Este 17 de marzo se cumple un año de la desaparición de Nilda Rosario Francisco de la Cruz, estudiante de la carrera de Veterinaria en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH); y el próximo 29 de noviembre, 10 de la desaparición de Guillermo Alejandro Ortiz y Vianey Heredia Hernández, abogados egresados de la misma casa de estudios en el estado de Michoacán.
En opinión de quienes integran la agrupación de familiares de personas detenidas desaparecidas en Michoacán, Familiares Caminando por la Justicia, esta institución educativa -como muchas otras en el país- trabajan desde una violencia institucional instaurada y la desmemoria, donde, el deslindarse de las desapariciones advirtiendo que éstas “no sucedieron en el transcurso a la escuela” o dentro de sus instalaciones, les lleva a no pronunciarse al respecto, a guardar silencio y a no acompañar a las familias en su búsqueda.
A un año de la desaparición de Nilda y a 10 de la desaparición de Guillermo y Vianey, estudiantes todos de la Universidad Michoacana, sus familiares exigen su regreso y por supuesto, las garantías de verdad, justicia, memoria y no repetición.
Por Dalia Souza /@DalhiaSouza
Fotos: Cortesía familiares de Nilda Rosario Francisco De la Cruz, Familiares Caminando por la Justicia y Fabiola Rayas.
Familiares Caminando por la Justicia, es una agrupación de familiares de personas detenidas desaparecidas en Michoacán y desde hace cinco años, junto con dos abogadas, una artista y varias personas solidarias, trabajan por ver volver a sus seres queridos desaparecidos y para documentar y visibilizar a través del arte, los espacios cotidianos y afectivos que han sido atravesados por las desapariciones dentro de sus comunidades.
Así lo refiere Fabiola Rayas, artista solidaria y pionera del proyecto “La performance del caminar y las cartografías de la memoria”; si bien, explica que el eje artístico dentro de la agrupación de familiares buscaba visibilizar los casos de las y los detenidos desaparecidos, con el tiempo, las propuestas artísticas se convirtieron en una forma de documentación interna para la organización y, a la vez, un archivo memorístico para la comunidad.
“La idea central del eje artístico es por medio de distintas propuestas y plataformas, documentando por puntos los lugares que conocemos, que son los espacios de desaparición, y que también son los espacios que trazamos con estas caminatas con los familiares. Esta es una forma que tenemos para visibilizar, para llevar un conteo y con el tiempo generar un documento histórico donde señalen cuáles fueron los espacios que fueron fragmentados en las comunidades”
De esta manera, las cartografías y las caminatas, que involucraron el trabajo colectivo de Fabiola como artista, de una geógrafa, de las familias y de plataformas virtuales especializadas en urbanismo, permiten a los familiares de personas desaparecidas y a la sociedad, “caminar por los espacios cotidianos de los desaparecidos y reconocer esos recorridos como lugares atravesados por las violencias y los afectos”.
“Un desaparecido no se borra, sigue formando parte de todos esos espacios que ellos habitaban, porque las personas con las que convivían siguen recordándolos, forman parte de ellos, forman parte de sus escuelas, de sus calles, de su comunidad” explica Fabiola.
Sin embargo, señala la artista, hay quienes, pese a los reclamos y el aparente compromiso social, han decidido hacer un lado el recuerdo del desaparecido (a) y permanecer omisos ante el reclamo de no olvido y justicia que tienen sus familias…
Los estudiantes detenidos desaparecidos de la UMSNH
Familiares Caminando por la Justicia, mantiene vigente un registro de cinco estudiantes y/o egresados de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) desaparecidos en los últimos diez años: Ángel Gerardo Ortiz Martínez, Gilberto Abundis (localizado sin vida), Guillermo Alejandro Ortiz Ruiz, Vianey Heredia Hernández y Nilda Rosario Francisco de la Cruz; estos tres últimos casos están siendo acompañados por el colectivo de familias.
No obstante, precisa Fabiola, la universidad michoacana no está siendo un espacio para abrigar la causa y, mucho menos, una institución que sea capaz de reaccionar solidariamente con los familiares de sus estudiantes desaparecidos. Sin comunicados, sin pronunciamientos y con discursos que buscan deslindar de responsabilidades a la entidad educativa, la UMSNH está actuando desde un tipo de violencia institucional instaurada y cómplice, que se encarga de desaparecer con el olvido e invisibilizar a quienes formaron o siguen formando parte de su comunidad estudiantil:
“Es muy grave que la universidad y las instituciones, siendo quienes deberían de ser espacios que abriguen y cobijen a sus estudiantes, trabajan desde una violencia institucional instaurada; entonces, en el momento en el que sus estudiantes desaparecen ni siquiera hacen un comunicado, no acompañan a los familiares, tratan de deslindarse diciendo que estas desapariciones no sucedieron en el transcurso a la escuela o no fueron ahí, y pues eso hace que no se visibilice y queden estos casos en el olvido”.
Un año sin Nilda
Nilda Rosario Francisco de la Cruz es originaria del Estado de México, pero desde hace cuatro años decidió viajar a Michoacán para comenzar a estudiar la carrera en Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Como estudiante foránea, vivía junto con otras jóvenes universitarias en la Casa del Estudiante Femenil Rosa Luxemburgo, que se encuentra ubicada en la capital del estado; sin embargo, el 17 de marzo de 2019, Nilda de 23 años, “salió de este domicilio ubicado en la colonia Centro de Morelia, Michoacán y sin referir a dónde se dirigía, ésta fue la última vez que se le vio”, así lo señala su ficha de búsqueda.
A un año de los hechos, refiere, su padre, el señor Fortunato Francisco Francisco, su hija: “no desapareció porque haya querido desaparecer”, sino “porque estaba en un lugar equivocado con la persona equivocada”.
Según recuerda, fue el 17 de marzo de 2019 a las 21:40 horas que el presunto responsable de su desaparición “la sacó del domicilio en el que vivía” y se la llevó a la calle Jacona en la colonia Juárez. De acuerdo con el señor Fortunato, la última vez que la familia tuvo contacto real con la joven fue a las 12:00 de la madrugada del día 18 de marzo, puesto que, el presunto, manipuló el celular de Nilda durante una semana. Situación que llevó a sus padres a viajar a la ciudad de Morelia para saber qué era lo que estaba sucediendo con su hija:
“Manipuló el celular de mi hija durante una semana, es por eso que nosotros levantamos el Protocolo Alba hasta el día 26 de marzo, porque el 18 todavía seguía comunicándose mi hija, nos mandaba mensajes de whats, pero cuando le pedíamos que nos mandara mensaje de audio nos ponía pretextos y fue que yo me desespere y le dije a la mamá: “la niña no está bien y tenemos que ir, algo está pasando, porque cómo es posible que no conteste una llamada”. Nunca era como se estaba comportando. Es por eso que nos fuimos a Morelia y levantamos hasta esa fecha la alerta”.
Tras su llegada a la ciudad, relata, uno de los primeros lugares en visitar fue la UMSNH, donde pudo confirmar que su hija asistió por última vez a clases el 15 de marzo, dos días antes de su desaparición.
En medio del dolor que representaba la incertidumbre reciente de desconocer el paradero de su hija, el señor Fortunato fue el encargado también, de denunciar y de pedir a la comunidad universitaria de la UMSNH, apoyo para localizarla. No obstante, precisa, sólo durante los primeros días hubo atención hacia el caso, después, se hicieron “de la vista gorda” y, hasta la fecha, no ha existido un acercamiento de parte del rector de la casa de estudios para ofrecerles apoyo:
“En cuanto a la universidad desgraciadamente se ha hecho de la vista gorda, los primeros días sí estuvo muy al tanto, de ahí se deslindó, no sé si eso pasó realmente, porque no sé qué es lo que piense el rector, pero no hemos tenido apoyo, es más, ni siquiera se nos ha acercado para decirnos cómo estamos nosotros, qué necesidades tenemos para estar viajando porque nosotros vivimos en el Estado de México y nos hemos estado trasladando constantemente a la ciudad de Morelia”
Incluso, manifiesta que, una persona, presuntamente el encargado de “Asuntos Estudiantiles” dentro de la universidad, se acercó a ellos para ofrecerles ayuda, pero después, simplemente les dejó plantados y no volvió a contestar el teléfono:
“Nosotros tuvimos contacto con un maestro de Asuntos Estudiantiles, el Maestro Monroy, una vez me comuniqué con él porque me urgía platicar para saber qué tan grande era el apoyo que podíamos tener de la universidad, pero me dejó plantado. Lo vi como muy indeciso y como ya no quiso atendernos, entonces eso nos ha llevado a muchas veces a estar limitados”.
Ya que las instituciones no han conseguido resolver nada, advierte el señor Fortunato, la mayor parte del tiempo han sido ellos quienes han tomado decisiones, han realizado búsquedas y se han encargado de difundir información relevante sobre el caso para decirle a la sociedad que hace falta Nilda y que no descansarán hasta que esté de regreso.
Y es que, precisa Fabiola Rayas: “en Michoacán es como si ellos mismos -las instituciones- quisieran invisibilizarlos, como si no tuvieran que ser nombrados por el hecho de estar desaparecidos… sólo se habla de ellos por un tiempo y luego como que se van olvidando hasta llegar a desdibujarlos”.
En eso coincide la señora Mercedes Ruiz, madre de Guillermo Alejandro Ortiz Ruiz, abogado egresado de la UMSNH en el año 2008 y desaparecido en 2010, junto con su colega Vianey Heredia Hernández en Aquila, Michoacán, mientras realizaban unas diligencias.
10 años sin Guillermo y Vianey
A Guillermo, su madre lo recuerda como un gran orador y poeta, de hecho, relata que lo confirmó hace apenas un par de años, en un evento al que asistió junto con algunos ex compañeros de escuela de su hijo y donde se enteró que le apodaban “Memo Rebozo”, por un poema que declamaba autoría de un autor zamorano que lleva por nombre, “El Rebozo”:
“Yo lo recuerdo como eso, en esa parte como un gran orador, como muy sensible para la poesía. En un evento que hizo en 2018, me encontraba yo a unos compañeros de él que le decían “Memo rebozo”, le pusieron ese apodo por una poesía que él declamaba de un zamorano que precisamente así se llama “El Rebozo” … Saber que lo recuerden de esa manera y que me dijeran eso de Guillermo, me hizo sentir muy orgullosa”.
Sin embargo, Guillermo es abogado, egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo en el año 2008.
Como profesional de las leyes, señala doña Mercedes, Guillermo “estaba llevando varios asuntos en el momento de su desaparición”; entre ellos, la denuncia de una mina en Aquila, Michoacán, al cual, le atribuyen la causa de su desaparición y la de su colega y socia de despacho, Vianey Heredia Hernández. Ambos fueron desaparecidos el 29 de noviembre del 2010 en el tramo carretero Lázaro Cárdenas-Apatzingán, cuando iban a atender este caso vinculado con las minas en la zona del puerto michoacano.
Según refiere su madre, el contexto en el que se llevó a cabo la desaparición de Guillermo y Vianey, coincide con una jornada de fuertes operativos del Ejército en la zona de Tierra Caliente, Michoacán. A ello, se suma la poca o nula certeza que las autoridades en el estado le han ofrecido en términos de la búsqueda y las investigaciones para dar con sus paraderos, ya que, señala que “su caso ha estado plagado de irregularidades”.
Dos años demoró en tener acceso a su expediente y cuando lo hizo, se dio cuenta que todo éste estaba integrado por documentos que no eran útiles y mucho menos, que evidenciaran una búsqueda eficiente y en campo que permitiera traer de regreso a su hijo:
“En alguna ocasión una fiscal se ofendió porque le dije que los documentos que contenía el expediente de Guillermo era pura basura, me dijo: “no sea grosera”. Le dije: “le estoy diciendo con las palabras más decentes que puedo yo decir”. Porque los documentos a mi hijo no lo van a encontrar, tampoco en un escritorio, tienen que salir a buscarlo”
Durante este tiempo, también se le negó el acceso a las sábanas de llamadas, mismas que después le permitieron confirmar que el celular del joven mostraba actividad semanas después de desaparecido.
A decir de su madre, a casi 10 años de su desaparición y apenas a unos días de haber pasado su cumpleaños número 37, la lucha sigue siendo por encontrarlo, por ofrecerle justicia y porque la sociedad no lo olvide; y es que, señala, paradójicamente, su ausencia física no ha impedido que se le mantenga presente a través de sus objetos más valiosos, esos mismos que aguardan en su cuarto aún intactos como los dejó la última vez, y, a través de los recuerdos que aunque hacen extrañarlo, reavivan la esperanza de volverlo a ver:
“De él todavía tengo ahí su cuarto, sus cosas están todavía ahí. Es muy doloroso. El traerlo a la memoria, de acordarme de él, de todas las cosas que como familia hacíamos juntos, pues eso mismo también resulta paradójico que esos mismos recuerdos son los que nos sostienen para darnos fuerzas y seguir con esta búsqueda”
Pero, del no olvidar, de recordarlo, de hacerlo presente todos los días y de exigir su regreso, se encarga ella junto con sus compañeras del colectivo Caminando por la Justicia, pues al igual que en el caso de Nilda, de Ángel y de Gilberto, en el de Guillermo y Vianey, ninguna de las autoridades de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se pronunciaron por la desaparición de sus dos egresados.
Aunque, reconoce que el caso no fue lo suficiente mediático en su momento y que quizá por eso la universidad “no se dio cuenta”, -puesto que, “por recomendaciones de los mismos ministerios públicos” se le pidió a la familia “no hacer ningún tipo de difusión en redes”-, está segura que “nunca hubo un pronunciamiento” de parte del alma mater de los dos jóvenes abogados.
En ese sentido, recuerda que durante esta década, tampoco ha existido un posicionamiento real sobre la desaparición de su hijo, la de Vianey o la de los demás estudiantes desaparecidos y desaparecidas. Por lo menos, en el caso de Guillermo, quedó claro esto luego de que ninguna autoridad asistiera a un evento conmemorativo por su desaparición:
“Ahora que hicimos hace poco un evento por Guillermo, no hubo ninguna autoridad presente. Posteriormente en otros eventos, la universidad, incluso en asesinatos de chicos, no se ha llegado a pronunciar”.
En su opinión, esta casa de estudios, “debería de hacer algún pronunciamiento en torno a estas desapariciones”, más aún, señala, cuando se trata de una institución que se encuentra comprometida con la sociedad y que, por ejemplo, podría generar plataformas para el diálogo con familiares o, incluso, disponer a sus próximos profesionistas para coadyuvar en los procesos de búsqueda de justicia:
“La universidad debiera de hacer algún pronunciamiento en torno a estas desapariciones y máxime porque se trata de la facultad de derecho. Incluso, con programas o con algunos eventos que pudiera llegar a hacer y que se nos invitara como familiares de víctimas a dar pláticas a los futuros abogados para que se tuviera esta visión desde los familiares en la exigencia de justicia. Eso me parece muy importante”.
Con ello, manifiesta que, en el caso exclusivo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de la cual son egresados Guillermo y Vianey, se mantiene una deuda pendiente por llevar a cabo “acciones que tiendan a reclamar a los desaparecidos” y disponer sus medios para forjar a los futuros abogados en la procuración de justicia para estas víctimas, la reparación del daño y la construcción de una memoria social:
“Si la universidad michoacana y la facultad de derecho tomaran cartas en el asunto, es una tragedia humanitaria, es una falta de sensibilidad para quienes imparten la justicia, ambas instancias deberían estar trabajando enfocadas en tener programas en donde debería estar atendiendo esta situación. En este caso la facultad de derecho debería de estar haciendo algo en la parte de memoria, de verdad y de justicia debería de estar contemplada, como tomadores de la impartición de justicia, debería de tomar esta perspectiva desde estas áreas: memoria, justicia, verdad y no repetición”.
Puesto que, señala:
“en esta tragedia humanitaria pueden pasar años para que desgraciadamente recibamos justicia, y muchos más si quienes están encargados de hacer esos reclamos por la vía legal no cuentan con esa perspectiva”.
De acuerdo con el Informe sobre fosas clandestinas y el Registro Nacional de personas desaparecidas o no localizadas del Gobierno Federal, en Michoacán, mil 395 personas han sido víctimas de una desaparición desde los años 60 hasta la actualidad; mientras que, en 2019, 23 personas no han conseguido regresar a casa dentro del estado.