En el macro del 1er Encuentro Nacional para la Memoria y la Construcción de Paz y ante la conformación de la Red Nacional de Lugares de Memoria en México, Mónica Álvarez Aguirre, coordinadora de la Red Colombiana de Lugares de Memoria, dio cuenta de la experiencia de los 38 lugares de memoria que, en Colombia, buscan recuperar espacios marcados por la guerra.
A través de murales, obras de teatro, chocolatadas comunitarias y otras actividades que se llevan a cabo en estos lugares, comunidades de todas las regiones del país exigen justicia y no repetición de las violaciones provocadas por el conflicto armado.
Por Itzel Ximena Torres /@ximena_tra
La guerra no declarada que se vive en Colombia, así como en México, ha provocado incontables violaciones a los derechos humanos en todas las regiones del país; ejemplo de ello son los más de 87 mil casos registrados de desaparición forzada.
En las comunidades más afectadas por grupo paramilitares, militares y guerrilleros, las personas se han visto en la necesidad de desalojar por completo su territorio o han perdido toda libertad de habitar el espacio de manera digna por el miedo y el horror que lo sofocan.
Ante esta situación se han creado los lugares de memoria que, como asegura la coordinadora de la Red Colombiana de Lugares de Memoria (RCLM), Mónica Álvarez Aguirre, son espacios en los que las comunidades denuncian, resisten, buscan esclarecer la verdad y recuperar la confianza entre sí que la diversidad de grupos armados les ha quitado.
Entre las dinámicas que se han generado para oponerse al miedo impuesto hay intervenciones al espacio público con siembra de árboles, ollas comunitarias, exposiciones, círculos de memoria y entre otras expresiones.
Bajo la idea de que la memoria histórica es un bien social común, Mónica Álvarez Aguirre, inauguró el 1er. Encuentro Nacional para la Memoria y la Construcción de Paz en el auditorio Adalberto Navarro del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), sede La Normal, el pasado jueves 21 de noviembre.
La RCLM forma parte a su vez de la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños y a diferencia de la recién conformada Red Nacional de Lugares de Memoria de México, ésta ha trabajado, desde 2015, para que los 38 lugares de memoria que hoy la conforman – tres del Gobierno de Colombia y 35 originados por las comunidades-, recuperen los espacios del país marcados por el conflicto armado proveniente de varios frentes.
Algunos lugares de memoria son testimoniales y se desarrollan en el mismo lugar en donde sucedieron hechos violentos; por ejemplo, la cancha de futbol de El Salado. En esta comunidad al norte de Colombia, integrantes del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia masacraron durante siete días (del 16 al 22 de febrero del año 2000) a por lo menos 100 pobladores. Ahora ahí se construye una casa de la memoria.
Otros, pueden ser marcas territoriales como en las Rutas del peregrinaje de la memoria en la comunidad El Castillo del departamento de Meta. En este caso, no hay un espacio único de memoria, sino que las comunidades hacen marcas territoriales (cruces en el camino o piedras pintadas) en los puntos en los que se han generado masacres o luchas por la reivindicación de los derechos.
También hay lugares representativos, espacios ecológicos, edificaciones y circuitos que fungen como lugares de memoria. Por formar parte de la RCLM, en todos ellos se privilegian las experiencias de las comunidades hasta ponerlas en el mismo nivel de importancia que el que tendrá el Museo Nacional de la Memoria Histórica de Colombia con próxima apertura en 2021.
En ese sentido la Red trabaja con cuatro principios básicos PASS:
Participación decisiva de las comunidades, Autonomía política, Sostenibilidad económica y Seguridad de las víctimas. Aunque Mónica Álvarez asegura que no se han interpretado bien en la Ley de Víctimas en Colombia.
La también investigadora asegura que el Centro Nacional de Memoria Histórica, órgano gubernamental colombiano encargado de la articulación de las memorias plurales, ha menospreciado los saberes de las comunidades al limitar su poder participativo.
“En el Centro el 90% de las personas que toman decisiones son parte del gobierno y solo el 10% son parte de las comunidades afectadas por el conflicto armado. El Estado puede decir qué contar y que no contar”, denunció Mónica en el 1er. Encuentro Nacional para la Memoria y la Construcción de Paz.
Aún con las dificultades, los objetivos de la RCLM ejemplifican el trabajo que la recién creada Red Nacional de Lugares de Memoria de México podría llevar: generar política de memoria, cultura de paz y entender que la pluralidad de voces y saberes del país es la herramienta ideal para recuperar los espacios que la violencia ha despojado de la sociedad.