La tarea es nuestra y sólo nuestra. Nos toca deconstruirnos, no que nos deconstruyan. Son nuestras violencias, nosotros somos quienes las hemos ejercido de múltiples formas contra y en contra de las mujeres. Estas fueron algunas de las ideas centrales de la clase colectiva “Los hombres ¿qué podemos hacer?”, realizada en ITESO e impartida por Héctor Robledo y Gabo Molina, integrantes del Colectivo Dejar de Chingar: Masculinidades en conflicto.
Por Darwin Franco /@DarwinFranco
“Se trata, en general, de que dejemos de chingar a las mujeres… Que dejemos de acosar, hostigar y de utilizar nuestras posiciones de poder para hacerlo; tenemos que dejar de mirarlas de manera lasciva. Dejemos de dejar a chingar a las mujeres. Tenemos que hacernos cargo de nuestras violencias”, así arrancó Héctor Robledo la charla en el marco del Paro Activo organizado en la Universidad ITESO por Colectiva Lavanda.
En un auditorio repleto de estudiantes, profesores y académicos de la universidad jesuita se dio el espacio para que los hombres pensáramos sobre nuestros machismos: “Se trata de pensar que en realidad: TODOS podemos ser potenciales feminicidas; sí podemos serlo y, por ello, debemos de trabajar para romper la inercia de la violencia machista”, explicó Gabo Molina, ya que de acuerdo a éste:
“la masculinidad es algo que se aprende social y culturalmente; se trata de un sistema sexo-género que nos alinea a lo que se considera que deber ser un hombre… Ese sistema nos ha articulado de tal manera que nos ha impedido ser sensibles (…) y eso ha provocado que nosotros como hombres critiquemos a otros hombres que sí pueden mostrar esa sensibilidad, pero eso no para ahí, sino que se traslada a otras lógicas que perpetúan un sistema que agudiza la división social del trabajo y el cuidado”.
“¿Qué es ser un hombre, entonces?”, Molina precisó que hemos aprendido a serlo y entenderlo en una oposición constante:
“Somos hombres porque no somos mujeres, ni homosexuales, ni niños; esta necesidad de mostrar que somos hombres se traduce en actitudes donde nuestra masculinidad se demuestra y se ejerce con violencia; por ello, la palabra que usamos para establecer y fijar las reglas del género es: Puto; por ejemplo, el grito que se dice en el estadio lo que fija es la estructura cultural en la que hemos aprendido a esta división del género”, precisó.
Dicha división también perpetua son los privilegios, las estructuras jerárquicas y las relaciones de poder que naturalizan las violencias de género: “esto no lo vemos porque formamos parte de un sistema de privilegios y si no cuestionamos esto no entenderemos lo que nos están señalando las mujeres cuando hablan del sistema patriarcal”.
Para Héctor Robledo:
“La misoginia, en ese sentido, sigue replicándose porque no cuestionamos estos privilegios, lo cual legitima a otros hombres para que sigan haciendo y cometiendo estas violencias (…) esta aversión hacia las mujeres implica el dar prioridad a mis sensaciones por encima del sentir de las mujeres, lo cual forma parte de una cultura de la violencia y la violación que sigue sosteniendo socialmente a los feminicidas”.
Para ambos expositores, los sistemas patriarcales tienen una lógica opresora que se manifiesta en diversas acciones como: el despojo, el extractivismo, el crimen organizado y, desde luego, en las acciones represivas del Estado, pues ahí también la masculinidad genera un desprecio por el sentir y vidas de las otras y los otros.
Los hombre hemos sido incapaces de hacernos cargo de nosotros mismos
“Si yo no me hago cargo de mí mismo, le dejo esa carga a alguien más”, precisó Héctor Robledo, quien invitó a los asistentes a cuestionar sus privilegios y machismos reflexionando seriamente en la respuesta que darían a las siguientes preguntas:
- ¿Quién lava la taza del baño en tu casa?
- ¿Lavas tus propios calzones?
- ¿Utilizas palabras como “joto, puto o maricón” para ofender a otros hombres?
- ¿Piensas que las feministas y mujeres que se organizan para frenar el acoso sexual en la universidad exageran?
- ¿A quién recurres cuando te sientes: triste, frustrado o desanimado?
- ¿Cuándo ligas con alguien, qué esperas obtener de esa persona y qué estás dispuesto a dar?
- ¿Compartes pornografía, chistas y memes machistas y “packs” en tus grupos de WhatsApp de amigos?
- ¿Qué haces cuando te enteras de que uno de tus amigos ha violentado a una compañera?
La cuestión es arrancar desde el “Grado 0” que implica el hacernos cargo del cuidado de nosotros mismos y de quienes están a nuestro alrededor; por ello, estás preguntas ayudan a ubicarnos en un plano de privilegios machistas, pero este grado también implica cuestionar las acciones de otros, ya que de nada servirá si no usamos esto para incidir:
“En caso de que seamos agresores no basta con pedir disculpas porque eso no fue un desagravio a nuestra imagen, sino es una violencia que se ejerció contra alguien y, por ello, se debe reparar el daño y cambiar para que esto no se repita. Los hombres somos corresponsables de estas violencias porque la violencia se sigue propagando mediante el aprendizaje de los valores y características de la masculinidad (…) la violencia tiene una de sus raíces en el género y esto está destruyendo nuestra comunidad, ya que el machismo no acaba sólo si decido hacerlo o no, se trata de que intervengamos el machismo de otros y que no dejemos como una opción algo que está propiciando violencias, desapariciones y muertes”, finalizó Héctor Robledo.
Héctor Robledo y Gabo Molina, integrantes del Colectivo Dejar de Chingar: Masculinidades en conflicto.
Dudas, preguntas e invitaciones para saber qué hacer durante el Paro de Mujeres
En la ronda de preguntas, un estudiante preguntó qué hacer con sus amigos a los cuales el machismo, les vale madre:
“Lo que debemos de hacer es convertirnos en el compa que interpela e incomoda, debemos hacer eso para romper el pacto patriarcal, pues no basta con alejarnos porque ellos seguirán replicando el sistema de género; entonces, se trata de cuestionarlos y explicarles las implicaciones de lo que dicen y hacen”, señaló Gabo Molina.
En otra participación, un profesor se les cuestionó a los expositores sobre el por qué hablar sólo desde un manual de buenas conductas, pero no de estructuras donde se cuestione la raíz de los problemas de la masculinidad y sus sistemas de reproducción, ya que para él: “no sólo se trata de señalar que no debemos de mandar un pack sino ahondar en por qué lo hacemos y desde dónde lo hacemos”.
Uno alumno más preguntó: “¿Debemos opinar sobre el feminismo?”, Héctor Robledo contestó: “Si lo harás para confrontar a quienes ejercen la violencia, dale… pero en realidad a nadie le importa tu opinión sobre el feminismo, las compañeras ya están haciendo lo suyo; a nosotros nos toca hacer lo nuestro”.
El Colectivo Dejar de Chingar: Masculinidades en conflicto, a través de sus redes sociales, ofreció a los hombres una serie de consejos para saber qué hacer en el paro de Un Día Sin Mujeres a realizarse el próximo 9 de marzo:
- Trabajador, no pares: Pregunta días antes a tus compañeras qué tienen que hacer el 9 y hazlo tú: suple sus horas, responde correos, contesta el teléfono, lava el baño de la oficina. Sí, todo eso y lo que te toca a ti.
- Estudiante, no pares: Toma notas y pon el doble de atención para compartir con tus compañeras lo visto en clase.
- Padre, no pares: hazte cargo del cuidado de tus hijas e hijos durante todo el día. Llévales a tu trabajo si es necesario.
- Hombre, no pares: sal al mundo, ve cómo todo está colapsado y realiza el trabajo doméstico que siempre delegas a una mujer.
Agregando:
“Hasta que hayas hecho todo lo que les toca a ellas y a ti, hasta que ya no puedas hacer más porque tu compañera es especialista y tú no puedes hacer lo que le toca o porque la maestra no dio su clase porque también paró, hasta entonces, puedes detenerte a pensar y reflexionar qué violencias ejerces tú, qué violencias permites que otros hombres hagan y qué puedes hacer para parar tu violencia y la de los demás hombres. Y los demás días no bajes la guardia: confronta al patrón, profesor y compañero que acosa sexualmente a tu colega. Rompe con tus amistades de hombres violentos aunque te duela: que se queden solos con su violencia”.