Por Andrés Barrios / @huampoyotl
Master en Innovación y apasionado de los futuros | Emprendedor @GeneraWeb y @antojosDeEmma
| Colaborando en @TomalaMX y @NtroPresupuesto
Ilutración de Raquel Barrios (www.raquelbarrios.art).
Estamos a más de 100 días desde que comenzamos con el confinamiento por el COVID-19 en México y durante este tiempo hemos visto un despliegue de foros virtuales, webinars, lives, etc., que nos han saturado la agenda virtual y que nos han puesto a ver más de una pantalla simultáneamente en alguna ocasión.
Dentro de esta urgencia por estar presente desde la distancia poco hemos reflexionado sobre cómo es que vamos a organizarnos, trabajar y participar en los asuntos públicos desde esta #NuevaNormalidad, y muy por el contrario el poco tiempo que tendríamos para pensarlo lo hemos gastado en consumir contenidos que se generan, multiplican y abonan cada hora.
Necesitamos sentarnos a pensar cómo diseñaremos los espacios de participación para el futuro, de manera que todo el tiempo y esfuerzo que estamos invirtiendo logre provocar las transformaciones sistémicas que desde nuestras distintas agendas buscamos. Esta es un primer esbozo de principios de diseño participativos digitales que propongo tener presentes en todo momento que configuremos esfuerzos y espacios de participación desde la distancia.
1. Participación asincrónica
No poder reunirnos físicamente nos ha llevado a una migración forzada a digital, donde por instinto hemos tratado de reproducir los formatos de trabajo presencial a través de Zoom o Google Meet (o Microsoft Teams para los más desafortunados) creando un desgaste mental para todas y todos.
Digitalizar la experiencia no debe significar reproducir formatos, sino repensarlos. Una de la grandes ventajas que ganamos a través de los formatos digitales en línea es la asincronía: La participación ya no tiene que suceder en un horario definido ni de manera simultánea, debemos de crear espacios donde cada quién pueda conectarse (y desconectarse) en el momento que mejor le convenga: cuando pueda aportar más, cuando su mente esté conectada, cuando su cuerpo no lo distraiga, cuando su entorno sea el adecuado.
Vernos las caras es importante, pero no es necesario para optimizar nuestros espacios de participación.
2. Más inteligencia colectiva, menos audiencia
Los espacios de participación que diseñemos tienen que cumplir precisamente con el objetivo de que las personas participen: consumir contenidos no significa participar.
Todas y todos desde nuestra experiencia tenemos un nivel de aporte hacia los temas que se discuten normalmente por paneles de expertos que no representan la cotidianidad con la que se vive la problemática o, que al ser un grupo reducido y con empatías comunes, carecen de diversidad de perspectivas desde las que implica entender cierta temática dentro de un sistema complejo.
Demos espacio a todas las voces, generemos comunidades de inteligencia que permitan materializar las provocaciones que se quedan en palabras, quitemos el micrófono a quienes normalmente lo tienen para retar al estatus quo, construyamos una opinión que sea realmente pública.
3. Bajar las barreras de entrada
El lenguaje complejo, la falta de conocimiento y/o círculos de amiguismos son razones comunes que impiden a muchas personas sumarse hacia agendas en las que les gustaría aportar.
Si pretendemos abrir espacios tenemos que darles herramientas a las personas para que puedan participar:
- Hablar en un lenguaje sencillo que pueda ser entendido por personas que no están inmersos en las complejidades de las problemáticas, no se trata de apantallar con términos técnicos o rebuscados, se trata de que las personas se apropien del tema.
- Capacitaciones que permitan a las personas poco a poco ir aprendiendo y entendiendo el conocimiento que se ha acumulado durante años de trabajo. Si no compartimos el conocimiento estamos condenados a que nuestras agendas mueran junto con quienes lo guardan.
- Espacios de confianza y empatía donde las personas puedan aportar sin sentirse juzgados ni violentados, en el que las ideas de toda y todos importen para construir de manera colectiva, y se pueda dar camino y seguimiento a la participación de cada uno.
4. No es para todos
Nuestra agenda no puede ser trascendental o de importancia para el 100% de las personas, no podemos pretender que migrar a digital va a atraer grandes cantidades de personas hacia nuestra propuesta, hay quienes incluso estarán en desacuerdo con nuestra propuesta, y eso está bien.
Mas aún, participar es un privilegio, pedir una participación amplia evidencia que no entendemos las profundas desigualdades que afectan a la mayor parte de la población. Para poder participar digitalmente es necesario tener de sobra tiempo, pensamiento, ánimos e interés, y además contar con dispositivos y conexión a internet. La población con estas características es muy reducida, por lo que los espacios nunca serán masivos y siempre serán para las y los privilegiados. Es importante tener esto en mente todo el tiempo.
5. Distintas personas, distintas formas de participar
No podemos pedir el mismo nivel de participación a todas las personas, cada quien tiene una capacidad de aporte distinta desde sus propias circunstancias y conocimientos. Los espacios que diseñemos deberán de tener en cuenta distintas formas de participar y con distintos niveles de compromiso.
Es importante que el aporte sea complementado a través de trabajo colaborativo, las y los participantes deberán de buscar aliados que les permitan trabajar en equipo y ser cómplices de la tarea que les toca ejecutar.
6. Objetivo claro y trascendente
Pedir y utilizar el tiempo de las personas debe de tener una razón trascendental hacia un objetivo. Generar audiencias sin tener trabajo conjunto hacia un objetivo claro, que sea más grande a las y los participantes y que perdure más allá de una sesión es desperdiciar el tiempo de personas que pueden aportar hacia el cambio que queremos lograr.
Que nuestro objetivo no sea ser escuchados por más personas, sino que sea sumar a más personas para en conjunto ser escuchados por quienes tienen el poder de activar los cambios.
7. Diversidad
Los espacios digitales permiten que cualquier persona con posibilidades pueda participar, esto permite integrar diversidad de pensamientos, voces, perspectivas y vivencias que desde los espacios presenciales es muy difícil de lograr, por eso es que cuando diseñemos mecanismos de participación debemos de tener como principio la diversidad de manera que todas las voces puedan encontrar un eco y espacio para desarrollarse, dialogar y aportar.
También se debe de cuidar dar herramientas para que personas con capacidades físicas diversas puedan participar, seleccionar herramientas que permitan lectura en pantalla, ayudas auditivas, textos en formatos más grandes que no limiten incluir a personas que tengan el interés genuino de aportar.
Rompamos las cámaras de eco y escuchemos las distintas voces que enriquecen nuestra lucha.
Si bien, los principios de diseño aquí expuestos se enfocan al espacio digital, es importante idear mecanismos amplios, incluyentes y seguros de participación para quienes la brecha digital deja de lado, ese será un reto enorme que tendremos que discutir tarde o temprano con las herramientas y entendimiento que la pandemia nos vaya dando.
La #NuevaNormalidad no está escrita, la tenemos que diseñar a través de ejecutar ciclos de crear propuesta, de probarlas, de escuchar y de volver a rediseñar, así podremos crear espacios de participación que rompan con las barreras y limitantes que el status quo establecido en la vida antes de la pandemia no nos permitía imaginar.
**
Este texto fue publicado originalmente en:
https://medium.com/@huampoyotl/participación-en-la-nuevanormalidad-cd28d6709a87