En el marco del 10 de mayo, “Día de la madre”, invitamos a diez mujeres pertenecientes a organizaciones que trabajan por los derechos humanos, sexuales y reproductivos de las mujeres, para que desde sus espacios de incidencia nos explicaran la trascendencia de la consigna feminista: “La maternidad será deseada o no será”.
Participan: el Observatorio para la participación Política de las Mujeres, PARITÉ; Me Cuidan mis Amigas; el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM); la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en Jalisco (Ddeser Jalisco); Mis Amigas me Acompañan; Comunicación e Información de la Mujer A.C, (CIMAC); Ipas México; Maternando; YoVoy8deMarzo; y Cuerpos Parlantes.
Por Dalia Souza / @DaliaSouzal
Ilustración de portada: Laura Arias
“Ser madre es un derecho y no una obligación”; “Mujer no es sinónimo de madre”; “Maternidades libres y decididas”; y “La maternidad será deseada o no será” son consignas feministas que se han sumado a la reflexión profunda del derecho a la libre determinación y decisión del cuerpo y la vida de las mujeres. Son estas frases el preámbulo detonador de lo que el 28 de septiembre de 2018, Georgina Orellano, activista feminista argentina, hizo público en su Facebook: “Educación sexual para descubrir, anticonceptivos para disfrutar y aborto legal para decidir”.
Se nos ha dicho históricamente, que la mujer tiene una función reproductiva y que, por ende, será o tiene que ser madre, sin embargo, la capacidad de elección y de sabernos dueñas de nuestro cuerpo y vida, ha dado la vuelta a la imposición milenaria. No sólo para que ésta se vuelva una opción en virtud de la autonomía que naturalmente tenemos como seres humanos, como ciudadanas y sujetas de derechos luego de años de lucha, sino, para apropiarse de esta capacidad procreadora y construir nuevas formas de entender y vivir la maternidad que nos fue arrebatada.
Desde las mujeres que optan por ser o no ser madres sabiéndose libres de su proyecto de vida, hasta quienes, víctimas de la violencia machista no pueden acceder a interrumpir un embarazo “no deseado” o, como madres que, en la muestra más grande del amor, luchan por ver volver a sus hijos e hijas desaparecidas.
En cada uno de esos escenarios de vida, el deseo, parece ser el eje que atraviesa la maternidad, pero además lo es el derecho a decidir como principio rector del acceso a otros muchos derechos: políticos, sociales, económicos, sexuales y reproductivos, como precisa Rosy Carranza de PARITÉ, o como reconoce Guadalupe Ramos de CLADEM, quien advierte que este derecho a decidir radica en la autonomía de las mujeres.
Deconstruir la idea del deseo de ser madre como invitan cada una de estas mujeres y como lo precisa Evelyne Herrera de la Red YoVoy8deMarzo, busca retomar la maternidad desde los feminismos, sin llegar a romantizarla e incluso, cuestionarnos, si las maternidades libres son posibles en medio de un contexto de violencia o, si estas mismas pueden generar nuevas formas de desear serlo, mucho antes que plantearse la discusión del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.
Cirenia Celestino de CIMAC, por su parte, nos recuerda que no sólo se trata de una maternidad deseada, sino voluntaria, saludable y feliz, libre de violencia en contra de mujeres y niñas, que provoca embarazos no deseados y que no les garantiza el libre acceso a anticonceptivos o abortar si es su elección. Y es que, añade Laura Andrade de Ipas CAM: “Cada que una mujer se ve orillada a asumir esa maternidad, se convierte en una maternidad impuesta, forzada” y “generalmente deja de ser una maternidad elegida, planeada”.
Por ello, en la actualidad, la maternidad, además de partir de una elección informada y voluntaria, como coinciden las defensoras, busca también romper con la figura impuesta de la mujer sufriente, dolida, pobre, con incertidumbre, como sugiere Patricia Ortega de Ddeser Jalisco, éstas, las maternidades, reconocen desde Ddeser Jalisco, tienen que ser gozosas, libres, disfrutables, con el apoyo del Estado que garantice que las niñas y niños que vengan sean ciudadanos y ciudadanas libres y felices.
No se trata de “parir dos veces”, una al hacer nacer una nueva vida y otra al darle la bienvenida a un mundo lleno de injusticias, opina Fabiola Laviada de Maternando, sino de construir socialmente nuevas maternidades y paternidades más equitativas, que visibilicen el trabajo de crianza y de cuidados que históricamente ha sido adjudicado a las mujeres.
O como lo sugiere Lirba Cano de Cuerpos Parlantes, ¿y si dejamos de parir hasta que seamos capaces de asumir maternidades colectivas y reorganicemos los cuidados al interior de nuestra comunidad?
Pero esto es apenas un pincelazo del corolario de opiniones que estas diez mujeres desde sus trincheras, organizaciones, colectivas, luchas desde la experiencia de vida y el acompañamiento de otras mujeres, tienen para decirnos.
Ilustración de Celeste Volpe.
La celebración del Día de las madres surgió en nuestra sociedad mexicana con varias connotaciones: una que tiene que ver con exaltar la figura de la mujer como reproductora y otras, como cuidadora, abnegada, sumisa y otras “disque cualidades”.
Desde el momento en que surgió, la conmemoración está plagada de un enfoque dulzón que tal vez correspondía a las mujeres de esa época, pero que tuvo toda una intencionalidad que estaba relacionada con distraer a las mujeres de otro tipo de participación social. Y así, las mujeres de ese momento (si bien) eran algunas amorosas, sublimes, en nuestros días las mujeres ya no somos tan abnegadas con esta idea social, ni las situaciones de convivencia nos lo permiten. Porque hoy las mujeres tenemos un papel social diferente, porque hoy salimos a participar social, política y productivamente y, es por ello, que este concepto como todo en la vida cambia.
Hoy hemos conquistado derechos que no podemos renunciar a ellos ni tampoco invisibilizarlos, porque sería una contradicción hasta semántica, que nos aferraría al pasado. A lo largo del tiempo hemos conquistado derechos políticos, económicos y sociales, así como los sexuales y reproductivos que tienen que ver con el disfrute de nuestra sexualidad y sobre el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre cuándo y cómo reproducirnos; por lo que afirmamos que la maternidad será deseada o no será.
El derecho a decidir tiene implicaciones en todos los derechos, iniciamos decidiendo sobre nuestro propio cuerpo, pero también nos permite decidir sobre si hacemos uso del derecho a estudiar, a acceder a los derechos económicos, a nuestros derechos libertarios y a la participación política.
Por eso la lucha feminista es reconocer que vamos a ser madres cuando lo queramos, no cuando nos obliguen. De aquí que vengan las alternativas del aborto, porque yo puedo decidir interrumpir un embarazo no deseado a las 12 semanas y no me tengo que esperar 36 semanas, que es triple de tiempo, con una carga emocional que no quiero y no deseo porque es mi cuerpo.
Detrás de esta consigna hay mucho dolor, hay mucha furia, hay mucho coraje, pero también mucha valentía y, sobre todo, mucha preparación para las activistas que decidimos serlo 24/7.
Claro que existen alternativas para interrumpir legalmente el embarazo y claro que también existen estas otras donde quienes deciden ser mamás, sepan cómo ejercer una maternidad responsable.
Es importante, aprender que, como mujeres, si lo deseamos está bien, pero también es importante saber por qué lo deseamos, si porque lo aprendimos o porque es un deseo intrínseco de nosotras. Las feministas acompañamos abortos, pero también acompañamos a las mujeres que quieren ser mamás y ejercen una maternidad.
Ilustración: Audrealina.
Yo más que hablar de una maternidad deseada, hablaría de una maternidad elegida; es decir, no sólo es el deseo de ser mamá, sino, la elección de ser mamá. El deseo, incluso, puede ser comprado, de pronto, deseamos cosas que ni nos hubiéramos imaginado, un rímel, un objeto de belleza que lo escuchamos tanto y tanto que de pronto lo queremos, entonces, son deseos aprendidos. La maternidad es un deseo aprendido, en realidad nos han enseñado como mujeres a desear la maternidad y a creer que la maternidad es la realización de “ser mujer”.
Por eso, es que escuchamos con frecuencia estas frasecitas de: “Estoy realizada porque soy mamá”; o “Mi mayor realización en la vida, es ser mamá”; o cuando una mujer esta embarazada “Por fin estoy realizada como mujer porque estoy embarazada”, eso es algo aprendido, es algo que nos han enseñado, deseos aprendidos que después no sabemos si realmente era un deseo nuestro, un deseo social, un deseo estructural, institucional, familiar, etcétera.
Por eso yo hablo de una maternidad elegida, una maternidad que se aleja de los roles y los estereotipos que se reflejan en la religión, en la iglesia, en la sociedad, en la familia, en los medios de comunicación, donde nos dicen que el único fin de las mujeres es convertirse en mamá. No es cierto. Eso es falso, también la elección es: no ser mamá. Hay muchas mujeres que deciden no ser mamás y eso está bien, como también está bien elegir ser mamá.
Hablar de maternidades informadas también es importantísimo. Dejar de hablar de mujeres que tienen esta potencialidad de ser madres y que desde que son niñas le regalamos la muñequita y le regalamos la carriola y la vamos instruyendo para ser mamá. Eso es reproducir una cultura que oprime a las mujeres, por eso cuando dicen que las mujeres reproducen las formas de opresión con sus hijas e hijos es cierto, es real eso es aprendido.
Por eso, yo estoy convencida que este 10 de mayo de 2020 y en los que siguen, debemos de hacer una reflexión muy profunda sobre lo que son las maternidades deseosas, lo que son las maternidades elegidas y lo que reivindicamos las mujeres, las feministas y sobre todo: la autonomía de las mujeres para tomar esas decisiones.
Quienes hemos sido madres o tenemos hijos sabemos que esta cuestión de la maternidad es una “chambita”, es una cosa que no tiene receso, que lo que se nos ha enseñado es que es una crianza muy solitaria, con muchos retos, con muchas dificultades, con muchas carencias de recursos; entonces, quien decida tener una hija o un hijo, que primero pueda contar con un sustento por parte del Estado para la guardería, para la incapacidad de maternidad, para la atención médica cuando se necesite, pero también, que esta decisión de la maternidad sea completamente libre, sabiendo que esto es un compromiso para una buena parte de la vida.
Por eso es que le damos este sentido a la maternidad deseada, elegida, amorosa, asumida de manera responsable, completamente voluntaria, porque es así como se merecen las niñas y los niños una mamá. Completamente dispuesta y segura de que eso es lo que quiere hacer, tras haber resuelto algunas cosas de su proyecto de vida personal, sin esta frustración, sin este resentimiento, sin este malestar, sin este sufrimiento con el que muchas veces hemos aprendido a ver la maternidad.
En nuestra ciudad se representa con este Monumento a La Madre, de una madre sufriente, dolida, pobre, con incertidumbre y justamente eso es lo que ya no queremos para las mujeres. Queremos que estas maternidades sean gozosas, que sean libres, que sean disfrutables, que sean con todos los apoyos posibles para que también tengamos niñas y niños felices, ciudadanos y ciudadanas libres.
Ilustración de Celeste Volpe.
Hablar del tema de la maternidad es muy complejo, desde los roles de género hasta cómo se percibe la función de la mujer en la sociedad, los estereotipos, la parte sexual y reproductiva.
Creemos que la consigna “La maternidad será deseada o no será” implica una deconstrucción de un montón de significados, incluyendo el placer, porque pareciera que si yo estoy dispuesta a asumir mi sexualidad, si yo estoy dispuesta a asumir mi placer, entonces va por default que asumo ser mamá algún día. Sin embargo, si asumo mi responsabilidad sexual, asumo que me gusta la parte placentera de la sexualidad, quiero disfrutarla y quiero vivirla en todo su esplendor, eso no quiere decir que quiero ser mamá.
Además, las implicaciones más importantes que tiene esta consigna es preguntarnos: para mí que es ser mujer, qué es ser mujer para cada una de nosotras, cómo lo vivimos y entender que no necesariamente por ser mujer tengo que ser mamá y mucho menos tengo que generar un sentimiento de culpa porque además me gusta vivir la sexualidad.
Los proyectos de vida de las personas son diversos, no todas las mujeres aspiran a ser madres, incluso, el embarazo no siempre sucede en condiciones gratas, muchos embarazos en mujeres y niñas son el resultado de relaciones sexuales no consentidas; es decir, a causa de violencia sexual.
El artículo cuarto constitucional establece el derecho a decidir ser madre o no serlo, el espaciamiento y número de hijas e hijos; es decir, es un derecho humano como el decidir no serlo y por tanto, deber garantizarse su ejercicio pleno. El aborto debe ser garantizado en las entidades donde la interrupción del embarazo se ha despenalizado hasta las doce semanas de gestación, los casos de la Ciudad de México y Oaxaca, y en cumplimiento con la NOM-046 entendiendo la interrupción del embarazo producto de una violación sexual como una urgencia médica en todo el país. Incluso, cuando el método de anticoncepción ha fallado, en todos los casos una opción de aborto seguro es realizarlo en casa, por ello se debe mantener disponible la mifepristona y el misoprostol. Anticonceptivos para no embarazarse, basta de violencias contra las mujeres y niñas para no tener embarazos no deseados; aborto seguro y legal en todo el país para que ninguna mujer muera ejerciendo su derecho a decidir. No solo deseada, voluntaria, saludable y feliz, la maternidad será deseada o no será.
Feliz 10 de mayo a quienes han decidido serlo y a quienes el estado no se les ha garantizado su derecho a decidir.
Ilustración de Maldonado.
Desde Ipas CAM, sabemos que la maternidad es uno de los eventos más importante en la vida de muchas mujeres, es un acto de responsabilidad que nos atraviesa la vida, que hace la diferencia entre todo lo que hemos vivido y otros proyectos de vida; pero es importante reconocer que la maternidad no es para todas, es para quienes la eligen, para quienes la desean.
Nos hemos dado cuenta, hemos podido documentar que las mujeres podemos quedar embarazadas a lo largo de nuestras vidas por una gran cantidad de razones que no tienen que ver con “un acto de irresponsabilidad” de nuestra parte, como muchas veces se dice por parte de la sociedad.
Nos embarazamos porque el método anticonceptivo falló aún usándolo correctamente; nos embarazamos porque México es extenso y es diverso y lamentablemente los métodos anticonceptivos no llegan a todo el territorio, a todas las zonas y comunidades, incluso, las zonas en las que sí llegan los métodos anticonceptivos, muchas veces vivimos situaciones de violencia en las que nuestras propias parejas nos impiden utilizar el método anticonceptivo; o porque incluso, en las que de forma consensuada, acordada estamos haciendo uso del preservativo nuestras parejas llegan a retirarlo, como una práctica común, sin avisarnos, sin haberlo acordado; o nos embarazamos también, porque hay una alta cantidad de relaciones forzadas, de violaciones y esto está afectando nuestra vida reproductiva.
Cada que una mujer se ve orillada a asumir esa maternidad, se convierte en una maternidad impuesta, forzada, generalmente deja de ser una maternidad elegida, planeada. Eso tiene grave repercusiones tanto para las mujeres, pero también para las futuras vidas.
Por eso queremos aprovechar el Día de la maternidad, para celebrarlo, pero, sobre todo, celebrar la maternidad deseada, la maternidad elegida y reivindicar el derecho de las mujeres a poder planearlo, saber si lo quieren para ella o si es algo que no es parte de sus proyectos de vida.
Nosotras vemos la maternidad como esa elección y esa decisión que cada una de las mujeres tomamos; consideramos que la maternidad no solamente implica el hecho de estar embarazada o al momento de dar a luz, sino, la decisión que cada mujer toma al momento de ver a nuestros hijos y ejercer nuestra maternidad; es decir: decidir ser madres.
En cuanto a la consigna “La maternidad será deseada o no será”, a nosotras nos gustaría pensar no tanto en el deseo de ser madres, sino en la elección de ser madres; es decir, yo cambiaría la consigna por: “La maternidad será elegida o no será”, como una decisión y no tanto como un deseo, porque como sabemos, los deseos pueden ser producto de la construcción, de una serie de influencias sociales o culturales y no siempre una mujer que desea ser madre al final de cuentas decide serlo.
Creemos que es importante que la maternidad sea elegida porque a lo largo de nuestro trabajo hemos encontrado diversas maternidades, y en esas maternidades nos hemos encontrado con adolescentes, con niñas que ejercen de una u otra manera su maternidad con un sinfín de complicaciones; es decir, son niñas y adolescentes que en su momento no necesariamente eligieron ser madres, alguien eligió por ellas o alguien impuso el ejercicio de la maternidad.
Nosotras pensamos que si la consigna “La maternidad será elegida o no será” fuese vigente, traería muchos efectos positivos, entre ellos, que cada una de nosotras podríamos elegir ser madres o no ser madres y, al momento de elegir la maternidad, podríamos ejercerla como una actividad, como una experiencia que verdaderamente buscamos y nos gusta.
Trabajamos también, con mujeres que padecen depresión postparto, y en muchas de esas complicaciones biológicas que pueden ser producto justamente del puerperio, nos encontramos con algunas complicaciones psicosociales, entre ellas, un deseo de ser madres, pero no necesariamente una elección de ejercer la maternidad. Esta lucha interna entre este deseo que pudo haberse generado o impuesto por un constructo social, contra esa realidad que es ejercer la maternidad o ser madre.
Viviríamos en un mundo más justo si las mujeres pudiéramos ejercer esa maternidad. Creemos que somos soberanas de nuestro cuerpo y que ningún sistema debe tener la capacidad de decidir por nosotras. Creemos que el ejercicio de la maternidad debe ser voluntario, debe ser libre, debe ser generoso, amoroso partiendo de esa libre decisión.
Finalmente, en Maternando decimos que parir en México es parir dos veces; por una parte, damos a luz a un nuevo ser, pero por otra, damos la bienvenida a un mundo lleno de injusticias para nosotras, desde la brecha salarial, la desigualdad laboral.
Sabemos que nosotras, por el hecho de ser madres nos cuesta mucho más trabajo llegar a una posición laboral a la que tenemos derecho, sabemos que actualmente las responsables de la crianza somos predominantemente nosotras, sabemos que si hay una complicación escolar de nuestros hijos o hijas somos nosotras quienes respondemos. Eso debe cambiar. Debemos cambiar por maternidades equitativas, maternidades y paternidades equitativas, por una visibilización del trabajo de crianza y de cuidados.
Ilustración de Erika Kuhn.
Las feministas de los años 70s trajeron la discusión sobre la construcción del deseo de ser madres y cómo éste venía del exterior y se insertaba en la mujer y nos hacía creer que era algo natural.
Yo estoy convencida que no quiero ser madre, pero que no tenga ese instinto o deseo de ser madre, no quita que vele por las infancias y que sea uno de los derechos que trato de salvaguardar en todo momento, pero también politizar la maternidad y que la maternidad sea una decisión que tome la mujer, una decisión que se plantee desde la reflexión de que si quiere o no ser madre. Y si puede serlo en este contexto tan violento en el que vivimos.
Cuando en el movimiento feminista nació la Marea Verde, se hablaba mucho de la legalización del aborto, sin embargo, en mi opinión y desde otras compañeras, esto implicaría que el Estado volvería a tomar posesión sobre nuestros cuerpos y que el Estado era quien nos iba a dar permiso de abortar, en qué condiciones, dónde, cómo, cuándo y eso no es algo que queremos. No queremos un Estado protector que nos garantice las condiciones de cómo vamos a abortar, por ello, hablábamos más bien de una despenalización.
Si bien, el derecho nace de la costumbre y el aborto siempre ha existido, y éste nunca se ha legalizado porque justo el cuerpo de la mujer termina siendo un cuerpo colectivo que le pertenece a todos, menos a la mujer; por eso es importante hablar de despenalización, porque esto implicaría crear políticas públicas para que las mujeres dejaran de ser criminalizadas y para que el Estado garantice el acceso a la salud en caso de que las intervenciones no salgan bien.
Además, creemos que la maternidad debe ser retomada desde los feminismos y sin romantizarla, pues se habla mucho de las maternidades libres y eso puede generar un deseo de ser madres y que podemos ser madres de formas libres. Yo no creo que se pueda ejercer una maternidad libre en este contexto, en su lugar, prefiero traer a la discusión el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.
Que cada una tenga ese derecho y tenga las opciones de interrumpir el embarazo si así lo quiere; por eso es importante que estas discusiones estén en las escuelas, que las adolescentes, las niñas estén informadas y sepan que tienen un montón de opciones y que nosotras quizá que tenemos esta información, podamos darles las opciones.
La maternidad será deseada o no será… ¿Y por qué la tendríamos qué desear?
Antes de pensar en el deseo de la maternidad, hay que decir que la maternidad es un trabajo. Un trabajo que implica la dedicación de tiempo y de cuerpo completo de las mujeres a gestar, parir y criar a otros seres humanos en la etapa fundamental de su formación como personas.
Es importante decir que la maternidad es un trabajo, porque históricamente no ha sido reconocida como tal. En el mundo patriarcal-capitalista la maternidad ha sido convenientemente concebida como “instinto”, como si se tratara de una función inherente a los cuerpos de las mujeres por el hecho de tener útero. Como si de nuestro útero emanara la necesidad de gestación. Por supuesto, no hay estudio científico que avale tal cosa.
Si el instinto no basta, la maternidad se nos presenta también como un acto de amor inherente también a los cuerpos con útero. Idea muy conveniente para el abandono histórico de los hombres hacia los hijos que han contribuido a gestar. Según cierto sentido común, como ellos no tienen útero, ellos no sienten la acuciante necesidad de procrear. Sin embargo, lo hacen a diestra y siniestra. Y tampoco sienten el “amor” suficiente para no abandonarles, así como no hay sociedad que les obligue a hacerse cargo bajo los argumentos del “instinto paterno”.
El deseo de maternar es real, por supuesto. La pregunta que consideramos importante plantear ahora es: ¿por qué nos es común a las mujeres sentir ese deseo? ¿Se trata de una cuestión de naturaleza?
Para contestar esa pregunta tenemos qué mirar a la historia. Nosotras sugerimos hacerlo de la mano de la pensadora feminista Silvia Federici, que nos ayuda a comprender que los roles y deseos que asumimos como mujeres provienen de una división sexual del trabajo que se encuentra en el origen mismo del capitalismo como sistema social y económico dominante.
Federici nos explica que para mantener en marcha un sistema basado en la explotación de la fuerza de trabajo de los hombres que producen en fábricas, es indispensable un trabajo anterior de reproducción: aquellas labores de cuidado que posibilitan la existencia y sostenimiento de esos sujetos productores. Sin las labores de crianza, sin el trabajo doméstico, sin el trabajo de limpieza y orden de la casa, de preparación de los alimentos, sin el trabajo de contención emocional, no hay sujetos disponibles para la producción.
La diferencia entre el trabajo de producción (realizado originalmente por hombres) y el de reproducción (realizado a la fecha mayoritariamente por mujeres) está en que el primero sí es reconocido como trabajo y el segundo no. La maternidad se ha revestido en culturas como la nuestra, con un aura de misticismo, de bondad incondicional, se le ha asignado incluso un día feriado para darnos un supuesto “reconocimiento” por una labor que nos lleva la vida entera.
¿Por qué asumimos entonces las mujeres estas tareas?
Federici nos dice que entre los siglos 13 y 16 los nobles feudales de Europa, poseedores de la riqueza, aliados con la Iglesia, con la finalidad de acallar las revueltas herejes que defendían lo común, llevaron a cabo una persecución sistemática de mujeres, mediante las formas más terribles de tortura, creando el estigma de “La Bruja”: la aliada del diablo, la que se niega a parir, la que conoce las hierbas que sirven para abortar, la que destruye las cercas que parcela las tierras de las que todos (as) comían. Durante esos tres siglos varios millones de mujeres fueron obligadas a procrear y otras asesinadas por abortar. Estas formas de sometimiento fueron traídas por los conquistadores a los territorios de América.
Lo que queremos decir es que el supuesto “instinto materno” fue introducido socialmente mediante el terror con la finalidad de obligar a las mujeres a procrear la mano de obra de las fábricas del sistema capitalista.
El deseo de ser madres sigue estando muy presente en nosotras, por ello, creo que vale la pena detenernos un momento y preguntarnos lo siguiente: ¿cómo maternar en un país como México donde nos están desapareciendo y explotando sistemáticamente?, ¿cómo maternar en este contexto cuando seguimos luchando por el derecho a una vida libre de violencias, por el derecho a una vivienda digna, por el derecho al agua, a la educación?, ¿cómo desear maternar en un mundo que está pereciendo, donde enfermamos masivamente?, ¿no será el momento de parar, para pensar de manera seria, en una huelga de úteros, como dice Federici, y tal vez voltear nuestra mirada hacia los miles de niños y niñas huérfanas a causa del crimen organizado, la pobreza, y los feminicidios que se cometen a diario? y ¿si movemos ese deseo de ser madres hacia el cuidado y acompañamiento de mujeres jóvenes y abuelas que están maternando en soledad?
¿Y si dejamos de parir hasta que seamos capaces de asumir maternidades colectivas y reorganicemos los cuidados al interior de nuestra comunidad?
Por supuesto, los hombres aquí tienen una tarea histórica pendiente. Es urgente que ejerzan paternidades responsables, amorosas y no-violentas. Con esta práctica muy seguramente disminuirán las violencias y las guerras en nuestros territorios.
“Que la maternidad constituya la gran “represión” contemporánea significa al menos dos cosas, o bien, significa una misma cosa en sus dos aspectos contrarios: que hay una maternidad represora y que hay una maternidad reprimida”, explica María José Binetti, Doctora en filosofía y especialista en estudios de las mujeres y de género.
La primera, la represora, puede ser concebida como una maternidad patriarcal y, la segunda, señala la investigadora, es aquella que después de muchos siglos, hoy parece ser llamada a volver del silencio.
Y es que, la maternidad patriarcal, ésta de la que habla Binetti, nació junto con el patriarcado y, a través del tiempo, ha conseguido apropiarse de la capacidad procreadora de las mujeres y de “la dominación de todo orden reproductivo y productivo”. De esta manera, la maternidad fue convertida, como explica Adrienne Rich, en un “trabajo forzado”, gratuito, invisible socialmente, perteneciente al espacio privado y al encierro, al aislamiento y a la exclusión de las mujeres, señala Binetti.
Sin embargo, manifiesta, no se trata de “describir el silenciamiento materno”, sino de “traer del silencio la voz de otra maternidad”, el origen mismo de la maternidad, ese que ha vuelto trayendo consigo su esencia como fuerza originaria de vida y su autonomía universal.
Más allá de un esencialismo matriarcal rígido e inamovible, sugiere la especialista en estudios de las mujeres y de género, la nueva maternidad, o las maternidades en plural, se constituyen en un principio dinámico y de regeneración permanente, donde la Madre (en mayúsculas) es contención y cuidado, pero también, “es capacidad del otro en sí misma” y con ello, “el reconocimiento amoroso de la diferencia”.
“La Madre es reciprocidad, fuerza expansiva, deseo”, refiere Binetti, es deseo, por supuesto, sin olvidar su fuerza originaria y su autonomía universal.
hola, hay algun grupo que de apoyo a personas como yo que no pueden ser madres aun cuando asi lo desean?
Y por que siempre apoyan a las mujeres que buscan abortar y NUNCA he visto una lucha por aquellas mujeres que si desean o eligen ser madres y no pueden serlo? Por que siempre apoyan de un lado. Por eso es que la gente no cree en las feministas, por que en realidad SOLO representan a un grupo de mujeres NO a todas. Y eso es triste por que en lugar de una unión se da exclusión que es curiosamente lo que ustedes siempre alegan. Gracias
Hola, a las que somo madres y las que quieren ser claro que existen grupos feministas de madres y de apoyo para las que no han podido serlo, búsquenlos en FB