No es sólo culpa de la naturaleza que las zonas de riesgo por el temporal de lluvias en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se hayan multiplicado en los últimos cinco años, ya que el mayor impacto se ha generado a causa de la mala planeación urbana, el desarrollo inmobiliario desmedido, el fracaso de las obras hídricas para abatir la problemática y la nula visión del manejo integral del agua; la consecuencia de esta cadena de errores y omisiones gubernamentales incide que ahora se inunden más colonias e, incluso, muchas lo hacen sin que caiga sobre ellas ninguna gota de agua.
Este reportaje muestra un mapa de vulnerabilidad sobre muchas de las actuales zonas de inundación, pero sobre todo presenta la manera en que vecinos organizados resisten no sólo para impedir que “las lluvias” les quiten su patrimonio sino también para denunciar a todas las autoridades que prefieren “culpar a la naturaleza” antes que aceptar su responsabilidad en esta desgracia que cada año, lamentablemente, se repite en la ZMG.
Por Itzel Ximena Torres/@ximena_tra; Darwin Franco/@darwinfranco; Dalia Souza/@DalhiaSouza y María Fernanda Lattuada/@MariferLattuada.
En los últimos cinco años, la Zona Metropolitana de Guadalajara ha pasado de tener 147 puntos de riesgos de inundación (entre recurrencias históricas y recientes) a poseer cerca de 380; esto de acuerdo a los registros del Instituto de Información Estadística y Geográfica, a partir de la información del inventario de riesgos que elabora la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos de Jalisco con información que las unidades municipales en la materia le entregan (o deberían entregarle) anualmente.
Sin embargo, en la presentación, el 29 de mayo de 2019, del Atlas de Riesgos de Metropolitanos en Tiempo Real y el Sistema de Vigilancia y Monitoreo Metropolitano, que encabezará el Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan) y el Centro Nacional para la Prevención del Desastre (Cenapred), el titular de lmeplan, Mario Silva, informó que sólo seis municipios de la ZMG tienen inventarios de riesgos; sin embargo, éstos fueron actualizados, por última vez, en 2011.
Estas una de las razones por las cuales los últimos Atlas de Riesgos (publicados en 2014, 2015 y 2017), no tienen la información actualizada de aquellas colonias que, por ejemplo, se inundan de manera cíclica en los últimos ocho años, ya sea por: la mala planeación urbana; el desarrollo inmobiliario desmedido o el inadecuado funcionamiento del Programa de Manejo Integral de las Aguas Pluviales (PROMIAP) y el Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI), los cuales se promocionaron como la solución para todos los problemas de inundaciones en la ZMG y que, sin embargo, no han logrado mermar la problemática que, año con año, incrementa el número de colonias con riesgo inundación en el temporal de lluvias.
Imagen panorámica del Atlas de Riesgos de la ZMG, las zonas sombreadas son las propensas a sufrir inundaciones.
En una comparación hemerográfica elaborada por este equipo de reporteros entre las notas periodísticas publicadas durante el temporal de lluvias (2014- 2019) de las colonias que sufrieron inundaciones y aquellas colonias que se reportaban como vulnerables de inundación en los distintos Atlas de Riesgo, elaborados por Instituto de Información Estadística y Geográfica y Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos de Jalisco, encontramos que cada año dicho inventario de riesgo deberían de haber incorporado a su registro entre cinco y seis colonias por municipio; sin embargo, en la revisión de los Atlas de Riesgo 2015 y 2017, muy pocas de las colonias que aparecieron en la prensa (cuya fuente primaria eran las unidades de protección civil municipales) fueron reportadas por las autoridades competentes como un alto riesgo de inundación.
Por ejemplo, en 2014, las colonias de mayor incidencia fueron: Bosques de Los Encinos, Zapopan; La Aurora, San Carlos y Atlas en Guadalajara; sin embargo, aún no aparecen en el Atlas de Riesgo, esto a pesar de que La Aurora y San Carlos fueron también de las más afectadas por las lluvias en los años 2015, 2016 y 2017.
En 2015, la colonia Alcalde Barranquitas, en Guadalajara, fue una de las más afectadas; vecinos aseguran que las inundaciones que alcanzaron entre 1 y 1.5 metros de altura fueron causadas por la mala planeación urbana de la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero; la incidencia en las inundaciones en esta zona se presentaron nuevamente en 2016, 2017 y 2018; sin embargo, en el mapa de riesgo interactivo creado por del municipio de Guadalajara, esta colonia no aparece como una de las más propensa a sufrir inundaciones.
Un año después, en 2016, la colonia El Dean en Guadalajara, lugar donde también se ubica un parque y un paso regulador con el mismo nombre, alcanzó niveles críticos de inundaciones superiores a los 1.20 metros de altura. En el Mapa de Riesgos de Guadalajara sí aparece; en el Atlas estatal, no.
En 2017, las principales afectaciones del temporal ocurrieron en colonias de Tonalá como: Aldama, Privada Aldama, Loma Bonita, Alamedas de Zalatitán, La Noria, Arcos de Zalatitán, Basilio Badillo y Agua Escondida; ninguna de ellas, a pesar de presentar inundaciones entre 2014 y 2016, aparecen en el Atlas, esto porque Tonalá es de los municipios que no realiza inventario de riesgos.
Las imagénes de las inundaciones en Plaza Patria y la estación Dermatológico de la Línea 1 del Tren Ligero en Zapopan, se viralizaron por la manera tan rápida en que ambos lugares se inundaron, el 10 de junio de 2018; estas afectaciones ocurrieron por la construcción de diversas obras y desarrollos inmobiliarios que entubaron o modificaron el cauce de las aguas que corren por el canal de Patria; la consecuencia: el desbordamiento del canal y escurrimientos mayores a un metro.
En los Atlas de Riesgo, las zonas colindantes al canal de Patria aparecen como zonas de riesgo moderado; incluso, el actual alcalde de Zapopan, Pablo Lemús, asegura que las inundaciones ahí ocurren porque: “ahora llueve más y no por las obras que su administración ha aprobado”.
En la revisión hemerográfica de las primeras semanas del temporal de lluvias (31 mayo al 29 de julio) se detectaron de 118 puntos de inundación; la mayoría de ellos sucedieron en Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco, sin embargo, los más graves ocurrieron: 1) en Tlaquepaque, el 30 de junio, donde una atípica granizada dejó afectaciones en diversas colonias; en ellas el granizo superó el metro de altura; 2) en La Venta El Astillero, en Zapopan, donde el 15 de julio el arroyo Canta Rana, que proviene del Bosque La Primavera, se desbordó; 3) en Tlajomulco de Zúñiga, el 21 de julio, cuando se desbordaron dos arroyos, La Culebra y La Colorada también provenientes del bosque, lo que afectó a conjuntos residenciales de Santa Anita y a colonias populares de la Delegación de San Agustín; y 4) el 29 de julio cuando los estragos de la lluvia volvieron a sentirse en estas mismas colonias del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, las cuales nuevamente sufrieron fuertes inundaciones por el caudal de agua y lodo que se dejó venir desde lo alto del Bosque La Primavera.
Mapa inundaciones en la ZMG durante 2019 (31 mayo al 29 de julio).
En el actual temporal de lluvias, las colonias con más inundaciones son: La Lagunita, La Ciénega, El Terrón, San Agustín y Santa Anita, en Tlajomulco de Zúñiga, con cuatro inundaciones; Las Conchas, en Guadalajara con tres, y San Carlos, también Guadalajara con dos; además a éstas habrá que sumarles zonas históricas de inundaciones como: Plazas de Sol, los Arcos del Milenio y San Juan de Dios, la cual tampoco aparece en el Atlas de Riesgo de Guadalajara.
Las colonias que se inundaron en Tlajomulco de Zúñiga, desde el 3 de junio, quedaron fuera de los 102 puntos de riesgo de inundación, pues de acuerdo con Jorge González, director general de Obras Públicas, los trabajos que habían realizado impedirían futuras inundaciones, lo cual no ocurrió.
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La Lagunita: Cuatro inundaciones con un mismo origen.
No había caído ni una sola gota de lluvia en las cuatro ocasiones en que las calles y casas de la colonia La Lagunita, perteneciente a la Delegación San Agustín en Tlajomulco de Zúñiga, quedaron bajo un alud de lodo. Estas inundaciones ocurrieron el 30 de junio, así como el 7, 21 y 29 de julio de 2019.
“Córranle ahí viene el agua”, fue el mensaje que vecinos de la calle Vallarta comenzaron a dar cuando vieron la cantidad de agua que venía sobre la afluente del canal que rodea uno de los extremos de la colonia La Lagunita. Ese canal que, recientemente fue arreglado y que ahora está en reparación, es el único punto de desfogue en la zona de todos los escurrimientos que provienen de los más de 100 fraccionamientos que se han construido, en los últimos 15 años, en lo alto y en las faldas de los cerros que dan inicio al Bosque La Primavera en Tlajomulco.
La avenida López Mateos es la línea que divide los conjuntos residenciales asentados en la zona boscosa de las comunidades y las colonias que se ubican en los pueblos de San Agustín y Santa Anita, los cuales fueron devorados por la mancha urbana en el sur de la ZMG.
De acuerdo con Ofelia Pérez Peña, investigadora del departamento de Ciencias Ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), en esta zona se concentran alrededor de 40 mil hogares donde 132 mil personas viven distribuidas en más de 100 fraccionamientos -principalmente residenciales- que se fueron ubicando en una zona que, históricamente, ha sido un lugar de infiltración y absorción del agua; sin embargo, lo más grave es que todo esto provocó la desviación de más de 500 cauces naturales de agua:
“¿Qué significa esto? que viene la corriente del agua por su cauce natural y de pronto se topa con la pared de un fraccionamiento, así que tiene que tomar otros caminos; por ello, tenemos que ir a las causas y no seguir creando meros paliativos que no resuelven el problema”.
El 21 y 29 de julio, fraccionamientos residenciales como Bosques de Santa Anita, Club de Golf, La Foresta, Rinconada de Santa Anita, Arbolada Bosque de Santa Anita, Jardines de Santa Anita, El Terrón, La Lagunita, La Ciénega y Oscar García se vieron afectados por las lluvias que ocurrieron en el bosque La Primavera, las cuales -en ambas ocasiones- desbordaron dos arroyos: La Culebra y La Colorada, ambos arroyos fueron desviados de su cauce natural y, por tanto, en su desfogue se toparon con diversas construcciones hasta encontrar el Boulevard Bosques de Santa Anita y la calle Ramón Corona, vialidades que quedaron totalmente destruidas por el paso del agua.
Estos desbordamientos arrastraron consigo parte de la vegetación afectada por los incendios que el bosque padeció, el pasado mes abril, así como piedras y partes de cerro que se desprendieron por la erosión que presenta la zona por la sobre explotación de arena que actualmente se está realizando en los cerros colindantes al antiguo camino a San Isidro Mazatepec.
Las imágenes y videos de ambos desastres se viralizaron inmediatamente; la magnitud de la tragedia del 21 de julio, afectó más de 50 casas, 32 vialidades y 20 vehículos, lo cual provocó que el Comité de Emergencias del municipio de Tlajomulco aprobara la declaratoria de emergencia en la zona; misma contingencia que se mantuvo por el recrudecimiento de las afectaciones cuando, el 29 de julio, nuevamente la zona fue devastada por las fuertes corrientes de agua y lodo.
Salvador Zamora, presidente municipal de Tlajomulco de Zúñiga, en las primeras horas del desastre del 21 de julio declaró ante los medios: “En la parte alta del Bosque La Primavera tuvimos el mayor arrastre, hay una parte que es la más alta del bosque que es donde los árboles del bosque se quemó a profundidad, es decir, todo el material vegetativo de los árboles está colapsado, está quemado, solamente quedan los troncos y en esa zona específicamente, hay una erosión muy importante”; el día 29 de julio, replicó el mismo discurso aunque evitó hablar de las de las obras (encarpetamiento de avenidas y gaviones de contención) que tras la nueva tormenta, del 29 de julio, quedaron totalmente inservibles.
Sin embargo, lo que el primer edil omitió señalar, en ambas ocasiones, son las consecuencias que ha tenido en la zona la autorización, en los últimos cinco años, de diversos permisos para la construcción de fraccionamientos residenciales como: El Cielo Country Club (ampliación); Bosque Alto o Santa Anita Hills (autorización para la construcción en 30 hectáreas en zona protegida); Bosque Real Santa Anita y Residencial El Origen; sin embargo, para Salvador Zamora no hay responsabilidad de su parte porque estas autorizaciones ocurrieron en anteriores administraciones (encabezadas por alcaldes de su propio partido: Movimiento Ciudadano y en donde éste, incluso, fue Director de Ecología). Hoy asegura que en su gestión no se han otorgado más permisos para construir en la parte alta del bosque.
De hecho, una de las promesas de campaña del ahora alcalde fue no dar la autorización para la construcción del residencial Santa Anita Hills; sin embargo, actualmente la empresa que encabeza el proyecto, Sociedad Inmobiliaria Rincón del Palomar S.A de C.V., ganó una serie de recursos legales para echar a andar la primera etapa del residencial que, conforme el proyecto de impacto ambiental que entregó la inmobiliaria a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), implicará un cambio de uso de suelo de 202 mil 181 m2 de terrenos forestales correspondientes a bosque de encino-pino.
Además este proyecto recae sobre la cuenca del Río Santiago-Guadalajara y dos microcuencas: Santa Anita y San Sebastián El Grande; las cuales son visibles en el poligono de la construcción donde se identifican dos arroyos que en una observación directa están siendo desviados de su cauce.
Santa Anita Hills tampoco contempla la construcción de pozos para captar el agua pluvial o de sistemas de vasos reguladores o gaviones para evitar problemas de inundaciones no sólo en dicho complejo sino también de los fraccionamientos que quedarán debajo de éste; específicamente, Los Gavilanes o San Martín de Tajo e, incluso, sitios como el polémico centro comercial Punto Sur.
Esto es importante porque el problema de las inundaciones y los desgajamientos de los cerros del Bosque La Primavera que -ahora movilizaron a vecinos de El Cielo; El Palomar; San Agustín; Provenza ; La Ciénaga y Club de Golf Santa Anita para conformar un Observatorio Ciudadano, cuyo objetivo es vigilar el otorgamiento de permisos de construcción en la zona alta del bosque- tienen fuertes consecuencias que no alcanzan a mirarse desde los residenciales y que se manifiestan en colonias que, del otro lado de López Mateos Sur, se inundan sin la necesidad de que sobre ellas llueva.
La Lagunita es una colonia que quedó justo al centro de esta desmedida voracidad inmobiliaria; por el frente tiene una infinidad de zonas residenciales que han provocado que el arrastre del agua que viene de los cerros del Bosque La Primavera pase a raudales frente a sus casas; pero también padece estos mismo problemas por la parte trasera donde los fraccionamientos Los Abedules y Residencial Alta California han interrumpido los cauces naturales del agua que baja de los cerros de La Pedrera, lo cual hace que toda el agua que baja de ahí también se concentre en el colector pluvial Vallarta, mismo que pese a su remodelación ha resultado insuficiente en este temporal.
Un día antes de la fuerte tormenta del 29 de julio, Ramón Ocampo -vecino de la colonia y uno de los opositores a las desarrollos inmobiliarios que no respetan los cauces naturales del agua-, nos llevó a realizar un recorrido por los alrededores de La Lagunita para comprender desde dónde surge el riesgo. En el siguiente video nos narra cómo los arroyos en la zona han sido desviados de su cauce para evitar que fraccionamientos residenciales se inunden, lo cual -a su parecer- han ocasionado las cuatro inundaciones que La Lagunita ha sufrido en este temporal de lluvias.
Tras las lluvias del 21 de julio, el alcalde Salvador Zamora se presentó en la comunidad para repartir ayuda para los damnificados, Don Ramón le pidió que fuera más allá de esta ayuda porque mientras no se ponga orden al desarrollo inmobiliario que sigue creciendo en los cerros, llegará el día en que nos hallará sepultados bajo el lodo: “Así que yo le dije que si le va a invertir, pues que haga el canal más ancho y alto, ya que seguro estoy que si esto no se hace, vamos a seguir igual o peor”, concluyó.
En las lluvias del 29 de julio, también se hizo presente manifestando que seguirían trabajando en el canal para lograr que éste pueda tener mayor capacidad para contener el agua que viene de los residenciales de Santa Anita.
En el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, conforme al Programa de Reordenamiento Ecológico (POE), publicado en 2017, se han perdido en los últimos ocho años: 2 mil 500 hectáreas de reservas naturales, esto ha generado un crecimiento del 217% de urbanización en el mismo periodo de tiempo.
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Santa Anita: La ilusión que se llevaron las inmobiliarias
Dicen que el agua siempre busca su cauce, y al parecer los vecinos de la colonia Santa Anita en Tlajomulco de Zúñiga lo han confirmado. Asentados en fraccionamientos a las faldas del cerro del Bosque de la Primavera, los temas recurrentes durante las temporadas de lluvia son: el desbordamiento de canales y la destrucción de calles.
El desarrollo inmobiliario desmesurado y los incendios forestales de la última temporada de estiaje, se han vuelto una pesadilla para los colonos de Santa Anita, pues la cantidad de agua que cae del cielo parece incomparable a la que corre por las calles, pues a veces sólo bastan unos minutos de precipitación ligera para que en los múltiples canales de la zona, la rapidez y fuerza de la corriente sea capaz de arrastrar automóviles, muros y bloques de asfalto.
Este año, las fechas en las que se han registrado inundaciones no han sido pocas; sin embargo, la destrucción del Boulevard Bosques de Santa Anita, la reparición de antiguos cuerpos de agua y el alud de lodo que invadió algunas viviendas, los días 21 y 29 de julio, hizo que los vecinos encendieran focos rojos de nuevo.
Ese día (el 21 de julio) eran aproximadamente las siete de la tarde cuando empezó a caer la lluvia en el sur de la ciudad. Después de unos minutos de precipitación, la circulación de la avenida López Mateos Sur se detuvo. El paso a desnivel de San Agustín estaba inundado y el tránsito por el Boulevard Bosques de Santa Anita estaba completamente inhabilitado debido la corriente que levantó varios tramos de asfalto de lado a lado de la calle.
Los vecinos de Santa Anita aseguran que no es la primera vez que los canales de la zona le quedan pequeños a la corriente del agua que baja de los cerros. Este mismo año, durante la lluvia de la madrugada del 30 de junio, el boulevard también sufrió afectaciones, aunque no de la misma magnitud como los sufridos el 21 y 29 de julio.
En todas estas ocasiones, la manera de reparar los daños ha sido parchando los hoyos con asfalto. Hasta ahora no existe una red pluvial que pueda captar el agua que corre por la calle, la única infraestructura que hay para tratar de aminorar el problema es el canal que corre por la calle Santa Anita –junto a la barda perimetral del Club de Golf de Santa Anita– y algunos otros que se encuentran en diversos fraccionamientos; sin embargo, en una revisión in situ, muchos de ellos no tienen un caudal suficiente e, incluso, algunos están clausurados, razón por la que el agua toma las calles.
En un comunicado de la Asociación de Vecinos Bosques las Moras, se les informó a los colonos que el encarpetamiento de la calle sería temporal, ya que el presidente municipal Salvador Zamora, se comprometió a construir un colector pluvial en el boulevard, mismo que no ha sido concluido. La obra que también se estaba desarrollando en la parte superior de la zona son una serie de gaviones que, tras la tormenta del 29 de julio, demostraron no ser suficientes para dar buen cauce al enorme cantidad del agua que proviene de los cerros.
Algunos sufren las inundaciones más que otros. La única manera de llegar a los fraccionamientos de Foresta y Rinconada Santa Anita es por la calle Santa Anita, en la que cada año, los vecinos reportan inundaciones a la altura del colegio Instituto Tepeyac.
“Aunque haya emergencias no tenemos otro camino. Además, durante las lluvias es frecuente que se vaya la luz. Una de las vecinas de Foresta tiene una enfermedad pulmonar y necesita estar conectada a una máquina que le da oxígeno. Con la lluvia del domingo 21, no pudo salir hasta las nueve de la noche cuando ya había bajado un poco el agua y un vecino se ofreció para llevarla”, cuenta Lucía González, vecina de Foresta desde hace ocho años.
Esa misma noche, otro vecino de Foresta quedó atorado en su vehículo en la misma zona inundación al intentar llegar a su casa. Al día siguiente, la manera en la que se encontraba la camioneta dejó ver que lo que corría por las calles no solo era agua, sino también lodo.
Otros colonos reportaron, la aparición de una cascada en uno de los cerros que forman parte del Bosque de la Primavera. Al seguir el camino del agua que caía, se dieron cuenta de que llegaba a Avenida Foresta, en donde el 30 de junio cayeron dos bardas perimetrales después de la tormenta de la madrugada. Durante la lluvia el cauce continuaba hasta el canal de la calle Santa Anita.
“Hay un señor de casi 50 años que hace trabajos en Foresta. Dice que cuando tenía más o menos 12 años le tocó construir el canal que está en la calle de Santa Anita y que en ese tiempo toda la zona estaba llena de ríos y otros cuerpos de agua. El más caudaloso estaba por el Boulevard” cuenta Lucía González.
El 21 de julio, poco más arriba del mismo Boulevard, en el fraccionamiento Arbolada también se desbordó el canal de aguas pluviales que corre al costado y por delante de la zona habitacional. Aunque el cauce de agua y lodo no afectó ninguna de las casas, entró a la caseta de vigilancia y derrumbó dos bloques de la barda perimetral del fraccionamiento. Aunque se realizaron obras para evitar que esto se replicara, la tormenta del 29 de julio también desbordó estos canales pluviales.
“Todo lo que hay adentro (de la caseta de vigilancia) se echó a perder. Las computadoras, los muebles y hasta la bicicleta”, explica el guardia de seguridad que estaba trabajando en el fraccionamiento durante el desastre.
En el Club de Golf Santa Anita, la situación también fue desastrosa el 21 de julio. Al igual que en Bosques, en este fraccionamiento se registró la aparición de otra cascada en la montaña. Los vecinos observaron desde sus viviendas como el agua y el lodo se arrastraban por el campo de golf y las calles, hasta llegar al punto más bajo de la zona: la calle Paseo de Las Rosas.
Justo en la esquina de esa calle y Paseo de Santa Anita, está la casa de Alejandro Ramírez, la cual sufrió inundaciones que hicieron que su familia perdiera gran parte de su patrimonio: “Se inundó la mitad de la casa y las pérdidas que calculamos son de 2 millones de pesos, incluyendo muebles, carros, carpintería y otras cosas. La parte más afectada fue el sótano y el área de convivencia, pues están por debajo del nivel de la calle y se inundaron hasta el techo”, explica Alejandro.
A pesar de la arquitectura de la casa de Alejandro Ramírez, en tormentas anteriores, no había problemas de inundación. Lo que cambió en esta ocasión y propició el desastre, fue la ruptura del vaso regulador que estaba entre el límite del Club de Golf y el cerro del Bosque de la Primavera. Algunos vecinos señalaron que la infraestructura no había recibido mantenimiento.
Las pérdidas sólo fueron materiales, pero no estuvieron lejos de ser humanas. En el momento de la inundación la persona que vivía en el sótano quedó atrapada debido a la fuerte corriente que bajaba por las escaleras. Por suerte, pudo librarse y hoy está a salvo. Para poder sacar el agua y el lodo de la casa, fue necesario que 100 hombres trabajaran por dos días y noches, maquinaria para bombear el agua y cinco camiones de volteo para llevarse el lodo. A una semana de la inundación, los trabajos de limpieza seguían.
Otros actores que participaron en el trabajo posterior a la lluvia fueron los bomberos y Protección Civil: “Ellos (bomberos y Protección Civil) se enfocan en rescates, fugas de gas y electricidad. Son muy efectivos porque llegan a hacer y detectar cosas que los demás no sabemos. Es un tema muy delicado porque pudo haber personas electrocutadas si los bomberos no hubieran llegado a desactivar la energía”, dice Alejandro.
Los vecinos de Santa Anita están conscientes de que además de encontrase en una zona en la que antes los cuerpos de agua eran abundantes, entre los motivos de las inundaciones de este año, está el incendio registrado el 12 de abril en el predio Los Asadores del Bosque de la Primavera. Este incendió afectó aproximadamente mil 900 hectáreas de bosque, que perdieron su capacidad para filtrar el agua de lluvia y originaron desprendimiento de materia orgánica que corrió junto con el agua.
Está situación va de la mano con las diversas irregularidades en las licencias de desarrollo inmobiliario otorgadas en zonas protegidas de los cerros del Bosque La Primavera, así como el proyecto Santa Anita Hills, señalado anteriormente en este reportaje, en el caso de La Lagunita.
“Es un error construir en la parte alta de la montaña, primero porque cuando van construyendo van impermeabilizando el suelo y talando. El agua simplemente baja más rápido y en mayor cantidad porque no tienen donde retenerse ni absorberse” señala Emanuel Arriero, vecino de El Palomar e integrante del Colectivo Palomar Unido.
También resulta un error, como pudo corroborarse en este reportaje, el desvío de cauces naturales de arroyos, así como el cierre de canales pluviales dentro de estos fraccionamientos ubicados en las faldas del Bosque La Primavera. En el recorrido realizado con Ramón Ocampo, vecino de La Lagunita, pudimos observar que desde el último fraccionamiento fincado en lo alto de la zona hasta la construcción de Galerías San Anita, existen alrededor de ocho cauces desviados u obstruidos.
Unidad Modelo: Bajo el agua por imposición de obras públicas
Alejados de la zona sur de la ZMG, también los problemas de inundación son latentes, esta historia no narra las consecuencias del desmedida construcción privada, sino aquella que se gesta desde el Estado. Esta es la historia de Unidad Modelo.
Mientras que las autoridades le apuestan a las obras públicas para el supuesto desarrollo y beneficio de la sociedad tapatía, en la colonia Unidad Modelo de Guadalajara, la temporada de lluvias significa socavones capaces de sumergir automóviles; cuarteaduras en las casas; ríos rápidos que corren por las calles y agua que brota a borbotones por el drenaje.
Este año, además de las usuales inundaciones de más de un metro en la zona centro de la colonia, durante las tormentas del 30 de junio y del 8 de julio, los vecinos y quienes circulan por la zona, han tenido que enfrentarse a accidentes causados por los tres socavones que dejaron las obras de la Línea 3 del Tren Ligero y la ciclovía en Avenida Revolución.
Aunque hasta ahora no se han perdido vidas, un motociclista, un chofer de taxi y un peatón han sido las víctimas que han caído en los hoyos de más de dos metros de profundidad durante las inundaciones. Así como ellos, los colonos de Unidad Modelo, viven temiéndole al agua, razón por la que colocan costales en sus puertas para intentar evitar que ésta entre a sus casas.
La Unidad Modelo es una zona habitacional de Guadalajara que va desde Av. Revolución hasta la calle Marcelino García Barragán y de la calle Corregidora (también conocida como Calle 40) a Dr. Pérez Arce (Calle 34). En ella viven aproximadamente mil familias en 400 casas, algunas con más 67 años de antigüedad.
Los vecinos que tienen más tiempo viviendo en la colonia aseguran que los problemas hídricos siempre han estado presentes en la zona; sin embargo, a partir del 2015, cuando inició la construcción de la inconclusa Línea 3 del Tren Ligero, los problemas se agravaron.
“Yo tengo desde niña viviendo aquí y en las tormentas muy fuertes siempre se ha inundado la parte del centro de la colonia. Aunque ahora (las inundaciones) son más frecuentes que antes”, dice la señora María Bertha Muñoz.
La Línea 3 pasa por Unidad Modelo a lo largo de Av. Revolución, y justo a la altura de la colonia, cambia de ser elevada a subterránea. Hace dos años, como parte de las obras, se construyó el muro que contiene los carriles del tren, y debido a eso, Revolución se ha convertido en el cauce de un río rápido que antes se distribuía a lo largo de la avenida.
“Nos dijeron que con el muro ya no se iba a inundar, pero al contrario, el muro es como un dique”, señala Ana Rosa Pérez, presidenta de colonos de Unidad Modelo.
Los vecinos han reportado que durante las tormentas, el agua sube aproximadamente 40 centímetros por la avenida, casi hasta tapar los bolardos de las esquinas. Eso implica que la inundación también alcance las casas de Unidad Modelo más próximas a Revolución.
Lilia Basave vive a una cuadra de por donde pasará el tren ligero y señala que ahora cuando llueve tiene problemas a los que no estaba acostumbrada: “En las lluvias fuertes se hace una laguna en mi patio. En la puerta tengo un batiente alto y por eso el agua no se mete a la casa, pero este problema antes no lo tenía, todavía el año pasado no lo resentía”.
Conociendo las condiciones y antigüedad de sus viviendas, desde que inició la socialización de la Línea 3, los vecinos de Unidad Modelo pidieron a las autoridades que se hicieran los estudios necesarios para detectar posibles riesgos y daños; sin embargo, la respuesta fue nula.
No se construyeron bocas de tormenta (para sumarse a las dos que ya existían), como se había acordado, y durante las excavaciones los vecinos notaron el uso de bombas de agua para secar una noria que se encontraba justo en donde están los carriles del tren, a la altura de la Calle 34.
Ahora, no sólo les preocupa que el agua busque su cauce y regrese a donde estaba la noria, sino que también sin estar funcionando el tren, ya haya 25 casas con daños estructurales. En una de ellas, la bóveda cayó por completo y los dueños tuvieron que repararla por su cuenta.
A petición de los vecinos, en agosto del 2018, el Colegio de Ingenieros Civiles del Estado de Jalisco y Protección Civil hicieron estudios de suelo y peritajes que determinaron que las casas tenían grietas en las fachadas y bóvedas debido a “vibraciones por la operación de maquinaria de construcción, la pérdida de capacidad de carga del subsuelo por incremento en el nivel freático”, entre otras razones.
“El paso de vehículos de carga, el sacar material del subsuelo, las excavaciones y el quitar el cemento hidráulico, ha afectado nuestras viviendas, ya que nos encontramos en la periferia donde pasará el tren ligero”, es lo que dice el oficio que los vecinos de Unidad Modelo entregaron al Director General del Sistema de Tren Eléctrico Urbano, el 3 de septiembre del 2018, para exigir que se validen los daños en sus hogares y se hagan responsables de los mismos. Hasta ahora no ha habido respuesta de las autoridades.
Aunado a estas preocupaciones, los vecinos hoy se enfrentan a los tres socavones que hay en Av. Revolución, a la altura de la Calle 34, Pedro Páramo y la Calle 40. Mientras que el de la Calle 40 ha sido abierto y cerrado más de una vez desde hace dos años por las obras del Tren Ligero, los otros dos tienen cinco meses de existencia y se abrieron casi cuando inició la construcción de la ciclovía que acompaña toda la Línea 3. Misma que no se socializó con los vecinos y que hoy está inconclusa.
Lo que tienen en común los socavones es la razón por la que fueron abiertos: para cambiar las tuberías y tomas de agua y drenaje; que iniciaron como hoyos de poca profundidad y que hoy miden hasta dos metros de hondo y cuatro de largo por el continuo deslave provocado por el agua; y que a causa de ellos han sucedido accidentes que ponen vidas en riesgo.
Debido a la tormenta del lunes 8 de julio, como ya es de costumbre, Unidad Modelo sufrió inundaciones que en Av. Revolución desaparecieron los socavones a la vista de cualquiera que pasara por el lugar. Esa noche, un chofer de taxi, cayó en el hoyo de Pedro Páramo con todo y su vehículo. Para sacarlo, empleados de un negocio de modificación automotriz que se encuentra por la misma calle, tuvieron que jalar el vehículo con una camioneta.
Horas más tarde, sucedió otro accidente.
“Estábamos todos aquí en el negocio viendo el show y venía un chavo corriendo. De repente se cayó, piso el filo del hoyo y se pegó en la frente con la jardinera. Quedó noqueado, le habló a su esposa y ella vino por él. Nosotros lo resguardamos en el negocio por un rato”, cuenta Alberto Castellón, empleado en el negocio de modificación automotriz.
Al mismo tiempo, en la calle 40, un motociclista corrió la misma suerte, mientras en el socavón del lugar había varillas levantadas.
“Él circulaba por la 40. Como al pasar Av. Revolución la calle se hace de doble sentido, tomó su lado derecho. Cuando pasó por ahí desapareció de repente, luego emergió nada más él, sin la moto, y se queda parado un buen rato por miedo de dar otro paso y caerse otra vez”, explica la vecina María Bertha Muñoz.
Los socavones propician accidentes no sólo durante las inundaciones, pues a plena luz del día, también invaden carriles, pasos peatonales, paradas de camión y la misma ciclovía. El pasado 24 de julio se registró un choque de vehículos en la Calle 34 y Revolución, por el reducido espacio que deja el socavón en la esquina.
La obra de la ciclovía, además de un carril exclusivo por Revolución, incluyó la renovación de banquetas de la calle, las cuales bajaron de nivel con respecto a las viejas y dejan aún más desprotegidos a los vecinos contra las inundaciones.
Caminando por el lugar, aún se pueden observar por lo menos 20 centímetros de restos de las banquetas viejas, pegados alrededor de postes y árboles. Al igual que grietas en las losas nuevas y hoyos que los vecinos tapan con tablas de madera: “No estamos peleando nada más para la comunidad Unidad Modelo, estamos peleando que haya más seguridad para todo transeúnte, vehículo, usuario de transporte público, porque es un área muy peligrosa”, dice Ana Rosa Pérez.
¿Por qué se inunda Unidad Modelo?
María Virginia Medina, vive con su familia en una casa que está por el centro de la colonia, en donde el agua este año ha subido un metro 20 centímetros. Cuenta que no importa la fuerza de la tormenta, en su casa el agua llega hasta la cocina, las recamaras y el comedor: “Tenemos que estar cambiando y moviendo los muebles. Cuando llueve y sí estamos en la casa, ponemos trapos y tapamos con costales para tratar de evitar el paso del agua. Cada año es lo mismo, cada año”, dice María Virginia.
Sin embargo, eso no es suficiente, pues en su casa el agua también brota por el escusado. En ocasiones en las que ha abierto el registro del drenaje, lo ha encontrado tapado, lleno de hojas y basura que lleva la corriente. Al señor Francisco Javier Flores, le tocó ver cómo las camas flotaban en la casa de una vecina durante la inundación del 8 de julio.
Hace tres años, Mariana, otra vecina que vive cerca de Avenida Revolución, perdió todos los muebles de su sala por el agua que entró a su casa: “Una de las consideraciones que tomamos mi familia y yo la última vez que compramos muebles fue que tuvieran patas y no estuvieran al ras del suelo, para que ya no se maltraten tanto”, explica ella.
La construcción de la Línea 3 del Tren Ligero y la ciclovía que la acompaña, tienen mucho peso en los problemas hídricos de Unidad Modelo, pero como reportan los vecinos, las inundaciones están presentes desde que tienen memoria; sin embargo, recuerdan que en 1983, el ayuntamiento de Guadalajara intervino en la colonia por primera vez para combatir el problema.
Se subió el nivel del suelo, se construyó una red pluvial, se puso adoquín de cantera en las calles y bocas de tormenta dentro de la colonia. A partir de eso, los colonos notaron una disminución considerable en las inundaciones, pero en 2004, el gobierno municipal volvió a intervenir y en las obras quitaron la red pluvial, sellaron las alcantarillas y volvieron las inundaciones.
Además de esa mala gestión del agua, Unidad Modelo está posicionada geográficamente en una cuneta a donde baja el agua de otras colonias: “Recibimos el agua que baja de la colonia Olímpica hacia la Plaza de la Bandera y viceversa. También aquí termina el agua que baja de las calles Gigantes y Javier Mina”, reconoce la presidenta de colonos, Ana Rosa Pérez.
De acuerdo con el Plan Parcial de Desarrollo Urbano 2017 del municipio de Guadalajara, Unidad Modelo está en el distrito 05, “Olímpica”, subdistrito 05 “Tecnolgógico”, Área de Peligro Geológico, Susceptible a Inundación y de Alto Grado de Peligro por Antigüedad de Red en agua Pluvial.
En la actualidad, en Unidad Modelo se llevan a cabo cambios de tuberías, tomas de agua y descargas financiadas por Aportaciones Federales para Entidades Federativas y Municipios, también conocido como Ramo 33. A partir de eso, se ha encontrado zonas con mala compactación de tierra y tomas de agua en mal estado.
Sin embargo, a partir de estas obras, se espera que la situación de la colonia mejore, aunque para ello también será necesario la intervención de las obras públicas impuestas en los últimos años.
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¿Por qué nos inundamos en la ZMG y qué podemos hacer al respecto?
Para el especialistas e investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Arturo Gleason, el problema es muy simple: “Hemos afectado el funcionamiento del ciclo del agua; la lluvia que cae toca el suelo, pero al no haber suelo natural… se acumula y comienza a venirse a las zonas bajas, así que entre más concreto haya habrá más escurrimientos y, por ende, más inundaciones, con lo cual también afectamos la parte de la infiltración porque toda esa agua de lluvia que deberíamos de captar, la estamos mandado a los drenajes”, puntualizó.
Para quien ha dedicado gran parte de su quehacer científico a comprender el ciclo del agua es claro que todos hemos contribuido a esta problemática: “El ciclo del agua está enfermo, no funciona bien; así que lo que podemos hacer es curarlo o restaurarlo en términos técnicos; por ejemplo, si perdimos áreas verdes debemos de comenzar a recuperarlas… debemos pensar en cómo restaurar las cuencas… como la que va del Bosque La Primavera a El Salto, la cual es un área de 55 mil hectáreas que está lastimada y que se va a lastimar más por el desarrollo inmobiliario y urbanísticos de esta zona (sur ZMG); también debemos de recuperar la masa forestal y, sobre todo, debemos comenzar a captar el agua de lluvia”.
Lo que podría ser una sensata toma de decisiones en el manejo integral del agua y, por ende, en la planeación y ejecución de las obras hídricas termina siendo un tema secundario para los gobiernos, ya que a decir de Arturo Gleason: “Esto al gobierno no le importa mucho, su agenda pública es hacer un tubo grande y costoso que nadie ve y por donde se va a desperdiciar el agua de nuestros hijos…”.
Lo anterior, puede comprobarse analizando las diversas obras que acompañan el Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI), en el cual la mayor parte de la estructura consistió en reforzar muros perimetrales; ampliar los caudales de los canales de aguas; así como en crear una red de colectores que desvíen el agua que provoca las inundaciones a otros sitios. Sobre las causas que, justamente, generan dichos escurrimientos existe poco trabajo tanto en el PIMI como en el Programa de Manejo Integral de las Aguas Pluviales (PROMIAP), acciones que han costado más de 800 millones de pesos.
“La solución es a corto, mediano y largo plazo… si nosotros somos conscientes de la importancia del ciclo del agua… sabremos reconocer que lo importante no es la presa ni el Lago de Chapala, lo relevante es recuperar el ciclo; por ello, necesitamos saber cuánta lluvia cae, cuánta escurre y cuánta se infiltra al subsuelo porque nuestro suelo es como una cuenta de banco… ¿qué pasa si yo le saco y saco dinero, pero no le meto?: Se acaba, pues así mismo pasa con el acuífero, le hemos estado sacando mucha agua, pero no tenemos ni idea de cuánta le estamos depositando; en consecuencia, el gobierno y los ciudadanos, ignoramos cuánta agua le queda a Guadalajara, y esto es un gran riesgo”, precisó Gleason.
Por tanto, lo que propone el investigador de la UdeG es incidir en la mejora de los planes de desarrollo y urbanización, ya que:
“Si tenemos claro esto podemos comenzar a planear; por ejemplo, tendremos información para saber cuánta agua dejará de infiltrarse y cuánta va a escurrirse si damos permisos para construir en las partes altas del cerro; si las autoridades saben esto y lo entienden podrán negarse a dar los permisos… porque si no terminaremos, como ya ha pasado, construyendo plazas comerciales encima de arroyos; por ello, las obras se deben programar con inteligencia”, fustigó.
La región sur de la ZMG ha aumentado enormemente su plusvalía por la construcción de conjuntos residenciales y plazas comerciales, como Punto Sur y Galerías Santa Anita, actualmente en construcción. Vecinos de las colonias pertenecientes a la comunidad de San Agustín creen que lo señalado por Arturo Gleason también está ocurriendo con esta última plaza, pues por el terreno que ahora ocupa el centro comercial que albergará la tienda Liverpool, pasan dos arroyos han sido desviados de su cauce, lo cual agravará aún más los problemas de escurrimientos en la zona.
Sin embargo, el problema central, como también lo explica Claudia Martínez, operadora del Radar Doppler -instrumento metereológico de la Universidad de Guadalajara que se emplea para detectar en un rango efectivo de 120 kilómetros a la redonda nubes de lluvia y su probabilidad de precipitación-, no es que esté lloviendo más en este temporal, la verdadera problemática es que ahora las precipitaciones suceden con mayor intensidad y en intervalos de tiempo más cortos.
“El radar puede detectar la lluvia, pero no puede decir dónde se va a inundar y dónde no, ya que eso lo determina la topografía y la infraestructura, lo que sí podemos señalar es que hay lugares más altos en la zona metropolitana y si la nube de lluvia va hacia allá, nosotros emitimos la alerta esperando que esto sirva para canalizar los recursos en las zonas de mayor vulnerabilidad”, precisó la también maestra en hidrometereología.
Lo que sí es claro para Claudia Martínez, desde la revisión de orografía (geografía física que se encarga del estudio, descripción y representación del relieve terrestre), de la Zona Metropolitana de Guadalajara, es que vivimos en una zona de riesgo porque la composición orográfica que nos rodea propicia la generación, dirección y dispersión de los vientos que arrastran las precipitaciones, lo cual ocasiona que históricamente seamos una zona susceptible de padecer fuertes lluvias y tormentas, ya que existen condiciones para generar efectos sifones que, en algunas ocasiones, pueden generar granizada como la ocurrida el 30 de junio.
¿Si vivimos en una zona de riesgo y existe poca capacidad institucional para inventariar las zonas de alta vulnerabilidad de inundación, qué podemos hacer?
La investigadora de la UdeG, Ofelia Pérez Peña, precisa que lo sí está al alcance de los ciudadanos es un “Mapa de Vulnerabilidad” que pueda servir como insumo informativo para crear un sistema de alerta y un plan de acción para futuras contingencias.
Esta idea es también secundada por el investigador Arturo Gleason quien cree que es posible que de manera independiente puedan crearse aplicaciones tecnológicas donde los ciudadanos podamos incorporar información sobre zonas de riesgo y vulnerabilidad, esto con la finalidad de ser nosotros mismos quienes actualicemos los Atlas de Riesgo y, a la par, podamos ofrecer información para que otras personas no compren propiedades o no construyan en sitios que serán un riesgo no sólo para ellos, sino también para todos aquellos que viven en la zona.
Uno de los temas donde también podemos ejercer presión es en la revisión de los planes de desarrollo y urbanización tanto estatales como municipales, así como en la verificación de los permisos de construcción o ampliación de conjuntos habitacionales que ya están ubicados o pretenden ubicarse en zonas claves para el buen funcionamiento del ciclo natural del agua.
El problema central, como coinciden los expertos consultados y los vecinos de las zonas afectadas, no tiene como principal responsable al cambio climático, tal y como asegura el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y la mayor parte de los presidentes municipales de la ZMG; el problema, como pudo observarse en La Lagunita, Santa Anita y Unidad Modelo, son consecuencia de la mala planeación urbana, el desarrollo inmobiliario desmedido y el fracaso de las obras hídricas para abatir la problemática; ya que en este inicio del temporal de lluvias ya se han inundado 118 colonias y/o lugares en la ZMG, lo cual ha ocurrido a pesar de que en este temporal, conforme a los datos del Radar Doppler, han existido menos precipitaciones.
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Con este reportaje, ZonaDocs da inicio a una serie de historias que contaremos semana a semana las acciones que muchas personas realizan para sobrevivir a este temporal de lluvias.