En los últimos nueve años, la Universidad de Guadalajara (UdeG), conforme a los datos otorgados por la Unidad de Transparencia, a través de la Defensoría de los Derechos Universitarios, ha recibido 65 denuncias oficiales por acoso y/o hostigamiento sexual, aunque de éstas sólo 37 sucedieron dentro de las instalaciones universitarias.
Para ahondar en estas agresiones cometidas dentro de la UdeG, esta investigación realizó también una encuesta virtual para conocer cuántas mujeres han sido víctimas de acoso o de hostigamiento de parte de alumnos, profesores y/o trabajadores universitarios. En la encuesta participaron 345 alumnas pertenecientes a los diferentes centros temáticos de la red universitaria.
El resultado más relevante fue que cuatro de cada diez alumnas confesaron haber sufrido de acoso u hostigamiento por parte de académicos y alumnos que comparten con ellas el espacio educativo; también señalaron que no conocen el Protocolo Universitario para Atender los Casos de Acoso y Hostigamiento de la Universidad de Guadalajara, y confesaron que no denuncian porque saben que no habrá castigo contras sus acosadores y/o hostigadores.
Por Ana Sofía Cárdenas y Aletse Torres**
Ilustraciones: Maritza Piña / Campaña del Observatorio contra el acoso callejero en Chile.
El acoso y hostigamiento se definen como un conjunto repetido de gestos, miradas insistentes, tocamientos y/o comentarios groseros que tienen una connotación sexual hacia una persona de forma no consentida. Se pueden desarrollar en situaciones muy diversas tanto escolares, profesionales, conyugales, entre otras afectando a la dignidad, seguridad e integridad de quienes son víctimas de este tipo de agresiones. Sin importar el contexto y circunstancia ambas conductas son consideradas como delitos dentro del Código Penal de Jalisco.
Sin embargo, en el Protocolo Universitario para Atender los Casos de Acoso y Hostigamiento de la Universidad de Guadalajara, aprobado el 29 de octubre de 2018, estas conductas se definen como: “Comportamiento ofensivo, incómodo o humillante que se da mediante un ejercicio abusivo del poder”.
Como un secreto a voces se sabe que tanto el acoso como el hostigamiento de parte de profesores, alumnos y/o trabajadores de la UdeG contra, principalmente, las alumnas son prácticas recurrentes en pasillos, aulas y jardines de la red universitaria. Se trata de una problemática que no pierde vigencia y sobre la cual se han realizado diversas acciones que, sin embargo, no han frenado estas conductas violentas.
Conforme a los datos otorgados por la Unidad de Transparencia de la UdeG, a través de la Defensoría de los Derechos Universitarios (DDU) del 2010 al 2019 (Folio: UTI/1300/2019), se tiene un reconocimiento oficial de 69 denuncias por agresiones sexuales cometidas dentro de la UdeG; sin embargo, de éstas sólo 37 ocurrieron dentro de las instalaciones universitarias.
En las 32 agresiones restantes aunque se denunciaron en la Defensoría se está llevando otro proceso, ya que al ocurrir estas acciones fuera de los espacios universitarios o en entornos virtuales sólo se orientó a las denunciantes sobre las instancias a las que deberían de acudir para hacer su denuncia.
Sobre las agresiones cometidas dentro de la UdeG, 20 se generaron por acoso sexual, 17 por hostigamiento sexual, aunque en el desglose de la información por centro universitario también de denunciaron: tres agresiones físicas y conductas indebidas como la videograbación de una alumna por parte de un profesor.
A quienes se señalan como principales responsables de estas 37 agresiones son a: 20 alumnos, 13 profesores y 4 trabajadores administrativos.
35 denuncias fueron presentadas por alumnas y profesoras tanto de licenciatura como de posgrado; aunque existen en el registro un par de denuncias interpuestas por alumnos del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) y el Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (CUCEA).
En cuanto a los centros universitarios dentro de la UdeG con más denuncias en la Defensoría destacan:
- Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH): 13 denuncias.
- Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI): 10 denuncias.
- Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (CUCEA): 7 denuncias.
- Preparatorias adscritas a la UdeG: 7 denuncias.
- Centro Universitario de Arquitectura, Arte y Diseño (CUAAD): 6 denuncias.
- Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias: 5 denuncias.
- Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS): 3 denuncias.
- Centro Universitario del Sur (CuSur): 2 denuncias.
- Centro Universitario de Tonalá (CuTonalá): 2 denuncias.
En el desglose de información de parte de cada uno de los centros universitarios se supo que los castigos dados a los agresores en 23 de las 65 denuncias fue el siguiente:
- 9 profesores fueron despedidos y/o se les rescindió su contrato laboral.
- 7 profesores y alumnos fueron amonestados y exhortados a no cometer dichas faltas.
- 4 alumnos fueron suspendidos (la suspensión mayor fue de 6 meses).
- 2 profesores fueron sancionados (uno de ellos sólo recibió un descuento en su pago).
- 1 alumno fue dado de baja.
En el resto de los casos, algunas de las denuncias fueron desechadas porque “no se contaron con suficientes pruebas para dar seguimiento al trámite”, mientras que el resto de las denuncias continúan sin resolverse dentro de la Defensoría.
Un caso que sentó el precedente para dar inicio a la lucha que buscó aparentemente sancionar a los universitarios que cometieron acoso u hostigamiento sexual dentro de la UdeG ocurrió en la carrera de Antropología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
El entonces coordinador Horacio Casillas no sólo fue señalado por acosar a sus alumnas, sino también a una profesora de la misma institución; sin embargo, estas mujeres no se quedaron calladas y buscaron justicia para sancionar a su acosador.
Después de visibilizar el caso y llegar a las autoridades correctas, se trabajaron en conjunto con el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) -con asesoría específica de María Guadalupe Ramos Ponce, quien también funge como investigadora dentro de la UdeG- para formalizar la denuncia y esperar las represalias debidas por las agresiones de las que fueron víctimas.
Horacio Casillas, el 28 de septiembre de 2018, fue sancionado después de que en un proceso legal se comprobará su culpabilidad. Por ello, aparentemente se le destituyó de su cargo como Coordinador y se le separó de la Universidad de Guadalajara; sin embargo, después se supo que para zanjar esta problemática, las autoridades universitarias le otorgaron una jubilación anticipada, lo que causó inconformidad en las víctimas, pues éstas esperaban un castigo más riguroso para el agresor.
La llegada del protocolo de acoso y hostigamiento de la UdeG
En un intento desesperado por tomar cartas en el asunto debido a la presión ejercida, no sólo por parte del alumnado sino también de diversas colectivas feministas, la Universidad de Guadalajara optó por la creación de un protocolo que se realizó para “respaldar a las víctimas de acoso y hostigamiento”.
Académicas expertas en el tema y con una perspectiva de género se dedicaron a desarrollar un plan de acción en el cual se consideraba cada arista de la problemática. Éstas trabajaron en conjunto con la ex-vicerrectora de la Universidad de Guadalajara, Carmen Rodríguez Armenta, quien las apoyó en su propuesta que consideraba para crear un organismo autónomo universitario para tratar y resolver las denuncias.
Sin embargo, con el cambio de administración y salida de Rodríguez Armenta, esta propuesta se abandonó y en su lugar se creó el actual Protocolo Universitario para Atender los Casos de Acoso y Hostigamiento de la Universidad de Guadalajara, el cual vigila y sanciona las violencias de género dentro de la UdeG.
Este documento que se aprobó el 29 de octubre de 2018, ignoró la creación del ente autónomo que tenía la finalidad de: evitar futuros favoritismos en los procesos de denuncia entre los agentes de poder dentro de la UdeG y los agresores señalados.
Actualmente, todas las denuncias de acoso y/o hostigamiento sexual operan con dicho protocolo que, de acuerdo a las colectivas feministas y expertas en temas de violencia de género, lejos de ofrecer una solución a la problemática no sólo ” victimizan a quienes acuden por ayuda”, sino que también es un documento que “resulta ambiguo y nada funcional”, así lo considera la integrante de CLADEM, Guadalupe Ramos Ponce.
“Fallan en proteger a las alumnas”
Desde la creación del Protocolo en 2018, se tenía planeado que éste erradicara esta situación de violencia de género o, por lo menos, que ayudará a controlar o disminuir los casos de acoso y el hostigamiento dentro de la UdeG; sin embargo, el Protocolo no se aplica porque éste ni se difunde entre el alumnado ni es aplicado por las instancias que tendrían que ser receptoras y acompañantes de las denuncias realizadas por las víctimas.
A través de las entrevistas presenciales realizadas por este equipo de investigación en diversos centros universitarios de la UdeG, se pudo constatar la falta de difusión de dicho Protocolo, lo cual también fue un dato que se replicó en la encuesta realizada a 325 alumnas, las cuales en un 91 por ciento dijeron que no han escuchado nunca de éste, y las pocas alumnas que sí lo han hecho, no confían en su aplicación y eficacia.
Con la implementación de este Protocolo, a decir de académicas universitarias en temas de violencia de género, como Guadalupe Ramos Ponce, sólo se ha logrado burocratizar y hacer más complejos los procesos de denuncia de aquellas que han sido víctimas de acoso u hostigamiento; desalentando, así, las ganas de continuar con el proceso, ya que quienes lo hacen se han sentido poco acompañadas y vulneradas por aquellas autoridades que deberían protegerlas.
Las consecuencias de la poca efectividad de dicho Protocolo también tienen que ver con el ambiente estudiantil que se crea para aquellas que se atreven a denunciar, pues debido al proceso poco empático y revictimizante provoca que las denunciantes vivan momentos de intimidación por parte de autoridades, compañeros e, incluso, por sus mismos agresores.
A la par, también pueden sentirse inseguras y vulnerables en espacios donde se desarrollan como estudiantes, pues temen posibles represalias en su contra, incluso, llegan a quedarse sin opción al tener que seguir compartiendo espacio con sus acosadores y, finalmente, toman la triste decisión de abandonar la carrera prematuramente con el sólo fin de poder salir de la situación.
Para una buena parte de las mujeres universitarias entrevistadas es indignante que deban ser las víctimas quienes tengan que tomar decisiones, movilizarse y buscar soluciones en lugar de las autoridades que supuestamente están a su servicio.
También les causa insatisfacción el hecho de que una institución como la Universidad de Guadalajara no se preocupe por el bienestar y tranquilidad de sus estudiantes haciendo caso omiso a las situaciones que las afectan; incluso, en sus experiencias han escuchado en más de una ocasión frases como:
“No te aseguro nada, ese profesor es intocable” .
Defensoría de los Derechos Universitarios:
¿Un espacio seguro de denuncia?
La violencia ejercida en contra de los derechos de los universitarios no pierde vigencia y a pesar de tratarse de un tema delicado, apenas el pasado 29 de octubre del 2018, el Consejo General Universitario (CGU), máximo organismo rector de la Universidad de Guadalajara, aprobó de manera unánime con 132 votos la creación de una Defensoría de los Derechos Universitarios, un protocolo y reglamento, así como la figura de un defensor de los derechos universitarios.
Las competencias de la Defensora abarcan desde contribuir a la cultura del respeto de las personas hasta coordinar las acciones de prevención de la violencia y la atención de los casos denunciados.
Dentro de la Defensoría existen tres visitadurías que se encargan de llevar el registro de las quejas por violaciones a los derechos universitarios; orientar a los universitarios y desempeñarse como primer contacto en las quejas que sean presentadas por actos de violencia y, en su caso, llevar procesos de conciliación, además de emitir medidas precautorias o cautelares para evitar que se sigan violentando los derechos de la víctima en tanto está en curso una investigación.
El 10 de diciembre del 2018, Dante Haro Reyes (exfiscal de Derechos Humanos de la Fiscalía del Estado de Jalisco) tomó protesta como el primer defensor de los derechos universitarios.
En una de las entrevistas que otorgó después de su toma de protesta declaró que daría atención al tema del acoso y hostigamiento sexual dentro de la universidad, ya que esto sería una de sus prioridades y erradicarlo uno de sus principales retos. Además, remarcó su compromiso por lograr una “Cultura de paz” en la UdeG.
“…para defender a las mujeres no se necesita ser mujer, se necesita ser un defensor”
Cuando se le cuestionó sobre la poca satisfacción de las alumnas respecto a las sanciones que reciben los profesores y alumnos acusados de acoso y/o hostigamiento, éste interrumpió con un tono de voz más elevado:
“se tiene que revisar de manera muy clara para ver si a final de cuentas estuvo bien aplicada la sanción”.
El acoso y el hostigamiento prácticas aún recurrentes en la UdeG
A continuación se presenta diversos testimonios recabados, presencial y virtualmente, de alumnas que padecen diversas conductas machistas en los diversos centros universitarios de la UdeG; así mismo se mostrarán los resultados obtenidos de la encuesta virtual que se realizó, a través de la plataforma Google Drive del 27 de septiembre de 2019 al 11 de noviembre de 2019, para conocer sí éstas han sido víctimas de acoso o hostigamiento de parte de alumnos, profesores y/o trabajadores universitarios.
CUAAD: La arquitectura que diseña el machismo
“Una mujer no puede llegar lejos si quiere ser arquitecta”, “las mujeres no sirven para esto, es inútil que estén aquí” son frases que escuchan de manera recurrente aquellas alumnas que ingresan “a carreras diseñadas para hombres” en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
En este centro se tuvo que recurrir el #MeToo para que decenas de mujeres tomarán valor para denunciar toda la violencia que han padecido de parte de profesores, alumnos y/o trabajadores del CUAAD; sin embargo, el movimiento fue tachado de exagerado, mentiroso y difamador, al punto en que la comunidad terminó por rechazar y castigar a quienes se atrevieron a levantar la voz.
En la encuesta realizada en línea, el 71 por ciento de las alumnas de este centro no se siente segura en sus propias instalaciones.
En uno de los tres campus CUAAD, las alumnas que estudian música constantemente se quejan de los acercamientos excesivos que reciben por parte de sus profesores, pero aseguran que nadie pone atención a estas conductas, lamentablemente, generalizadas.
En las licenciaturas vinculadas con la danza también existen muchos acosadores, los cuales quedaron evidenciados en un tendedero que duró tan sólo unos días, ya que las autoridades universitarias decidieron quitarlo.
CUCEA: El hostigamiento que no cuadra en la balanza del respeto
En el Centro Universitario de Ciencias Económicas Administrativas (CUCEA) es común que entre alumnas se recomiende no cursar algunas materias con profesores en específico, pues es bien sabido que con éstos para aprobar deben de cumplir con sus solicitudes indecorosas.
“Esto es un secreto que la mayoría conocemos y a pesar de las quejas, denuncias y reproches también sabemos que es imposible tocarlos por su intachable reputación”.
Después de encuestar a las alumnas, se encontró que el 20 por ciento de ellas ha sufrido de acoso dentro de las instalaciones del CUCEA.
También pudimos saber que pese a que algunas sí denunciaron las agresiones, sus primeros respondientes (sus coordinadores de carrera y tutores académicos) les dicen cosas como: “Ese proceso tarda tres meses y es probable que no pase nada”, así se lo expresó un tutor a una alumna que acudió para contarle que había sido acosada.
Esta misma alumna que pidió su anonimato, relató también como otro académico del CUCEA le pidió que: “se arreglaran de otra manera para mejorar su calificación”.
Los procesos para denunciar el acoso y hostigamiento dentro del CUCEA son revictimizantes, agotadores, confusos y, al final, aseguran las estudiantes, todo se queda estancado: Nadie castiga a nadie.
CUCS: El acoso viste de bata blanca.
El Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) es un espacio donde se enseña el trato humano en la atención médica y donde se jactan de contar con una ‘impecable ética profesional’; sin embargo, ahí sucedió una de los casos de violencia sexual con más connotación mediática.
Un grupo de jóvenes que se autodenominaron ‘Los Tornillos’, abusaron sexualmente de una alumna perteneciente al centro.
El 23 de enero del 2019, Daniela de 19 años y estudiante de la licenciatura en Médico Cirujano Partero denunció que había sufrido abuso sexual por parte de un integrante de dicha banda. Ese día Daniela iba a realizar un proyecto de Fisiopatología en una casa de asistencia, lugar donde viven dos de los involucrados.
Tras los procesos de denuncia de Daniela, dos alumnas más también denunciaron a estos mismos estudiantes. Tras una serie de denuncias y presiones mediáticas, el 25 de julio del 2019, el Consejo General Universitario de la UdeG, aprobó la expulsión definitiva de los dos agresores.
Un mes después, el 26 de agosto, se llevó a cabo la primera audiencia de imputación en contra de uno de los acusados, pero esta tuvo que ser reprogramada, pues el proceso legal revictimizante obligaba a la víctima a encarar a su agresor.
Hoy es fecha que la audiencia no puede celebrarse porque en el Centro de Justicia para las Mujeres en Jalisco: No sirven los equipos tecnológicos de la Sala de Juicios Orales.
CUCSH: Con el ‘derecho’ de acosar
Los académicos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) predican con el ejemplo erróneo al abusar del poder, autoridad y conocimiento que poseen. Se dice entre pasillos que con quienes tienes que tener cuidado están en la División de Estudios Jurídicos.
La naturalidad con la que se habla de miradas, coqueteos e insinuaciones parece no incomodar a quienes presencian el abuso hacia las compañeras, pues entre profesores y alumnos de la Licenciatura en Derecho se recurre a chistes denigrantes que objetivan la sexualidad y género de las alumnas.
En otro campus del CUCSH, también existe acoso y hostigamiento, así como desconocimiento de que existe un Protocolo para cuidar sus derechos, pues de acuerdo a la encuesta realizada sólo 2 de cada 10 alumnas, lo conocen.
Las carreras de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos y de Gobierno comparten a un profesor acosador de origen europeo, quien se encargó de difundir el terror de asistir a una clase suya.
Los tendederos de denuncias se han vuelto la práctica común entre las alumnas de la UdeG para exponer a quienes las han violentado, pues al no recibir justicia por parte de las autoridades correspondientes, decidieron evidenciar públicamente sus casos.
Esto pasó con alumnas de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, quienes narraron cómo fue que acudieron con las autoridades del Centro para denunciar a uno de sus profesores de Derecho.
En una entrevista a una de las involucradas, confesó que ninguna de ellas sabía que existía un Protocolo, así como que nadie supo cómo orientarles sobre qué se debía de hacer en estos casos o cuáles eran los pasos a seguir legalmente.
Además, relataron que la UdeG no le dio el seguimiento adecuado al caso y que en un afán de ‘calmar las aguas’ trasladaron al profesor de Relaciones Internacionales a Estudios Políticos y de Gobierno, exponiendo a más alumnas a sus comportamientos.
CUCEI: De ingenieros a Buitres
El Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) tiene la fama de ser sólo para hombres, pues las carreras (ingenierías) se consideran exclusivamente masculinas; ahí, aseguran las alumnas entrevistadas, las conductas machistas han sido son solapadas porque se consideran parte una arraigada tradición llamada: “El buitreo”, en la cual las mujeres del centro deben soportar humillaciones y acoso de parte de académicos y estudiantes.
En el CUCEI, el 60% de los estudiantes son hombres, y en licenciaturas como Ingeniería en Robótica, las mujeres sólo representan el 18% de la población total.
Muchas historias recorren los pasillos de CUCEI, “pues es bien sabido que mujer que entra al centro debe de aguantar vara, ya que el acoso parece formar parte de la malla curricular”. Los académicos, narran muchas de las alumnas, también forman parte de la “tradición” al mofarse de las universitarias con frases como: “solo vienen aquí para conseguir marido” o “estas son carreras para hombres, no para mujeres”.
El famoso buitreo, mismo que hasta hace un par de semestres no tenía castigo, consistía en acorralar a las estudiantes para empezar a hacer sonidos de animales y gritar comentarios obscenos, de esta manera los alumnos les hacían ver que eran ellos quienes tenían el dominio del centro.
Ahora esta práctica se ha trasladado a ambientes virtuales donde a través de páginas web o grupos en redes sociales, ahí los alumnos distribuyen imágenes/fotografías sobre los atributos físicos de sus compañeras y/o de otras mujeres.
La resistencia feminista
En el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), uno de los centros con más violencias y denuncias dentro de la UdeG, se creó una llamarada feminista: CUCEI Fem.
Buitreo, acoso, exhibición, hostigamiento y temor son algunas de las agresiones que las alumnas del CUCEI viven el día a día; su hartazgo por esta situación motivó a 30 alumnas de todas de diferentes carreras a formar un grupo de oposición a las conductas machistas, ya que deseaban que se les respetara y tratara con dignidad.
“Si llevabas falda te tocaba desfilar por el salón antes de comenzar la clase para que todos pudieran verte”, confiesa una de las integrantes de CUCEI Fem.
Y esto sucedía con el aval de profesores que cubrían y solapaban conductas misóginas hacia las alumnas, las cuales pasaron de chiflidos, gritos, comentarios ofensivos hasta el acoso y hostigamiento sexual. Por estas violencias, profesoras, alumnas y trabajadoras dejaron de utilizar faldas, vestidos o escotes dentro del CUCEI.
“Ustedes aquí sólo vienen a conseguir marido”, “CUCEI no es para mujeres” son comentarios que escuchamos con frecuencia dentro del centro.
Los pañuelos verdes (insignia de la lucha y resistencia feminista) se habían prohibido dentro de CUCEI, ya que pareciera que toda aquella forma de expresión por parte del alumnado femenino era una afrontación contra el patriarcado del centro, situación que aseguran las ponía en riesgo frente a aquellos que las llamaban “feminazis”.
CUCEI Fem nació de un conjunto de alumnas que compartían la misma idea:
“Este acoso, estas conductas, este hostigamiento no son normales y no deberíamos de soportarlo”.
La primera vez que se habló de este tema, eran menos mujeres, pues ante “la tradición”, existía menos fuerza y más temor, las primeras en manifestarse fueron duramente castigadas por exigir sus derechos.
Ahora consideran que la situación puede cambiar porque la Rectoría del centro es dirigida por una mujer: Ruth Padilla, quien ha trabajado con las alumnas para acabar con la violencia de género dentro del centro universitario.
La conciencia estuvo siempre ahí, pero el temor a levantar la voz fue más grande:
“Todas sabíamos lo que pasaba, pero teníamos más miedo que ganas de hablar”,
Sin embargo, con mucha valentía, precaución e, incluso, temor, han anunciado que no brindarán más la comodidad de su silencio, así que se han dedicado a esparcir un pensamiento crítico y audaz entre las mismas mujeres del CUCEI.
Entre charlas, páginas de Facebook, tendederos de denuncia, apoyo y solidaridad se mantienen más fuertes que nunca, pues ya no hay forma que toleren lo que años atrás era una tradición cargada de machismo y misoginia.
“Las autoridades no me cuidan, me cuidan mis compañeras”
Cada día son más las mujeres que despiertan conciencia sobre lo que no se debe permitir, callar, ni tolerar; aquellas que valientemente han alzado la voz a través de movimientos, tendederos y denuncias que han permitido visibilizar la problemática que las autoridades universitarias por muchos años minimizaron o dejaron de lado.
En la Universidad de Guadalajara, el acoso y hostigamiento es el pan de cada día para muchas universitarias y a pesar de tener un Protocolo que dice respaldarlas, éste ha resultado insuficiente para protegerlas de los acosadores y hostigadores.
Sin embargo, son las mismas estudiantes quienes han buscado poner un alto a estas conductas y se han movilizado para evitar que sigan sucediendo, mientras piden justicia por sus derechos violentados.
El compañerismo, sororidad y empatía ha sido lo que les ha permitido continuar su lucha y mantenerse unidas frente a las injusticias que viven dentro de esta institución, la cual debería velar no solo por su educación sino también por su seguridad.
Conforme a los datos otorgados por la Unidad de Transparencia de la UdeG, a través de la Defensoría de los Derechos Universitarios, del 2010 al 2019 en la UdeG oficialmente sólo se reconocen 69 denuncias por acoso y/o hostigamiento sexual; sin embargo, los testimonios recabados por estudiantes universitarias deja ver que la realidad es mucho más terrible no sólo porque el Protocolo creado no ha mermado las conductas machistas dentro de la universidad sino porque muchas de ellas consideran que aunque éste exista en realidad saben que nadie castigará a sus agresores.
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Agradecemos a quienes decidieron colaborar con nosotras a través de sus testimonios, confianza y empatía, este trabajo es para todas aquellas que continúan su lucha en busca de justicia.
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Trabajo realizado por alumnas de la Licenciatura en Comunicación Pública del CUCSH de la UdeG en el marco de la materia de Investigación Periodística.