Por Zariá Casillas Olivares
En días pasados se abrió al debate nacional un tema que pocas veces hemos reflexionado públicamente: el papel del Estado y las políticas públicas de primera infancia y crianza. Todo a raíz del anuncio del Gobierno Federal sobre el nuevo modelo de distribución de recursos y un recorte presupuestal de dos mil 28 millones 640 mil pesos al programa de “Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras”.
Estas estancias infantiles brindan servicio aproximadamente a 300 mil bebés, niñas y niños, hijos de madres trabajadoras, que no pueden acceder a guarderías del IMSS, ISSSTE o privadas. Por lo que muchas voces se han hecho escuchar y han surgido muchos temas a debatir. Lo primero es el papel que tiene el Estado sobre las políticas de primera infancia y niñez. Aunado a esto, la función social y económica de las estancias o de los espacios de cuidados para la niñez. Y, como un tercer elemento, la pregunta acerca de quiénes cuidan a la niñez.
La postura del gobierno es simple, como se han encontrado algunos casos de corrupción e irregularidades, lo mejor es retirar a los “intermediarios”, darles dinero — 1600 pesos por cada hijo— directamente a las familias que utilizan las estancias y así se acabará la corrupción. “Esa familia decide si quiere entregarle esos recursos a los de las estancias. Si esa familia dice: ‘yo puedo encargarle a mis hijos a una hermana, a una tía, a una abuelita’. Pues es decisión de cada familia”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, esta postura tiene varios puntos críticos. El Estado abandona su obligación de garantizar el interés superior de la niñez al ofrecer a las familias los recursos destinados para una política pública de la primera infancia. Además, no contempla como actividad económica el cuidado de la niñez ni las necesidades de las madres y padres trabajadores que están fuera del esquema de seguridad social.
También se desestima la profesionalización entorno al desarrollo psicosocial de la niñez. Hace poco coincidía con una amiga, experta en desarrollo de la infancia, que toda la investigación que se hace debe aplicarse en políticas de atención a la niñez y en la capacitación de personas que se dedican al trabajo de cuidados, porque parece que seguimos pensando que da igual quién cuide a los niños, siempre y cuando los encontremos ahí cuando los vamos a recoger.
La crianza no es una actividad meramente íntima o privada. Socialmente estamos obligados a generar ambientes amables para la niñez. Esto implica ofrecer espacios donde existan condiciones para que bebés, niñas y niños puedan desarrollarse de manera plena y en seguridad. Es momento de comprender que la protección y el cuidado de la niñez nos toca a todos y no solamente a las familias o al Estado.
*Zariá Casillas estudió Comunicación Pública en la UDG. Su tesis de maestría en Ciencias Sociales la dedicó al estudio de la niñez y la no discriminación.