Columna Chile Despertó
Por Alfredo Villanueva Mercado.
Fotografía: Caterina Muñoz/@CateMunoz (https://instagram.com/
A pesar de la pandemia del COVID-19 que también azota a Chile, como a otros países, en esta entrega seguiré examinando algunos casos del extractivismo que ha aplicado el neoliberalismo transnacional con el auxilio de sectores económicos, políticos y sociales oligárquicos chilenos. Estimo conveniente tratar el caso de las salmoneras.
La geografía de Chile posee algunas peculiaridades una de ellas es el mar que, a través del océano Pacífico, recorre toda su longitud sudamericana de línea costera de 6,435 km., constituyendo una de las primordiales causas climatológicas del país debido a la existencia de la corriente de Humboldt que provoca una baja de las temperaturas a lo largo del país, posibilitando el desarrollo humano en sus costas. En el último tiempo, por causa del calentamiento global, se producido la denominada corriente del Niño que ha provocado un violento aumento en las lluvias originando severas inundaciones en país.
Lo que he señalado en el párrafo anterior –la corriente del Niño- viene a unirse con el asunto de las salmoneras, dos temas clave en el aumento del calentamiento global en toda la región del Cono Sur. Antes del golpe de estado militar pinochetista (septiembre de 1973) en Chile no había industria del salmón, quien deseara consumirlo tenía que adentrarse a los faldeos cordilleranos y pescarlo en sus helados ríos del sur. Hecho que me consta porque, quien escribe esto, tenía esta costumbre; a pesar que ya se había introducido la especie de salmón Chinook, pez perteneciente a la familia Salmonide que se halla en las zonas de las costas de Pacífico, entre California y Japón, vive en el mar y migra tras remontar ríos para reproducirse, su alta valoración se debe a su relativa escasez.
Al poco tiempo de instaurada la dictadura, ésta considera respaldar a esta incipiente industria, al considerar las semejanzas geográficas y climatológicas con Noruega. Actualmente, la exportación chilena de salmón al mercado mundial lo ubica en un segundo lugar, detrás de Noruega, en el año 2018 exportó 829,000 toneladas destinadas a más de 70 países, en especial EEUU, Japón y Brasil, con un importe de US $ 5.157 millones (1), monto que le permite a la industria salmonera constituirse como la segunda mayor exportación del país, luego del cobre.
Geográficamente la industria salmonera se ubica en tres regiones australes del país: Los Lagos, Aysén y Magallanes, con diez principales empresas de cultivo exportadoras de capital trasnacional, a las que el gobierno le ha otorgado 1,358 concesiones por 25 años, renovables (2), dando ocupación a 70,000 personas, con una sostenida tasa de crecimiento promedio de un 102%, lo que nos permite entender el gran impacto ambiental que esta actividad ha tenido en el ecosistema.
Sin embargo, tras estas “alentadoras” cifras se esconde una cruel realidad que ha puesto las voces de alarma en vastos sectores científicos, de la sociedad civil, organizaciones de pescadores, de protección del medio ambiente, como también poblaciones de las zonas donde se ubican las empresas salmoneras, debido a una serie de catástrofes sanitarias y medio ambientales que históricamente han provocado dichas empresas dañando gravemente tanto la calidad de vida de los habitantes, así como de los recursos marinos, veremos algunos aspectos de ellos.
En el 2007 saltó a la opinión pública la sobrepoblación de salmones en sus criaderos provocando el brote de virus ISA, entre los estudios científicos internacionales avocados al problema destaca el liderado por el académico noruego, Frederick SB Kibenge, en donde se señala, entre otras cuestiones, que el citado virus ya estaba en Chile, al menos diez años antes que se destara la crisis, “(…) y que comenzó a mutar dos años antes de que apareciera el primero de los brotes en la industria local. La llegada se habría producido a propósito de la utilización de ovas contaminadas provenientes del país nórdico, las que traían una cepa de virus que luego mutó, y comenzó a expandirse a partir del año 2005”. (3)
Este hallazgo coloca en un primer plano, tanto la falta de regulación sanitaria gubernamental a la industria salmonera, como también la inexistencia de valores que resguarden la vida humana y de la naturaleza por parte de los empresarios salmoneros por no adoptar medidas sanitarias preventivas en su producción.
Efecto, la crisis salmonera de 2007 significó:
“(…) la peor crisis sanitaria en la historia de la industria nacional y dejó sin empleo a más de 15,000 personas. En el año 2016, 9000 toneladas de salmones muertos fueron vertidos al mar de Chiloé intensificando la marea roja hasta niveles nunca antes vistos, lo que causó, a su vez, una mortandad de peces sin precedentes y una profunda crisis social y económica. En 2018, una fuga de casi 700,000 salmones desde sus jaulas de crianza, ocasionó un nuevo problema ambiental con consecuencias hasta ahora -2019- desconocidas pero que, según los pronósticos científicos, podría poner en riesgo a las poblaciones de especies nativas”. (4)
Seguiremos examinado este grave problema en la próxima entrega.
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Notas
(1) Banco Central de Chile.
(2) Subsecretaría de Pesca, el organismo en Chile encargado de la materia.
(3) https://www.latercera.com/noticia/estudio-dice-que-virus-isa-llego-a-chile-al-menos-10-anos-antes-del-primer-brote/ . Bajado el 04/04/20.
(4) https://www.eldesconcierto.cl/2019/04/05/salmones-en-chile-historias-de-una-industria-polemica-y-millonaria/ . Bajado el 04/04/20.