La lucha es por la libertad reproductiva, por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra vida. La lucha es por nosotras, por las mujeres, lesbianas, mujeres trans y personas gestantes.
Por las que están, por las que vienen y por las que nos fueron arrebatadas; por ellas, por todas, este sábado 28 de septiembre, colectivas feministas salieron a las calles de la ciudad de Guadalajara para reclamar lo que, en sus palabras, ha sido arrancado por el patriarcado, el capitalismo, la Iglesia y el Estado: las decisiones alrededor sobre los cuerpos de las mujeres y los saberes de autocuidado que de mujer en mujer han sido compartidos desde hace siglos.
Cobertura: Itzel Ximena Torres /@ximena_tra; Fernanda Lattuada /@ MariferLattuada y Dalia Souza/@DalhiaSouza
Fotografías: Christian Cantero/@ChristianCHMalv
Salieron del Monumento a la Madre, en la calle Monte Cáucaso, muy cerca, muy cerca de la Calzada Independencia; desde antes de las 4:00 p.m. ellas ya se estaban esperando. Vestidas de negro y con el verde distintivo de sus pañuelos, mochilas, diademas, banderas y accesorios anunciaron su llegada, la llegada de lo inevitable: la marea verde.
Reunidas todas alrededor de esa mujer de piedra que bajo su regazo protege a un pequeño ser, y como una oda subversiva a la figura maternal, colocaron sobre sus pies un pañuelo verde gigante con el lema que acompaña su lucha: “descubrir, disfrutar, decidir” y, sobre su espalda, una tela color rosa con destellos brillantes que simbolizaba una capa.
Festivas, alegres, combativas, armadas con pañuelos verdes y arropadas entre sí una con otra, recorrieron la Calzada Independencia, la Avenida Juárez y luego, tras la presencia de grupos pro-vida y de choque, que impidieron su paso por la ruta previamente planeada en la calle Degollado, se desplazaron en línea recta hasta entrar al centro histórico por la calle Ramón Corona.
Ahí, muy cerca de su destino, en la Plaza Liberación, las esperaba una valla humana de católicos guadalupanos, quienes, portando rosarios y repitiendo una y otra vez el lema “Viva la vida”, rodearon el edificio de la Catedral Metropolitana pretendiendo “resguardar” lo que tienen de fe: un edificio de piedra.
La marea verde continúo su camino, no sin antes recordarles una vez más entre coros y consignas que su cuerpo es sólo suyo y, por tanto, sólo suya es su decisión.
En círculo alzando sus pañuelos verdes, con cantos y al ritmo de la batukada feminista señalaron que su lucha es, ha sido y seguirá siendo por todas las mujeres que han muerto al no tener el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sobre su propia vida; así como, por todas aquellas que, no deben morir por un aletargado sistema patriarcal de derechos desiguales:
“El día de hoy vengo por mi hija, vengo por mi hermana, vengo por mi madre, vengo por mi tía, vengo por mi abuela, vengo por mi amiga, vengo por mi compañera, no estoy sola, venimos juntas y organizadas. Venimos por las que nos fueron arrebatadas, por las que sus políticas les han asesinado, venimos por las que vienen atrás, venimos por mí, por ellas, venimos por todas…
Haciendo eco del lema con el que este año marcharon, exigieron su derecho a la educación sexual para descubrir, a los anticonceptivos para disfrutar y a la despenalización del aborto para decidir, pues como señalaron una y otra vez, lo que se encuentra en juego es su autonomía.
Aunado a ello, precisaron al unísono, que este movimiento feminista es también, para que ninguna otra mujer sea víctima de esterilizaciones forzadas, de violencia obstétrica y para que, a ninguna, se le diga que no es digna de ser madre. Reconocieron, además, que la otra cara de la lucha por la libertad reproductiva está en la disputa constante que enfrentan “las mujeres racializadas, indígenas, migrantes y pobres” a quienes se les dice que “no son dignas de reproducirse”; por lo que, advirtieron, no permitirán que esto suceda, mientras a otras se les dice que están obligadas a hacerlo.
Finalmente, explicaron que “abortar es vivir a veces, parir es vivir a veces, decidir sobre nuestros cuerpos es vivir siempre”; por lo tanto “el acuerdo es vivir” y “aquellos que se oponen a nuestra libertad no podrán robarse esa palabra tan central y tan plena”.