En la residencia para personas de la tercera edad, La Casa de las Flores, se encuentra Zayra Guzmán, Jefa de enfermeras desde que abrió la casa de retiro, hace nueve años. Como quien ha dejado parte de su vida y la de los suyos para cuidar a uno de los sectores más vulnerables en medio de la emergencia sanitaria por COVID-19, Zayra nos comparte en entrevista para ZonaDocs cómo ha vivido la contingencia para hacerse cargo de todo el personal de enfermeros, enfermeras y pacientes del lugar en el que trabaja.
Por Aletse Torres Flores/ @aletse1799
Ilustración Blog Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM
La cuarentena empezó antes para los residentes de esta casa, a principios de marzo cerraron sus puertas, los familiares no pueden ingresar y los trabajadores toman largos turnos de entre 36 horas y 48 horas para evitar a toda costa las salidas y entradas a la casa. Sin embargo, el confinamiento obligatorio no ha sido la única medida llevada a cabo, al entrar a la casa de retiro el personal debe sanitizar todo su cuerpo, meter sus pies en un líquido especial desinfectante y, finalmente, cambiarse de ropa y zapatos para usar el uniforme especial que les permite evitar cualquier tipo de contagio y resguardar la vida de sus pacientes.
El personal ha mostrado su compromiso al aceptar cubrir los turnos extras, despedirse de sus familias varios días para quedarse y sacrificar su descanso. La Casa de las Flores tampoco se ha olvidado de ellos, todos los empleados se han transportado a través de la plataforma de taxi privado Uber para eludir el transporte público, les han proporcionado gel antibacterial, cubrebocas especiales (lavables), lentes y les han dado un bono extra por el esfuerzo y empeño. Sin embargo, el trabajo hasta ahora ha sido cansado, así lo afirma Zayra desde su posición de Jefa de enfermeras:
“Ha sido muy cansado, estar cuidando todo, desde que llegan, checar que cumplan con todo, yo me encargo de que todos los roles de guardia estén cubiertos para evitar que estén yendo y viniendo, es cansado y tedioso… estarles tomando signos y temperatura, una compañera llegó con una tos muy fuerte y no la dejamos entrar, pero tuve que cubrir su turno”.
Han sufrido varios obstáculos en el encierro. En un momento pensaron que tenían una persona contagiada por COVID-19, la paciente tenía los mismos síntomas y rápidamente se aisló junto con la enfermera en turno, se mandaron a hacer estudios, pero afortunadamente se trataba de un caso de influenza.
A pesar de las indicaciones oficiales, las familias han asistido con la esperanza de ver a sus seres queridos, abuelos, abuelas, padres y madres; ante esto el personal ha tomado la decisión de no negarles la oportunidad, sin embargo, las personas sólo salen al cancel de la casa con su cubrebocas y con la sana distancia, pueden saludarlos. Otra opción que les han dado para evitar que las personas de la tercera edad se depriman o se pongan tristes por no estar en contacto, es que sus familiares les llamen a diario con el propósito de que se sientan acompañados, pues como dice Zayra:
“La verdad ellos extrañan mucho a su familia…” ya que, antes de la contingencia “siempre estaban llenos de visitas”.
Por lo mismo han organizado varias actividades para entretener a los pacientes y mantenerlos ocupados, con juegos, pequeños recorridos en la casa y salidas a las áreas verdes.
Ha sido un trabajo difícil, pero ha surtido efecto para resguardar a uno de los grupos más vulnerables de la pandemia.