¿Has pagado por sexo?

Dejar de Chingar

Por Dejar de Chingar / @DejarDeChingar

 Todo vínculo humano requiere responsabilidad afectiva, respeto y cuidados, aunque sea por tiempo breve y sea una relación poco significativa. Por ejemplo, cuando vamos por la calle y nos topamos con otro peatón: Nos toca cuidar no chocar mientras caminamos, dar el paso si vamos muy lento, tener cuidado de no estorbar si estamos platicando con alguien más, etcétera.

Si con estos vínculos efímeros debemos tener cuidados, con mucha más razón debemos tener cuidados con personas que amamos. Por lo tanto, la responsabilidad afectiva, el respeto y los cuidados también involucran a todas las personas con las que nos relacionamos aunque no exista un vínculo afectivo: como compañeres de trabajo, de la escuela o gente a la que le solicitamos cualquier tipo de servicio. En esta columna hablaremos en particular sobre cómo los hombres tratamos y nos vinculamos con personas a las que les solicitamos un servicio sexual. 

Los hombres solemos pagar por sexo para evadir la responsabilidad afectiva, el respeto y los cuidados.

El pagar por un servicio (sea o no sexual) no significa que podemos tratar mal a las personas que lo brindan: son comunes las frases “por mí tragas”, “haz lo que yo digo, porque el cliente siempre tiene la razón” o “para eso te pago”. Debemos dar por hecho que cualquier consumo de un servicio sexual debe hacerse con responsabilidad afectiva, respeto y cuidados

Incluso, si con un o una trabajadora sexual deseamos tener una práctica sexual que implica agresiones físicas (golpes, nalgadas, por ejemplo) o psicológicas (dominación o humillación) lo tenemos que dialogar antes y eso puede implicar que el o la prestadora del servicio no quiera o que modifique sus tarifas.

Vamos más allá, preguntémonos por qué a los hombres nos es erótico agredir física y/o psicológicamente, ¿de dónde viene ese deseo?, ¿dónde lo aprendí?, ¿cómo puedo hacer para ser responsable afectivo, respetuoso, cuidadoso y -¿por qué no?- cariñoso en mis prácticas sexuales, con gente que quiero y también con gente que prácticamente no conozco? como alguien que ligué en un antro o, un o una trabajadora sexual.

En este sentido, también toca revisar por qué nos es erótico tener una práctica sexual con alguien cuyo deseo evidentemente no es recíproco. La UNICEF calcula que 1 de cada 20 niñas de entre 15 y 19 años de edad ha sido víctima de relaciones sexuales forzadas y que el 90% de los abusadores sexuales a menores son hombres. Según UNODC, de los casos de explotación que existen, el 79% son del tipo sexual y, un estudio sobre la explotación sexual en México menciona que, el 83% de las víctimas, son mujeres. Dentro de estos casos de relaciones forzadas, hay niñas y mujeres que son explotadas sexualmente, que durante el acto sexual son amarradas o incluso, sujetadas por otras personas para ser violadas. ¿Por qué eso nos prende?, ¿por qué el control, la dominación y el ejercicio del poder nos excita?

También nos toca revisar aquellos casos donde no es tan evidente, pero sabemos perfectamente que el deseo no es recíproco: las ficheras que coquetean con nosotros para que les invitemos otro trago, las infancias que están entrenadas para ofrecer un servicio sexual, la mujer que intercambia una “mamada” por droga debido a su adicción o el chico que te liga en el antro para buscar un lugar para dormir. ¿Por qué nos hacemos de la vista gorda?, ¿por qué ignorar de manera sistemática sus contextos de violencia?, toca reconocer que somos partícipes de la explotación sexual.

Porque recuerda, compañero: sin clientes, no hay trata. Aquí te dejamos un ensayo muy interesante sobre esta premisa.

En otros casos, hay personas que no están siendo obligadas a ejercer trabajo sexual, aun así, nos toca preguntarnos: ¿por qué me es excitante coger con alguien que en otro contexto no cogería conmigo?

¿Recurrimos al trabajo sexual porque no tenemos vínculos sociales sanos? Pensemos en aquellos vatos que no logran ligar con morras o establecer acuerdos con fines sexuales, que son misóginos, groseros, manipuladores, violentos, etcétera y su única forma de tener una práctica sexual es pagando por un servicio sexual. Nos toca revisar cómo la masculinidad tradicional nos ha socializado para no ser sociables.

Por otro lado, si tenemos acuerdos monógamos con nuestra pareja, ¿por qué buscamos trabajo sexual? ¿Por qué se nos hace fácil? Nos hemos dicho “para mí no significa nada, es una forma de desahogarme”, pero, ¿no es eso menospreciar lo que para nuestra pareja sí es importante? (los acuerdos de monogamia).

Ética y trabajo sexual

Entendemos que hay casos donde puede haber un trabajo sexual ético. Es decir, cuando no hay intermediarios explotando a quien ofrece y/o realiza el trabajo; cuando hay comportamientos y pagos dignos entre todas las personas involucradas; y cuando hay consenso, diálogo, límites claros y no hay coerción, ni violencia. 

Algunos ejemplos son:

  •  Cualquier persona que ejerza un trabajo sexual presencial, a distancia o virtual y que se cumplan las condiciones mencionadas anteriormente.
  •  Asistencia sexual: un servicio sexual para que personas mayores o con discapacidad puedan acceder a una vida sexual plena y acompañada por alguien con conocimiento y habilidades específicas.
  •  Prácticas sexuales especializadas: BDSM, dominatrices, CBT (Cock and ball torture), cuckold o aquellos gustos no comunes.

Algunas sugerencias para nosotros los hombres

  •  No volver a asistir a un bule (putero, table dance), aunque no consuma trabajo sexual, aunque sólo vaya a beber con mis amigos:
  • Puedo pasármela bien con mis amigos en otro lugar
  •  Si uno de mis amigos insiste, hay que interpelarlo (en esta columna te damos una sugerencia de cómo interpelar a un amigo), contarle sobre qué es la explotación sexual y la importancia de no ser parte de ello.
  • Recordarle que: sin clientes, no hay trata. 
  • Cuestionarme por qué me gusta lo que me gusta, ¿por qué me excita la violencia o el poder? Me toca aprender nuevas formas no violentas de relacionarme.
  • No consumo trabajo sexual si ya tengo pareja y tenemos acuerdos monógamos
  •  Si después de eso, aún decido que voy a consumir los servicios de un o una trabajadora sexual:
  • Cerciorarme que no viva explotación sexual
  • Tratarle con responsabilidad afectiva, respeto y cuidados

PARA TERMINAR

Se suele denigrar el trabajo sexual por lógicas conservadoras que critican el uso del cuerpo (sobre todo el de las mujeres). Debemos reflexionar que hay partes del cuerpo que son socialmente aceptadas y más validadas para trabajar. Sin embargo, no hay que olvidar que en todos los trabajos se usa el cuerpo, sí, en todos.

Por último, quien ejerce trabajo sexual, no está “vendiendo su cuerpo”: vender cuerpos y sus partes es ilegal y es explotación. 

Los cuerpos no se venden, el trabajo sexual es un servicio.

 ¿Qué pasa con la pornografía? Tenemos una columna en Zona Docs donde hablamos al respecto, titulada: ¿Consumes pornografía? 

 Si te interesa trabajar en otras formas no violentas de relacionarte, te invitamos a nuestras reuniones todos los sábados a las 5p.m. en Guadalajara, Jalisco. Contáctanos para más información en nuestras redes:

***
Sigue a Dejar de Chingar en sus redes sociales:
facebook.com/dejardechingar/
x.com/dejardechingar

Comparte

Dejar de Chingar
Dejar de Chingar
Masculinidades en conflicto. Hombres que reflexionamos y trabajamos colectivamente en torno a la masculinidad y el machismo como problemas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer