Por Juan Larrosa / @Juan_Larrosa1
Amedi Jalisco / 27 de agosto de 2019
En la literatura económica el concepto de “falla estructural de mercado” explica que hay excepciones para la idea que señala que el mercado todo lo puede regular. Por supuesto, hay muchas más excepciones de las que los economistas quisieran reconocer pero, al menos, ya se puede discutir que el mercado por sí mismo, no es un mecanismo que mágicamente podrá satisfacer todas las necesidades humanas—ya sería mucho pedir que lo hiciera de forma justa. Un claro ejemplo de falla de mercado se encuentra en los sistemas de información periodísticos. El libre comercio y el mercado no han logrado, aún en las sociedades más prósperas, ofrecer al consumidor un sistema informativo que produzca y distribuya, constante y sistemáticamente, información de calidad. Esta es una de las razones que explican la proliferación de sistemas informativos de baja calidad, inundados de propaganda, desinformación. Esta situación no ayuda, en nada, en desactivar la polarización política. Veamos un ejemplo.
La semana pasada, la opinión pública mexicana se enteró que Televisa no renovaría el contrato al periodista Carlos Loret de Mola. La noticia fue muy comentada pues este periodista trabajó 18 años en la empresa informativa que en su momento fue la más influyente del país. En los últimos años fue el conductor principal del espacio matutino de noticias. Loret de Mola publicó en Twitter un video en el que se despidió de Televisa y la empresa distribuyó un comunicado de prensa para informar sobre la situación. En ninguna de las dos comunicaciones se específica por qué no se le renovó el contrato al periodista.
Al poco tiempo de conocerse la noticia, el internet político se sumió en un debate, otro más, protagonizado por tiros y troyanos. Por un lado, aparecieron aquellos que señalaron que la salida de Loret de Mola se debía a presiones del presidente mexicano, quien buscaba deshacerse de un periodista crítico a su administración. Por otro lado, salieron los que defendieron al gobierno. Lo cierto es que, bien a bien, no sabemos por qué Loret de Mola dejó Televisa. No lo sabemos, entre otras cosas, porque la prensa mexicana no investigó a fondo esta situación.
En general, los medios de comunicación reportaron el tema haciendo eco del video publicado en Twitter por el periodista, el comunicado de Televisa, y chismes del medio no corroborados en los que, en la prensa mexicana, se les llama trascendidos (un género que incluso tiene una sección en la mayoría de los periódicos). Sin embargo, en general, no hubo medios que ofrecieran un recuento de la trayectoria de Loret de Mola como un periodista experto, o al menos enterado, en temas económicos y como un corresponsal de guerra y eventos internacionales que hizo trabajos relevantes a lo largo de su paso por Televisa. Pero también como un periodista al que “casualmente” en las últimas dos administraciones le filtraban la información de “alto nivel” sobre seguridad pública, como un periodista que transmitió en cadena nacional el montaje televisivo de Florence Cassez, y como alguien que trabajó para Televisa, una institución oficialista y monopólica.
Tampoco tuvimos notas que contextualizaran el caso en términos políticos y económicos. Es evidente que Carlos Loret de Mola ha sido un periodista muy crítico en contra de López Obrador, así lo constatan sus columnas en El Universal, así como en sus participaciones en su ahora ex programa de televisión y en espacios como Primer Grado. Por otro lado, desde que inició la nueva administración federal, las televisoras han dejado de recibir un importante flujo de dinero por concepto de publicidad oficial, aunado a un contexto global en el que la radiodifusión ya no es el jugoso negocio que fue hace unas décadas. En tiempos recientes hemos sabido de las pérdidas que han tenido las televisoras, de la venta de todas las estaciones de radio pertenecientes a Televisa, de la intención de Grupo Imagen de vender su canal de televisión y de los fuertes recortes que vive Televisión Azteca. Son momentos de crisis o, al menos, fuertes reacomodos de esta industria informativa. Más aún, los noticiarios de Televisa están lejos de tener la influencia política y el rating que tuvo Jacobo Zabludovsky, incluso Joaquín López Dóriga. En los reajustes recientes en Televisa, muchos pensamos que Loret se haría cargo del noticiario estelar; sin embargo, se lo dieron a Denise Maerker.
Finalmente, tampoco hubo reporteros que investigaran la razones profundas y las coyunturales del término del contrato de Loret de Mola. Periodistas que entrevistaran a directivos de la empresa y compañeros de trabajo de este “anchor-man”, o reconstrucciones del ambiente de trabajo actual y que marca la salida de este personaje. Esta cobertura no existió por varias razones. Una tiene que ver con que cada vez hay menos periodistas y, como consecuencia, se reducen los recursos humanos para reportear notas como esta. Otra, tiene raíces históricas y tiene que ver que, como inercia del autoritarismo político del siglo XX, los medios mexicanos tienden a no reportar sobre empresas de comunicación y periodistas—aún a pesar de que son instituciones y actores políticos de relevancia para la discusión pública. En el caso de Loret, como muchos otros, hace falta que los medios contraten a periodistas que se especialicen en darle seguimiento a la vida política, económica, cultural y tecnológica de los medios de comunicación. Esto ocurre en otros países. Un ejemplo es que debido a la cobertura de los medios y el periodismo como fuente informativa, explotaron casos como los Harvey Weinstein y Bill O’Reilly, casos que tuvieron un profundo impacto en el movimiento #MeToo—versión estadounidense.
Cuando el sistema de comunicación falla en proporcionar información de calidad, el debate público baja de nivel e, incluso, se envilece. El caso Loret de Mola lo ejemplifica, pues fue perfecto para desarrollar un debate polarizado, lleno de verdades a medias y trascendidos. Aunque no es un antídoto que cure la polarización política, tener información de calidad podría zanjar ciertos debates bizantinos. Si la prensa política mexicana hubiera informado con profundidad sobre las causas del despido de Loret de Mola, tal vez podríamos haber evitado días enteros de debates polarizados sobre algo que, hasta ahora, no terminamos de comprender sus causas. Por ello, un debate pendiente es cómo le vamos a hacer, entre todos, para paliar la falla estructural en el sistema informativo y pensar estrategias que ofrezcan información periodística de calidad que sea producida más allá del sistema comercial que durante tres cuartos de siglo fue monopolizado por Televisa.