Foto: Héctor Guerrero
En el reportaje anterior dimos cuenta de cómo a los policías abatidos en combate no se les respetan sus derechos post mórtem, pues de los 101 policías asesinados sólo 62 de sus familias han recibido las indemnizaciones correspondientes.
En esta segunda entrega, sostuvimos una entrevista con una de las académicas que más conoce las entrañas de las policías del país: María Eugenia Suárez de Garay de la Universidad de Guadalajara; ella nos ofrece toda una radiografía de cómo y bajo qué circunstancias los policías en México tienen que salir a realizar su trabajo, el cual ejercen en condiciones -operativas e institucionales- que son siempre desfavorables para ejercer su labor con seguridad.
Por Sara Leos / @SaraLeosA
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¿Los policías viven contra la espada y la pared?
Digamos que la situación en la que viven y hablando del contexto mexicano: sí, pero están entre la espada y la pared porque les pedimos lo que no pueden dar; yo no los veo como víctimas porque no prevalece dentro de la institución policial una asunción como víctimas, no. Hay una lógica racional que opera dentro de la institución y que funciona, y que a la luz nuestra es como…mmm, pero a la luz de ellos es una lógica racional que funciona en la discordancia, en la ilegalidad, en la informalidad.
¿No hay una política formativa para los policías?
Primero: Llegar a jubilarse en la institución policíaca es una idea incierta para muchos policías porque las instituciones policiales en México, regularmente, tienen un altísimo nivel de rotación de personal, entonces, esto te habla de que no ofrecen a aquellos que ingresan, justamente, una certeza en términos profesionales de que puedan aspirar a que tener una formación o una serie de derechos que van ir acumulando y que les va permitir tener una jubilación digna, eso no existe.
Segundo: La formación a los policías es regularmente capacitación, y ésta es casi siempre aislada, desarticulada y vinculada a intereses políticos de momento, y a fondos también federales que tienen que ver con ciertos intereses de quienes gobiernan; es decir, no hay una política formativa.
Por ejemplo, se les atribuyen capacidades de investigación, y yo no estoy en contra, pero hay muchos policías que no alcanzaron ni nivel secundaria, o que no han salido de la preparatoria; entonces, tendría que haber una política formativa que logrará generar condiciones mínimas de homologación para poder entrenar a la gente sobre los nuevos procedimientos que son más complejos.
Otro ejemplo: Durante y después de la implementación del nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, los policías fueron los grandes olvidados; por lo que estamos carentes de una profesionalización de los policías; es decir, si tú no has hecho partícipe a los policías de estas nuevas maneras jurídicas de proceder, los resultados serán negativos.
Desde hace 20 años el Estado decidió delegar a los militares la responsabilidad de la seguridad pública en aras de no lograr componer la institución policial mexicana, por no encontrar la forma de avanzar para una reingeniería institucional.
¿Está profesionalización cuánto tardaría?
No lo sé, pero si ves el estándar, por ejemplo, en América Latina, por lo menos de formación básica, hay algunos lugares donde puede ser nada más de formación básica hasta tres años o de uno a tres años; después hay procesos de especialización, procesos de estudios de pos-grado, por ejemplo: la Policía Nacional Colombiana tienen una escuela de posgrado que es algo que recientemente se empezó hacer en la Policía Federal, pero hoy está casi extinta, entonces, la Institucionalidad es extremadamente débil, y frente a esa debilidad hay una apertura muy grande para que cualquiera que la integre pueda transitar por el camino que decida transitar.
Foto: Comunicación Social UdeG
¿La percepción sobre los policías sigue siendo muy mala, no?
Como la que ellos tienen de los ciudadanos, esto es algo que es muy importante de comprender porque estamos en un momento histórico donde nos está costando mucho trabajo ubicarnos en las tensiones, entonces, nos ubicamos en los extremos; por ejemplo, ante un feminicidio, quien tiene que garantizar la seguridad de las mujeres es la policía, sí, pero no es un asunto sólo de policías, la seguridad de las mujeres, va mucho más allá de eso.
El encono y la demanda de los grupos pasa por ahí, pero lo que no saben es que no hay capacidad institucionales para responder a una demanda que, desde el propio Ministerio Publico, está sobrepasada porque se hace un trabajo de manera mecánica y además se desconfía de la institución policíaca.
Segundo ejemplo: Nosotros le estamos transfiriendo a la policía una responsabilidad que es nueva para ellos, en términos jurídicos y de disposiciones jurídicas, o sea, la obligatoriedad, en este caso, de la institución policial de dar seguimiento a las órdenes de protección de mujeres en situación de violencia es de reciente aparición en el Código Nacional de Procedimientos Penales e, igualmente, en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y, entonces, la policía te dice: “esto es nuevo para nosotros, nadie se ha encargado de entrenarlos y ni de establecer una serie de lineamientos, de protocolo, de procesos de supervisión”, esto es importante porque ahora los policías están haciendo un trabajo mucho más complejo que trasciende con mucho la idea, y la solicitud recurrente de que hay de una vigilancia y un patrullaje alrededor de las casas.
¿En qué condiciones viven los policías?
Es que hay de todo, ya que a veces pensamos que, primero, que todos son pobres, y no; luego pensamos que todos son indígenas o que son gente que todavía viven en la periferia o que proviene de barrios muy marginados; no te estoy diciendo que esto no exista porque existe, lo que quiero señalar es que la gran plantilla policial es enorme; es una plantilla policial a nivel nacional, y pues hay de todo.
¿Entonces es una serie de temas que envuelven al policía para que tenga deficiencias en su empleo?
Es la institución, ya que finalmente ellos pertenecen a una institución que está muy quebrada en muchos sentidos; ha sido casi casi la cañería de este país, todo el sistema de justicia penal es una cañería, entonces, salir de esa cañería va ser muy complejo, pues sí implica una reinvención de la propia institución.
Es una agenda que tenemos pendientes, por ejemplo: no la resolvió el Mando Único porque el Mano Único no planteaba una redefinición del mandato de la policía ni un gobierno democrático, lo único que planteaba era un cambio en el sistema policial; es decir, en la lógica en la que se organiza la policía, pasar de una institución policial profundamente descentralizada a una centralizada.
¿No han alcanzado las políticas públicas?
No digo que no haya avances, sí hay avance, pero son avances diferenciados, y relativos, ya que ves una policía que avanza en una administración, pero vive dos retrocesos en las siguientes dos administraciones y a la cuarta administración alguien tiene que venir a recoger los platos rotos y ver qué se puede hacer, pero eso no nada más es un asunto de la policía es de la institucionalidad del Estado Mexicano.
¿Por qué esta falta de interés de las administraciones por hacer esta reingeniería a las corporaciones policiacas?
Pues porque también se le ve como un hoyo negro, porque lo ha sido y ha costado mucho trabajo y no quiero decir que no hay esfuerzos, tenemos, por ejemplo, policías como la de Chihuahua que tuvo un período importante, más o menos como de 10 años, donde quienes lideraron en términos políticos y policiales, realizaron procesos de reingeniería y fueron muy exitosos al grado de convertirse en referencia internacional. El problema es que nuestra institucionalidad es tan débil que no soportan los cambios de administración.
La policía de Tijuana, por ejemplo, también tuvo un buen momento, y después ya no, o la de Guadalajara que ha tenido buenos momentos y ahora está como está; o la de Morelia que estaba muy mal y ahora es reconocida sobre todo porque ha logrado articular a la policía misma en modelos de justicia cívica.
¿Los policías viven en la incertidumbre cada cambió de administración?
No, es que todos la viven, todos los policías viven esa incertidumbre, sobre todo los que tienen un cargo administrativo o un nivel jerárquico superior; ellos ya saben que van a durar lo que dure una administración y cuando bien les va podrían repetir, pero eso es muy común, y eso tiene que ver también, reitero, con la debilidad institucional porque en la medida que no hemos logrado instalar e institucionalizar un servicio civil de carrera pues todo es posible.
¿Qué pasa con los policías que deciden trabajar para la delincuencia organizada?
Yo tengo mis propias hipótesis sobre esos temas, no sé, yo creo que la debilidad de nuestro Estado es extremadamente grande; es un Estado muy corrompido; es en un Estado muy debilitado en sus capacidades institucionales; es un Estado que excluye a sus operadores, sobre todo en los niveles más básicos, pero que, a la vez, es muy generoso con quien está en jerarquías más altas y no hemos tenido límite con eso.
Yo creo que también frente a esta debilidad, de la que ya te hablaba, y la falta de un control de la institución policial de sus integrantes se abre la posibilidad también para que los policías puedan emprender otros caminos dentro de la propia institución policial. Regularmente cuando los policías emprenden otros caminos o se adhieren a la criminalidad organizada, es porque también tienen la certeza de que si los jefes lo pueden hacer y no les pasa nada, pues a ellos tampoco.
Y ante la falta de posibilidades de asenso y la falta de derechos humanos, laborales, entonces, dicen: “si él lo hace, yo también lo hago”, aunque también hoy eso ha cambiado, hay muchas presiones del crimen organizado, entonces, ellos les dicen: “atiende o te mato a ti o a tu familia”.
Usted entrevistó durante un año y medio a policías reclutados que hoy se encuentran en el Penal de Puente Grande: ¿Qué pudo conocer de ellos y sus experiencias?
Yo entrevisté a gente que se dedicaba al secuestro o renta de armas, los cuales son caminos que la institución le reserva a la gente porque puede transitar ante una institución descontrolada.
¿A quién le importa que maten un policía?
No sé si a la ciudadanía le importe que maten a los policías, no creo que sea trascendente, nadie sale a quejarse o a abogar por los policías, todos dicen: “en algo habrá andado”
Yo no sé si a la gente, en general, le importe la vida de un policía y ese es un problema, es parte del problema; es decir, la gente no entiende que la policía es nuestra o tendríamos que vivirla como nuestra… cuando digo que es nuestra no me refiero a que sean serviles con el ciudadano, sino a que debemos reconocerlos como conciudadanos que están al servicio de sus conciudadanos; esto en términos de garantizar su derecho a la seguridad, pero nosotros no lo reconocemos como tal.
También es cierto que ellos no han logrado adquirir ese estatus, más que en el papel, por eso no cuentan con esa legitimidad, entonces, ¿a quién le importa que maten un policía? ¡A nadie!, ¡a nadie!”.
Dime cuántos de estos casos, un día investiga, cuántos de los asesinatos de policías han llegado a una sentencia, con respecto a sus responsables; cuántos de esos han quedado impunes, y cuántos han llegado a una sentencia; cuántos de esos responsables están cumpliendo una pena en prisión… si lo investigas a fondo te vas a dar cuenta de lo que te digo.
María Eugenia Suárez de Garay es una de las investigadoras del país que mayor conocimiento institucional y antropológico tiene de las policías en México, algunos de sus trabajos más relevantes son: De estómago, de cabeza y de corazón. Un acercamiento antropológico a los mundos de vida de los policías en Guadalajara, México (Universidad de Barcelona, 2003) y Los policías: una averiguación antropológica (ITESO, 2016).
La doctora Suárez de Garay actualmente es miembro de la Red Nacional de Especialistas en Seguridad Pública y del Colectivo de Análisis de Seguridad con Democracia; integrante de Jalisco Cómo Vamos. Observatorio Ciudadano de Calidad de Vida; de la Red Regional de Investigación en Seguridad Pública y Desarrollo coordinada por la Universidad Autónoma de Tamaulipas; y del Grupo Regional de Investigación de Latinoamérica y el Caribe, en el área Seguridad Ciudadana del sistema FLACSO.