El aborto es un derecho humano de las mujeres garantizado por diversos ordenamientos jurídicos internacionales y nacionales; en México, además, es un servicio de salud legal que debe ser provisto por las instituciones públicas y gubernamentales.
Si bien, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que los servicios relacionados con la salud reproductiva de las mujeres (incluida la anticoncepción) tendrían que ser considerados esenciales y de alta prioridad durante la contingencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, las mujeres que no residen en los dos únicos estados del país donde el aborto es garantizado sin excepción causal y por elección voluntaria, han experimentado marginación, discriminación, desigualdad, criminalización e, incluso, riesgo de vida en la búsqueda del acceso a este derecho humano.
Diversas organizaciones de la sociedad civil a favor de los derechos humanos de las mujeres han manifestado que en Jalisco la contingencia sanitaria ha determinado los contextos en los que las mujeres han tenido que abortar y, con ello, ha maximizado la vulneración de sus derechos sexuales y reproductivos -de los que de por sí ya eran víctimas previo a la pandemia-. Desde tener que hacerlo en casa imposibilitadas de viajar a la Ciudad de México o a Oaxaca, tras la suspensión de los servicios de viaje terrestres y aéreos, hasta la demorada y negligente atención médica en los hospitales y el deficiente acceso a métodos anticonceptivos postaborto.
Además, aquellas colectivas que acompañan a quienes deciden voluntariamente interrumpir un embarazo, coinciden en que las solicitudes de ayuda para abortar en medio de la contingencia han aumentado; Mis amigas me Acompañan, iniciativa que ofrece apoyo sororo a mujeres en medio de estos procesos, señala que, aunado al incremento, la mayoría de estos casos han sido “atravesados por la pandemia”.
Marlene, joven de 20 años y abiertamente feminista, decidió abortar en casa acompañada de su novio, estuvo en tres hospitales distintos en un lapso de dos días, con diagnósticos que iban desde un embarazo “incipiente” o anembrionario, hasta uno ectópico y con problemas de compatibilidad consanguínea con el producto. La realidad es que Marlene había tenido problemas durante el proceso de aborto porque desconocía que su embarazo era ectópico, sin embargo, el personal médico que le atendió no consiguió advertirlo sin antes criminalizarla o, en su defecto, buscar “lo mejor” para sus siguientes embarazos, esto pese a que ella les habría insistido una y otra vez que en sus planes no estaba tener hijos y que quería salir del hospital con un método anticonceptivo.
Jamás pensó que esto le sucedería a ella.
En el marco del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, te compartimos su historia.
Por Dalia Souza / @DaliaSouzal
Foto portada: Christian Cantero / @ChristianChMalv.
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La interrupción del embarazo es un derecho humano de las mujeres que debe ser garantizado por las instituciones y gobiernos como un servicio de salud; su objetivo principal es evitar la afectación del bienestar físico, mental y social de la mujer y, con ello, impedir daños irreversibles en su historia de vida.
En México es reconocido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sin embargo, cada estado a través de sus Códigos Penales, regulan de manera diferente el aborto en el país. Cada uno lo hace a través de determinadas excluyentes de responsabilidad, es decir, situaciones en las que mujeres, profesionales de salud o personas que lo practiquen no obtienen una sanción por ello. Sin embargo, todos coinciden en la causal violación sexual, fundada en la Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005.
En el caso de Jalisco, el artículo 229 del Código Penal del Estado, establece que el aborto no será punible bajo las siguientes excluyentes de responsabilidad: cuando el embarazo sea resultado de una violación sexual, cuando éste sea imprudencial o culposo (sin que exista intención previa de provocarlo), cuando “de no provocarse” la mujer embarazada corra peligro de muerte y cuando exista la probabilidad de un grave daño a la salud de la mujer.
Marlene tiene 20 años y no desea ser madre, simplemente, reconoce que la maternidad no forma parte de su proyecto de vida; con su pareja tiene más de un año y por ello, ha buscado acceder a métodos anticonceptivos que le permitan disfrutar de su cuerpo y de su sexualidad sin la posibilidad de quedar embarazada. No obstante, originaria de un municipio al interior del estado de Jalisco, le ha sido casi imposible que el personal de salud de las clínicas a las que ha asistido, le provean cualquier tipo de métodos que no sean preservativos.
A principios del mes de marzo, durante el inicio de la contingencia sanitaria en el estado, descubrió que estaba embarazada.
Foto: Christian Cantero.
La decisión
El plan siempre fue interrumpirlo desde casa, dice Marlene, pues su perfil no coincidía con ninguna de las causales que el estado prevé como excluyentes de responsabilidad en los casos de aborto; además, viajar a la Ciudad de México no podía ser una opción tanto por los costos, como porque los transportes terrestres y aéreos habían sido suspendidos por la pandemia.
De acuerdo con el Sistema de Información de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), Jalisco ocupa el lugar número seis a nivel nacional con más usuarias atendidas en servicios de (ILE) en la Ciudad de México, con 616 mujeres desde abril de 2007, hasta el 26 de septiembre de 2019.
Las acompañantas de Mis amigas me acompañan, iniciativa que ofrece información científica y acompañamiento sororo a las mujeres que necesitan abortar en Jalisco, refieren que, durante este periodo de contingencia, todos los casos que han atendido “tienen algún tinte de lo que está pasando”. Y es que, reconocen que la pandemia ha complicado el acceso a las vías “legales” de interrupción del embarazo:
“Ha sido más difícil para las chicas acceder por la vía legal… Muchas de las chicas que hemos acompañado planeaban ir a la Ciudad de México para realizarse el procedimiento, pero no pudieron hacerlo. Probablemente planeaban ir a un hospital a la Ciudad de México y ahora no se puede. No podemos tolerar que se paren los procedimientos en lo que dura la pandemia”.
Con ello, explican que, en medio del encierro, han tenido que atender casos a la distancia donde las mujeres se han visto obligadas a abortar “recluidas junto con su familia”; madres, esposas, hijas que han tenido que realizar el procedimiento sin el respaldo de sus familiares, a “escondidas” y sin la posibilidad de acudir a un espacio seguro:
“Imagínate, el hacer el procedimiento en casa y estar ahí con tu familia. Hay mujeres que tienen hijos y esposos y tienen que buscar un momento para poder hacerlo, y todo se vuelve mucho más complicado durante el contexto de la pandemia. Hemos acompañado a mujeres que lo hacen por la noche en silencio, con los dolores, durmiendo al lado de la mamá, a un lado del esposo, obviamente es más difícil”
A ello, se suma la estabilidad emocional de las mujeres, pues precisan: “estamos hablando de que se daña mucho la salud mental durante la pandemia, mientras que el proceso de aborto lo viven de manera más complicada”.
“Todo se vuelve mucho más complicado durante la pandemia”, aseguran, desde ver limitada la movilidad, hasta haber perdido el empleo y no poder costear un proceso de aborto desde casa con el uso de medicamentos:
“En casos más específicos, hace dos semanas nos llegó una chica que se quedó sin empleo durante la pandemia; sin embargo, nosotros tenemos una reserva de misoprostol para donarlo ante estas situaciones. En estos días le hicimos la entrega del medicamento porque ella estaba viviendo con su mamá y no tenía dinero para viajar a Ciudad de México, y aunque quisiera es muy difícil para hacerlo ahorita, tampoco tenía dinero para comprar las pastillas. Entonces, estamos hablando de una crisis económica muy fuerte que va a hacer muy difícil que las mujeres puedan acceder a esto”
¿Qué hubiera pasado si no nos hubieran donado pastillas o no nos hubieran contactado? Se preguntan las acompañantas, quienes también afirman, que durante este mismo periodo -tan sólo de lo que va de marzo a mayo de 2020-, las peticiones de acompañamiento se incrementaron a por lo menos dos diarias, cuando previo a la contingencia recibían dos semanales.
Uno de estos acompañamientos fue el de Marlene.
Con mes y medio de embarazo (más o menos seis semanas) y consciente de que podría practicarlo desde casa, Marlene valoró los riesgos y consideró que siendo una mujer saludable, que realiza ejercicio y cuida su alimentación, existían pocas probabilidades de que el proceso se complicara:
“Pensé en las complicaciones, pero no creía que fueran a pasar a tanto pues era una persona sana, hago ejercicio, tengo dieta, mi peso estaba bien. Tenía miedo, pero había pocas probabilidades de complicarse, siendo una situación normal … Habíamos decidido hacerlo en nuestro departamento, teníamos lo necesario para llevar una o dos semanas más… ese fue el plan”.
Foto: Darwin Franco.
El inicio
Marlene había investigado qué era lo que necesitaba, sin embargo, dice, “no hay nada más preciso que la experiencia misma”. Logró conseguir el medicamento y se fue al apartamento de estudiante que comparte con su novio en la capital del estado para llevar a cabo el procedimiento. En total tomó 26 pastillas de misoprostol vía oral y una más vía vaginal; primero fueron 12, aunque se quedó dormida porque el proceso es difícil, entre la fiebre y los dolores despertó mucho tiempo después de lo previsto para continuar con la interrupción.
Cuando despertó se tomó las que faltaban, pero sin resultado. En la “desesperación” dice Marlene, consultó con una amiga y ella le aconsejó que utilizara una “vía vaginal” pero tampoco funcionó.
Después de 48 horas contactó finalmente a Mis amigas me acompañan, Estrella quien es “acompañanta” en la iniciativa, atendió su llamada y le indicó que lo correcto era reiniciar el proceso, pues posterior al primero no había expulsado el saco gestacional. Así fue como tomó las últimas pastillas y aparentemente lo consiguió:
“Después de 48 horas, me aconsejó esta bella dama (Mis amigas me acompañan) que reiniciara el proceso, pues no había visto ningún tejido como el que se supondría debía salir y después de la segunda toma algo similar salió”.
Tras el anuncio de la contingencia sanitaria, Marlene y su novio no pudieron aplazar más los tiempos y tuvieron que regresar a casa con sus padres para pasar con ellos la cuarentena. Sin posibilidades de negarse, la joven volvió a su hogar en el interior del estado. Según recuerda, posterior a haber expulsado el saco gestacional el sangrado siguió, luego se cortó un poco y, un día después, su calendario marcaba el inicio de su ciclo menstrual, así que supuso que era normal e hizo caso omiso. Sin embargo, los cólicos se volvieron más fuertes y su padre tomó la decisión de llevarla a un hospital:
“Llegando el lunes por la noche comencé a tener cólicos más fuertes de los que estaba teniendo, igual los ignoré y me fui a dormir, el martes por la mañana desperté con dolor súper fuerte que en el trascurso fue empeorando al nivel que no pude levantarme de la cama y estaba hecha bolita llorando. Fue hasta en la noche que mi papa vio que ese dolor de plano no era normal pues no podía enderezarme …Y tomamos las llaves y nos fuimos directo a Guadalajara”.
Dos días en hospitales, tres diagnósticos y nada más que incertidumbre
Demoraron cerca de dos horas en llegar de su ciudad a Guadalajara. Ya que su familia es derechohabiente del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), acudieron a una de sus clínicas para que fuera recibida. Con miedo, dice Marlene, espero 20 minutos para ser atendida por los doctoresy después comenzaron los estudios para determinar su padecimiento:
“Llegamos primero a una institución del ISSTE, tardaron aproximadamente 20 minutos o menos en pasarme con el doctor, hizo sus preguntas y todo, revisó mi abdomen el cual estaba super inflamado y duro en la parte baja. La verdad iba super asustada, pues sabía que todo lo que podía pasar. Me hicieron un eco, estudios de todo tipo y las pruebas de embarazo salieron positivas … entre en ¡shock!”
“Pues mija, estás embarazada”, recuerda Marlene las palabras que utilizó el interno para “darle la noticia”,después sólo la mandó a observación y se quedó ahí toda la noche:
“Las enfermeras se portaron súper bien, platicaron conmigo y me tranquilizaron. Después que entré con el doctor, ya no tuve respuesta en lo absoluto de mis estudios, de qué tenía, porqué el dolor seguía, mil cosas pasaban por mi cabeza, pero no tenía respuesta de nada. NADA, sólo decían que en un rato más iría el doctor y nada”.
Foto: Mariana Parra.
“Puede que su hija haya abortado y eso es ilegal”
Hasta ese momento, los padres de Marlene no sabían que estaba embarazada, de hecho, ella no pretendía que se enterarán, sin embargo, alguien del personal médico decidió darles la noticia sin antes consultarle a la joven:
“Se hizo de madrugada y cambiaron de turno, siguieron buscando a los doctores y seguía sin haber respuesta. Hasta que de repente entra mi papá y me dice “¡cómo que estás embarazada!” y me dio un coscorrón… me solté a llorar horrible. Y le dije “¡no puede ser!” como 3 veces en un ataque de pánico”
Al parecer, tras el cambio de turno, refiere Marlene, el nuevo personal médico optó por darle los resultados a su padre. Primero le hablaron de un embarazo incipiente o anembrionario, el cual supone un saco gestacional sin embrión, y después simplemente, decidieron advertirle que también podría tratarse de un aborto provocado y que, si esto era así, su hija estaría en problemas al ser “ilegal”:
“Cuando encontraron los resultados en el cambio de turno sólo salieron y le dijeron: “su hija está embaraza, es un embarazo incipiente o anembrionario, o puede que ella haya abortado y eso es ilegal y ya sabe que procede”.
Violando toda confidencialidad, señala Marlene, no sólo el personal médico le dio esta información a su papá, también lo hizo el oficial que se encontraba en la zona de ingreso a la clínica. Uno de los internos, incluso, le advirtió que “debería tomar cartas legales en el asunto” de confirmarse el aborto provocado, pues en el hospital “nadie creía que hubiese sido un aborto espontáneo” ya que a la joven se le veía la “finta de feminista”:
“Como él insistió en ver al doctor, lo pasaron con el que me vio y se lo volvió a decir. Le dijo incluso, que él debía tomar las cartas legales en el asunto de ser aborto ya que me veía “la finta de feminista”. Y dijo mi papa que en el hospital nadie creía que fuera un aborto espontáneo por mi “finta”, tengo tatuajes varios y cabello corto”.
Marlene lo negó todo, no tenía opción.
Obligada a solicitar el alta médica voluntaria y sin respuestas
Después de haber ingresado por la noche y haber permanecido toda la madrugada y la mañana del día siguiente sin respuestas, el padre de Marlene tomó la decisión de llevarse a su hija para encontrar una solución a su padecimiento, pues dudaba tanto que se tratara de un aborto, como de un embarazo incipiente. Ella por su parte, sólo recuerda que después de notificarle del embarazo fue trasladada a piso y ningún otro personal médico le dio detalles sobre algún posible diagnóstico.
“Mi papá comenzó a dudar de su diagnóstico, por alguna razón, y decidió sacarme de ahí. Dio el alta voluntaria y estaba super molesto, pues él dice que por más que preguntaba lo mandaban por un tubo y “no tenían los resultados de los análisis y no podían decir nada”. Entonces al dar la baja voluntaria los documentos del eco y todo eso quedaron ahí. Sólo antes de salir me vio un doctor y dijo que yo estaba bien que sólo me llevara a un hospital de mi residencia y dos días más internada con medicamento y ya estaba como nueva …en dos días (no se me hizo coherente, pero ese fue su recomendación)”.
Foto: Dalia Souza.
De Vuelta en casa
“Regresamos a mi pueblo y bueno, el dolor redujo, estaba completamente sedada y débil, me sacaron mucha sangre para miles de pruebas de las cuales no tuve ningún resultado nunca … En mi pueblo llegué a la clínica y se reusaron a atenderme, se escusaron en que ellos sólo atendían partos”.
Tras ser rechazada en la clínica de su comunidad, bajo el argumento de que “sólo atendían partos”, Marlene tuvo que acudir a un ginecólogo particular, asumiendo los costos que ello implicaba para ella y su familia. El médico ya le había atendido unos años antes cuando la joven había sido tratada por quistes en los ovarios.
Junto a sus padres, el diagnóstico después del eco que le practicó el especialista fue: un embarazo ectópico, el cual resulta luego de que el óvulo fertilizado crece fuera del útero, generalmente en las trompas de Falopio. Si bien, esto puede resultar en un aborto espontáneo puede convertirse en una emergencia médica si se desgarra:
“Llegamos me realizo un eco y …estalló la bomba. Llevaban mis padres la idea de que o estaba embarazada, amenaza de aborto o sabe que otras cosas, hasta un quiste reventado en el ovario por mis antecedentes. El resultado fue un embarazo ectópico … Que estaba en la semana 5.5, siendo que estallan a la semana 6, estaba llegando al límite a punto de explotar dentro de mí”.
Dada la gravedad, el doctor avisó a los padres de Marlene que lo más recomendable era ir al Hospital Civil en Guadalajara, pues él no contaba con los medios para atenderle.
De regreso a Guadalajara en
un nuevo hospital
Con los riesgos que implicaba salir de casa en plena contingencia sanitaria, Marlene ya había visitado dos clínicas, el consultorio de un doctor particular y estaba por entrar a un hospital que ha sido destinado para atender los casos de COVID-19 en el estado. Fue ingresada de manera inmediata a observación y en la espera de cumplir con el tiempo de ayuno, aguardó para ser trasladada al quirófano donde le practicarían una operación de emergencia, muy parecida a una cesárea (por lo menos esa fue la marca que dejó en su abdomen).
De acuerdo con lo informado por el personal médico a la familia de Marlene y a Marlene, su embarazo ectópico fue uno en un millón, ya que, según le explicaron, estos suelen producirse por dos posibles motivos: una infección uterina grave y el uso del Dispositivo Intrauterino (DIU), sin embargo, ella nunca ha usado este método y su análisis no pudieron confirmar la infección.
La intervención consistió en extirpar tejido del ovario donde se había alojado el óvulo fecundado, un mes después se enteró que este ovario “ya no le funcionaría”, según le dijeron los doctores.
Es importante advertir que, algunos médicos objetores de consciencia, amparándose bajo principios bioéticos, optan por realizar la extirpación de un fragmento o la totalidad de alguna de las partes del aparato reproductor femenino, donde el embrión o el ovulo fecundado se ha alojado erróneamente, antes que “provocar la muerte” del producto.
Se cree que la muerte del embrión no es el efecto directamente buscado con la intervención, sino extirpar el tejido para evitar su estallamiento. De esta manera se “considerar como una acción de doble efecto” positivo y negativo “éticamente correcta”, puesto que, el fin del cirujano “se dirige a conseguir el efecto bueno (quitar el tejido dañado), mientras que el efecto malo sólo se tolera (la muerte del feto ectópico)” y, por tanto, “lo que cura a la madre es la extirpación de la trompa, no la muerte subsiguiente del bebé”.
Marlene tuvo que esperar cerca de seis horas para ser trasladada a un quirófano, desde las 4:00 p.m. que ingresó al hospital, hasta las 11:00 p.m. que inició su cirugía “de emergencia”; durante este tiempo, relata, pudo ser testigo de la carencia de medicamentos y de personal médico, situaciones que contrastaban con la cantidad de pacientes que tenían en espera:
“Y no miento, no podía creer que no hubiera paracetamol… Los doctores eran super escasos, mi operación se pudo realizar hasta las 11 de la noche y estaba en espera desde las 4 de la tarde… Y era una emergencia, pero no había material, no había doctor, hasta el turno de la noche. Había muchas más chicas aliviándose, muchas, estaba hasta el tope, los quirófanos en cesarías y todo estaba lleno, *era la zona de obstetricia*”.
Foto: Dalia Souza.
¿Por qué no quieres tener hijos, si es “rebonito”?
En la búsqueda de aparentes respuestas que explicarán por qué Marlene había tenido un embarazo ectópico, el personal médico que le atendió, enfermeras, internos, doctores y doctoras de base, infirieron que lo que le había sucedido era una incompatibilidad de Rh, donde de acuerdo con ellos, su factor Rh -supuestamente negativo- había ocasionado el rechazo del embrión.
No obstante, el tipo de sangre de Marlene es positivo:
“De hecho, al final hubo una equivocación en mi tipo de sangre porque me decían que yo era negativo, mientras que yo soy RH positivo, y decían que probablemente ese tipo de sangre la compatibilidad era la que había ocasionado eso. Que la incompatibilidad en mi sangre era la que había rechazado al feto, y por eso había sido un embarazo de tal manera porque mi sistema había reaccionado contra lo que era el feto”.
Por ello, le insistieron en que la solución para garantizar que “sus siguientes embarazos” no tuvieran problemas, era necesario que se aplicara una vacuna de inmunización que le permitiría prevenir esta supuesta incompatibilidad; pero Marlene no quería saber de más embarazos, ella en su lugar, les había solicitado que le administraran, recetaran o colocaran un método anticonceptivo:
“Yo le dije a la señorita que me dio el papel de esa vacuna, le dije: “¿para qué es?” y me dijo “es para que no tenga problemas en su próximo embarazo”. Y yo le dije “es que yo no quiero tener un próximo embarazo, yo por eso desde que llegué a este lugar estoy dé y dé lata de que quiero un método anticonceptivo para salir de aquí, yo no me quiero ir sin nada, sea el dispositivo, sea lo que sea pero no quiero salir sin nada” cosa que sí pasó”.
Incluso, pidió hablar con la trabajadora social del hospital para que ésta llamara a su papá y a su pareja para que ambos solicitaran más información sobre esta vacuna, cosas básicas que el personal de médico no conseguía explicarle: para qué era esta vacuna y qué riesgos de salud podía desarrollar de no conseguirla. La respuesta de la trabajadora social junto con los doctores e internos que le insistían en aplicársela fue: “no sabe qué bonito es tener familia”:
“Me salí a hablar con trabajo social y le dije, quiero que venga mi papá o mi pareja, cualquiera de los dos que esté afuera, porque yo sabía que ellos estaban afuera y quería que me investigaran para que es esta vacuna, porque me si es realmente para esto, quiero saber cuál es su trasfondo.
Ella me contestaba “es para que tus próximos embarazos no salga así” y yo le dije “es que yo no quiero próximos y si no me lo pongo qué pasa, me afecta”, ella me contestó “no, pero puede que ocurra de nuevo esto y si llegaras a embarazarte pues que no suceda lo mismo”. Yo les dije: ¡a mí no me importa que pase lo mismo, porque yo no quiero tener bebés! Me seguían insistiendo, llegaron otros médicos que querían calmarme, que: ¡no, señorita es para su bien! “no sabe lo bonito que es formar una familia”.
Finalmente, el padre de Marlene logró hablar con los médicos para pedirles que revisaran el expediente de su hija, pues el tipo de sangre que estaban asegurando que tenía era erróneo. Lo hicieron y corroboraron que su factor Rh es positivo.
Y es que Marlene no se negaba a aplicarse la vacuna si ésta le permitía mejorar su salud, pero no era el caso. Por el contrario, recuerda, sólo recibió negativas cuando lo único que solicitó desde su ingresó al hospital fue que le garantizaran salir de éste con un método anticonceptivo, que precisamente, le evitara tener un nuevo embarazo y correr estos riesgos:
“Les hablé de manera muy dura, les dije “es que a mí no me importa perder a los bebés que vaya a perder porque yo no quiero tener familia”, y si está bien por mi salud, pero por eso quiero cuidarme y por eso les estoy pidiendo desde el primer momento que pise este hospital, métodos anticonceptivos que yo pueda utilizar”.
Incluso, previo a ingresar al quirófano, pidió al cirujano y a los médicos que le colocaran un Dispositivo Intrauterino (DIU); “yo quiero un dispositivo”, les dijo, no obstante, señala, le hicieron caso omiso. El argumento que le dieron fue que, si le colocaban el DIU después o durante la operación y llegaba a presentar hemorragiaspor alguna situación, tendrían que retirarlo y terminaría siendo inservible.
Entonces pidió cualquier otro método, pero también se lo negaron:
“En algún momento hablé con el doctor y le dije “yo no tengo planeado en ningún momento de mi vida tener hijos y de ser posible una operación ahora que ya voy a estar en el quirófano estaría perfecto”. Y pues no, me lo negaron, fui totalmente ignorada”.
A reservas del único argumento médico que le ofrecieron y que aparentemente buscaba “garantizar la efectividad” del método, Marlene sólo escuchó comentarios y opiniones que iban desde “lo bonito que era tener familia”, hasta la minimización de su capacidad como mujer para decidir sobre cómo ejercer su sexualidad y la planificación de su vida en pareja:
“Salí y ahora no tengo ningún método anticonceptivo, recomendado por ellos ni nada. Fue decepcionante por esa parte porque llegaban los internos y les decía y ellos contestaban “es que… pues no, es que estás muy joven para que te operen”, pues sí, pero si yo no tengo el deseo, creo que estoy lo suficiente grandecita para decidir si quiero o no quiero tener hijos. Tengo mi pareja fija, tenemos planes a futuro y creo que estamos lo suficientemente grandes para decidir si queremos tener o no y la decisión es que ninguno de los dos queremos, entonces, por qué me contradices”.
Foto: Mariana Parra.
El tortuoso camino de acceder a métodos anticonceptivos
Luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconociera como esenciales y de alta prioridad los servicios relacionados con la salud reproductiva, Ipas CAM, hizo un llamado público con recomendaciones para que los Estados garantizarán también, los servicios de anticoncepción como esenciales y de alta prioridad.
Entre estos: la disponibilidad de métodos anticonceptivos durante la contingencia sanitaria, diferentes opciones de anticoncepción, la anticoncepción de emergencia, el remplazo de métodos anticonceptivos, la anticoncepción postaborto y la promoción de métodos anticonceptivos.
Y es que, reconociendo que los sistemas de salud se enfrentarían al aumento de la demanda generada por la atención a casos de COVID-19, esta organización dedicada a ofrecer apoyo y acompañamiento a las mujeres para que ejerzan sus derechos sexuales y reproductivos en contextos legales, culturales y sociales adversos dentro de México y Centroamérica, recordó con este llamado energético que:
“Todas las mujeres que lo necesiten deben tener acceso efectivo a anticoncepción durante la pandemia de COVID-19 para ayudar a evitar embarazos no deseados o no planeados y a anticoncepción de emergencia, así como servicios de aborto seguro de ser necesario”.
Pese a que las y los expertos en salud sexual y reproductiva de las mujeres en Ipas CAM, señalan que en casos como el de Marlene, donde existe antecedentes de embarazo ectópico, por ejemplo, “se debe ofrecer por lo menos un método anticonceptivo como parte del paquete de tratamiento”, así como “dar información sobre la anticoncepción de emergencia, como una opción hasta que (la mujer) adopte un método de uso regular y efectivo”, a la joven no le fueron garantizados ambos derechos, ni al acceso a éstos, ni a la información.
Tampoco, y aunque entre las recomendaciones de Ipas CAM se advierte que los servicios de salud pública tendrán que garantizar la disponibilidad de métodos anticonceptivos durante la contingencia, es decir, su abasto y disposición para las usuarias, así como, la oferta del servicio de anticoncepción postaborto, Marlene regresó a su casa sin un método anticonceptivo.
Pero esta no es la primera vez que le sucede.
“He estado un año o había estado un año y meses con mi novio, pero anteriormente ya había estado yendo al ISSTE de mi ciudad, aquí en mi comunidad donde yo vivo, para que me colocaran el DIU de bronce, cosa que se negaron rotundamente, me dieron cita, tras cita, tras cita y después de todas esas citas siempre me salían y me daban la vuelta diciéndome que “es que hoy no se puede” y si iba en mi segundo día de regla como se supone que debe de ponerse “es que estás muy chiquita, no entra, mejor ven para la siguiente ya que tengas más meses de edad”.
Un año completo, advierte Marlene, estuvo acudiendo a una de las clínicas del ISSSTE en su comunidad para que le colocaran un anticonceptivo de largo plazo, no obstante, la respuesta siempre fue que era muy joven para tomar una decisión como ésta y que, para eso, estaba el condón o las pastillas:
“Al contrario de darme una solución, por ejemplo, que me hubieran dicho “sabes qué, estás joven, quieres cuidarte, muy bien”, me decían: “es que estás joven cómo te vas a operar, si en los métodos ahí está el condón, las pastillas”.
En opinión de Patricia Ortega integrante de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en Jalisco (ddeser Jalisco), esta situación es común y lo han documentado desde la organización. Los centros de salud, que son comúnmente los lugares donde se distribuyen los métodos anticonceptivos desde la Secretaría de Salud, señala la defensora, suelen ofrecer a las usuarias “los (métodos) que tienen en la bodega”, es decir, no son administrados conforme a la salud de la mujer, sus requerimientos, sus situaciones de vida o sus necesidades:
“Lo que nosotras hemos visto en los centros de salud que son los lugares donde se distribuyen los métodos por parte de la secretaria de salud, regularmente te ofrecen y te dan el que tienen en la bodega, no es acorde a tu frecuencia de relaciones, ni a tu edad o condiciones de vida. De pronto hay DIU pues a todo el mundo pónganles DIU, hay condones, a todo el mundo póngale condones.
En ese sentido, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) a través del Informe sobre Salud Sexual y Reproductiva en Jalisco, calcula que la Necesidad Insatisfecha de Métodos Anticonceptivos (NIA) en el estado es de 10.4% en las mujeres que se encuentran en edad fértil y son sexualmente activas, porcentaje inferior al nacional de 10.9%; sin embargo, en el caso de las mujeres de 15 a 24 años de edad, la necesidad insatisfecha es mayor con 24.2%, respecto al 21.9% en todo el país.
Este indicador (NIA) permite identificar la relación de los patrones reproductivos con el acceso a la anticoncepción, particularmente bajo dos situaciones: necesidad para espaciar, es decir, en el caso de las mujeres que no usan ningún anticonceptivo a pesar de manifestar su deseo expreso de no querer tener hijos por un tiempo; y necesidad para limitar, cuando este deseo de no procrear es definitivo.
Sin embargo, de acuerdo con el artículo “Estimación de las necesidades no satisfechas de anticoncepción en México a través de la ENADID 2014” de las investigadoras Cecilia Inés Gayet y Fátima Juárez diseñadoras del algoritmo que permite determinar el indicador NIA en el país, la proporción de las mujeres solteras con necesidades no satisfechas de anticoncepción es de 28.8% (7.9% para limitar y 20.9% para espaciar); no obstante, son las mujeres adolescentes quienes tienen mayores necesidades no satisfechas, con el 42.5%(6.8% para limitar y 35.7% para espaciar).
Hay que señalar que se trata de una medida que permite el monitoreo de los derechos reproductivos, respecto a la provisión de servicios de planificación familiar; y que sólo la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (ENADID) del año 2014, tiene las preguntas que se requieren para estimar este indicador.
“Si no estás casada nadie te va a hacer caso”
La mamá de Marlene le asegura que, “si no está casada o no le “acompaña su pareja” a la clínica o al ginecólogo, difícilmente podrá acceder a métodos anticonceptivos, y es que, la joven asegura que, por experiencia, esto lamentablemente es así en el municipio en el que vive:
“En mi pueblo no te dan acceso a los métodos anticonceptivos en ningún lado, al parecer porque no estás casada o no vas con una pareja que te acompañe al ginecólogo y eso fue lo que me dijo mi mamá. Me dijo que ningún doctor me iba a tomar en serio si no decía que estaba casada; que porque la prostitución, que porque después andan de cola suelta y que no sé qué”.
Sumada a las negativas continuas que recibió durante un año en la clínica del ISSSTE de su ciudad, relata que durante su proceso de recuperación ha acudido con su ginecólogo; en una de esas citas le consultó sobre métodos anticoncepción reversible de larga duración, no obstante, éste sólo tuvo a bien ofrecerle preservativos y métodos anticonceptivos orales (pastillas y condones):
“He estado yendo al ginecólogo y le pregunté de los anticonceptivos, igual me dio el avionazo y me dijo “te puedes tomar unas pastillas” y yo, así como de ¿qué?, no pues quiero algo bien, algo que dure… “Después vemos, ya que te recuperes”, me dijo”.
Para Marlene, el sistema de salud en el estado -incluidas dependencias y funcionarios-, juega con la sexualidad de las mujeres y con su derecho a decidir sobre su vida, salud y cuerpo; y es que se cuestiona, por qué tendría que ser una mujer casada o con pareja para recibir servicios de anticoncepción tanto públicos como privados; por qué tendría que justificar el uso de un método anticonceptivo; por qué tendría que abstenerse para no “correr el riesgo” de embarazarse; e incluso, por qué verse obligada a abortar a “escondidas” y con miedo a ser criminalizada por ello:
“Y si no tuviera novio, y si esto fuera un embarazo porque a mí me gusta tener sexo y ya. Es el siglo XXI y siguen con esas ideas y nunca en mi vida pensé toparme con algo así, pero desafortunadamente me tocó en carne propia que hicieran ese tipo de cosas conmigo porque en mi estado civil aparece soltera y no saben si tengo novio, si tengo una pareja o si soy prostituta y por eso no te dan acceso a estos métodos; porque si no estás casada te tienes que abstener”.
Los costos económicos, físicos
y emocionales
Luego de visitar dos clínicas, un consultorio particular, un hospital civil y un quirófano, Marlene se encontraba desconcertada, sólo recuerda que le dijeron que era domingo cuando logró regresar a casa. Durante este tiempo recibió más de 25 pinchazos entre intravenosas e inyecciones (podrían ser más, pero ahí dejo de contarlos). Sedada y débil volvió a casa de sus padres y tuvo que traer consigo durante dos semanas las puntadas de la cicatriz tipo “cesárea” que le acompañarán toda la vida y que paradójicamente buscaba evitar:
“Me siento frustrada porque mi cuerpo se está deformando y esa vanidad mía que era en parte por la cual me negaba a tener hijos… Mucho me ha costado mantenerme en forma por miles de cosas y desordenes alimenticios que he tenido y realmente es mi mayor trauma. Mi cuerpo jamás será el de antes y me cuesta afrontarlo. Y hacerme la idea de que debo vivir con ello…”
Débil físicamente, un “muerto viviente” dice, con seis kilos menos y metalmente impactada, devastada y frustrada, espera recuperar su salud física y mental para volver a ser autosuficiente después de todo este proceso que la dejó incapacitada por un tiempo.
Calcula que debe a sus padres cerca de 10 mil pesos, mismos que pretende pagar junto con su novio cuando todo regrese a la “normalidad” y puedan recuperar la independencia y el empleo que también perdieron tras la pandemia:
“Me urge recuperarme y poder empezar a trabajar, y poder pagarles a mis padres lo que les debo y quitarme ese peso de encima. Pagarme unas vacaciones con mi pareja y fuga … obvio ya que todo esto esté bien, pero creo que las necesito con urgencia. Y bueno … creo que poco a poco voy sintiéndome un tanto mejor”.
LA PANDEMIA MAXIMIZA LA VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS DE LAS MUJERES Y EVIDENCIA LA URGENTE NECESIDAD DE DESPENALIZAR EL ABORTO
Marlene se reconoce feminista y jamás pensó encontrarse en medio de una situación como ésta, tan frustrante. Si bien, todos estos días luchó por hacer valer su voz y su decisión, sistemáticamente fue ignorada o tomada a menos, incluso dice, aún le queda lidiar con el escarnio familiar.
Y es que, aunque el aborto en Jalisco es legal, las integrantes de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en Jalisco (ddeser Jalisco), consideran que aún “nos hace falta despenalizarlo socialmente”. En su opinión, precisa Patricia Ortega, integrante de la organización ddeser “no es necesariamente esta situación de contingencia la que está haciendo difícil que las mujeres lleven a cabo un aborto”, sino que, se trata de un tema de por sí complicado, “donde la contingencia sanitaria ha evidenciado una serie de circunstancias y ha maximizado la vulneración de los derechos de las mujeres”.
De aquí señala, la urgente necesidad de la despenalización del aborto en todo el país, no sólo para “no caer en riesgos de salud” sino, además, para evitar la discriminación, la marginación, el estigma, los señalamientos y la criminalización que experimentan las mujeres que deciden no continuar con un embarazo.
¿Qué nosotras no somos también ciudadanas? Cuestiona Patricia, al advertir que sólo dos estados del país garantizan a las mujeres por ley el servicio de interrupción del embarazo de manera voluntaria y libre:
“No podemos seguir haciendo uso de un servicio que sólo se presta en dos estados del país, el resto de las mujeres que vivimos en el país seguimos siendo ciudadanas, también pagamos impuestos y tenemos derechos y tendría que agilizarse todo este proceso porque efectivamente hay mayores dificultades por las que tienen que atravesar las mujeres”.
No sólo en Jalisco, sino en todo el país el aborto es legal; y aunque cada estado, señalábamos, lo regula de manera diferente, todos coinciden en la causal violación sexual.
Ésta última fundada en la Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005; establece que: “en caso de embarazo por violación, y previa autorización de la autoridad competente, en los términos de la legislación aplicable, las instituciones públicas prestadoras de servicios de atención médica deberán prestar servicios de aborto médico a solicitud de la víctima interesada”. Con ello, debe ofrecerse sin excusas “información completa sobre los posibles riesgos y consecuencias del aborto, a efecto de garantizar que la decisión de la víctima sea una decisión informada conforme a las disposiciones aplicables”.
Si bien se reconoce “la objeción de conciencia del personal médico y de enfermería encargados del procedimiento”, la misma norma establece que dichas instituciones públicas de atención médica, “deberán contar con médicos y enfermeras capacitados en procedimientos de aborto médico no objetores de conciencia”.
No obstante, Patricia Ortega, señala que, en cuanto a la interrupción legal del embarazo a partir de la Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005 para los casos de violencia sexual, no han identificado dificultades en el acceso al programa en Jalisco a partir de la contingencia sanitaria por COVID-19, sino, en realidad, porque “sigue habiendo personal objetor a cargo de la canalización y atención de las usuarias”:
“Ahí vemos las dificultades del acceso sobre todo por los objetores, no se ha hecho un trabajo de selección estricta del personal que debe estar abocado al programa. La secretaría (Secretaría de Salud) tiene la responsabilidad de contratar personal no objetor a cargo del programa, pero eso es lo que encontramos, la misma práctica de negar, retardar, inventan cosas, maltratan y revictimizan a las usuarias”.
En ese sentido, pese a que todas las instituciones de salud en el país están obligadas a ofertar servicios de aborto seguro cuando el embarazo es producto de una violación, sin que de éste se desprendan sanciones, aún prevalecen condenas que van de 4 a 8 meses y de 1 a 2 años de cárcel a aquellas mujeres o personal médico que “voluntariamente, procure el aborto o consienta en que otra persona la haga abortar con ese fin y que el aborto se efectúe dentro de los primeros cinco meses del embarazo”, así lo establece el artículo 228 del Código Penal del Estado de Jalisco. Mientras que, en el caso de las y los profesionales de salud las penas son de 1 a 5 años de suspensión profesional.
Clasificado como un delito “contra la vida y la integridad”, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ha registrado en Jalisco 111 carpetas y/o expedientes de investigación entre 2015 y abril de 2020 por “aborto”; cifra que representa el 3.5% del total nacional, el cual documenta una estadística de 3 mil 109 casos en el mismo periodo.
En lo que va del año seis carpetas de investigación han sido iniciadas en Jalisco y 217 en el país. Pese al reconocimiento oficial de estos datos, las organizaciones sugieren que sigue existiendo renuencia de las dependencias estatales, fiscalías y procuradurías para reportar los casos.
Abortar en tiempos de cuarentena es muy parecido a hacerlo en tiempos ordinarios, como refiere en su testimonio Marlene, como lo confirman las organizaciones defensoras y acompañantes, aunque el Estado debería garantizar el acceso a los servicios de anticoncepción de forma prioritaria y esencial durante y después de la contingencia, lo cierto es que siguen siendo limitados y excluyentes.
Por ello, como refieren las acompañantas de la iniciativa Mis amigas me acompañan, quienes ofrecen información científica y acompañamiento a través de manuales aprobados por la OMS y el Ipas a mujeres que necesitan interrumpir un embarazo voluntariamente, frente a la realidad que se aproxima y parece recrudecerse con el aumento de embarazos no deseados producto de violaciones dentro de las casas y durante el confinamiento o, incluso, tras la situación incierta del futuro próximo, el aborto no está sujeto a discusión, no se trata de “aborto sí o aborto no”, sino de aborto despenalizado, legal, accesible y para todas:
“Si no hablamos de una legalización nacional, se limita muchísimo, hay mujeres que tienen mucho miedo por toda la criminalización del mismo y que la única opción que tienen es ir a la Ciudad de México o a Oaxaca, por ello, tenemos que hablar de que el aborto sea legal en todo México, así no tendríamos estos problemas”.