Moisés y su cuna de ceniza

Periféricos 2024

Por Eddy Rodríguez* 

El día que la Cuna de Moisés murió hizo 39 grados. Era un martes. Unas horas después ya en el calor de las tres de la tarde, en la radio daban indicaciones y prevenciones para los golpes de calor en personas mayores de edad y niños. 

Las personas que mueren de calor son fáciles de identificar, aunque ellas no lo saben. La piel se les enrojece y se seca; la respiración y la frecuencia cardiaca se aceleran; la cabeza palpita dolorosamente; el estado mental y su comportamiento comienzan a desvariar. Sienten mareos, vértigo, y desorientación. Se vuelven delirantes y finalmente, caen. 

En el resto del país, hasta el 29 de junio del 2023, quizás miles de plantas olvidadas, 400 animales y 112 personas, abandonaron este mundo cruel. Cruel y caliente.

La cuna murió en soledad Por encima de su pequeña maceta de acrílico color ladrillo se asomaban los cuatro tallos con apariencia de cerillos consumidos. La mató el verano más caliente que se ha registrado en Jalisco en los últimos 13 años, y yo.

El nombre científico que llevó mi Cuna de Moisés es Spathiphyllum Wallisii, también supe, por la página plantify.mx que esta planta es originaria de México. Tiene largos y verdes tallos con hojas grandes de 12 a 65 centímetros de largo y flores blancas de 10 a 30 centímetros que rodean una espiga amarilla verdosa. La mía nunca llegó ni a la mitad de esas medidas, ni con el nombre bíblico que la amparaba.

La maceta estaba en la parte sombreada de un balcón muy amplio en el centro de la ciudad. El piso de baldosas blancas llegaba a la misma altura que termina la banqueta. Me había asegurado de que en ese rinconcito no llegaba el sol, pues una pared en el lado izquierdo la cubría. A diferencia de las rejas marrones con detalles soldados como tableros de ajedrez que lo rodean, y donde están acomodadas las coronas de cristo, la salvia, la citronela y el orégano salvaje que resisten las violentas temperaturas. Al igual que nosotros.

El calor es una de las advertencias que el planeta nos está dando. Porque, aunque nadie lo note, desde 1780 en la era pre-industrial, la temperatura a nivel global comenzó a subir y nunca bajó. Desde noviembre de 1987 las advertencias y recomendaciones de los sucesos que trae el calentamiento global, el uso de combustibles fósiles, la deforestación y la ganadería nos han hablado de manera clara. Tal vez ya no haya nada por hacer en el momento en que nos demos cuenta que ahora son los árboles de las calles, en lugar de las plantas de los balcones, los que están consumidos y secos.

La señora que me vendió la planta me dio también recomendaciones: “le echas agua cuando veas que está seca y que no le llegue el sol directo”, me dijo. Lástima que el calor afecta la memoria.

Cuando la volví a ver, después de la muerte de mi Cuna de Moisés, no la encaré. Pues me sentía en completa responsabilidad por no haber notado las señales de que mi planta iba a morir pronto y por su achicharramiento.  La notaba al salir al balcón a tomar el café de la mañana, un poco más amarilla de lo que la había dejado el día anterior, pensando que después de regarla volvería a estar bien. Eso no pasó.

En su lugar me compre otra, una Monstera Adansonii, un esqueleto que está justo en el mismo lugar y la misma maceta que la Espatifilo., Durante la temporada de lluvias que rebalsan la ciudad, a ella le salieron nuevas hojitas verdes y saludables.

Algunos memes dicen que este es el verano más frío de nuestra vida. Si es así, imagínense la cantidad de energía que se va a usar para apaciguar los que vienen, y la contaminación que esto va a producir. Será una irreparable corriente de caliente a infernal. Ahora casi dos meses después del fallecimiento de la Espatifilo ya nadie habla del calor. Habrá que esperar otro año para que la conciencia colectiva nos haga pensar que algo raro está pasando. 

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Esta crónica se elaboró durante el taller Crónicas Periféricas impartido por Vanesa Robles en junio y julio del 2023.

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 Eddy Rodriguez (La Paz, Bolivia) fue formado en Publicidad y Marketing en La Paz (BOL), atraído por el diseño y lo audiovisual a Buenos Aires (ARG). Decidió viajar y voluntariar por Brasil y México. Actualmente vive en Guadalajara donde gestiona un proyecto gastronómico y cultural. Formó parte de Periféricos 2023. 

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https://perifericos.mx

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