humanitaria, así lo evidenció el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir a través del seminario “Trabajo y desigualdades de género en el contexto COVID-19”; en cual, además de generarse espacios para la reflexión colectiva, se buscó la discusión de propuestas frente a la crisis laboral de género que se vive en México y que se han acrecentado con el inicio de la pandemia, particularmente en contra de niñas y mujeres.
Por Mariana Parra/ @MarianaParraMa1
Las mujeres y las niñas son las que se encargan principalmente de cubrir los cuidados del hogar: preparan los alimentos, limpian la casa, dan apoyo físico y emocional, se encargan de la educación y transmisión de conocimientos, cuidan a otras niñas y niños, así como a las y los adultos mayores y personas con alguna discapacidad que se encuentran en casa.
A la semana, las mujeres y niñas dedican alrededor de 27 horas más que los hombres a trabajos doméstico y de cuidado, sin recibir ningún tipo de remuneración, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2014.
Hecho que impacta directamente la brecha salarial que experimentan, pues se calcula que, ganan 35% menos que los varones desarrollando estas y otras tareas, así lo señaló el Instituto De Liderazgo Simone de Beauvoir.
Trabajo de cuidados en Mexico y crisis desorganización durante covid•
“A partir de esto podemos empezar a señalar que no hay una repartición justa y que se empieza a generar un detrimento (deterioro, daño o perjuicio) en las condiciones y en el desarrollo personal de mujeres y niñas” advirtió Indra Rubio, Coordinadora en el Programa de Género Idesma en el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
Con el inicio de la pandemia incrementó el tiempo que dedican las mujeres a las labores del hogar. Por un lado, está el caso de las que son madres, quienes supervisan y apoyan a las niñas y los niños de educación básica con sus estudios que han pasado a modalidad en línea; mientras tanto, por otro lado, están las que cubren sus horas laborales desde casa a través de home office (Oficina en casa), sin olvidar que al mismo tiempo, en la mayoría de los casos, ambas cumplen con el papel de amas de casa.
“El cuidado debe de ser un derecho a nivel general . Se necesitan respuesta específicas con perspectiva de género para solventar esta crisis” finalizó Indra.
Pobreza de tiempo,
perspectivas para tiempos de crisis
La pobreza en tiempos de crisis tiende a aumentar, en algunos casos se pierde el ingreso familiar. El 42% de la población mexicana está en situación de pobreza, mientras que, el 22% se encuentra dentro de la población “no pobre y no vulnerable”, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2018.
Desde el modelo microeconómico y capitalista, se plantea al hogar “ideal” como: la familia donde papá, mamá e hijos son asalariados, por lo tanto, producen y consumen. Sin embargo, no siempre se cumple con esta utopía, ya que durante la crianza de los más jóvenes o infantes, sólo una parte de la familia produce ingresos: mamá y/o papá, por lo que, “es casi inevitable la intervención de la fuerza de trabajo en el ámbito familiar” señaló Araceli Damián, Directora General del Consejo de Evaluación del Desarrollo social.
“Se considera que 48 horas es el tiempo mínimo de trabajo a la semana y para los que también se dedican al trabajo doméstico es fundamental el tiempo libre”, mencionó la Directora. Por lo tanto, el tiempo es una variable necesaria para medir el bienestar, así como el ingreso, considerando un lapso de trabajo extradoméstico la limpieza o el aseo:
“También se tiene que tomar en cuenta que las personas necesitan tiempo libre para descansar, educarse y realizar diversas actividades” agregó Araceli.
En el análisis de las condiciones de bienestar de cada familia, se observan los ingresos que reciben y la disponibilidad/recurso de tiempo -dependiendo del caso familiar-, ya que estos varían según los integrantes y el apoyo que brinde cada uno.
A continuación, estas son las variables que se utilizan para medir la pobreza, de acuerdo con lo señalado:
- Horas a la semana de trabajo remunerado.
- Requerimiento de jornadas de trabajo doméstico.
- Personas disponibles para trabajo doméstico y extradoméstico (12- 79 años)
- Personas excluidas para el trabajo: estudiantes, adultos mayores de 80, personas con alguna discapacidad, menores de 12 años.
Mónica Orozco, consultora de ONU Mujeres, señaló que en el tema de cuidados y desigualdades socioeconómicas, uno de los puntos importantes para analizar son las prestaciones de guardería que ofrece el Seguro Social; en estos casos, la mujeres que están en condiciones de pobreza tiene tan sólo 2.3% de acceso, mientras que, en el otro extremo, las mujeres reciben prestaciones de alrededor de 35%.
“No tenemos una herramienta de política en la desigualdad social que nos permita redistribuir los recursos”, comentó Mónica Orozco.
Hasta antes de la crisis se registró que sólo el 43% de las mujeres trabajan a cambio de un ingreso dentro del mercado laboral formal, respecto al 75% que representa los hombres remunerados o asalariados.
Dichas estadísticas evidencian los siguientes escenarios:
–Menos ingresos para las mujeres y sus familias.
-Más trabajo no remunerado y de cuidados en el hogar.
-La falla estructural del sistema de protección social para las mujeres más vulnerables.
“La crisis no se ha acabado, ni se va a acabar pronto, hay que seguir tratando de conciliar estas cosas” concluyó Mónica.
Mercado laboral género y Covid 19
A partir del 30 de marzo de 2020 se suspendieron las actividades determinadas como no esenciales, cuando se declaró a México en estado de emergencia sanitaria por el virus SARS-CoV2 (COVID-19). Posterior a ello, la Secretaría de Salud determinó las acciones necesarias para atender la emergencia y se definieron como vitales los trabajos que atienden la emergencia sanitaria, según indica el Diario oficial de la Federación.
Dentro de estas actividades esenciales que no pararon, están las que involucran la seguridad pública y protección ciudadana, también las del sector fundamental para la economía como: la producción agrícola, pesquera, agropecuaria, entre otras tantas. Al mismo tiempo, se encuentran las labores relacionadas con programas del Gobierno y, por último, las necesarias para los servicios indispensables como: agua potable, energía eléctrica y gas.
Sin embargo, a principios de 2020 se documentó que el 43% de las mujeres y el 47.4% de los hombres en México trabajan en actividades esenciales, de los cuales: sólo el 30% de la población que labora en estas áreas tiene acceso a la salud, con ingresos de 49.5 pesos por hora (en el caso de los que generan bajas ganancias).
Por otro lado, la exposición a riesgos de salud en el empleo es mayor para las trabajadoras que no entran en dichas actividades, con el 16.5% estas labores indica “alto riesgo” y con el 4.3% “muy alto riesgo”, señala Edith Pacheco de la Red Temática de Trabajo y Condiciones Laborales y la Red de Cuidados en México, en su participación.
Las condiciones de trabajo en el contexto de la pandemia se vieron afectadas para todos aquellos y aquellas que no laboran dentro del área formal, ya que no generan ingresos fijos. En estos casos, la informalidad laboral rebasa a más de la mitad de la población en México con el 56.3%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Agosto de 2019.
“No vamos a volver a los mismos niveles de empleo” añadió Edith Pacheco, haciendo una breve reflexión sobre el regreso a la nueva “normalidad”.
La justicia de género desde la perspectiva fiscal
México es una país marcado por las extremas desigualdades, entre la población se encuentran desde las personas más pobres del mundo y con más vulnerabilidades, hasta las más ricas y con más privilegios, “así conviven las extremas desigualdades” señalaron los participantes.
“La Justicia fiscal es para nivelar el campo de juego al promover la igualdad de oportunidades y capacidades”, afirmó por su parte Carlos Brown, socio fundador del Instituto del Sur Global.
Dentro de las variables presentes en la desigualdad de género se encuentran: las oportunidades de formación y educación, el empleo del ascenso laboral y tipo de ocupación, la propiedad de la tierra y vivienda, y la división del trabajo, “a esto le solemos llamar la desigualdad económica de género” explicó Carlos.
En vivienda: 35 de cada 100 módulos son de mujeres, contra un 62% que le pertenece a hombres y el resto es propiedad compartida o desconocida.
En ejidos: de cada 10 personas con derechos sobre la tierra ni siquiera 3 son mujeres, además de que la decisión sobre esas tierras es dada por hombres
En la participación laboral: una mujer tiene que trabajar 5 días más al mes para ganar el mismo ingreso que un hombre en promedio.
En autonomía económica: las mujeres dependen más de los ingresos de cuentas indirectas, uno de cada 3 pesos vienen por transferencia monetaria, ya sea del Gobierno, familias en el extranjero, entre otros.
Dentro del área de la informalidad laboral, las mujeres cubren mayormente el trabajo doméstico, el no remunerado y el independiente, mientras que, los hombres, se posicionan más en áreas dentro del mercado laboral formal, aun así, las mujeres trabajan más horas, explicaron las y los ponentes.
En ese sentido, el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 23.5% del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano, en 2018.
Si bien, a través de los bienes y servicios públicos se nivela la “mesa de la desigualdad de género” en México “esta es una agenda que ha estado muy descuidada”, resaltó Carlos; por lo que, “invertir en bienes y servicios públicos es una forma de construir un nuevo contrato social fiscal, donde además buscamos que las personas inviertan en lo público”, expresó.
Las desigualdades (económicas, territoriales, raciales, de género, intergeneracionales, entre muchas otras) se cruzan e interactúan entre ellas, generan un impedimento para que las personas puedan ejercer sus derechos, por lo que, es importante la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana, afirmó Carlos Brown y añadió “la construcción de lo público no puede ser sin democracia”. Se trata de una visión de las finanzas públicas donde se pone en el centro a las personas.
El Estado Mexicano tiene una responsabilidad en la reducción de las brechas salariales y la desigualdad de género, también debe impulsar los presupuestos sensibles, “el dinero público para la inclusión de las mujeres en la economía es una inversión, no un gasto” expresó finalmente Carlos Brown su intervención.
¿Qué vamos a hacer?
“Es la primera vez que nos encontramos en un momento en el que no nos habíamos imaginado, para poder sobrevivir, para mantenernos vivas literalmente tenemos que quedarnos en casa y no salir a trabajar. Esta historia sería otra si todos tuvieran el ingreso ciudadano universal” mencionó Araceli.
La crisis que afecta a la población lleva a seguir promoviendo la iniciativa del ingreso ciudadano universal que ha sido impulsado en la Cámara de Diputados dándole un enfoque a la automatización y a la falta de producción de empleos suficientes; esto se hace con el fin de que las personas puedan sobrevivir ante la crisis de los sistemas de seguridad social y del envejecimiento.
Desde el inicio de la contingencia ha quedado en evidencia la necesidad de mejorar las políticas públicas para igualdad y la vida libre de violencia para las mujeres, pues hasta ahora no existe una concientización desde el Estado para modificar los patrones de comportamiento del individuo, señaló Araceli.
Al respecto, precisa que desde el inicio de la campaña “Quédate en casa”, tuvo que haberse incluido la frase “Quédate en casa y ayuda a las labores domésticas”, ya que, explica que no es solamente responsabilidad de las mujeres y la violencia es todo el conjunto de abusos que existe dentro del hogar.
También, señaló que se tiene que seguir trabajando porque mejoren las condiciones de los grupos más vulnerables y aquellos que enfrentan estas desigualdades de género con la brecha salarial “está clarísimo en esta crisis que no se necesitan tantas horas de trabajo”, afirmó Araceli, quien además considera importante reducir el tiempo laboral y garantizar un lugar en donde las ciudadanas y los ciudadanos puedan acudir por un plato de comida.
¿Qué tipo de economía feminista necesitamos?
“Se necesita una economía trascendental feminista que tenga como objetivo el que las mujeres participen en igualdad de condiciones con respecto a los varones en el sistema económico” señaló Natalia Flores Garrido, investigadora asociada al centro para el avance del antirracismo y la democracia en la Universidad Nelson Mandela, quien también tiene una maestría en ciencias sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en México.
“La ausencia de ciertos temas en la economía feminista y el imposición de otros, ha tenido consecuencias sobre las posibilidades y las demandas que somos capaces de crear” comentó Natalia.
Una economía feminista dicotómica que piensa en diagonal para hombres y mujeres, es incapaz de incluir las diferencias de género, raza, orientación sexual, clase, entre otras. Además de ser antipatriarcal, también tiene que serantirracista y anticapitalista.
Por ello, luego de la crisis que se detonó con la contingencia sanitaria por Covid-19, estas organizaciones, personas defensoras y académicas, consideran que es posible pensar en horizontes distintos de organización que tomen en cuenta la dimensión de género para fortalecer la respuesta, prevención y moderación de estos escenarios adversos.