Las agresiones contra personal médico durante la pandemia por covid-19 se han extendido en más de la mitad del territorio mexicano. Estos testimonios relatan los ataques contra las personas que paradójicamente podrían salvarles la vida a sus agresores
Texto: Marcela del Muro
Fotos: Mauricio Palos
SAN LUIS POTOSÍ.- La Central de Abastos en San Luis Potosí se encuentra abarrotada. Decenas de camiones de carga y grandes camionetas ocupan, hasta en doble fila, el estacionamiento y las calles aledañas a las grandes bodegas. Por ser el centro de abastecimiento de alimentos para la capital del estado, es una actividad esencial en esta contingencia sanitaria por covid-19.
“Seguimos laborando, aquí no hay virus”, comenta un cargador de piñas, entre risas. En el lugar, son pocos los establecimientos que realizan distanciamiento social y cuentan con medidas sanitarias para sus trabajadores, cargadores y clientes.
No es el único lugar concurrido: hay personas paseando por el Centro Histórico, haciendo deporte en avenidas principales y fábricas que no han parado, provocando que sus trabajadores llenen el transporte público.
Las autoridades tienen 74 casos confirmados en la entidad de personas contagiadas por covid-19. Una parte de la población está despreocupada y aún cree que el coronavirus es invento del gobierno, y que el personal de salud es el principal foco de contagio.
Nat
“Mira, güey, esta es de las que nos anda contagiando. Vamos a darle su calentadita a la pendeja”, fue lo que escuchó Nat Hernández, enfermera del turno vespertino del Hospital General de Zona 50 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), antes de ser golpeada por dos sujetos.
“El tipo a mi espalda me hizo aversión del brazo izquierdo hacia atrás (llave o manita de puerco, como se conoce coloquialmente); el sujeto que estaba enfrente me dio un golpe en la cara y me dio una patada en la parte lateral de mi rodilla derecha, haciéndome caer al piso. Ya en el piso, comenzaron a patearme”. Como consecuencia de la golpiza, Nat tiene una fisura del metatarso, esguince de muñeca y múltiples golpes por todo el cuerpo.
La mañana del 17 de abril del 2020, Nat fue asaltada en la colonia Las Mercedes, al oriente de la capital, cuando se dirigía a su trabajo. La enfermera llevaba su uniforme en su bolsa de mano, pero al ser privada de sus pertenencias, los asaltantes se percataron de su profesión.
Desde principio de este mes, la Delegación Estatal del IMSS prohibió al personal de salud portar el uniforme médico en la vía pública. Esto como medida de protección ante el primer caso de agresión que sucedió en el Estado.
Sandra
El 3 abril, Sandra Alemán Arellano, enfermera del turno nocturno del Hospital General de Zona 1, se detuvo a comprar su cena en una tienda de conveniencia, a dos kilómetros de su centro de trabajo.
En el estacionamiento de la tienda, cinco niños dentro de una minivan color azul le gritaron: “Es covid, es covid; aléjate, culera”. Sandra se molesto, pero les dio la espalda para subirse a su auto, antes de que eso fuera posible, los niños le aventaron jugo, refresco y café.
“No me falten al respeto”, demandó Alemán Arellano. La mamá de los niños se enfadó por la llamada de atención y le comenzó a gritar: “No tienes nada que estar haciendo en la calle”. La enfermera replicó. La contestación de Sandra fue mal recibida por la señora, quien le soltó una cachetada y comenzó a jalarla del chaleco del uniforme. Hasta que, una valla de contención provocó que las dos mujeres cayeran al piso. Sandra cree que, en ese momento fue cuando se fracturó el dedo medio de la mano izquierda.
Alemán Arellano no sabe cómo le quitaron de encima a la señora, pero al hacerlo, corrió a su carro para refugiarse. Unos minutos después, llegó a su trabajo con el uniforme roto, manchado y mojado, la mano hinchada y con varios golpes en la cabeza. Sandra aún llora y se altera al relatar su experiencia.
“Quién más sigue?”
“Yo fui la primera, pero ¿quién más sigue?”, comenta Sandra. “A mí me fue bien porque nada más fue una fractura. Pero, no es justo que la población se ponga en ese plan. Yo soy el sustento de mi casa y si me pasa algo ¿qué hace mi hija? Hay que informarse, hay que estar conscientes: somos el personal que estamos al frente”.
Para Nat y Sandra no ha sido fácil recuperarse de los ataques. Poder retomar su vida sin miedo les costará tiempo.
“Ese mismo día, me dio una crisis de ansiedad”, recuerda Nat. “Ahora, me siento impotente, con pánico y rabia. No me explico por qué, si yo no he hecho nada malo. Estoy haciendo lo que amo, mi carrera, pero para servirles a ellos. Porque si ellos necesitan atención médica, se les brindara de la mejor manera” .
“Estamos dejando nuestra vida en las unidades hospitalarias”
En la conferencia informativa del 20 de abril, la jefa de la División de Programas de Enfermería del IMSS, Fabiana Maribel Zepeda, informó que se han registrado 21 agresiones hacia personal de Enfermería en 12 entidades: Ciudad de México, Estado de México, Yucatán, San Luis Potosí, Sinaloa, Jalisco, Puebla, Morelos, Coahuila, Guerrero, Quintana Roo y Durango.
“Duele hablar de lo que le pasa a tu gente. Duele hablar de los trabajadores de la salud que, también, somos personas, que también tenemos familia. Y, hoy, estamos dejando muchas cosas estamos dejando nuestra vida en las unidades hospitalarias” reflexiono la enfermera Fabiana.
“Yo quisiera hacer consciente a la población que no somos un riesgo, nos estamos cuidando siempre y estamos para servirles. Lo hacemos con vocación, lo hacemos con amor”, comenta Sandra.
Ninguna de las dos enfermeras agredidas en San Luis Potosí laboran en centros Covid, pero las medidas sanitarias, para protegerse del coronavirus, se implementaron en los hospitales de todo el país.
Fabiana Zepeda pidió un alto a las agresiones contra su gremio: “A aquellas personas que han tenido ideas o han agredido al personal de salud, invitarlos a que se limiten en esas agresiones. Nosotros podemos salvar sus vidas. Ayudenos, por favor, a cuidarlos y, para esto, necesitamos que ustedes también nos cuiden”.
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