Fue domingo. Un domingo como aquel, 7 de julio de 2013, pero éste sucedió seis años después. Las familias de Ángel, Gerardo, Daniel, Lalo y Rodrigo, lo recuerdan. Aquel domingo había llovido, incluso, hay quienes dicen que la precipitación traía consigo un mal augurio para Lagos de Moreno, Jalisco; y así fue, los siete no regresaron a casa. Como cada año las memorias alrededor de esta fecha acompañan a la ausencia física de sus seres queridos y al reclamo constante que no deja de preguntarse: ¿por qué a ellos? ¿por qué a nosotros?
Por Dalia Souza / @DalhiaSouza
Fotografías: Dalia Souza y Darwin Franco /@DarwinFranco
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Seis años después, reunidos en el mismo lugar donde a sus hijos y hermanos les arrebataron la vida, estas familias pueden decir que, por lo menos, les encontraron y tienen un sitio donde puede ir a llevarles flores.
La Ley de la Verdad se llama ahora, así renombraron al predio donde sus seres queridos fueron llevados tras su desaparición y donde luego fueron despojados de la vida; si bien, no es el lugar donde quisieran estar, donde y como hubiesen querido encontrar a sus amores desaparecidos; sí es el espacio que han designado para que el olvido y la desmemoria, no hagan pasar desapercibida esta tragedia que les ha ocasionado tanto y tanto daño.
No es fácil, asegura la señora Chayo, hermana de Rodrigo, pero estar ahí es igual a tenerles cerca, aunque también implica recordar lo que les hicieron, el dolor que sintieron y la angustia que les acompañó hasta que supieron a dónde se los habían llevado. Estar aquí es pisar la tierra que sus seres queridos fueron obligados a pisar, mirar por sus ventanas es recrear las imágenes de cientos de hojas de expediente donde testigos y responsables han narrado lo que les hicieron. Mirar a sus alrededores es cuestionarse una y otra vez:
¿qué acaso nadie se dio cuenta? ¿por qué nadie hizo algo? ¿por qué nadie los ayudó?
Pero estuvieron ahí, como cada año desde que construyeron juntos con sus manos y con la ayuda del Colectivo RECO y el artista Fernando Méndez Corona, un mural memorial con los rostros de sus seres queridos. El memorial lo realizaron en 2017.
En esta ocasión y como parte de las actividades del sexto aniversario luctuoso de sus hijos y hermanos, acudieron para limpiar la parte frontal del predio; llevar algunas flores blancas y colocar globos del mismo color sobre la placa que lleva sus nombres y los de decenas de jóvenes y adultos que aún permanecen desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco.
Lo que hicieron la mañana del domingo fue un acto de amor y de valentía inconmensurable, no sólo para con los suyos, para sí mismos o para quienes viven con la dolorosa ausencia de un ser querido, sino para cada uno de nosotros los que “aún no desaparecemos”… porque estar ahí es una acción política y pública que reclama la no repetición de tragedias como la que padecieron el 7 de julio de 2013. Estuvieron ahí para que nunca más una familia experimente lo que en ellos aún experimentan y sienten hasta el día de hoy.
A pleno rayo del sol de mediodía, las familias de las víctimas del 7 de julio y de las y los desaparecidos de este municipio que fueron convocados para “revitalizar el memorial y darle más vida”. Adornaron con telas multicolor las ventanas y las puertas que dan acceso al predio. Con sus manos hicieron “Ojos de Dios”, amuleto de protección de la cultura wixárica, hecho con dos palos de madera en forma de cruz e hilos de colores, que luego coloraron alrededor de la finca.
Dos horas más tarde, con la esperanza de que así permanezca y con la promesa de volver para preservar el lugar, las familias continuaron con la jornada de exigencia.
Una marcha solidaria y una misa por las y los desaparecidos
Como cada año, desde hace cuatro, las familias se han sumado a la exigencia de ver regresar a las y los desaparecidos de Lagos de Moreno; por esta razón, cada 7 de julio convocan a sus familiares para que marchen juntos desde “El Jardín” de la colonia Lomas del Valle hasta el templo de El Calvario, ubicado en el centro histórico de este municipio.
Así, los desaparecidos que aparecieron y los desaparecidos que aún no son localizados recorren las calles de Lagos de Moreno recordando, al gobierno municipal y estatal, que esta tragedia todavía aún no termina. Quienes miran la marcha, ya no lo hace con sorpresa y esto puede reconocerse en los rostros y miradas de los ciudadanos de a pie, los cuales también se han convertido en víctimas que tienen miedo de sumarse a quienes hoy ven pasar frente a sus casas o negocios con los rostros de todos aquellos que “desaparecieron en este pueblo mágico”.
Las familias lo saben y ese es su mayor reclamo, así lo dice el señor Armando, padre de Daniel, quien se cuestiona:
¿Por qué no somos más en esta caminata? ¿Por qué el silencio se ha vuelto el común denominador frente a la tragedia?
Si cuando a ellos les pasó, lo único que querían eran que alguien les demostrara solidaridad y apoyo. Por eso cada año marchan y lo hacen para quienes buscan la ayuda que antes ellos deseaban tener.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y la cuenta puede seguir, son los “nuevos casos” de personas desaparecidas que podemos contar y que se han sumado a esta marcha.
Ahí están los rostros de una familia que fue desaparecida a mediados del año pasado, al igual que los familiares de dos hermanas que aún esperan verlas de regreso. También acudieron quienes año con año asisten a la marcha, sobre todo son madres, abuelas e hijos de mujeres y hombres jóvenes que fueron desaparecidos desde hace más de cuatro años.
Caminan todos y todas por las calles de esta ciudad en silencio.
El repique de las campañas 10 o 15 minutos antes de las siete de la noche indica a las familias que deben entrar al templo del El Calvario, un lugar que seis años atrás fue testigo de la entrega de los restos de sus seres queridos en urnas con el logotipo del gobierno estatal del priísta, Aristóteles Sandoval.
Una a una las fotos de quienes regresaron y quienes permanecen en la espera de volver son colocadas por sus padres, madres, hermanos, hermanas, hijos e hijas frente al altar buscando un milagro, un consuelo, paz.
Entre cantos y rezos el sacerdote “pide” por los ahí presentes y “encomienda a Dios” a los desaparecidos y a sus familias, según dice: “ésta ha sido una petición reiterada por el señor Obispo, quien les ha instruido a acompañarles en oración y compañía para que continúen caminando”, pues asegura que: “cuando el consuelo llega, la vida podrá desarrollarse más ligera y no en pausa”.
La misa por la memoria de todas las víctimas de la violencia en Lagos de Moreno concluyó alrededor de las ocho de la noche; las familias regresaron a casa cargando en sus brazos a sus amores y en el corazón, la rabia que espera volver a salir a la calle para manifestar su ausencia. Quizá salga pronto, quizá, hasta el próximo 7 de julio.