Mientras la mayoría intenta guardar la distancia social, el personal de servicios médicos sale de sus casas todos los días para cuidar a quienes se encuentran en mayor riesgo. Tienen miedo, saben que están expuestos a contagiarse o a ser agredidos por algunos que los consideran una amenaza para la salud pública. Sin embargo también reconocen que su trabajo es fundamental en estos tiempos de pandemia.
Por Ximena Torres / @ximena_tra
Las personas que salvan vidas también tienen miedo. Y aún así en los hospitales, los y las médicas, enfermeras, camilleras y trabajadoras sociales están en la primera línea de defensa contra el coronavirus. Están preparados, saben cómo actuar, pero reconocen que el riesgo que corren es alto. Quedarse en casa no es una opción. Los pacientes los necesitan.
Ese es el caso de las hermanas Martha, trabajadora social, y Elva Ramos Girón, jefa de enfermeras, ambas en el área de urgencias de la torre de especialidades del Centro Médico Nacional de Occidente del Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS) en Guadalajara, Jalisco. Hasta la noche del 30 de marzo en ese hospital había dos casos de coronavirus confirmados y tres sospechosos.
Martha y Elva saben que el área de urgencias, en donde trabajan, es por donde entran más pacientes al hospital. Hasta ahora no les ha tocado atender los casos positivos de COVID-19, pero saben que lo harán pronto porque en número de enfermos va creciendo. En los próximos días tendrán que olvidarse de la sana distancia y atender a los contagiados, así como lo han hecho sus otros compañeros. Ahora ellos están esperando los resultados de sus pruebas para saber si son pacientes asintomáticos.
Los compañeros de Elva que han tenido que hacerse la prueba son dos enfermeras, un enfermero y un doctor. Su espera será de por lo menos 72 horas, que es el tiempo que tardan en salir los resultados. Las personas que han tenido contacto con casos positivos y los pacientes que se presentan al hospital con fiebre, tos seca, cansancio y dificultad para respirar, son los únicos a los que se les aplican estas pruebas.
En Jalisco, el 41.4% de la población con acceso a servicios médicos es derechohabiente del IMSS. Lo que significa que por lo menos 3.04 millones de personas en el estado tienen derecho ser ser atendidas en el Centro Médico en donde trabajan Martha y Elva, de acuerdo con datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco.
“En urgencias normalmente tenemos un área de choque para atender a los pacientes más graves. Ahorita la adaptaron como un área de atención a pacientes con problemas en las vías respiratorias. Hay tres unidades individuales para que lleguen exclusivamente los pacientes sospechosos de coronavirus”, explica Elva sobre las medias que ha tomado el hospital.
La incertidumbre es lo que le causa más nervios al personal, dice Martha. Ella ha escuchado muchos comentarios sobre el miedo a un contagio generalizado entre todos los que están en el hospital, sobre ahora que hay casos positivos. Por eso han tomado medidas como limpiar sus áreas de trabajo continuamente y en la sala de espera, pedir a los pacientes dejan un lugar vacío entre cada uno.
Esas medidas no son suficientes para las personas que han agredido al personal de salud. El 27 de marzo, la Comisión Interinstitucional de Enfermeras de Jalisco, denunció agresiones físicas y verbales a enfermeras por parte de conductores de transporte público y privado, vecinos y personas en la calle que las consideran una amenaza.
En la carta dirigida al Secretario de Salud Jalisco, Fernando Petersen y al gobernador Enrique Alfaro, la Comisión dio a conocer que el 85% del personal de enfermería en Jalisco está conformado por mujeres, lo que implica que el riesgo que corren es aún mayor.
Que Martha y Elva sigan en su rutina de trabajo no significa que su cotidianeidad no haya cambiado. Así como en las calles, en el hospital también hay menos personal. La jefa de enfermeras señala que la capacidad de atención a pacientes del área de urgencias normalmente está al 90%, pero con la pandemia, ha bajado aproximadamente a un 75%.
Desde más de una semana también hay menos de sus compañeros, porque a partir del 23 de marzo el personal con mayor riesgo en caso de infección por coronavirus desempeña sus funciones desde su domicilio. Aunque allá no pueden atender pacientes.
Entre las y los ausentes están los mayores de 65 años, las mujeres embarazadas o en etapa de lactancia, las personas con enfermedades crónicas, las que viven con inmunosupresión y las que tienen obesidad mórbida. Esto gracias al “Acuerdo para la implementación para el personal del IMSS, a partir del 23 de marzo para enfrentar la situación sanitaria derivada del COVID-29” entre el IMSS y el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social.
Hasta ahora la reducción de personal no ha causado problemas, pero el período vacacional de Semana Santa está cerca y con él aún más trabajadores dejarán de ir al hospital.
“No tengo miedo de enfermarme porque sé qué medidas tomar”, dice Elva, pero las dos hermanas saben que en tiempos de pandemia ellas no son las únicas por la que se tienen que preocupar. Sus familias están en riesgo y eso ha vuelto los cuidados en casa más intensivos. Martha vive con su mamá hipertensa de 80 años y Elva las visita varias veces a la semana para ayudarle a hacer mandados.
Han escuchado que otras enfermeras y trabajadoras sociales han tenido que salir de sus casas para no arriesgar a los más vulnerables, como sus padres. Ellas, aunque quisieran no podrían cambiar mucho de su rutina. No tienen otro lugar a donde ir a vivir que esté dentro de sus posibilidades económicas, y que a la vez les permita continuar con su rutina de trabajo.
Por sus familias, sus compañeros y los pacientes a los que atienden, el compromiso con su sanidad es mayor. Tener coronavirus implicaría muchas pérdidas para todos.
Hasta el 30 de marzo la Secretaría de Salud había reportado 1,215 casos positivos; 3,511 sospechosos; 6,282 negativos; y, lamentablemente, 29 decesos. En Jalisco, en ese mismo corte, eran 94 casos positivos cuatro de ellos asintomáticos; 377 casos en estudio; 628 descartados y tres defunciones.
Martha y Elva no están dispuestas a contribuir para que esa cifra crezca, sino que trabajan para lograr lo contrario.