Texto y fotografías: Mario Marlo/@Mariomarlo
El 7 de septiembre del 2017, a las 23:49 horas, un sismo de 8.2 grados en la escala de Richter con epicentro en el Golfo de Tehuantepec, a 137 kilómetros al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, afectó a cientos de comunidades de Chiapas, Tabasco y Oaxaca, siendo las de la región del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca las más afectadas.
El Sismológico Nacional anunció además, que hasta el 6 de noviembre del 2017 se habían registraron 9,945 réplicas del sismo mencionado.
El terremoto dejó 102 personas muertas, 82 en Oaxaca, 16 en Chiapas y 4 en Tabasco.
En Oaxaca, más de 80 mil viviendas sufrieron graves afectaciones y 800 escuelas se dañaron, de las cuales 688 se localizan en el Istmo de Tehuantepec. De estas, 28 tuvieron que ser demolidas y 310 sufrieron daños menores. Al día de hoy no han sido atendidas muchas de ellas, denunció la organización Código DH.
Escuelas en la comunidad de San Mateo del Mar con graves daños en su estructura. Foto: Mario Marlo
El 8 de septiembre del mismo año, el Gobierno Mexicano declaró a las comunidades afectadas en Estado de Emergencia, sin embargo, tanto el gobierno federal como el estatal se vieron rebasados por la situación.
Miles de personas principalmente del Istmo de Tehuantepec y la Sierra Mixe, quedaron en un estado de crisis por casi una semana, ya que la ayuda gubernamental llegó tarde y fue insuficiente.
La situación se complicó para el Istmo cuando el 19 de septiembre, un sismo de 7.1 grados en la escala de Richter destruyó decenas de edificios en la Ciudad de México y toda la atención mediática y la ayuda humanitaria se concentraron en el centro del país.
La organización Código DH, documentó que la ayuda insuficiente, el clima y la replica de 6.1 grados el 23 de septiembre, terminó de colapsar las viviendas que habían sufrido daños en el Istmo.
La situación en la zona se complicó aun más con el colapso de las instituciones educativas, de salud, bancarias, comerciales y municipales. La economía en las comunidades lejanas a las cabeceras municipales se encontraba en crisis, no había trabajo y las personas no podían entrar a sus casas por miedo a que colapsaran por las constantes réplicas.
Una familia duerme al intemperie luego de que su casa quedará destruida por el sismo. Foto: Mario Marlo
Ayuda de la Sociedad Civil
Gracias a organizaciones como el Centro de Derechos Humanos Tepeyac, Código DH, Los Maristas, universidades de todo el país y ciudadanos en general, la ayuda de la sociedad civil comenzó a llegar a las comunidades más lejanas.
Desde los primeros días, después del sismo del 7 de septiembre, las organizaciones instalaron comedores comunitarios que poco a poco fueron atendiendo a más personas afectadas.
Cientos de camiones llegaron a Juchitán y Tehuantepec con víveres para los damnificados, el problema era distribuirlos a las comunidades más alejadas por lo que las organizaciones de la zona, algunos miembros de la iglesia y ciudadanos se organizaron e iniciaron la distribución a los pueblos más afectados.
Miles de personas dormían en las calles, protegidos con hules, por miedo de que sus casa colapsen por las constantes replicas. Foto: Mario Marlo
Gracias a la ayuda enviada por la sociedad civil, las organizaciones y los ciudadanos, las comunidades del Istmo de Tehuantepec han logrado ir avanzando en la reconstrucción de sus comunidades, sin embargo los compromisos realizados por las autoridades aun no se han cumplido.
Tan solo el pasado 20 de agosto que iniciaron formalmente las clases en Oaxaca, 908 escuelas seguían afectadas, las comunidades han denunciado que las obras se encuentran detenidas y que las autoridades han incumplido sus propios plazos.
A un año del sismo más intenso en los últimos 100 años, la reconstrucción avanza lento, cientos de casas siguen afectadas, sin embargo la sociedad sigue trabajando para reconstruir sus comunidades.
La casa escuela El Centenario, construida en 1910 en la comunidad Unión Hidalgo, quedo destruida por el sismo del 7 de septiembre. Foto: Mario Marlo