Columna Maroma
Por Michel Gutiérrez, integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Fotos: Mario Marlo /@MarioMarlo
La serie de eventos sociopolíticos derivados del asesinato del joven Giovanni López a manos de policías del municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos es la gota que derramó el vaso en Jalisco. Ese problema no es aislado, es el reflejo de situaciones presentadas contra muchos jóvenes año tras año en diversos municipios del estado.
Y el hartazgo por los abusos, injusticias e impunidad por parte de policías, judiciales y servidores públicos, logró que una parte de la sociedad se manifestara. Y en una ausencia total de estado de derecho, se suspendieron garantías individuales de manera brutal y cínica bajo el ojo público en tres días específicos.
La violencia generada por elementos de la policía municipal y estatal en diferentes puntos de la ciudad a raíz de las manifestaciones iniciadas el 4 de junio, ha generado una sensación de intranquilidad, algo nos ha sido arrebatado, lo cierto es que ha sido desde hace mucho tiempo, pero apenas es directo y visible para muchos.
La tarde noche del viernes 5 de junio surgieron los primeros actos de valentía y denuncia por parte de jóvenes quienes escribían en sus páginas o informaban a través de videos, el tipo de acciones perpetradas, ahora lo sabemos, por varios integrantes de la Fiscalía General del Estado.
¿Qué implicaciones van a tener las detenciones arbitrarias, amenazas, tortura y además vigilancia hacia los jóvenes en nuestro estado, por los eventos pasados en Guadalajara el 4, 5 y 6 de junio?
No alcanzamos a vislumbrarlos con seguridad. Con ese ataque autoritario y represor, el Estado parece querer mostrar a los jóvenes el nivel de sanción y consecuencia que habrá, si quieren ser apoyo y presencia en causas que exigen humanidad, solidaridad y justicia con el otro. Incluso sus acciones parecen pretender fragmentar toda posibilidad de construcción de un tejido social.
Pero justo en esto radica la importancia de no claudicar en esta vía para protección de todos.
El caso de Giovanni López, pese a haber ocurrido el 4 de mayo del presente año, y asesinado al día siguiente, fue callado por las amenazas de muerte a la familia de la víctima por las autoridades municipales. Se da a conocer el 3 de junio la completa impunidad en el manejo del caso y debido a las posteriores manifestaciones, dos días después el gobernador informa que tres policías han sido detenidos por el asesinato de Giovanni (aunque no nos ha sido informado como continua el proceso).
Las 28 personas detenidas arbitrariamente (muchos de ellos, por ir pasando cerca de los hechos) en la manifestación del jueves 04 de junio, fueron liberados un día después por la exigencia de las diversas manifestaciones en varios puntos de la ciudad el viernes 5 de junio.
Los más de 60 jóvenes (aunque se estima que fueron casi 100) detenidos arbitrariamente y con uso excesivo de la fuerza, el viernes 5 de junio a los alrededores de la Fiscalía General del Estado en sus instalaciones en calle 14, también fueron robados, torturados y amenazados; esto claro sin generar un previo registro/carpeta de investigación en dicha institución.
Al viralizarse los hechos a través de decenas de vídeos y fotografías que la sociedad compartía a través de las redes sociales para denunciar dichos delitos, todos los jóvenes fueron liberados varias horas después a las afueras de la ciudad.
Los seis jóvenes detenidos arbitrariamente en la manifestación del sábado 6 de junio y sin derecho a la defensa, con una carpeta de investigación no integrada, sin cumplir el plazo legal de 48 horas, sin presentar notificación alguna a su defensa y familiares y que aún así fueron trasladados al complejo penitenciario de Puente Grande, la noche del 8 de junio. Al viralizarse también la manifestación de los familiares y las graves violaciones a sus derechos, con el apoyo de la prensa, se liberaron tres días después.
Los tres jóvenes desaparecidos el 9 y 10 de junio en el municipio de Chapala, Griselda, Adán y Wenceslao por un grupo armado, caso también viralizado, fueron localizados con vida en ese mismo municipio seis días después junto a otras cinco personas privadas de su libertad, y curiosamente después de la manifestación por la mañana de cerca de 300 personas en el centro de Chapala.
No hay adecuados procedimientos con digno respeto a los derechos humanos, ni a las garantías individuales, en los cuales queda totalmente prohibido lastimar o torturar a una persona por parte de los policías, más allá de su culpabilidad.
No hay tal benevolencia por parte del gobernador, al “perdonar los delitos” de los jóvenes, porque en ningún momento sus instituciones se apegaron a la ley. Lo que sí hubo, fue una sociedad unida, informada y dedicada a exigir lo justo por el tiempo que fuera necesario.
La atención y presión ejercida primero virtualmente y después con manifestaciones físicas en las calles por el respeto y el derecho a la vida a través de la justicia y exigiendo un alto a los abusos de autoridad policiales, dejó en claro que ese tipo de caminos y acciones, son los que inquietan al sistema, de entrada, porque el ojo público a nivel internacional se centra en un análisis del proceder del Estado. Y vaya que debe de ser así, que debemos generar nosotros ese análisis.
Si el Estado es quién ataca a los jóvenes ¿Qué o quién los protegerá?
En estos últimos eventos, lo hizo la sociedad. Razón de peso para reflexionar el papel activo e importante que juega la sociedad unida ante los graves atropellos, asesinatos y desapariciones de jóvenes en Jalisco. Porque honestamente los “avances” que presenta el gobierno, no alcanzan para la gravedad de sus fallas.
La responsabilidad ya no puede recaer sólo en el gobierno, no podemos permitir que los antiguos silencios sigan posibilitando fuertes agravios, más aún porque los jóvenes están poniendo el cuerpo y su integridad en la lucha por generar los movimientos necesarios para lograr habitar los espacios urbanos, tener un gobierno efectivo que escuche atienda las verdaderas necesidades de la sociedad y lo más importante tener vidas dignas.
Columna de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
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